Isaías 44 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 28 versitos |
1

Dios consuela a su pueblo

Y ahora escucha,
Jacob, siervo mío;
Israel, mi elegido:
2 Así dice el Señor que te hizo,
que te formó en el vientre
y te auxilia:
No temas, siervo mío,
Jacob, mi cariño, mi elegido;
3 voy a derramar agua
sobre el suelo sediento
y torrentes en la tierra seca;
voy a derramar mi aliento
sobre tu descendencia
y mi bendición sobre tus retoños.
4 Crecerán como hierba
junto a la fuente,
como sauces junto a las acequias.
5 Uno dirá: Soy del Señor;
otro se pondrá el nombre de Jacob;
uno se tatuará en el brazo:
Del Señor, y se apellidará Israel.
6 Así dice el Señor, Rey de Israel,
su redentor, el Señor Todopoderoso:
Yo soy el primero y yo soy el último;
fuera de mí no hay dios.
7 ¿Quién se parece a mí?, que hable,
que lo explique y me lo exponga.
¿Quién anunció
de antemano el porvenir,
quién nos predice
lo que ha de suceder?
8 No teman, no tiemblen:
¿no lo anuncié
y lo predije por adelantado?
Ustedes son testigos:
¿Hay un dios fuera de mí?
No existe roca que yo no conozca.
9

Sátira contra la idolatría
Jr 10,1-16; Sab 13– 15; Bar 6

Los que modelan ídolos
no valen nada,
y es inútil lo que ellos aman,
sus devotos no ven nada ni conocen;
por eso quedan defraudados.
10 ¿Quién modela un dios
o funde una imagen
si no es para sacar algo?
11 Miren: todos sus seguidores
quedarán defraudados,
porque los que los fabrican
no son más que hombres.
Que se reúnan todos
para comparecer:
sentirán espanto
y vergüenza a la vez.
12 El herrero trabaja el ídolo en las brasas, lo va modelando con el martillo, lo trabaja con brazo robusto; pasa hambre, se agota, no bebe y está exhausto.
13 El tallista aplica la regla, lo diseña a lápiz, lo trabaja con la gubia y lo delínea con el compás: le da figura de hombre y belleza humana, para instalarlo en un templo.
14 Se corta cedros, se escoge una encina o un roble, dejándolos crecer entre los árboles del bosque, o planta un fresno que crece con la lluvia.
15 A la gente le sirve de leña, lo toman para calentarse o también para hacer fuego y cocer pan; pero él hace un dios y lo adora, fabrica una imagen y se postra ante ella.
16 Con una parte hace fuego: asa carne sobre las brasas, se la come, queda satisfecho, se calienta y dice: Bueno, estoy caliente y tengo luz.
17 Con el resto se hace la imagen de un dios, se postra, lo adora y le reza: Líbrame, que tú eres mi dios.
18 No comprenden ni distinguen, tienen los ojos cegados y no ven, la mente, y no entienden.
19 No reflexiona, no tiene inteligencia ni criterio para decir: La mitad la he quemado en el fuego; he cocido pan sobre las brasas, he asado carne para comer. ¿Y voy a hacer del resto un ídolo? ¿Y a postrarme ante un trozo de madera?
20 Él se alimenta de ceniza, una mente ilusa lo extravía, no es capaz de liberarse diciendo: ¿No es un engaño lo que tengo en mi mano?
21

Redención de Israel

Acuérdate de esto, Jacob;
de que eres mi siervo, Israel.
Te formé, y eres mi siervo,
Israel, no te olvidaré.
22 He disipado como niebla
tus rebeliones;
como nube tus pecados:
vuelve a mí, que soy tu redentor.
23 Aclamen, cielos,
porque el Señor ha actuado;
griten de alegría,
profundidades de la tierra,
rompan en aclamaciones, montañas,
y tú, bosque, con todos tus árboles;
porque el Señor ha redimido a Jacob
y se gloría de Israel.
24

Yo soy el Señor
45,16-25

Así dice el Señor, tu redentor,
que te formó en el vientre:
Yo soy el Señor, creador de todo;
Yo solo desplegué el cielo,
yo afiancé la tierra.
Y, ¿quién me ayudaba?
25 Yo soy el que frustra
los presagios de los magos
y muestra la necedad de los adivinos;
el que echa atrás a los sabios
y muestra que su saber es ignorancia;
26 pero realiza
la palabra de sus siervos,
cumple el proyecto
de sus mensajeros;
el que dice:
¡Jerusalén, serás habitada;
ciudades de Judá,
serán reconstruidas;
ruinas, las levantaré!;
27 el que dice: Océano, aridece,
secaré tus corrientes;
28 el que dice: Ciro, tú eres mi pastor
y cumplirás todo mi designio;
el que dice: Jerusalén,
serás reconstruida;
templo, serás cimentado.

Patrocinio

 
 

Introducción a Isaías

PROFETAS

Libros proféticos. El apelativo de profeta se ha aplicado en la Biblia a los grandes amigos de Dios que han desarrollado un papel decisivo en la historia del pueblo de Israel, ya sea como líderes carismáticos (Abrahán, Moisés, etc.) o como autores inspirados que escribieron esa historia a la luz de la inspiración divina (de Josué a los libros de los Reyes). La Biblia hebrea los denominó con el término genérico de «profetas anteriores», para distinguirlos de los profetas propiamente dichos, los cuales, a su vez, fueron catalogados como «profetas mayores», Isaías, Jeremías y Ezequiel, y los 12 «profetas menores».
«Elección, vocación y misión» podrían resumir la experiencia excepcional de Dios que lanzaron a estos hombres a enfrentarse con el pueblo en momentos decisivos de su historia, para denunciar el pecado, llamar a la conversión, avivar la fe, abrir un horizonte trascendente de esperanza e interpretar los signos de los tiempos a la luz de la revelación divina.

ISAÍAS

La profecía de Isaías. Isaías es el primero de los grandes profetas, cuya personalidad e impacto de su mensaje hizo que bajo su nombre y autoridad se reuniera una colección de escritos proféticos posteriores a su muerte y a su época, formando una obra de conjunto que nos ha sido transmitida como la «profecía de Isaías».
Durante siglos todo el escrito se atribuyó a un solo autor, a Isaías -que en hebreo significa «El Señor salva»-. Hoy día la obra aparece claramente dividida en tres partes: los capítulos 1-39 serían del profeta Isaías propiamente dicho; los capítulos 40-55, de un profeta anónimo que ejerció su ministerio, dos siglos más tarde, entre los desterrados de Babilonia, durante el ascenso de Ciro (553-539 a.C.), y al que conocemos como Isaías II o Deuteroisaías; finalmente, los capítulos 56-66 formarían una colección de oráculos heterogéneos perteneciente a la época del retorno del destierro y de la reconstrucción del templo, a la que se le ha dado el título de Isaías III o Tritoisaías.
A pesar de las diferencias entre sí y del largo período histórico que abarcan las tres partes de la obra (tres siglos), el conjunto del escrito aparece como un todo unitario, portador de un mismo espíritu profético y de una misma visión trascendente de la historia.

Isaías el profeta.
De la persona de Isaías sólo sabemos lo que él mismo dice en su libro y lo que nos deja leer entre líneas: un hombre exquisitamente culto, de buena posición social, quien siguiendo quizás una tradición familiar ocupó un puesto importante en la corte real de Jerusalén. Hijo de un tal Amós, sintió la vocación profética en el año 742 a.C. «el año de la muerte del rey Ozías» (6,1).
Ya metido en su ministerio profético, se casó con una mujer designada como «profetisa» (8,3), de la que tuvo dos hijos, cuyos nombres simbólicos (7,3 y 8,3) se convierten en oráculo vivo sobre la suerte del pueblo. Toda su actividad profética se desarrolló en Jerusalén, durante los reinados de Ozías (Azarías), Yotán (739-734 a.C.), Acaz (734-727 a.C.) y Ezequías (727-698 a.C.).

Su época
. En el terreno de la política internacional, el libro de Isaías nos trasmite los ecos de un período de angustia que discurre bajo la sombra amenazadora del expansionismo del imperio asirio. El año 745 a.C. sube al trono Tiglat Piléser III, consumado y creativo militar. Con un ejército incontrastable va sometiendo naciones con la táctica del vasallaje forzado, los impuestos crecientes, la represión despiadada. Sus sucesores, Salmanazar V (727-722 a.C.) y Senaquerib (704-681 a.C.), siguen la misma política de conquistas. Cae pueblo tras pueblo, entre ellos Israel, el reino del norte, cuya capital, Samaría, es conquistada (722 a.C.), a lo que seguiría, poco después, una gran deportación de israelitas y la instalación de colonos extranjeros en el territorio ocupado.
Mientras tanto, el reino de Judá que ha mantenido un equilibrio inestable ante la amenaza Asiria, se suma, en coalición con otras naciones y contra los consejos de Isaías, a un intento de rebelión, y provoca la intervención armada del emperador que pone cerco a Jerusalén. La capital se libra de modo inesperado: el invasor levanta el cerco, pero impone un fuerte tributo ( 2Re_18:14 ).

Mensaje religioso. Como escritor, Isaías es el gran poeta clásico, dueño de singular maestría estilística; amante de la brevedad, la concisión y las frases lapidarias. En su predicación al pueblo sabe ser incisivo, con imágenes originales y escuetas, que sacuden con su inmediatez.
La visión de la santidad y del poder universal de Dios que ha tenido en su llamada profética dominará toda su predicación. Verá la injusticia contra el pobre y el oprimido como una ofensa contra «el Santo de Israel», su nombre favorito para designar a Dios. Desde esa santidad, tratará de avivar la vacilante fe del pueblo.
A la soberanía de Dios se opone el orgullo de las naciones poderosas, orgullo que será castigado pues el destino de todas las naciones está en sus manos. Es justamente este orgullo -antítesis de la fe, de labrarse su propio destino a través de alianzas con potencias vecinas- el pecado de Judá que más denunciará y fustigará el profeta. Pero a pesar de las infidelidades del pueblo y sus dirigentes, Isaías abrirá un horizonte mesiánico de esperanza: Dios se reservará un «resto» fiel de elegidos, hará que perdure la dinastía de David y convertirá a Jerusalén en el centro donde se cumplirán sus promesas.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Isaías 44,1-8Dios consuela a su pueblo. Israel no tiene por qué temer; su Dios le ha elegido desde antes de nacer. Ésta es una manera de decir que en los planes de Dios no hay improvisaciones; desde siempre Dios ha estado comprometido con el débil y humillado; es la mejor Buena Noticia para quienes dudan del compromiso de Dios con el débil.


Isaías 44,9-20Sátira contra la idolatría. Sátira contra los ídolos y contra sus adoradores. La Biblia es contraria a esta práctica y lo demuestra el gran número de pasajes que tratan sobre este tema (Gén_35:2; Éxo_20:3.23; Éxo_23:24.33; Éxo_32:31; Éxo_34:17; Deu_5:7; Deu_6:14; Deu_7:16, etc.).
Isaías 44,21-23Redención de Israel. Para quienes se sientan olvidados o rechazados por Dios, y están tentados a cambiarlo, este mensaje es de esperanza y de recuperación de su fe; el mismo Dios que ha creado a cada uno, se ocupa de todos, perdona y rescata.
Isaías 44,24-28Yo soy el Señor. De nuevo el tema de la omnipotencia divina; no hay ningún poder que se iguale al de Dios. Babilonia atravesaba una época de esplendor religioso y de proliferación de magos y adivinos, lo cual fue para Israel una tentación permanente.
Nuestra época contemporánea no logra superar esta tendencia. Quizás hace falta una acción más contundente que lleve al pueblo a formarse una conciencia mucho más crítica y menos ingenua. En el versículo 28 encontramos la primera mención explícita de Ciro, rey persa, a pesar de que ya se había hablado de él (41,1-5; 41,25; 42,1-9). Varias veces más se repetirá su nombre (45,1-13; 46,8-13; 48,12-16).