Ezequiel  33 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 33 versitos |
1

Segunda actividad del Profeta
El profeta como centinela
3,16-27 y 18

Me dirigió la palabra el Señor:
2 – Hijo de hombre, habla así a tus compatriotas: Cuando yo envíe la espada contra una población y el vecindario escoja a uno del lugar y lo ponga de centinela;
3 si al divisar la espada que avanza contra la población da la alarma al vecindario a toque de trompeta,
4 el que oyendo el toque de trompeta no se ponga alerta, será responsable de su propia sangre cuando llegue la espada y lo arrebate.
5 Puesto que oyó el toque de trompeta y no se puso alerta, responderá de su propia sangre; si hubiera estado alerta, habría salvado la vida.
6 Pero si el centinela divisa la espada que avanza y no toca la trompeta, y el vecindario no se pone alerta, y llega la espada y arrebata a alguno de ellos, éstos mueren por su culpa, pero al centinela le pediré cuenta de la sangre.
7 A ti, Hijo de hombre, te he puesto de centinela en la casa de Israel; cuando escuches palabras de mi boca, les darás la alarma de mi parte.
8 Si yo digo al malvado: ¡Malvado, eres reo de muerte!, y tú no hablas poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre;
9 pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, y él no cambia de conducta, él morirá por su culpa y tú salvarás la vida.
10 Y tú, Hijo de hombre, dile a la casa de Israel: Ustedes piensan de este modo: Nuestros crímenes y nuestros pecados pesan sobre nosotros y por ellos nos consumimos, ¿podremos seguir con vida?
11 Pues diles: ¡Por mi vida! – oráculo del Señor– , juro que no quiero la muerte del malvado, sino que cambie de conducta y viva. ¡Conviértanse, cambien de conducta, malvados, y no morirán, casa de Israel!
12 Y tú, Hijo de hombre, di a tus compatriotas: Al justo no lo salvará su justicia si comete un delito, al malvado no lo condenará su maldad si se convierte de ella. Si el justo peca de nada le valdrá su buen comportamiento anterior.
13 Si digo al justo: vivirás, y él, confiado en su justicia, comete un delito, no se tendrá en cuenta su justicia, sino que morirá por el delito que cometió.
14 Si digo al malvado: morirás, y él se convierte de su pecado, practica el derecho y la justicia,
15 devuelve la prenda, restituye lo robado y sigue los preceptos de vida sin incurrir en delito, entonces vivirá y no morirá,
16 no se tendrá en cuenta ningún pecado de los que cometió; por haber practicado el derecho y la justicia vivirá.
17 Replicarán tus compatriotas: No es justo el proceder del Señor, cuando son ellos los que no proceden rectamente.
18 Si se pervierte el justo de su justicia y comete un delito, por él morirá.
19 Si el malvado se convierte de su maldad y practica la justicia y el derecho, por ellos vivirá.
20 ¿Insisten en decir que no es justo el proceder del Señor? A cada uno lo juzgaré según su conducta.
21

Llega el fugitivo
24,26-27

El año duodécimo de nuestra deportación, el día cinco del mes décimo, se me presentó un fugitivo de Jerusalén y me dio esta noticia: Han destruido la ciudad.
22 La tarde anterior había venido sobre mí la mano del Señor, y permaneció hasta que el fugitivo se me presentó por la mañana; entonces se me abrió la boca y no volví a estar mudo.
23

En Jerusalén

Me dirigió la palabra el Señor:
24 – Hijo de hombre, los moradores de aquellas ruinas de la tierra de Israel andan diciendo: Si Abrahán, que era uno solo, se adueñó de la tierra, ¡cuánto más nosotros, que somos muchos, seremos dueños de la tierra!
25 Pues diles: Esto dice el Señor: Ustedes, que comen en los montes levantando los ojos a sus ídolos y derraman sangre, ¿van a poseer la tierra?
26 Ustedes, que se apoyan en sus espadas, cometen prácticas idolátricas y profanan a la mujer del prójimo, ¿van a poseer la tierra?
27 Diles así: Esto dice el Señor: ¡Por mi vida! Les juro que los que estén en las ruinas caerán a espada, a los que estén en descampado los entregaré como pasto a las fieras y los que estén en los fortines y refugios morirán apestados.
28 Convertiré el país en desierto desolado y así terminará su terca soberbia. Quedarán desolados los montes de Israel, sin nadie que los transite.
29 Sabrán que yo soy el Señor cuando convierta el país en desierto desolado, por todas las prácticas idolátricas que cometieron.
30

El cantante de amor
Is 5,1– 7; Os 2

Y tú, Hijo de hombre, la gente de tu pueblo anda murmurando de ti junto a los muros y a la puerta de las casas, diciéndose uno a otro: Vamos a ver qué palabra nos envía el Señor.
31 Acuden a ti en tropel y mi pueblo se sienta delante de ti; escuchan tus palabras, pero no las practican; con la boca dicen elogios, pero su ánimo anda tras el negocio.
32 Eres para ellos como un cantante de amor, tienes buena voz y tocas armoniosamente. Escuchan tus palabras, pero no las practican.
33 Pero cuando se cumplan, y están a punto de cumplirse, se darán cuenta de que tenían un profeta en medio de ellos.

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Ezequiel  33,1-20Segunda actividad del profeta (Cap. 33-39). Encontramos una nueva sección del libro, cuyo acento principal es la esperanza. Estos capítulos se pueden agrupar en el siguiente orden aproximado: llegada de una nueva época, un nuevo orden de cosas (33); el verdadero pastor de Israel que es el Señor se encarga personalmente de reunir y apacentar a su rebaño disperso (34); los desterrados volverán a su tierra con el compromiso de no mancharla nuevamente (36); de sus propias cenizas nacerá de nuevo la nación de Israel (37); será un país tan fuerte que nadie podrá vencerle, porque Dios mismo lo defiende (38s).

33:1-20 El profeta como centinela. Como en 3,17, Ezequiel es comparado con un centinela que debe estar atento para prevenir a su pueblo de cualquier peligro. Su misión es delicada, porque bajo su responsabilidad no solamente está la totalidad del pueblo (2-6), sino también cada individuo (7-9). Esta imagen del centinela simboliza la misión y el deber del profeta que debe estar muy atento a los signos de los tiempos para interpretar en ellos la voluntad de Dios: qué es lo que quiere Dios en cada acontecimiento y cuál debe ser la respuesta del hombre. Para ello es necesario mantener una continua sintonía con Dios y dejarse guiar por su Palabra, de manera que esa Palabra es como el alimento del profeta; Jesús mismo lo sentirá así: «mi alimento es hacer la voluntad del que me envió» (Jua_4:34).


Ezequiel  33,21-22Llega el fugitivo. Los oráculos e invectivas contra Jerusalén (24,26s) habían terminado con la llegada de un fugitivo desde Jerusalén que portaba la mala noticia de la destrucción de la ciudad. Este pasaje retoma de nuevo la imagen del fugitivo para dar inicio a los mensajes de esperanza que va a comenzar a transmitir el profeta. Para los deportados, quizás ésta sea la peor de las noticias, muchos pensarían que era el fin de la historia; el profeta tendrá que armarse de valor y comenzar el difícil proceso de restauración moral y espiritual de sus paisanos para hacerles ver que la historia continúa, que Dios sigue actuando en ella y que seguirá contando con quienes sean capaces de captar en medio de todo ello su acción y su voluntad.
Ezequiel  33,23-29En Jerusalén. De nuevo la discusión sobre el derecho a la tierra; la cuestión se dirime por el criterio de la conversión: quien no se convierta de sus maldades no tendrá derecho a habitar la tierra.
Ezequiel  33,30-33El cantante de amor. Crítica a la actitud de la gente que acude al profeta sólo para oír lo bonito que habla, pero no pone en práctica lo que enseña.