Isaías 13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 22 versitos |
1

ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES
21; Jr 50s
Contra Babilonia

Oráculo contra Babilonia que Isaías hijo de Amós recibió en una visión.
2 Sobre un monte pelado
levanten la bandera,
grítenles con fuerza
agitando la mano,
para que entren
por las puertas de los príncipes.
3 Yo he dado órdenes
a mis consagrados,
he reclutado a mis guerreros,
entusiastas de mi honor,
para ejecutar mi ira.
4 Escuchen: tumulto en los montes,
como de un gran ejército,
escuchen: estruendo de reinos,
de naciones aliadas;
el Señor Todopoderoso
revisa su ejército para el combate.
5 Van llegando de tierra lejana,
del confín del cielo:
el Señor con las armas de su ira,
para arrasar la tierra entera.
6 Den alaridos, que está cerca
el día del Señor
y llegará como azote
del Todopoderoso;
7 por eso los brazos desfallecerán
y se desmayarán
los corazones humanos;
8 espasmos y angustias
los agarrarán, se turbarán
y se retorcerán como parturientas.
Se mirarán espantados unos a otros:
rostros febriles, sus rostros.
9 Miren, llega implacable
el día del Señor,
su cólera y el estallido de su ira,
para dejar la tierra desolada
exterminando de ella
a los pecadores.
10 Las estrellas del cielo
y las constelaciones
no destellan su luz,
se entenebrece el sol al salir,
la luna no irradia su luz.
11 Tomaré cuentas
al mundo de su maldad,
a los perversos de sus crímenes;
terminaré con la soberbia
de los insolentes
y el orgullo de los tiranos
lo humillaré.
12 Haré que los hombres
escaseen más que el oro,
y los mortales,
más que el metal de Ofir.
13 Porque sacudiré el cielo
y temblará la tierra en su asiento
por la cólera
del Señor Todopoderoso,
el día que estalle su ira.
14 Entonces, como cierva acosada
o como rebaño que nadie congrega,
volverán unos a su pueblo,
huirán otros a su tierra;
15 el que es atrapado,
muere atravesado,
el que es capturado cae a espada;
16 sus niños son estrellados
ante sus ojos,
sus casas saqueadas,
sus mujeres violadas.
17 Miren: yo incito contra ellos
a los medos,
que no aprecian la plata
ni les importa el oro;
18 sus arcos acribillan a los jóvenes,
no perdonan a los niños,
no se apiadan de las criaturas.
19 Quedará Babilonia,
la perla de los reinos,
joya y orgullo de los caldeos,
como Sodoma y Gomorra
cuando Dios las arrasó;
20 jamás la habitarán,
nunca más será poblada;
el beduino no acampará allí
ni los pastores
apacentarán sus rebaños;
21 allí se apacentarán las fieras,
sus casas se llenarán de búhos,
morarán allí avestruces
y brincarán chivos allí;
22 aullarán hienas en sus mansiones
y chacales en sus lujosos palacios.
Está a punto de llegar su hora,
no serán prolongados sus días.

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Introducción a Isaías

PROFETAS

Libros proféticos. El apelativo de profeta se ha aplicado en la Biblia a los grandes amigos de Dios que han desarrollado un papel decisivo en la historia del pueblo de Israel, ya sea como líderes carismáticos (Abrahán, Moisés, etc.) o como autores inspirados que escribieron esa historia a la luz de la inspiración divina (de Josué a los libros de los Reyes). La Biblia hebrea los denominó con el término genérico de «profetas anteriores», para distinguirlos de los profetas propiamente dichos, los cuales, a su vez, fueron catalogados como «profetas mayores», Isaías, Jeremías y Ezequiel, y los 12 «profetas menores».
«Elección, vocación y misión» podrían resumir la experiencia excepcional de Dios que lanzaron a estos hombres a enfrentarse con el pueblo en momentos decisivos de su historia, para denunciar el pecado, llamar a la conversión, avivar la fe, abrir un horizonte trascendente de esperanza e interpretar los signos de los tiempos a la luz de la revelación divina.

ISAÍAS

La profecía de Isaías. Isaías es el primero de los grandes profetas, cuya personalidad e impacto de su mensaje hizo que bajo su nombre y autoridad se reuniera una colección de escritos proféticos posteriores a su muerte y a su época, formando una obra de conjunto que nos ha sido transmitida como la «profecía de Isaías».
Durante siglos todo el escrito se atribuyó a un solo autor, a Isaías -que en hebreo significa «El Señor salva»-. Hoy día la obra aparece claramente dividida en tres partes: los capítulos 1-39 serían del profeta Isaías propiamente dicho; los capítulos 40-55, de un profeta anónimo que ejerció su ministerio, dos siglos más tarde, entre los desterrados de Babilonia, durante el ascenso de Ciro (553-539 a.C.), y al que conocemos como Isaías II o Deuteroisaías; finalmente, los capítulos 56-66 formarían una colección de oráculos heterogéneos perteneciente a la época del retorno del destierro y de la reconstrucción del templo, a la que se le ha dado el título de Isaías III o Tritoisaías.
A pesar de las diferencias entre sí y del largo período histórico que abarcan las tres partes de la obra (tres siglos), el conjunto del escrito aparece como un todo unitario, portador de un mismo espíritu profético y de una misma visión trascendente de la historia.

Isaías el profeta.
De la persona de Isaías sólo sabemos lo que él mismo dice en su libro y lo que nos deja leer entre líneas: un hombre exquisitamente culto, de buena posición social, quien siguiendo quizás una tradición familiar ocupó un puesto importante en la corte real de Jerusalén. Hijo de un tal Amós, sintió la vocación profética en el año 742 a.C. «el año de la muerte del rey Ozías» (6,1).
Ya metido en su ministerio profético, se casó con una mujer designada como «profetisa» (8,3), de la que tuvo dos hijos, cuyos nombres simbólicos (7,3 y 8,3) se convierten en oráculo vivo sobre la suerte del pueblo. Toda su actividad profética se desarrolló en Jerusalén, durante los reinados de Ozías (Azarías), Yotán (739-734 a.C.), Acaz (734-727 a.C.) y Ezequías (727-698 a.C.).

Su época
. En el terreno de la política internacional, el libro de Isaías nos trasmite los ecos de un período de angustia que discurre bajo la sombra amenazadora del expansionismo del imperio asirio. El año 745 a.C. sube al trono Tiglat Piléser III, consumado y creativo militar. Con un ejército incontrastable va sometiendo naciones con la táctica del vasallaje forzado, los impuestos crecientes, la represión despiadada. Sus sucesores, Salmanazar V (727-722 a.C.) y Senaquerib (704-681 a.C.), siguen la misma política de conquistas. Cae pueblo tras pueblo, entre ellos Israel, el reino del norte, cuya capital, Samaría, es conquistada (722 a.C.), a lo que seguiría, poco después, una gran deportación de israelitas y la instalación de colonos extranjeros en el territorio ocupado.
Mientras tanto, el reino de Judá que ha mantenido un equilibrio inestable ante la amenaza Asiria, se suma, en coalición con otras naciones y contra los consejos de Isaías, a un intento de rebelión, y provoca la intervención armada del emperador que pone cerco a Jerusalén. La capital se libra de modo inesperado: el invasor levanta el cerco, pero impone un fuerte tributo ( 2Re_18:14 ).

Mensaje religioso. Como escritor, Isaías es el gran poeta clásico, dueño de singular maestría estilística; amante de la brevedad, la concisión y las frases lapidarias. En su predicación al pueblo sabe ser incisivo, con imágenes originales y escuetas, que sacuden con su inmediatez.
La visión de la santidad y del poder universal de Dios que ha tenido en su llamada profética dominará toda su predicación. Verá la injusticia contra el pobre y el oprimido como una ofensa contra «el Santo de Israel», su nombre favorito para designar a Dios. Desde esa santidad, tratará de avivar la vacilante fe del pueblo.
A la soberanía de Dios se opone el orgullo de las naciones poderosas, orgullo que será castigado pues el destino de todas las naciones está en sus manos. Es justamente este orgullo -antítesis de la fe, de labrarse su propio destino a través de alianzas con potencias vecinas- el pecado de Judá que más denunciará y fustigará el profeta. Pero a pesar de las infidelidades del pueblo y sus dirigentes, Isaías abrirá un horizonte mesiánico de esperanza: Dios se reservará un «resto» fiel de elegidos, hará que perdure la dinastía de David y convertirá a Jerusalén en el centro donde se cumplirán sus promesas.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Isaías 13,1-22Contra Babilonia. Los capítulos 13-23 conforman una colección de oráculos contra las naciones. En otros libros proféticos encontramos también la misma tendencia a poner en seguidilla todos los oráculos (Jr 46-51; Ez 25-32). El oráculo que encontramos aquí es muy posterior al Isaías del s. VIII a.C., sin embargo, a los responsables de redactar el libro, posiblemente entre los s. VI y V a.C., les pareció bien comenzar esta colección con el oráculo que va dirigido contra Babilonia. Es posible que ya en el panorama internacional se empezara a percibir la fuerza de los persas apoyados por los medos. Ellos fueron quienes provocaron la ruina de Babilonia en el 539 a.C.
Ninguna de las expresiones que encontramos aquí puede ser motivo para justificar guerras ni violencias. Jamás Dios aprobará ningún tipo de violencia en su nombre.