Ezequiel  14 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 23 versitos |
1

Nostalgia de los ídolos
Éx 20,3s; Dt 6,5

Se me presentaron algunos ancianos de Israel y se sentaron frente a mí.
2 Entonces me dirigió la palabra el Señor:
3 – Hijo de hombre, esos hombres se han puesto a pensar en sus ídolos y se han imaginado algo que les hace caer en pecado: ¿voy a permitir que me consulten?
4 Por tanto, háblales así: Esto dice el Señor: cualquier israelita que se ponga a pensar en sus ídolos, imaginándose algo que le hace caer en pecado, cuando acuda al profeta, yo, el Señor, me encargaré de responderle, de acuerdo con la multitud de sus ídolos,
5 y así llegaré al corazón de los israelitas que han desertado de mí por causa de sus ídolos.
6 Por tanto, dile a la casa de Israel: Esto dice el Señor: Arrepiéntanse y conviértanse de sus idolatrías, den la espalda a sus prácticas idolátricas,
7 porque a cualquier israelita o emigrante residente en Israel que apostate de mí y se ponga a pensar en sus ídolos imaginándose algo que lo hace caer en pecado, cuando acuda al profeta para consultarme, yo, el Señor, me encargaré de responderle.
8 Me enfrentaré con él, haré de él un escarmiento proverbial, lo extirparé de mi pueblo, y sabrán que yo soy el Señor.
9 Y si un profeta, dejándose engañar, pronuncia un oráculo, yo, el Señor, lo dejaré en su engaño; extenderé mi mano contra él y lo eliminaré de mi pueblo, Israel.
10 Tanto el profeta como quien le consulte serán reos de la misma culpa.
11 Para que la casa de Israel no vuelva a extraviarse lejos de mí ni a mancharse con sus crímenes, y así será mi pueblo y yo seré su Dios – oráculo del Señor– .
12

Cuatro casos de intercesión
Gn 18,16-33; Éx 32,30-35; Nm 14,11-19; Am 7,1-6

Me dirigió la palabra el Señor:
13 – Hijo de hombre, si un país peca contra mí cometiendo un delito, extenderé mi mano contra él, le cortaré el sustento del pan y le mandaré hambre y extirparé de él hombres y animales.
14 Si se encontraran allí estos tres varones: Noé, Daniel y Job, por ser justos salvarían ellos la vida – oráculo del Señor– .
15 Si suelto por el país fieras salvajes que lo dejen sin hijos, para que quede devastado y sin nadie que lo transite, por miedo a las fieras,
16 aunque esos tres varones se encuentren allí, ¡por mi vida! – oráculo del Señor– , juro que no salvarán a sus hijos ni a sus hijas; ellos solos se salvarán y el país quedará devastado.
17 Si mando la espada contra ese país, si ordeno a la espada que atraviese el país y extirpo de él hombres y animales,
18 aunque se encuentren allí esos tres varones, ¡por mi vida! – oráculo del Señor– , juro que no salvarán a sus hijos ni a sus hijas, sino que ellos solos se salvarán.
19 Si le envío la peste a ese país y derramo sobre él mi cólera, para extirpar de él hombres y animales,
20 aunque se encuentren allí Noé, Daniel y Job, ¡por mi vida! – oráculo del Señor– , juro que no salvarán a sus hijos ni a sus hijas, sino que ellos solos, por ser justos, salvarán la vida.
21 Porque así dice el Señor: ¡Cuánto más cuando yo mande mis cuatro terribles plagas: la espada, el hambre, las fieras salvajes y la peste, contra Jerusalén para extirpar de ella hombres y animales!
22 Si queda allí algún superviviente, hijos e hijas que hayan logrado evadirse adonde están ustedes, entonces, al ver su conducta y sus malas obras, se sentirán aliviados de la catástrofe que mandé contra Jerusalén, de todo lo que mandé contra ella.
23 Sí que se aliviarán, porque al ver su conducta y sus malas obras se darán cuenta de que todo lo que hice en Jerusalén no fue sin motivo – oráculo del Señor– .

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Ezequiel  14,1-11Nostalgia de los ídolos. Muchos de los exiliados reconocían el carisma profético de Ezequiel; con todo, no se habían convertido porque tienen a sus ídolos arraigados en su corazón (5). Cuando van a consultar al profeta lo hacen con un fin muy utilitario, para resolver sus problemas inmediatos. La respuesta divina ignora los matices: Ezequiel no los convertirá haciéndose útil y simpático.


Ezequiel  14,12-23Cuatro casos de intercesión. Es conveniente leer estos versículos junto con el capítulo 18 y 33,10-20, donde se recoge la doctrina de Ezequiel sobre la responsabilidad personal en el bien y en el mal. Hay que olvidarse del tiempo en que las personas valían menos que el clan. La infidelidad de Acán mereció que toda su familia fuese lapidada (Jos_7:25); la tribu de Benjamín no podía entregar a los violadores de Guibeá sin faltar a la solidaridad del clan (Jue 19). Pero esos tiempos de tribalismo han quedado atrás; ahora, la fidelidad del padre no justificará a sus hijos delante de Dios. Aparentemente, este rechazo de cualquier tipo de intercesión se opone a lo que enseña la intercesión de Abrahán en Gn 19. Son dos aspectos del mismo proceso evolutivo de la revelación.