Ezequiel  17 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 24 versitos |
1

El águila y el cedro
Sal 80

Me dirigió la palabra el Señor:
2 – Hijo de hombre, plantea un enigma y narra una parábola a la casa de Israel,
3 diciendo: Esto dice el Señor:
El águila gigante, de gigantescas alas,
de gran envergadura,
de plumaje tupido,
lleno de colorido, voló al Líbano;
tomó la copa de un cedro,
4 arrancó la más alta de sus ramas
y se la llevó a un país de mercaderes,
plantándola
en una ciudad de traficantes.
5 Después recogió semilla de la tierra
y la echó en terreno preparado.
La sembró en la ribera,
junto a aguas abundantes,
6 para que germinara y se hiciera
vid aparrada, achaparrada,
para que orientara hacia ella
los sarmientos,
y le sometiera las raíces.
Y se hizo vid, y echó retoños
y se puso frondosa.
7 Vino después otra águila gigante,
de gigantescas alas
y de plumaje tupido,
y entonces nuestra vid,
8 aunque estaba plantada
en buen terreno,
junto a aguas abundantes, dirigió sus raíces hacia ella
y orientó hacia ella sus sarmientos,
para recibir más riego
que en la tierra
donde estaba plantada y así echar ramas y dar fruto
y hacerse vid espléndida.
9 Di: Esto dice el Señor:
¿Prosperará o la arrancarán de raíz
y se malogrará su fruto
y se marchitarán sus renuevos?
No hará falta un brazo robusto
ni mucha gente para arrancarla.
10 Miren, ya está plantada: ¿prosperará?,
¿o se secará cuando la azote
el viento del este,
en la tierra donde germinó se secará?
11 Me dirigió la palabra el Señor:
12 – Dile a este pueblo rebelde:
¿No entienden lo que esto significa?
Di: Miren, el rey de Babilonia
fue a Jerusalén,
y apresando a su rey y a sus príncipes
se los llevó a Babilonia.
13 Tomando a uno de estirpe real,
hizo con él un pacto
y lo comprometió con juramento,
llevándose a los nobles del país
14 para que fuera un reino humilde
que no se ensoberbeciera
y observara fielmente el pacto.
15 Pero se rebeló contra él
y envió mensajeros a Egipto
pidiendo caballos
y tropas numerosas.
¿Tendrá éxito?,
¿escapará con vida el que hizo esto?
El que violó el pacto,
¿escapará con vida?
16 ¡Por mi vida! – oráculo del Señor– , juro que en el territorio del rey que lo hizo rey, cuyo juramento menospreció y cuyo pacto violó, en Babilonia morirá.
17 Y el faraón no intervendrá en favor suyo en la guerra con un gran ejército y mucha tropa cuando hagan terraplenes y construyan torres de asalto para matar a tanta gente.
18 Menospreció el juramento y violó el pacto. Dio la mano y después hizo esto. No escapará con vida.
19 Por tanto, así dice el Señor:
¡Juro por mi vida!, que lo castigaré
por haber menospreciado
mi juramento
y por haber violado mi pacto.
20 Tenderé mi red sobre él
y lo cazaré en mi trampa;
lo llevaré a Babilonia para juzgarlo allí
por sus traiciones
y por todos sus extravíos.
21 Lo mejor de su ejército caerá a espada
y los supervivientes
se dispersarán a todos los vientos,
y sabrán que yo, el Señor, he hablado.
22 Esto dice el Señor:
Tomaré la copa de un cedro
del cedro alto y encumbrado;
cortaré un brote
de la más alta de sus ramas
y yo lo plantaré en un monte
elevado y señero,
23 lo plantaré en el monte
encumbrado de Israel.
Echará ramas, dará fruto
y llegará a ser un cedro magnífico;
anidarán en él todos los pájaros,
a la sombra de su ramaje
anidarán todas las aves.
24 Y sabrán los árboles silvestres
que yo, el Señor,
humillo al árbol elevado
y elevo al árbol humilde,
seco el árbol verde
y reverdezco el árbol seco.
Yo, el Señor, lo digo y lo hago.

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Ezequiel  17,1-24El águila y el cedro. Esta nueva alegoría se refiere a los reyes de Judá. Recordemos que la alegoría es diferente a la parábola. Ésta hace que el oyente tome conciencia de una situación en la que se encuentra y que se le presenta en un marco muy distinto. Toda parábola tiene su moraleja, pero no se trata de buscar si cada detalle de la historia corresponde o no a una persona o a un hecho de la situación presente. La alegoría, en cambio, construye una historia poco verosímil, pero cuyos detalles tendrán uno a uno su aplicación en la situación presente. La parra que se vuelve hacia el gran águila (17,7) no es un hecho verosímil, por eso el lector contemporáneo entiende mejor a Ezequiel cuando en el versículo 11 comienza a hablar como estamos acostumbrados hoy. Pero, indudablemente, la alegoría se escribió para sus primeros lectores, que pensaban de forma diferente a nosotros.
El oráculo de los versículos 22-24 introduce una nueva promesa de restauración, descrita como la era del Mesías.