Lamentaciones  5 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 22 versitos |
1 Recuerda, Señor, lo que nos ha pasado;
mira y fíjate en nuestras afrentas.
2 Nuestra herencia ha pasado a los bárbaros;
nuestras casas, a extranjeros;
3 hemos quedado huérfanos de padre
y nuestras madres han quedado viudas.
4 Tenemos que comprar el agua que bebemos
y pagar la leña que nos llevamos.
5 Nos empujan con un yugo al cuello,
nos fatigan sin darnos descanso.
6 Hemos pactado con Egipto y Asiria
para saciarnos de pan.
7 Nuestros padres pecaron, y ya no viven,
y nosotros cargamos con sus culpas.
8 Unos esclavos nos han sometido
y nadie nos libra de su poder.
9 Arriesgamos la vida por el pan,
porque la espada amenaza en descampado.
10 Nuestra piel quema como un horno,
torturada por el hambre.
11 Violaron a las mujeres en Sión
y a las doncellas en los pueblos de Judá;
12 con sus manos colgaron a los príncipes,
sin respetar a los ancianos;
13 forzaron a los jóvenes a mover el molino,
y los muchachos sucumbían bajo cargas de leña.
14 Los ancianos ya no se sientan a la puerta,
los jóvenes ya no cantan;
15 ha cesado el gozo del corazón,
las danzas se han vuelto duelo;
16 se nos ha caído la corona de la cabeza:
¡ay de nosotros, que hemos pecado!
17 Por eso está enfermo nuestro corazón
y se nos nublan los ojos,
18 porque el monte Sión está desolado
y los zorros se pasean por él.
19 Pero tú, Señor, eres rey por siempre,
tu trono dura de edad en edad.
20 ¿Por qué te olvidas siempre de nosotros
y nos tienes abandonados por tanto tiempo?
21 Señor, haznos volver hacia ti y volveremos,
renueva los tiempos pasados,
22 ¿o es que ya nos has rechazado,
que tu enojo no tiene medida?

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Introducción a Lamentaciones 

LAMENTACIONES

Autor y época. El año 586 a.C. sucede lo que parecía imposible: la ciudad inexpugnable y el Templo inviolable desde el que irradiaba la protección de Dios ( Sal_46:6 s; Sal_48:4-9 ; Sal_72:2-4 ) han caído en manos de los enemigos. Jeremías fue el único que vio venir la catástrofe, la anunció y por ello pagó con la cárcel. Ahora, los hechos le han dado la razón. Se trata del segundo asedio, con sus consecuencias de hambre, sed, matanzas, incendios, saqueos, y después, el destierro forzado.
Estos acontecimientos que dan pie a las Lamentaciones se narran en el Segundo libro de los Reyes y en Jeremías 39 y 52, y se transforman en una visión en Ezequiel (Ez 9). «Lamentaciones» o «Trenos de Jeremías» es el título tradicional de estas de cinco elegías o cantos fúnebres por la caída de Jerusalén.
La atribución del escrito a Jeremías -de donde procede nuestro vocablo «jeremiada»- sirve para dar autoridad a la obra, pero no parece probable que sea él el autor. Uno o varios poetas anónimos hacen del suceso el tema de sus canciones. Se diría que han vivido los acontecimientos y que escriben después de la catástrofe. Puede ser que estos cantos se hayan recitado o cantado en celebraciones comunitarias de duelo por la ciudad.

Género literario. La elegía permite gran libertad de desarrollo: puede hablar un cantor y responder el coro de los que asisten; puede tomar la palabra el personaje protagonista, Jerusalén, hablando de sus sentimientos y experiencias. A través del cantor o de Jerusalén podemos escuchar también voces enemigas o de espectadores externos. Cabe la descripción de rasgos sueltos, la transposición imaginativa, los lamentos, las súplicas, las preguntas desconcertadas, la exhortación; todo ello suministra riqueza y variedad de materiales.

Mensaje de las Lamentaciones. Es tiempo de duelo para Israel por la ciudad amada, Jerusalén; por el Templo, bello como novia y como esposa ( Eze_24:21 ). Es también tiempo de quejas por el dolor de los inocentes ( Eze_2:12 ). ¿Queja de quién? ¿Del enemigo que se excede o de Dios que lo dispone o permite? ( Eze_3:37 ). El poeta de la tercera elegía reprime la queja para ahondar en la reflexión ( Eze_3:40 ). El abismo del dolor llama al abismo del pecado con voz de elegía, y el abismo del pecado confesado llama al abismo de la misericordia ( Eze_3:21 s). En estos cantos de dolor alienta la esperanza, brilla un rescoldo viejo que el poeta invoca mesurado ( Eze_5:21 ).
Las Lamentaciones, por la grandeza del dolor ( Eze_2:13 ) y por la intensidad de su expresión, nos conducen hasta ese límite de nuestra experiencia humana en que nos sentimos pequeños frente a la grandeza del sufrimiento, lo inmenso de la crueldad humana y la amenaza del odio en nosotros. Desde lo hondo del llanto levantamos los ojos y el corazón ( Eze_3:41 ) buscando algo más grande que el dolor y el odio: Eze_5:19 ; Eze_3:23 ; Eze_3:32 .

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Lamentaciones  5,1-22Quinta lamentación. La quinta y última lamentación es la composición que más se desgaja del grupo de las anteriores. Para algunos investigadores refleja la situación en la que quedó Israel tras la invasión babilónica (587 a.C.); es decir, sería posterior a las demás -algunas Biblias antiguas la titulan «Oración de Jeremías»-.
Estamos ante un típico ejemplo del género literario denominado «plegaria» -como Sal 44; 60; 74; 79; 80; 83-, con sus habituales características: uso del «nosotros», descripción del desastre e invocación a Dios. Se puede dividir en tres partes: situación de los supervivientes (1-18), invocación confiada a Dios (19-21) y lamento final (22).
¿Qué hacer cuando nos sale al encuentro el sufrimiento y la desgracia? A la reacción espontánea de culpar a Dios, de alejarnos de Él en un gesto de despecho y desencanto, esta lamentación nos enseña otro camino, el de la plegaria y la oración. Es el momento de descubrir el sentido misterioso del dolor, el rostro del Dios verdadero, capaz de transformar nuestra desolación en camino de solidaridad y de esperanza.