Proverbios 2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 22 versitos |
1

Discurso del maestro

Hijo mío, si aceptas mis palabras
y conservas mis mandatos,
2 escuchando a la sabiduría
y prestando atención a la prudencia;
3 si invocas a la inteligencia
y llamas a la prudencia;
4 si la procuras como el dinero
y la buscas como un tesoro,
5 entonces comprenderás el respeto del Señor
y alcanzarás el conocimiento de Dios.
6 Porque es el Señor quien da la sabiduría,
de su boca proceden saber e inteligencia;
7 Él reserva su ayuda para los hombres rectos,
es escudo para el de conducta intachable,
8 cuida el camino del derecho
y custodia la senda de sus fieles.
9 Entonces comprenderás la justicia y el derecho,
la rectitud y toda conducta buena,
10 porque entrará en tu mente la sabiduría
y sentirás gusto en el saber,
11 la sagacidad te guardará,
la prudencia te protegerá
12 para librarte del mal camino,
del hombre que habla perversamente,
13 de los que abandonan el sendero recto
para seguir caminos tenebrosos,
14 de los que gozan haciendo el mal
y se alegran de la perversión,
15 siguen senderos torcidos
y sendas extraviadas;
16 para librarte de la ramera,
de la prostituta que halaga con sus palabras,
17 que abandonó al compañero de su juventud,
olvidó la alianza de su Dios;
18 su casa se inclina hacia la muerte,
sus sendas hacia el país de las sombras;
19 los que entran allí no retornan,
no alcanzan las sendas de la vida.
20 Para que sigas el buen camino
y te mantengas en sendas honradas,
21 porque los rectos habitarán la tierra
y los íntegros permanecerán en ella;
22 mientras que los malvados serán expulsados de la tierra
y los traidores serán arrancados de ella.

Patrocinio

 
 

Introducción a Proverbios

Sapienciales

Los libros sapienciales forman uno de los grupos de libros bíblicos con perfil propio, netamente distinto de la literatura profética, de los cuerpos legales y de las obras narrativas. Cinco libros forman esta pentápolis de claras fronteras, esta especie de «pentateuco» sapiencial: Proverbios, Job, Eclesiastés (Qohelet), Eclesiástico (Ben Sirá) y Sabiduría. Como el Pentateuco invoca como autor o patrono a Moisés, así tres de estos libros invocan a Salomón como autor.
Un cierto parentesco liga a Job con el Eclesiastés como testigos y actores de una patética controversia sobre el sentido de la vida; por otro lado caminan Proverbios y Eclesiástico, mientras que Sabiduría es un enclave tardío en territorio griego.
El cuerpo sapiencial tiene indudable afinidad con nuestros refranes populares, aforismos cultos y textos didácticos. El propósito de la tarea sapiencial no es la enseñanza intelectual, ni el proponer una especie de catecismo ético, ni indagar el puesto de la vida humana en el orden cósmico. Más bien sería como una «oferta de sensatez», que no una imposición, como guía para todo ser humano.




Proverbios

Forma del libro. Es la obra más típica del cuerpo sapiencial. Bajo el nombre genérico de «meshalim» -proverbios- acoge un conjunto de colecciones de enigmas, sentencias, aforismos, refranes, adagios e instrucciones de carácter ético y moralizante a través de los cuales se transmite una sabiduría popular acumulada durante siglos. Su presentación estimula el esfuerzo de comprensión del oyente o del lector: brevedad, carácter incisivo o enigmático y forma rítmica, al mismo tiempo que facilidad de retención en la memoria.
Las doctrinas o enseñanzas de esta antología tienen dos ejes principales, cada uno con dos polos opuestos: «sensato-necio» y «honrado-malvado». Los términos no son precisos: en el primero pueden entrar dotes naturales de inteligencia y perspicacia, conocimientos adquiridos o destreza en el obrar. Lo mismo podemos decir del segundo eje, que puede referirse a la integridad, la justicia o la inocencia. Estos dos ejes se cruzan, porque la sensatez tiene algo de ético, mientras que la maldad se considera insensata.

Época de composición y autoría del libro. Por su carácter anónimo y el tamaño minúsculo de sus unidades es imposible datar los proverbios. Su composición puede abarcar varios siglos. El prólogo y el epílogo serían obra del recopilador final y, por tanto, posteriores a las otras colecciones. Que Salomón diera impulso a esta corriente de proverbios puede ser realidad o pura leyenda. En realidad, el libro salta las fronteras y las épocas.

Mensaje de los Proverbios. La sensatez es una actividad artesana, atribuida al Dios creador y ofrecida al ser humano para que sea el artífice de su existencia, para que aprenda el sentido de la vida y dé sentido a su propia vida. Para ello, el joven inexperto necesita el apoyo de la experiencia ajena, plural y compartida, que cuaja en refranes, máximas y aforismos; algunos son propios de escuelas de maestros, otros, entregados a la libre circulación ciudadana. Dios está presente en este mundo sapiencial y ético de los Proverbios: posee la sabiduría y concede la sensatez al ser humano; con su aprobación y reprobación consolida el mundo ético.
De una «sabiduría a ras de tierra», el libro va ganando en altura hasta colocar en 8,22-31 a la Sabiduría personificada en la esfera celeste de sus orígenes. Aunque no es Dios ni una divinidad, procede de Dios y precede al mundo; posterior a Dios y anterior al universo, inferior a Dios y superior al mundo. El poeta la presenta como personaje que nace, aprende, actúa.
No se sigue que el poeta se refiera a un ser personal existente fuera del poema, pero con el correr del tiempo esa «sabiduría» tendrá un nombre, Jesucristo, «Sabiduría de Dios», como lo llama San Pablo ( 1Co_1:24 ).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Proverbios 2,1-22Discurso del maestro. Este discurso del maestro de sabiduría descubre varios elementos que nos hacen caer en la cuenta de que, aunque la sabiduría pueda parecer fruto del esfuerzo humano, en realidad es un don ofrecido por Dios que el sabio debe acoger responsablemente. En la vida cotidiana, el sabio, como ser humano prudente y sagaz, debe mantener una actitud de discernimiento sobre lo que es recto, justo y adecuado. Ese discernimiento tiene dos consecuencias prácticas inmediatas: en primer lugar, nos libra del «mal camino», no se camina a tientas; en segundo lugar, nos libra de la ramera, de la prostituta, cuya figura se usa aquí para simbolizar el camino equivocado, el camino que no conduce a la vida. El llamado del maestro desemboca finalmente en una meditación práctica sobre la sabiduría: caminar por esta senda es caminar con Dios, y sólo quien camina según el querer divino alarga sus años. Por tanto, la larga vida es en la Biblia síntoma de sabiduría. Se vuelve a insistir en que esa sabiduría no es fruto del esfuerzo personal, sino un don de Dios del que el fiel debe apropiarse mediante la escucha de la Palabra y la puesta en práctica de los preceptos del Señor.