Eclesiastés 4 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 16 versitos |
1 También observé todas las opresiones que se cometen bajo el sol: vi llorar a los oprimidos sin que nadie los consolase, sin que nadie los consolase del poder de los opresores;
2 y consideré a los muertos que ya han muerto más dichosos que los vivos que aún viven,
3 y mejor que los dos el que aún no ha existido, porque no ha visto las maldades que se cometen bajo el sol.
4

Trabajo

Observé que toda la fatiga y el éxito en el trabajo es rivalidad y envidia entre compañeros. También esto es pura ilusión y querer atrapar el viento.
5 Es que el necio cruza los brazos y se va consumiendo.
6 Sí, pero más vale un puñado con tranquilidad que dos con fatiga.
7 Otra ilusión descubrí bajo el sol:
8 hay quien vive solo, sin compañero, sin hijos ni hermanos; se fatiga sin descanso y no se sacia de riquezas: ¿Para quién me fatigo yo y me privo de satisfacciones? También esto es pura ilusión y mal negocio.
9 Mejor dos juntos que uno solo: tendrá buena paga su fatiga.
10 Si uno cae, lo levanta su compañero. Pobre del solo si cae: no tiene quien lo levante.
11 Más aún: si se acuestan juntos, se calientan; uno solo, ¿cómo se calentará?
12 Si a uno solo lo dominan, dos juntos resistirán: la cuerda triple no se rompe fácilmente.
13

Sabiduría

Más vale joven pobre y sabio que rey anciano y necio, que no acepta consejos:
14 había nacido pobre durante el reinado del otro, y salió de la cárcel para reinar.
15 Observé a todos los vivientes que se movían bajo el sol, estaban de parte del joven sucesor;
16 y aunque era innumerable la gente que lo seguía, los que vengan después no se alegrarán de lo que ha hecho. También esto es pura ilusión y querer atrapar el viento.

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Introducción a Eclesiastés

ECLESIASTÉS

El libro. En el momento en que la experiencia y la reflexión se constituyen en fuente de conocimiento y enseñanza, se siembra la semilla de la crítica. Esto sucedió en Israel bajo la palabra de los profetas ( Isa_29:14 ; Jer_8:9 ), que era crítica desde fuera. Pero sucedió también desde dentro, desde el seno de esa venerable tradición sapiencial. Qohelet y Job son los dos exponentes máximos de esa crítica interior al ejercicio de la sabiduría, dos momentos de un proceso dialéctico.
Qohelet se ha formado en una escuela y tradición sapienciales. Conoce las enseñanzas tradicionales. Cita proverbios viejos o fabrica otros semejantes que le pueden acreditar el título de maestro. No ha conseguido por ellos fama imperecedera, sino por su inconformismo consecuente y honrado. Paradójicamente, Qohelet, que niega la supervivencia del hombre, tiene fama inmortal.
En la mente tormentosa del autor, rebelde sin violencia, contestador sin arrogancia, la sabiduría entra en conflicto consigo misma. Y esto de modo entrañable, apasionado, si pudiéramos hablar de pasión fría.
Qohelet quiere comprender el sentido de la vida, da vueltas en torno a ella -como el viento de 1,6- y se estrella siempre en el muro de la muerte, que le lleva a acuñar la frase que le ha hecho inmortal, y con la que comienza sus reflexiones: «Pura ilusión... pura ilusión, todo es una ilusión» (1,2).
En algunos momentos le parece que la muerte aniquila por adelantado todos los valores de la vida, y comenta con ironía amarga, desoladamente: «los vivos saben... que han de morir, los muertos no saben nada»; otras veces, con más lucidez, comprende que la muerte relativiza simplemente los valores de la vida. Pero, al mismo tiempo, la muerte exige, impone, el aprovechamiento de la vida no para realizar obras inmortales que, si sobreviven al autor, de nada le aprovechan muerto, sino para acertar con el ritmo menudo y humilde de la tarea y disfrute cotidianos.
El «Eclesiastés» no es pesimista, sino realista. En él, la sabiduría se apea, llega al borde del fracaso; así encuentra su límite y se salva, barruntando un horizonte trascendente que dé sentido al sinsentido de la vida humana. Otros escritos de la Biblia comenzarán donde termina el Eclesiastés.
El libro es para ser leído lentamente, despacio y con pausas, hasta que sus peticiones estilísticas y temáticas se conviertan en resonancias internas del lector. En ese momento, el de la resonancia interna, comienza de verdad la comprensión y madura el disfrute.

El autor. El autor anónimo que vivió probablemente después del destierro, entre el siglo IV y III a.C., se presenta bajo el nombre genérico de «Qohelet», término misterioso que parece aludir al sabio o al maestro que va desgranando sus reflexiones ante una asamblea. El nombre ha llegado hasta nosotros en su traducción griega de «Eclesiastés», traducido a su vez en nuestras lenguas, quizás incorrectamente, por «El predicador».
Imposible averiguar cómo compuso el autor su obra. Puestos a ilustrar su aspecto, escogeríamos el modelo de un diario de reflexiones. Tienen algo de líricas estas páginas; un lirismo que se intensifica en algunos momentos. Escribe un libro brevísimo, y aun del valor de sus palabras no está seguro: «Cuantas más palabras, más vanidad». ¿Hay autor menos dogmático en el Antiguo Testamento que este enigmático Eclesiastés? Su lucha es contra la teología que ignora la realidad de la experiencia humana, presentando así el lado escéptico de la sabiduría convencional.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiastés 4,1-3Injusticia. En este apartado y en los cuatro siguientes se tratan algunas de las miserias de la vida humana: la opresión de la fuerza y derrota del justo (3,16-4,3), la pasión por el trabajo (4,4-12), la fugacidad de la gloria (4,13-16), el abuso de los votos (4,17-5,6) y la tiranía de las autoridades (5,7s). El punto de partida que le lleva a las siguientes conclusiones es «puesto que hay injusticia...»: 1. Al justo y al malvado los juzgará Dios, porque en la tierra la iniquidad favorece a los poderosos -hay afirmaciones semejantes en lamentaciones babilónicas-. 2. Hombres y animales tienen la misma suerte. No sugiere la maldad, la constata -de ahí el parecido entre hombres y animales- y expresa la imposibilidad de escapar de la muerte («aliento» y «muerte», cfr. Gén_2:7.19). 3. El único bien del hombre es disfrutar de lo que hace, idéntica conclusión a la del apartado anterior. 4. Es mejor no haber existido, porque así no se han visto las maldades que se cometen bajo el sol.
¿Cómo puede haber para Qohelet un abanico tan dispar de respuestas ante la constatación de la injusticia? ¿Acaso una misma situación provoca una misma respuesta en personas distintas, o en las diferentes situaciones por las que atraviesa una misma persona? Pero entonces, ¿qué doctrina se puede seguir a partir de lo que aquí se expresa? Más que buscar una doctrina, deberíamos dejar que el Eclesiastés ilumine y rectifique nuestras propias conclusiones personales sobre las situaciones injustas.


Eclesiastés 4,4-12Trabajo. El nuevo campo de observación es el trabajo. Como en la sección anterior, parte de una constatación que interroga e ilumina al lector: «Puesto que hay trabajo...»; desde aquí llega a las dos siguientes conclusiones: 1. «Más vale un puñado con tranquilidad que dos con fatiga», pues la fatiga y el éxito tienen que ver con la rivalidad y la envidia. 2. «La cuerda triple no se rompe fácilmente»; es mejor dos que uno solo, pues el fruto del trabajo de uno no tiene sentido.
Probablemente, se trata de dos proverbios antiguos que expresaban la sabiduría tradicional. Qohelet hace uso de ellos para expresar el fruto de su reflexión sobre la experiencia.
Eclesiastés 4,13-16Sabiduría. El tercer ámbito de observación es la Sabiduría. También aquí emplea un refrán popular como conclusión: «Más vale joven pobre y sabio que rey anciano y necio...», pues éste no acepta consejos, y además, aunque sea aclamado, los que vengan después no se alegrarán de lo que ha hecho. Hay quien ha visto una alusión a la historia bíblica de José, pero es muy difícil confirmarlo, ya que sólo se exponen datos muy generales. Al igual que en la reflexión de 3,16-4,3 también aquí hay que dejar que el Eclesiastés cuestione nuestras conclusiones acerca de la sabiduría y la necedad.