Isaías 14 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 32 versitos |
1

Vuelta del destierro

Sí, el Señor
se apiadará de Jacob,
volverá a escoger a Israel
y a establecerlo en su patria;
los extranjeros se asociarán a ellos
y se incorporarán
a la casa de Jacob.
2 Las poblaciones los irán recogiendo
para llevarlos a su lugar;
la casa de Israel los poseerá,
como siervos y siervas,
en la tierra del Señor.
Harán cautivos a sus cautivadores,
dominarán a sus opresores.
3 Cuando el Señor te dé reposo
de tus penas y temores,
y de la dura esclavitud
en que serviste,
4 entonarás esta sátira
contra el rey de Babilonia:
5

Sátira contra el rey de Babilonia
Ez 28; 32)

¡Cómo ha acabado el tirano,
ha cesado su agitación! Ha quebrado el Señor
el cetro de los malvados,
la vara de los dominadores,
6 al que golpeaba furioso a los pueblos
con golpes incesantes
y oprimía con furia a las naciones
con opresión implacable.
7 La tierra entera descansa tranquila,
gritando de júbilo.
8 Hasta los cipreses
se alegran de tu suerte
y los cedros del Líbano:
Desde que yaces tendido,
ya no sube el talador contra nosotros.
9 El abismo en lo hondo
se estremece por ti,
al salir a tu encuentro:
en tu honor despierta a las sombras,
a todos los potentados de la tierra
y levanta de su trono
a todos los reyes de las naciones,
10 y te cantan a coro diciendo:
¡También tú consumido
como nosotros, igual que nosotros,
11 tu majestad
ha sido precipitada al abismo
junto con el sonido de tus arpas!
La cama en que yaces son gusanos;
tu manta, lombrices.
12 ¿Cómo has caído del cielo,
lucero de la aurora,
y estás derrumbado por tierra,
agresor de naciones?
13 Tú, que te decías:
Escalaré los cielos,
encima de los astros divinos
levantaré mi trono
y me sentaré
en el Monte de la Asamblea,
en el vértice de la montaña celeste;
14 escalaré la cumbre de las nubes,
me igualaré al Altísimo.
15 ¡Ay, abatido al abismo,
a las profundidades de la fosa!
16 Los que te ven
se te quedan mirando,
meditan tu suerte:
¿Es éste el que hacía temblar la tierra
y estremecerse los reinos,
17 el que dejaba el mundo desierto,
arrasaba sus ciudades
y no soltaba a sus prisioneros?
18 Todos los reyes de las naciones
descienden a sepulcros de piedra,
todos reposan con gloria,
cada cual en su mausoleo;
19 a ti, en cambio,
te han arrojado sin darte sepultura,
como carroña asquerosa;
te han cubierto de muertos
traspasados a espada,
como a cadáver pisoteado.
20 No te juntarás a ellos en el sepulcro
porque arruinaste tu país,
asesinaste a tu pueblo;
se extinguirá para siempre
el apellido del malvado.
21 Preparen la matanza de sus hijos,
por la culpa de sus padres,
no sea que se levanten
y se adueñen de la tierra
y cubran el mundo de ruinas.
22 Yo me levantaré contra ellos
– oráculo del Señor Todopoderoso–
y extirparé de Babilonia
posteridad y apellido,
retoño y vástago
– oráculo del Señor– ;
23 la convertiré en posesión de erizos,
en agua estancada,
la barreré bien barrida,
hasta que desaparezca
– oráculo del Señor Todopoderoso– .
24

Contra el rey de Asiria
10,5-16

El Señor Todopoderoso
lo ha jurado:
lo que he planeado sucederá,
lo que he decidido se cumplirá:
25 quebrantaré a Asiria en mi país,
la pisotearé en mis montañas;
resbalará de los míos su yugo,
su carga resbalará de sus hombros.
26 Éste es plan decidido
sobre toda la tierra,
ésta es la mano extendida
sobre todos los pueblos:
27 Y si el Señor Todopoderoso decide,
¿quién lo impedirá?;
si su mano está extendida,
¿quién se la apartará?
28

Contra Filistea
Jr 47; Ez 25,15-17; Am 1,6-8

El año de la muerte del rey Acaz se pronunció este oráculo:
29 No te alegres, Filistea entera,
de que se haya quebrado
la vara que te hería;
porque de la raíz de la serpiente
brotará una víbora
y su fruto será un dragón alado,
30 que hará morir de hambre tu raíz
y matará tu resto; mientras que los desvalidos
pastarán en mis praderas
y los pobres se tumbarán tranquilos.
31 Gime, puerta; grita, ciudad;
tiembla, Filistea entera,
porque viene del norte
una humareda
en columnas apretadas.
32 ¿Qué responder
a los mensajeros de esa nación?
– Que el Señor fundó a Sión
y en ella se refugiarán
los oprimidos de su pueblo– .

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Introducción a Isaías

PROFETAS

Libros proféticos. El apelativo de profeta se ha aplicado en la Biblia a los grandes amigos de Dios que han desarrollado un papel decisivo en la historia del pueblo de Israel, ya sea como líderes carismáticos (Abrahán, Moisés, etc.) o como autores inspirados que escribieron esa historia a la luz de la inspiración divina (de Josué a los libros de los Reyes). La Biblia hebrea los denominó con el término genérico de «profetas anteriores», para distinguirlos de los profetas propiamente dichos, los cuales, a su vez, fueron catalogados como «profetas mayores», Isaías, Jeremías y Ezequiel, y los 12 «profetas menores».
«Elección, vocación y misión» podrían resumir la experiencia excepcional de Dios que lanzaron a estos hombres a enfrentarse con el pueblo en momentos decisivos de su historia, para denunciar el pecado, llamar a la conversión, avivar la fe, abrir un horizonte trascendente de esperanza e interpretar los signos de los tiempos a la luz de la revelación divina.

ISAÍAS

La profecía de Isaías. Isaías es el primero de los grandes profetas, cuya personalidad e impacto de su mensaje hizo que bajo su nombre y autoridad se reuniera una colección de escritos proféticos posteriores a su muerte y a su época, formando una obra de conjunto que nos ha sido transmitida como la «profecía de Isaías».
Durante siglos todo el escrito se atribuyó a un solo autor, a Isaías -que en hebreo significa «El Señor salva»-. Hoy día la obra aparece claramente dividida en tres partes: los capítulos 1-39 serían del profeta Isaías propiamente dicho; los capítulos 40-55, de un profeta anónimo que ejerció su ministerio, dos siglos más tarde, entre los desterrados de Babilonia, durante el ascenso de Ciro (553-539 a.C.), y al que conocemos como Isaías II o Deuteroisaías; finalmente, los capítulos 56-66 formarían una colección de oráculos heterogéneos perteneciente a la época del retorno del destierro y de la reconstrucción del templo, a la que se le ha dado el título de Isaías III o Tritoisaías.
A pesar de las diferencias entre sí y del largo período histórico que abarcan las tres partes de la obra (tres siglos), el conjunto del escrito aparece como un todo unitario, portador de un mismo espíritu profético y de una misma visión trascendente de la historia.

Isaías el profeta.
De la persona de Isaías sólo sabemos lo que él mismo dice en su libro y lo que nos deja leer entre líneas: un hombre exquisitamente culto, de buena posición social, quien siguiendo quizás una tradición familiar ocupó un puesto importante en la corte real de Jerusalén. Hijo de un tal Amós, sintió la vocación profética en el año 742 a.C. «el año de la muerte del rey Ozías» (6,1).
Ya metido en su ministerio profético, se casó con una mujer designada como «profetisa» (8,3), de la que tuvo dos hijos, cuyos nombres simbólicos (7,3 y 8,3) se convierten en oráculo vivo sobre la suerte del pueblo. Toda su actividad profética se desarrolló en Jerusalén, durante los reinados de Ozías (Azarías), Yotán (739-734 a.C.), Acaz (734-727 a.C.) y Ezequías (727-698 a.C.).

Su época
. En el terreno de la política internacional, el libro de Isaías nos trasmite los ecos de un período de angustia que discurre bajo la sombra amenazadora del expansionismo del imperio asirio. El año 745 a.C. sube al trono Tiglat Piléser III, consumado y creativo militar. Con un ejército incontrastable va sometiendo naciones con la táctica del vasallaje forzado, los impuestos crecientes, la represión despiadada. Sus sucesores, Salmanazar V (727-722 a.C.) y Senaquerib (704-681 a.C.), siguen la misma política de conquistas. Cae pueblo tras pueblo, entre ellos Israel, el reino del norte, cuya capital, Samaría, es conquistada (722 a.C.), a lo que seguiría, poco después, una gran deportación de israelitas y la instalación de colonos extranjeros en el territorio ocupado.
Mientras tanto, el reino de Judá que ha mantenido un equilibrio inestable ante la amenaza Asiria, se suma, en coalición con otras naciones y contra los consejos de Isaías, a un intento de rebelión, y provoca la intervención armada del emperador que pone cerco a Jerusalén. La capital se libra de modo inesperado: el invasor levanta el cerco, pero impone un fuerte tributo ( 2Re_18:14 ).

Mensaje religioso. Como escritor, Isaías es el gran poeta clásico, dueño de singular maestría estilística; amante de la brevedad, la concisión y las frases lapidarias. En su predicación al pueblo sabe ser incisivo, con imágenes originales y escuetas, que sacuden con su inmediatez.
La visión de la santidad y del poder universal de Dios que ha tenido en su llamada profética dominará toda su predicación. Verá la injusticia contra el pobre y el oprimido como una ofensa contra «el Santo de Israel», su nombre favorito para designar a Dios. Desde esa santidad, tratará de avivar la vacilante fe del pueblo.
A la soberanía de Dios se opone el orgullo de las naciones poderosas, orgullo que será castigado pues el destino de todas las naciones está en sus manos. Es justamente este orgullo -antítesis de la fe, de labrarse su propio destino a través de alianzas con potencias vecinas- el pecado de Judá que más denunciará y fustigará el profeta. Pero a pesar de las infidelidades del pueblo y sus dirigentes, Isaías abrirá un horizonte mesiánico de esperanza: Dios se reservará un «resto» fiel de elegidos, hará que perdure la dinastía de David y convertirá a Jerusalén en el centro donde se cumplirán sus promesas.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Isaías 14,1-4Vuelta del destierro. Presagio de un cambio de suerte. Los dominados serán dominadores, los esclavos serán esclavizadores; son las categorías de pensamiento de la época.
Para el cristiano actual éste nunca puede ser el punto de llegada de la lucha por la justicia. Jesús ha mostrado el camino que conduce a la ruptura con la espiral de violencia que genera el rencor y la venganza: la solidaridad y la fraternidad.


Isaías 14,5-23Sátira contra el rey de Babilonia. La costumbre de ridiculizar a los prepotentes y soberbios es muy antigua, y se basa en la simple observación de que por más poder que ostenten y crean poder dominar al mundo, siempre tienen un fin idéntico al de todo mortal. La sátira que encontramos aquí es probablemente más antigua de lo que parece. Algunos comentaristas piensan que posee expresiones que la gente sencilla cantaba a propósito de los reyes asirios, retocada después y dedicada al rey de Babilonia. Materiales de este tipo son saludables y liberadores pues evitan absolutizar personas e ideologías.
La imagen del «lucero hijo de la aurora» corresponde a un mito cananeo según el cual este astro del amanecer era un dios que había pretendido ponerse a la cabeza de los demás dioses. Por sus pretensiones fue derribado y condenado a vivir en un monte lejano al norte. De la misma forma el rey babilónico caerá a causa de su soberbia. La tradición medieval sobre Lucifer, príncipe de los ángeles, que cayó en desgracia a causa de su soberbia, tiene su base en esta misma imagen.
Isaías 14,24-27Contra el rey de Asiria. Palabras de amenaza contra el imperio asirio que corresponden a la época propia del profeta. Los pueblos pequeños han visto surgir al imperio asirio y han padecido sus acciones expansionistas. El reino del Norte ha desaparecido a manos de ellos y así, otros muchos (cfr. 10,5-34). Con esta profecía se inculca la esperanza en la caída también de Asiria. No se trata tanto de un nacionalismo exaltado cuanto de un estilo de fe profética que no admite ninguna otra soberanía por encima de la soberanía de Dios.
Isaías 14,28-32Contra Filistea. Filistea celebró con gran alegría la muerte de un rey asirio, probablemente Sargón II, que varias veces les había atacado. A su muerte le sucedió su hijo Senaquerib. Al parecer su nombre significa «víbora» o «dragón volador». Lo cierto es que resultó peor que su padre. Las tropas invasoras, tanto de Asiria como de Babilonia, procedían del norte (Jer_4:6; Jer_6:1.22; Eze_26:7), pasando por territorio judío.
Los filisteos, ubicados más al sur de Jerusalén, probablemente enviaban espías o -por qué no- mensajeros que proponían a los jerosolimitanos una coalición contra el enemigo. Los habitantes de Sión prefieren mantener su confianza en la inviolabilidad de su ciudad protegida por el Señor.