Eclesiastés 5 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 20 versitos |
1

Votos y promesas

Vigila tus pasos cuando vas a la casa de Dios, porque la obediencia es más aceptable que los sacrificios de los necios, que obran mal sin darse cuenta.
2 Cuando presentes un asunto a Dios, no te apresures, ni con los labios ni con el pensamiento. Dios está en el cielo y tú en la tierra: sean tus palabras contadas.
3 En lo que soñamos asoman nuestras preocupaciones, en las muchas palabras se escucha al necio.
4 Una vez hecha una promesa a Dios, no tardes en cumplirla; no le agradan los necios, lo prometido cúmplelo.
5 Mejor no hacer promesas que hacerlas y no cumplirlas.
6 No dejes que tu boca te haga culpable de pecado ni digas después al mensajero que fue por inadvertencia; pues Dios se irritará al oírte y hará fracasar tus empresas.
7 Muchas preocupaciones traen pesadillas, muchas palabras traen falsas ilusiones; tú respeta a Dios.
8

Autoridades

Si ves que en una región el pobre es oprimido, y son quebrantados el derecho y la justicia, no te extrañes de tal situación: cada autoridad tiene una superior, y una suprema vigila sobre todas.
9 Con todo, sale ganando el país si el rey está al servicio del campo.
10

Riquezas

El que ama el dinero siempre quiere más y el avaro no lo aprovecha: también esto es pura ilusión.
11 Aumentan los bienes y aumentan los que se los comen, y lo único que saca el dueño es verlo con sus ojos.
12 Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho o coma poco; al rico, sus riquezas no lo dejan dormir.
13 Hay una cosa lamentable que he observado bajo el sol: riquezas guardadas que perjudican al dueño.
14 En un mal negocio pierde sus riquezas, y el hijo que le nació se queda con las manos vacías.
15 Como salió del vientre de su madre, así volverá: desnudo; y nada se llevará del trabajo de sus manos.
16 También esto es una cosa lamentable: tiene que irse igual que vino, y, ¿qué sacó de tanto trabajo? Viento.
17 Para colmo, toda su vida se la pasa en tinieblas, entre muchos disgustos, enfermedades y rencores.
18 Ésta es mi conclusión: lo bueno y lo que vale es comer, beber y disfrutar de todo el esfuerzo que uno realiza bajo el sol los pocos años que Dios le concede. Ésta es la recompensa.
19 Si Dios le concede a un hombre riquezas y posesiones y le permite comer de ellas, tomar la parte que le corresponde y disfrutar de su trabajo, eso sí que es don de Dios.
20 Porque si Dios inunda de alegría su corazón, no pensará mucho en la brevedad de su vida.

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Introducción a Eclesiastés

ECLESIASTÉS

El libro. En el momento en que la experiencia y la reflexión se constituyen en fuente de conocimiento y enseñanza, se siembra la semilla de la crítica. Esto sucedió en Israel bajo la palabra de los profetas ( Isa_29:14 ; Jer_8:9 ), que era crítica desde fuera. Pero sucedió también desde dentro, desde el seno de esa venerable tradición sapiencial. Qohelet y Job son los dos exponentes máximos de esa crítica interior al ejercicio de la sabiduría, dos momentos de un proceso dialéctico.
Qohelet se ha formado en una escuela y tradición sapienciales. Conoce las enseñanzas tradicionales. Cita proverbios viejos o fabrica otros semejantes que le pueden acreditar el título de maestro. No ha conseguido por ellos fama imperecedera, sino por su inconformismo consecuente y honrado. Paradójicamente, Qohelet, que niega la supervivencia del hombre, tiene fama inmortal.
En la mente tormentosa del autor, rebelde sin violencia, contestador sin arrogancia, la sabiduría entra en conflicto consigo misma. Y esto de modo entrañable, apasionado, si pudiéramos hablar de pasión fría.
Qohelet quiere comprender el sentido de la vida, da vueltas en torno a ella -como el viento de 1,6- y se estrella siempre en el muro de la muerte, que le lleva a acuñar la frase que le ha hecho inmortal, y con la que comienza sus reflexiones: «Pura ilusión... pura ilusión, todo es una ilusión» (1,2).
En algunos momentos le parece que la muerte aniquila por adelantado todos los valores de la vida, y comenta con ironía amarga, desoladamente: «los vivos saben... que han de morir, los muertos no saben nada»; otras veces, con más lucidez, comprende que la muerte relativiza simplemente los valores de la vida. Pero, al mismo tiempo, la muerte exige, impone, el aprovechamiento de la vida no para realizar obras inmortales que, si sobreviven al autor, de nada le aprovechan muerto, sino para acertar con el ritmo menudo y humilde de la tarea y disfrute cotidianos.
El «Eclesiastés» no es pesimista, sino realista. En él, la sabiduría se apea, llega al borde del fracaso; así encuentra su límite y se salva, barruntando un horizonte trascendente que dé sentido al sinsentido de la vida humana. Otros escritos de la Biblia comenzarán donde termina el Eclesiastés.
El libro es para ser leído lentamente, despacio y con pausas, hasta que sus peticiones estilísticas y temáticas se conviertan en resonancias internas del lector. En ese momento, el de la resonancia interna, comienza de verdad la comprensión y madura el disfrute.

El autor. El autor anónimo que vivió probablemente después del destierro, entre el siglo IV y III a.C., se presenta bajo el nombre genérico de «Qohelet», término misterioso que parece aludir al sabio o al maestro que va desgranando sus reflexiones ante una asamblea. El nombre ha llegado hasta nosotros en su traducción griega de «Eclesiastés», traducido a su vez en nuestras lenguas, quizás incorrectamente, por «El predicador».
Imposible averiguar cómo compuso el autor su obra. Puestos a ilustrar su aspecto, escogeríamos el modelo de un diario de reflexiones. Tienen algo de líricas estas páginas; un lirismo que se intensifica en algunos momentos. Escribe un libro brevísimo, y aun del valor de sus palabras no está seguro: «Cuantas más palabras, más vanidad». ¿Hay autor menos dogmático en el Antiguo Testamento que este enigmático Eclesiastés? Su lucha es contra la teología que ignora la realidad de la experiencia humana, presentando así el lado escéptico de la sabiduría convencional.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiastés 5,1-6Votos y promesas. El Predicador observa ahora el culto y la religión. Basa la diferencia entre el comportamiento del sabio y el del necio sobre los votos y las promesas -sobre los pecados por inadvertencia, véase Lv 4; Nm 15,22-.
Habla del respeto que le merece el lugar sagrado; rechaza la incoherencia (Ose_8:18; Amó_5:21-24) y valora la actitud obediente (Amó_4:17); subraya la trascendencia de Dios (Amó_5:1; cfr. Deu_26:15; Sal_115:3; Jos_2:11), de ahí que el silencio sea la manera más respetuosa de dirigirse a Él -así la instrucción egipcia de «Ani», de alrededor del año 1000 a.C-; y advierte del cumplimiento de lo que se promete (Jos_5:3s). Todo ello está coloreado con algunas sentencias que suenan a proverbios populares: «la obediencia es más aceptable que los sacrificios»; «en lo que soñamos asoman nuestras preocupaciones»; «muchas preocupaciones traen pesadillas»... Por último, alude al «mensajero» (Jos_5:5), que puede referirse al sacerdote (Mal_2:7) o al ángel ante el que no es posible disculparse, pues lleva la cuenta de las obras (Tob_12:12; Hch_10:4), y concluye que lo mejor es alejarse de las vanas ilusiones y temer a Dios.
El cumplimiento de los votos es algo propio de todas las culturas (Gén_28:20-22). La importancia de la prontitud en llevarlos a cabo ya la encontramos en Deu_23:22, cuya advertencia está dentro de la antigua tradición sapiencial que mantiene cierta distancia de los sacrificios rituales. La argumentación es que la desgracia la da Dios, pero la provoca el hombre (cfr. Éxo_32:10-14; Sal_106:23).
Las palabras que hallamos en este apartado son lógicas y llenas de sentido común. Para nuestra reflexión, sirva un ejemplo en la misma línea de las secciones anteriores: «Puesto que hay votos y promesas...», la obediencia es más grande, porque actúan mal los que obran al contrario.


Eclesiastés 5,7-8Autoridades. En 3,16, Qohelet se expresaba en un tono muy parecido al tratar de la administración de la justicia. Aunque pueda aludir a acontecimientos históricos -el colaboracionismo con los tolomeos en la época helenística-, las expresiones siguen siendo de carácter universal.
El versículo 8 resulta enigmático; quizás su sentido sea exaltar el cultivo del campo por los gobernantes. Puede verse una alusión a las injusticias cometidas, so pretexto de obediencia a una autoridad superior, injusticias cuya consecuencia es privar a los pobres de las rentas de sus tierras.
El Predicador no se admira de la opresión del pobre o del que está en un grado inferior, ya que son situaciones de hecho. Su reflexión parte, como siempre, de la experiencia. Pero todavía queda una pregunta: ¿acaso pertenecen a la categoría de lo que hay que aceptar sin remisión las situaciones de injusticia y explotación?
Eclesiastés 5,9-20Riquezas. Parece que riquezas y felicidad han intentado ir siempre de la mano. Qohelet centra su atención en este tema y va desgranando sus ventajas e inconvenientes. El discurso no resulta difícil de comprender, y no es extraño estar de acuerdo con sus afirmaciones. La misma sabiduría tradicional muestra expresiones y sentimientos semejantes: la fortuna no satisface a su dueño (Pro_19:4.6); el rico sufre insomnio (Sir_31:1a) y no puede disfrutar de sus bienes (Sir_30:19); existe un paralelismo entre pobre-sabio y rico-necio (Pro_11:28a; Pro_14:21b; Pro_17:5), etc. Pero el Eclesiastés, como ya decíamos al principio, sostiene su particular enfrentamiento con esta sabiduría presentando como aval su propia experiencia.
5,9 es una sátira, no del rico malvado, sino del dinero bien o mal adquirido y bien o mal empleado. 5,12-16 coincide con Job -obra que hemos de situar también entre aquellas que critican la tradición sapiencial clásica del Antiguo Testamento- en el «destino trágico del ser humano»: se va como el vino, pues nada se llevará del trabajo de sus manos (Job_1:21). Paralelo al versículo 16 es Job_14:1; Job_6:4s también coincide con Job cuando afirma que el aborto es mejor que el viviente (Job_3:13).
La inutilidad del esfuerzo humano corre paralela a la insatisfacción de las riquezas (Job_6:7-9; cfr. 5,9-11). De nuevo expresa su convicción de que no hay que dejarse llevar por el deseo de conocer lo incomprensible -expresado con un proverbio popular en 6,9-2Cr_6:12 es otro enfrentamiento directo con los proverbios tradicionales, paralelo a Ose_13:3; Job_7:9; Sal_39:7.
La conclusión se encuentra en 5,17-19; no es una renuncia a la posibilidad de ser feliz, sino una llamada al realismo: comer, beber y disfrutar (2,24s; 3,12s).
Una vez más debemos situarnos ante la realidad de la conexión entre riqueza y felicidad desde el punto de vista que lo hace el Eclesiastés, es decir, no en sentido moral, sino simplemente como quien observa y experimenta. De aquí parte su reflexión, y desde lo que le ha enseñado la sabiduría tradicional. Está convencido de que la felicidad no consiste en acumular bienes (cfr. Mat_6:19-21.24.25-34), sino en el don de Dios que consiste en disfrutar de las actividades cotidianas.