Ezequiel  23 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 49 versitos |
1

Las dos hermanas
Jr 3,6-11; Ez 16; Os 2

Me dirigió la palabra el Señor:
2 – Hijo de hombre,
había dos mujeres
hijas de la misma madre;
3 se prostituyeron en Egipto,
doncellas eran y se prostituyeron.
Allí fueron manoseados sus pechos,
allí perdieron su virginidad.
4 Ohlá se llamaba la mayor
y Ohlibá su hermana.
Después fueron mías
y dieron a luz hijos e hijas.
5 Ohlá, siendo mía, se prostituyó
y se enamoró de sus amantes:
6 guerreros vestidos de púrpura,
gobernantes y regidores;
todos eran galanes gallardos,
jinetes cabalgando en sus caballos.
7 Y fornicó con ellos,
que eran lo más selecto de los asirios;
se contaminó con los ídolos
de todos sus enamorados.
8 Pero no dejó de fornicar
con los egipcios
que se habían acostado
con ella de muchacha,
le habían quitado su virginidad
y fornicado con ella.
9 Por eso la entregué
en poder de sus amantes,
en poder de los asirios,
sus enamorados.
10 Ellos desnudaron sus vergüenzas,
le arrebataron hijos e hijas
y a ella la mataron a espada;
fue la habladuría de las mujeres
por la sentencia
que en ella ejecutaron.
11 Ohlibá, su hermana, que lo vio,
se envició aún más que ella
y fornicó más que su hermana.
12 Se enamoró de los asirios:
gobernantes y regidores,
guerreros espléndidamente vestidos,
jinetes cabalgando en sus caballos,
jóvenes apuestos todos ellos.
13 Y vi cómo se contaminaba:
las dos iban por el mismo camino.
14 Aún fueron a más sus fornicaciones:
vio grabados de hombres
en las paredes,
figuras de caldeos
pintadas en rojo,
15 con cinturones ceñidos a las caderas,
adornadas con turbantes las cabezas,
todos con aspecto de capitanes,
fiel retrato de los babilonios,
naturales de Caldea,
16 y se enamoró de ellos a primera vista
y les envió mensajeros a Caldea.
17 Y acudieron a ella los babilonios,
a su lecho de amoríos,
contaminándola con sus fornicaciones;
una vez contaminada,
se hastió de ellos.
18 Descubrió sus fornicaciones
y desnudó sus vergüenzas;
entonces yo me hastié de ella
lo mismo que me había hastiado
de su hermana.
19 Todavía acrecentó sus fornicaciones,
añorando su juventud,
cuando se prostituía en Egipto,
20 y volvió a enamorarse
de aquellos lujuriosos amantes,
que tienen miembros de burros
y esperma de sementales.
21 Añorabas
tu juventud infame,
cuando los egipcios
desfloraron tu seno,
seducidos
por tus pechos de doncella.
22 Por tanto, Ohlibá, esto dice el Señor:
Mira, yo vuelvo contra ti
a tus amantes,
de los que sentiste hastío;
los traigo contra ti de todas partes;
23 a los babilonios y todos los caldeos,
a Pecod y Soá y Coa,
y a todos los asirios con ellos,
jóvenes apuestos,
todos gobernantes y regidores,
capitanes y oficiales,
cabalgando en caballos todos ellos.
24 Vienen contra ti infantes y jinetes
y carros, multitud de tropas;
te cercan con escudos
y corazas y cascos;
les encomiendo la justicia
y ejecutarán en ti su sentencia.
25 Descargaré sobre ti mi pasión
y te tratarán con rabia;
te arrancarán nariz y orejas
y lo que quedará de ti caerá a espada;
te arrebatarán hijos e hijas
y el fuego devorará
a los que sobrevivan.
26 Te arrancarán los vestidos
y te arrebatarán las joyas;
27 pondré fin a tu infamia
y a la prostitución
que empezaste en Egipto,
y no volverás
a levantar a ellos los ojos
ni a acordarte de Egipto.
28 Porque esto dice el Señor:
Mira, voy a entregarte
en manos de los que aborreces,
en manos de aquellos
de quienes sentiste hastío.
29 Te tratarán con odio
y te quitarán cuanto ganaste;
te dejarán desnuda, en cueros,
visibles tus vergüenzas de prostituta.
30 Esto es lo que te traen
tu infamia y tus prostituciones,
por fornicar con las naciones
y contaminarte con sus ídolos.
31 Por seguir el camino de tu hermana,
pongo su copa en tus manos.
32 Esto dice el Señor:
Beberás la copa de tu hermana,
ancha y profunda y de gran capacidad.
Serás objeto de risa y de burla.
33 Te llenarás de embriaguez y amargura,
es copa de espanto y aturdimiento:
la copa de tu hermana Samaría.
34 La beberás hasta el fondo
la romperás con tus dientes
y con sus pedazos
te desgarrarás los pechos.
Porque soy yo quien habla
– oráculo del Señor– .
35 Por tanto, así dice el Señor:
Por haberte olvidado de mí
y haberme dado las espaldas,
carga también tú con tu infamia
y tus fornicaciones.
36 El Señor me dijo:
– Juzga a Ohlá y a Ohlibá,
acusándolas
de sus prácticas idolátricas.
37 Porque cometieron adulterio
y hay sangre en sus manos,
cometieron adulterio
con sus ídolos;
y hasta a sus propios hijos,
los que dieron a luz para mí,
se los inmolaron, para que comieran.
38 Algo más hicieron:
profanaron mi santuario
y violaron mis sábados.
39 Después de degollar a sus hijos
en honor de sus ídolos,
entraron en mi santuario
profanándolo.
Ahí tienes lo que hicieron
dentro de mi casa.
40 Y mandaban también avisos
a hombres que venían de lejos,
les mandaban mensajeros
y en seguida acudían;
para ellos te bañabas,
te pintabas los ojos
y te engalanabas con joyas.
41 Te sentabas en un lecho suntuoso
delante de una mesa bien servida
y les ofrecías
mi perfume y mi incienso.
42 Una multitud alegre
se divertía con ella,
eran muchedumbre,
hombres bebedores
traídos del desierto;
le ponían pulseras en los brazos
y diademas de lujo en la cabeza.
43 .........................................................
44 Acudían a ella
como quien acude a una prostituta;
así acudían a Ohlá y a Ohlibá,
hembras depravadas.
45 Pero varones justos las juzgarán
aplicándoles las penas
de las adúlteras y de las homicidas,
porque adúlteras son
y hay sangre en sus manos.
46 Porque esto dice el Señor:
traerán gente contra ellas
que se ensañe con ellas
y las despoje.
47 La gente las apedreará
y las cortará con sus espadas;
matarán a sus hijos e hijas
y prenderán fuego a sus casas.
48 Así pondré fin
a la infamia de esta tierra
y escarmentarán todas las mujeres
y no imitarán su mala conducta.
49 Les darán el merecido
de su mala conducta
y cargarán con sus pecados
de idolatría,
y sabrán que yo soy el Señor.

Patrocinio

 
 

Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Ezequiel  23,1-49Las dos hermanas. De nuevo, el profeta evoca el pasado histórico de su pueblo (cfr. Ez 16) valiéndose esta vez de la alegoría de las dos hermanas que siguen un camino de prostitución e infidelidades, siendo ambas esposas de un mismo señor. Ohláh se llamaba la mayor y Ohlibá, la menor. Estos dos nombres encierran el modo de pensar de los israelitas del reino del sur después de la división del territorio el 931 a.C.: el reino del norte fue el promotor de la división, quedando por tanto separado también de Dios. Ohláh viene de la palabra «ohel» que significa «tienda de campaña», y significa «tienda de ella», «su propia tienda». En el relato representa a Samaría, capital del reino del norte. De otro lado, las tradiciones del sur subrayan que el Señor se quedó con la casa de Judá, en la santa ciudad de Jerusalén y en el templo construido por Salomón. Oholí significa «mi tienda», y Ohlibá, «mi tienda -está- en ella»; se trata de un concepto socio-religioso puesto bajo la autoridad del Señor. El mensaje que quiere transmitir Ezequiel con esta alegoría es muy claro: ni siquiera la hermana con quien se quedó el Señor se comportó fielmente, también se prostituyó entregándose a todo tipo de pecados; los amantes con quienes se había prostituido serán ahora sus verdugos.