Eclesiastés 7 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 29 versitos |
1

Más vale

Más vale buena fama que buen perfume y el día de la muerte que el del nacimiento.
2 Más vale visitar la casa en duelo que la casa en fiestas, porque en eso acaba todo hombre; y el que está vivo, que lo recuerde.
3 Más vale sufrir que reír, pues dolor por fuera sana por dentro.
4 El sabio piensa en la casa en duelo, el necio piensa en la casa en fiesta.
5 Más vale escuchar la reprensión de un sabio que escuchar la alabanza de un necio,
6 porque la risa de los necios es como crujido de los espinos bajo la olla. Eso es otra ilusión.
7 Las falsas alabanzas perturban al sabio y el soborno le quita el juicio.
8 Más vale el fin de un asunto que el principio y más vale paciencia que soberbia.
9 No te dejes arrebatar por el enojo, porque el enojo se aloja en el pecho del necio.
10 No preguntes: ¿Por qué los tiempos pasados eran mejores que los de ahora? Eso no lo pregunta un sabio.
11 Buena es la sabiduría acompañada de patrimonio, pero es mejor ver la luz del sol.
12 La sabiduría protege, lo mismo que el dinero; pero aventaja la posesión de la sabiduría porque da vida a su dueño.
13 Observa la obra de Dios: ¿quién podrá enderezar lo que él ha torcido?
14 En tiempo de prosperidad disfruta, en tiempo de adversidad reflexiona: Dios ha creado los dos contrarios para que el hombre no pueda averiguar su fortuna.
15 Lo bueno es agarrar lo uno y no soltar lo otro, porque el que respeta a Dios, en todo le va bien.
16

Honradez y sabiduría

En mi vida sin sentido he visto de todo: gente honrada que fracasa por su honradez, gente malvada que prospera por su maldad.
17 No exageres tu honradez, ni te hagas demasiado sabio: ¿para qué arruinarse?
18 No exageres tu maldad, no seas necio: ¿para qué morir antes de tiempo?
19 La sabiduría hace al sabio más fuerte que diez jefes en una ciudad.
20 No hay en el mundo nadie tan honrado que haga el bien sin pecar nunca.
21 No hagas caso de todo lo que se habla ni escuches a tu servidor cuando te maldice,
22 porque sabes muy bien que tú mismo has maldecido a otros muchas veces.
23 Todo esto lo he examinado con sabiduría pensando llegar a sabio, pero es algo que está fuera de mi alcance.
24 Lo que existe es remoto y muy oscuro: ¿quién lo encontrará?
25

La mujer

Me puse a examinar a fondo buscando sabiduría y recta valoración, procurando conocer cuál es la peor necedad, la necedad más absurda,
26 y encontré algo que es más trágico que la muerte: la mujer. Sus pensamientos son redes y lazos y sus brazos cadenas. El que agrada a Dios se librará de ella, el pecador quedará sujeto en ella.
27 Mira lo que he hallado – dice Qohelet– cuando me puse a examinar todo paso a paso:
28 estuve buscando sin encontrar. He logrado encontrar un hombre entre mil, pero entre todas ésas no encontré una mujer.
29 Mira lo único que encontré: Dios hizo al hombre equilibrado, y él se buscó preocupaciones sin límite.

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Introducción a Eclesiastés

ECLESIASTÉS

El libro. En el momento en que la experiencia y la reflexión se constituyen en fuente de conocimiento y enseñanza, se siembra la semilla de la crítica. Esto sucedió en Israel bajo la palabra de los profetas ( Isa_29:14 ; Jer_8:9 ), que era crítica desde fuera. Pero sucedió también desde dentro, desde el seno de esa venerable tradición sapiencial. Qohelet y Job son los dos exponentes máximos de esa crítica interior al ejercicio de la sabiduría, dos momentos de un proceso dialéctico.
Qohelet se ha formado en una escuela y tradición sapienciales. Conoce las enseñanzas tradicionales. Cita proverbios viejos o fabrica otros semejantes que le pueden acreditar el título de maestro. No ha conseguido por ellos fama imperecedera, sino por su inconformismo consecuente y honrado. Paradójicamente, Qohelet, que niega la supervivencia del hombre, tiene fama inmortal.
En la mente tormentosa del autor, rebelde sin violencia, contestador sin arrogancia, la sabiduría entra en conflicto consigo misma. Y esto de modo entrañable, apasionado, si pudiéramos hablar de pasión fría.
Qohelet quiere comprender el sentido de la vida, da vueltas en torno a ella -como el viento de 1,6- y se estrella siempre en el muro de la muerte, que le lleva a acuñar la frase que le ha hecho inmortal, y con la que comienza sus reflexiones: «Pura ilusión... pura ilusión, todo es una ilusión» (1,2).
En algunos momentos le parece que la muerte aniquila por adelantado todos los valores de la vida, y comenta con ironía amarga, desoladamente: «los vivos saben... que han de morir, los muertos no saben nada»; otras veces, con más lucidez, comprende que la muerte relativiza simplemente los valores de la vida. Pero, al mismo tiempo, la muerte exige, impone, el aprovechamiento de la vida no para realizar obras inmortales que, si sobreviven al autor, de nada le aprovechan muerto, sino para acertar con el ritmo menudo y humilde de la tarea y disfrute cotidianos.
El «Eclesiastés» no es pesimista, sino realista. En él, la sabiduría se apea, llega al borde del fracaso; así encuentra su límite y se salva, barruntando un horizonte trascendente que dé sentido al sinsentido de la vida humana. Otros escritos de la Biblia comenzarán donde termina el Eclesiastés.
El libro es para ser leído lentamente, despacio y con pausas, hasta que sus peticiones estilísticas y temáticas se conviertan en resonancias internas del lector. En ese momento, el de la resonancia interna, comienza de verdad la comprensión y madura el disfrute.

El autor. El autor anónimo que vivió probablemente después del destierro, entre el siglo IV y III a.C., se presenta bajo el nombre genérico de «Qohelet», término misterioso que parece aludir al sabio o al maestro que va desgranando sus reflexiones ante una asamblea. El nombre ha llegado hasta nosotros en su traducción griega de «Eclesiastés», traducido a su vez en nuestras lenguas, quizás incorrectamente, por «El predicador».
Imposible averiguar cómo compuso el autor su obra. Puestos a ilustrar su aspecto, escogeríamos el modelo de un diario de reflexiones. Tienen algo de líricas estas páginas; un lirismo que se intensifica en algunos momentos. Escribe un libro brevísimo, y aun del valor de sus palabras no está seguro: «Cuantas más palabras, más vanidad». ¿Hay autor menos dogmático en el Antiguo Testamento que este enigmático Eclesiastés? Su lucha es contra la teología que ignora la realidad de la experiencia humana, presentando así el lado escéptico de la sabiduría convencional.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiastés 7,1-14Más vale. El título de este nuevo apartado resulta muy general. No encuadra el tema del que va a hablar Qohelet, sólo nos indica la forma en que están construidas las frases. Y es que una de las características de este libro, como ya hemos dicho, es la dificultad para estructurarlo temáticamente. Una muestra palpable la encontramos aquí: sentencias o grupos de versículos que tienen sentido en sí mismos y que raramente dependen unos de otros. Son como máximas o proverbios para ser leídos y meditados despacio. Lo que les une es la expresión «más vale...», forma clásica utilizada en los libros sapienciales de la Biblia.
Una débil división podría ser: 1-4: sabiduría y dolor; 5-7: sabiduría y alabanzas; 8-10: sabiduría y paciencia; 11s: sabiduría y riquezas; 13-18: sabiduría y temor de Dios. Tampoco aquí resulta difícil participar de los pensamientos expresados, llenos de sabiduría, experiencia y sentido común. Resulta fácil encontrar las referencias a la sabiduría clásica del Antiguo Testamento, por ejemplo: el versículo 1 es afín a Pro_10:7; Pro_22:1, donde se hace un paralelo entre «Nombre» y «Perfume»; el versículo 5 es clásico en la educación de los jóvenes (Pro_13:1.18); en los versículos 11s aparece la unión de sabiduría y riquezas, como en Pro_8:18-21. Lo más característico de la sabiduría del Antiguo Testamento se expresa en los versículos 13-18: el ser humano no puede averiguar los destinos de Dios, el sabio es quien se reconoce dentro de los mismos.
Pero las discrepancias de Qohelet respecto a la sabiduría tradicional también son palpables; por ejemplo, en el versículo 2 se critica la idea de que la fama se adquiera al final de la vida (Sir_11:28); en el versículo 7 se indica la dificultad que debe superar el sabio -tal vez se expresa aquí la debilidad del sabio que no puede soportar serenamente ni la desgracia ni el excesivo favor-; en el versículo 10, las palabras acerca del tiempo pasado están en contra de lo expresado por los antiguos sabios; por último, el versículo 12 emplea seguramente de forma irónica un proverbio tradicional.
El Eclesiastés acaba de establecer su relación entre la sabiduría y otros asuntos -dolor, alabanzas, paciencia, etc.-. ¿Cuál es la relación que personalmente establecemos nosotros? El sabio invita ahora a meditar despacio sus sentencias; no es una sabiduría para aprender, sino para meditar y profundizar.


Eclesiastés 7,15-24Honradez y sabiduría. Qohelet disputa de nuevo abiertamente con la tradición sapiencial: el versículo 15 se muestra en contra de Deu_4:40; los versículos 16s aconsejan con ironía no tomarse la vida demasiado en serio -tal vez por influencia helenística del «justo medio»-; los versículos 23s afirman que la sabiduría es inalcanzable, como Job_28:1-27. Pero en el fondo, su interés principal sigue siendo, como en la sabiduría clásica, ser sabio -el versículo 19 compara la sabiduría y al sabio con el poder en lo que parece una cita de Prov 24,5-.
La mirada a la realidad y a la experiencia es siempre el punto central de la reflexión del Eclesiastés, incluso contra lo que siempre se haya considerado o transmitido como verdadero. De aquí arranca su crítica, mas también su sincero deseo de alcanzar la verdadera sabiduría.
Eclesiastés 7,25-29La mujer. El tema de la mujer es muy frecuente en la literatura sapiencial de la Biblia y también de los pueblos circundantes de Israel, Egipto y Mesopotamia. Generalmente, la valoración que se hace es negativa. La mujer como trampa se encuentra en Jue_16:4-6. Previenen contra la mujer la sabiduría antigua egipcia de «Ptah-hotep» y la más reciente de «Ani», o el «Diálogo babilónico de un amo con su esclavo». Véanse también Pro_22:14; Pro_23:27-29, etc. No ha de sorprender, por tanto, lo que Qohelet concluye en esta nueva sección.
No sabemos por qué muchos de los textos de la Biblia, entre los que se incluye Qohelet, resultan tan misóginos. Una vez más, hemos de ser conscientes de que debemos interpretar y estudiar, no simplemente asumir, los textos de la Escritura; de otro modo no llegaríamos al centro de lo que quieren expresar. El Eclesiastés habla como lo hacían sus contemporáneos. Lo más importante es ese fondo de pensamiento que estamos descubriendo: la reflexión parte de su experiencia personal, y en su deseo de alcanzar sabiduría no teme enfrentarse incluso a las afirmaciones clásicas plenamente asumidas.