Isaías 32 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 20 versitos |
1

Reino de la justicia
11,1-9; Sal 72

Miren:
reinará con justicia un rey
y sus jefes gobernarán
según derecho.
2 Será cada uno
como abrigo del viento,
reparo del aguacero,
como acequias en tierra seca,
sombra de roca maciza
en tierra reseca.
3 Los ojos de los que ven
no estarán cerrados
y los oídos de los que oyen
atenderán;
4 la mente precipitada
aprenderá sensatez,
la lengua tartamuda
hablará con soltura y claridad.
5 Ya no llamarán noble al necio
ni tratarán de excelencia al pícaro,
6 porque el necio dice necedades
y por dentro planea el crimen,
practica el vicio
y habla perversamente del Señor,
deja vacío al hambriento,
priva de agua al sediento.
7 El pícaro usa malas artes
y maquina sus intrigas:
perjudica a los hombres con mentiras
y al desvalido
que defiende su derecho.
8 En cambio, el noble
tiene planes nobles
y está firme en su noble sentir.
9

Contra las mujeres frívolas
3,16-24; Am 4,1-3

Mujeres despreocupadas,
levántense, escuchen mi voz,
damas confiadas,
presten oído a mi discurso:
10 Dentro de un año y unos días
temblarán las confiadas,
porque se consumirá la vendimia
y no habrá cosecha.
11 Estremézcanse las despreocupadas,
tiemblen las confiadas,
desnúdense del todo
y cíñanse un sayal,
12 golpéense los pechos en duelo
por los campos preciados,
por las viñas fecundas,
13 por las tierras de mi pueblo
donde crecen zarzas y cardos,
por las casas alegres
y la ciudad divertida.
14 Porque el palacio está vacío,
la ciudad populosa desierta,
la colina y la torre de guardia,
convertidos en cuevas
para siempre, en delicia de asnos
y pastizal de rebaños.
15

Restauración
65,16-25

Hasta que se derrame
sobre nosotros
un aliento de lo alto;
entonces el desierto será un jardín,
el jardín parecerá un bosque,
16 en el desierto morará la justicia,
y el derecho habitará en el jardín,
17 el efecto de la justicia será la paz,
la función de la justicia,
calma y tranquilidad perpetuas;
18 mi pueblo habitará
en un lugar pacífico,
en moradas tranquilas,
en mansiones sosegadas;
19 aunque sea talado el bosque,
aunque sea abatida la ciudad.
20 Dichosos ustedes
que siembran junto al agua
y dejan sueltos al toro y al asno.

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Introducción a Isaías

PROFETAS

Libros proféticos. El apelativo de profeta se ha aplicado en la Biblia a los grandes amigos de Dios que han desarrollado un papel decisivo en la historia del pueblo de Israel, ya sea como líderes carismáticos (Abrahán, Moisés, etc.) o como autores inspirados que escribieron esa historia a la luz de la inspiración divina (de Josué a los libros de los Reyes). La Biblia hebrea los denominó con el término genérico de «profetas anteriores», para distinguirlos de los profetas propiamente dichos, los cuales, a su vez, fueron catalogados como «profetas mayores», Isaías, Jeremías y Ezequiel, y los 12 «profetas menores».
«Elección, vocación y misión» podrían resumir la experiencia excepcional de Dios que lanzaron a estos hombres a enfrentarse con el pueblo en momentos decisivos de su historia, para denunciar el pecado, llamar a la conversión, avivar la fe, abrir un horizonte trascendente de esperanza e interpretar los signos de los tiempos a la luz de la revelación divina.

ISAÍAS

La profecía de Isaías. Isaías es el primero de los grandes profetas, cuya personalidad e impacto de su mensaje hizo que bajo su nombre y autoridad se reuniera una colección de escritos proféticos posteriores a su muerte y a su época, formando una obra de conjunto que nos ha sido transmitida como la «profecía de Isaías».
Durante siglos todo el escrito se atribuyó a un solo autor, a Isaías -que en hebreo significa «El Señor salva»-. Hoy día la obra aparece claramente dividida en tres partes: los capítulos 1-39 serían del profeta Isaías propiamente dicho; los capítulos 40-55, de un profeta anónimo que ejerció su ministerio, dos siglos más tarde, entre los desterrados de Babilonia, durante el ascenso de Ciro (553-539 a.C.), y al que conocemos como Isaías II o Deuteroisaías; finalmente, los capítulos 56-66 formarían una colección de oráculos heterogéneos perteneciente a la época del retorno del destierro y de la reconstrucción del templo, a la que se le ha dado el título de Isaías III o Tritoisaías.
A pesar de las diferencias entre sí y del largo período histórico que abarcan las tres partes de la obra (tres siglos), el conjunto del escrito aparece como un todo unitario, portador de un mismo espíritu profético y de una misma visión trascendente de la historia.

Isaías el profeta.
De la persona de Isaías sólo sabemos lo que él mismo dice en su libro y lo que nos deja leer entre líneas: un hombre exquisitamente culto, de buena posición social, quien siguiendo quizás una tradición familiar ocupó un puesto importante en la corte real de Jerusalén. Hijo de un tal Amós, sintió la vocación profética en el año 742 a.C. «el año de la muerte del rey Ozías» (6,1).
Ya metido en su ministerio profético, se casó con una mujer designada como «profetisa» (8,3), de la que tuvo dos hijos, cuyos nombres simbólicos (7,3 y 8,3) se convierten en oráculo vivo sobre la suerte del pueblo. Toda su actividad profética se desarrolló en Jerusalén, durante los reinados de Ozías (Azarías), Yotán (739-734 a.C.), Acaz (734-727 a.C.) y Ezequías (727-698 a.C.).

Su época
. En el terreno de la política internacional, el libro de Isaías nos trasmite los ecos de un período de angustia que discurre bajo la sombra amenazadora del expansionismo del imperio asirio. El año 745 a.C. sube al trono Tiglat Piléser III, consumado y creativo militar. Con un ejército incontrastable va sometiendo naciones con la táctica del vasallaje forzado, los impuestos crecientes, la represión despiadada. Sus sucesores, Salmanazar V (727-722 a.C.) y Senaquerib (704-681 a.C.), siguen la misma política de conquistas. Cae pueblo tras pueblo, entre ellos Israel, el reino del norte, cuya capital, Samaría, es conquistada (722 a.C.), a lo que seguiría, poco después, una gran deportación de israelitas y la instalación de colonos extranjeros en el territorio ocupado.
Mientras tanto, el reino de Judá que ha mantenido un equilibrio inestable ante la amenaza Asiria, se suma, en coalición con otras naciones y contra los consejos de Isaías, a un intento de rebelión, y provoca la intervención armada del emperador que pone cerco a Jerusalén. La capital se libra de modo inesperado: el invasor levanta el cerco, pero impone un fuerte tributo ( 2Re_18:14 ).

Mensaje religioso. Como escritor, Isaías es el gran poeta clásico, dueño de singular maestría estilística; amante de la brevedad, la concisión y las frases lapidarias. En su predicación al pueblo sabe ser incisivo, con imágenes originales y escuetas, que sacuden con su inmediatez.
La visión de la santidad y del poder universal de Dios que ha tenido en su llamada profética dominará toda su predicación. Verá la injusticia contra el pobre y el oprimido como una ofensa contra «el Santo de Israel», su nombre favorito para designar a Dios. Desde esa santidad, tratará de avivar la vacilante fe del pueblo.
A la soberanía de Dios se opone el orgullo de las naciones poderosas, orgullo que será castigado pues el destino de todas las naciones está en sus manos. Es justamente este orgullo -antítesis de la fe, de labrarse su propio destino a través de alianzas con potencias vecinas- el pecado de Judá que más denunciará y fustigará el profeta. Pero a pesar de las infidelidades del pueblo y sus dirigentes, Isaías abrirá un horizonte mesiánico de esperanza: Dios se reservará un «resto» fiel de elegidos, hará que perdure la dinastía de David y convertirá a Jerusalén en el centro donde se cumplirán sus promesas.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Isaías 32,1-8Reino de la justicia. El profeta ansía, como todo el pueblo, un gobierno justo. La experiencia cotidiana es que los reyes y gobernadores no han desempeñado su papel con justicia. Algunos comentaristas atribuyen a este pasaje características mesiánicas, ya que el Mesías será el único que podrá ejercer su mandato desde la verdadera justicia. Se nota en todo el pasaje la descomposición e inversión de valores que se vive en la época de Isaías.


Isaías 32,9-20Contra las mujeres frívolas - Restauración. De nuevo -como en 3,16-24- las mujeres son objeto de reprensión. Podría tratarse de cierta clase de mujeres frívolas, totalmente despreocupadas e indiferentes a la realidad de su pueblo. Amós atacó también duramente esta clase de mujeres (Amó_4:1-3).
Después de los reproches y anuncio de desolación, viene un anuncio esperanzador sobre la efusión del Espíritu (cfr. Joe_3:1s), cuya presencia será el inicio de una nueva era, tal vez de una nueva creación. El Espíritu, según la mentalidad bíblica, renueva la faz de la tierra (cfr. Sal_104:30).