Ezequiel  40 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 49 versitos |
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Nuevo templo y nueva tierra
El nuevo templo
Éx 25– 31; 35– 40; 1 Re 6s

El año veinticinco de nuestra deportación, el diez del mes, día de año nuevo, el año catorce de la caída de la ciudad, ese mismo día vino sobre mí la mano del Señor,
2 y el Señor me llevó en éxtasis a la tierra de Israel, dejándome en un monte muy alto, en cuya cima se erguía una mole con traza de fortaleza.
3 Me llevó allá y vi junto a la puerta un hombre que parecía de bronce: tenía en la mano un cordel de lino y una regla de medir.
4 Este hombre me dijo:
– Hijo de hombre, mira y escucha atentamente, fíjate bien en lo que voy a enseñarte, porque has sido traído aquí para que yo te lo enseñe. Anuncia a la casa de Israel todo lo que veas.
5 Una muralla ceñía todo el perímetro del templo. La regla de medir que el hombre llevaba en la mano era de seis codos codo mayor, de a codo y palmo. La muralla medía tres metros de espesor por tres metros de alto.
6 Entró por la puerta oriental: subió los peldaños y se puso a medir.
7 El umbral de la puerta medía tres metros de fondo; las celdas, tres metros de largo por tres de ancho;
8 la pared, entre habitación y habitación dos metros y medio; el umbral interior de la puerta contigua al vestíbulo, tres metros.
9 El vestíbulo de la puerta medía cuatro metros; los pilares, un metro; el vestíbulo estaba al fondo.
10 La puerta oriental tenía tres celdas a cada lado, todas de las mismas dimensiones. Las pilastras de ambos lados tenían también las mismas dimensiones. El ancho de la puerta tenía cinco metros.
11 El pasillo de la puerta medía metro y medio de ancho.
12 Las celdas tenían en su embocadura una baranda de medio metro.
13 Las celdas medían tres metros de lado. El pórtico, desde el fondo de una celda hasta el fondo de la otra, doce metros y medio.
14 Las puertas de las celdas estaban frente a frente. El vestíbulo medía diez metros y comunicaba con el atrio.
15 El largo total, desde la fachada de la entrada hasta el frente del vestíbulo interno, veinticinco metros.
16 Las celdas del lado interior de la puerta tenían ventanas. También el vestíbulo tenía ventanas. Los pilares del vestíbulo estaban ornamentados con palmas.
17 Luego me llevó al atrio exterior, en el que había treinta habitaciones. Un empedrado bordeaba todo el atrio.
18 El empedrado arrancaba de las puertas y su anchura correspondía a la longitud de éstas.
19 Es el empedrado inferior. El atrio, desde el frente de la puerta exterior hasta la fachada de la puerta interior, medía cincuenta metros.
20 Midió también la puerta norte del atrio exterior a lo largo y a lo ancho.
21 Tenía las mismas dimensiones que la puerta anterior: veinticinco metros de largo por doce metros y medio de ancho, con sus tres celdas a cada lado, sus pilastras y su vestíbulo.
22 Las ventanas del vestíbulo y las palmas ornamentales tenían las mismas dimensiones que las de la puerta oriental. Tenía una escalinata de siete peldaños. El vestíbulo estaba al fondo.
23 Por el norte, lo mismo que por el este, la puerta del atrio interior daba frente a la puerta del atrio exterior. Entre puerta y puerta había una distancia de cincuenta metros.
24 Me condujo hacia el sur. Allí vi la puerta sur. Sus pilastras y su vestíbulo medían lo mismo que los de las demás puertas.
25 Las celdas y el vestíbulo de la puerta tenían ventanas, iguales a las de las demás puertas. La puerta medía veinticinco metros de largo por doce metros y medio de ancho.
26 Tenía una escalinata de siete peldaños. El vestíbulo estaba al fondo.
27 Los pilares del vestíbulo estaban ornamentados con palmas. El atrio interior tenía también una puerta mirando al sur. Entre puerta y puerta había una distancia de cincuenta metros.
28 Por la puerta sur me llevó al atrio interior. Esta puerta medía lo mismo que las demás.
29 Sus celdas, sus pilastras y su vestíbulo medían lo mismo que los de las demás puertas.
30 La puerta y su vestíbulo tenían ventanas. La puerta medía veinticinco metros por doce metros y medio.
31 El vestíbulo comunicaba con el atrio exterior. Sus pilares estaban ornamentados con palmas. Tenía una escalinata de ocho peldaños.
32 Me llevó al atrio interior en dirección este. Esta puerta medía lo mismo que las demás.
33 Sus celdas, sus pilastras y su vestíbulo medían lo mismo que los de las demás puertas. La puerta y su vestíbulo tenían ventanas. La puerta medía veinticinco metros por doce metros y medio.
34 El vestíbulo comunicaba con el atrio exterior. Sus pilares estaban ornamentados con palmas. Tenía una escalinata de ocho peldaños.
35 Me llevó a la puerta norte, que medía lo mismo que las demás.
36 Sus celdas, sus pilastras y su vestíbulo tenían ventanas. La puerta medía veinticinco metros por doce metros y medio.
37 El vestíbulo comunicaba con el atrio exterior. Sus pilares estaban ornamentados con palmas. Tenía una escalinata de ocho peldaños.
38 El atrio central era un cuadrado de cincuenta metros de lado. El altar estaba situado enfrente del templo.
39 Me llevó al vestíbulo del templo. Los pilares medían dos metros y medio. La entrada tenía siete metros de luz. Los costados de la puerta medían metro y medio.
40 El vestíbulo medía diez metros de ancho por seis de fondo. Tenía una escalinata de diez peldaños. Junto a los pilares había sendas columnas.
41 Me llevó a la nave del templo. Los pilares medían tres metros de espesor.
42 La entrada tenía cinco metros de luz; las paredes laterales de la entrada medían dos metros y medio. La nave medía veinte metros de largo por diez de ancho.
43 Penetró en la pieza interior. Los pilares de la entrada medían un metro. La entrada tenía tres metros de luz. Las paredes laterales de la entrada medían tres metros y medio.
44 Esta pieza medía diez metros de largo por diez de ancho. Entonces me dijo: Éste es el Santísimo.
45 Había un cuarto que comunicaba con el vestíbulo de la puerta. Era el lavadero de las víctimas de los holocaustos.
46 A cada lado del vestíbulo de la puerta había dos mesas destinadas a degolladero de las víctimas de los holocaustos y de los sacrificios expiatorios y penitenciales.
47 Fuera del vestíbulo, a cada costado de la entrada de la puerta norte, había dos mesas.
48 Cuatro mesas había dentro de la puerta y otras cuatro fuera. Eran ocho en total las mesas destinadas a degolladero.
49 Las cuatro mesas para las víctimas de los holocaustos estaban construidas con piedras talladas. Medían setenta y cinco centímetros de largo por setenta y cinco de ancho y cincuenta de alto. Un palmo medían las repisas que había empotradas en las paredes.

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Ezequiel  40,1-49Nuevo templo y nueva tierra (Cap. 40-48). Es la última parte del libro de Ezequiel, en la cual se nos presentan las líneas básicas de la reconstrucción política y religiosa de Israel según la mentalidad del profeta. La visión de que nos habla Ezequiel sucede catorce años después de que Jerusalén fuera destruida, tras un período en el que el profeta ha reflexionado mucho sobre cómo podría empezar a resurgir el nuevo Israel. En líneas generales, para Ezequiel la restauración debe comenzar por la reconstrucción del nuevo templo, donde la Gloria del Señor pueda volver para permanecer en medio de su pueblo (40,143,12); el siguiente elemento es el funcionamiento del culto, que deberá ser muy detallado y perfecto (43,1346,24). En cuanto al pueblo, éste será reubicado en la tierra según el reparto asignado (48,1-29). Los deberes religiosos y políticos del príncipe en funciones se deberán regir por las leyes del templo.

40:1-49 El nuevo templo. Ezequiel nos narra una de sus últimas visiones, donde es conducido por un misterioso personaje que le enseñará detalladamente las medidas del nuevo templo. El profeta es conducido desde el patio exterior (40,17-19) al patio interior (40,28-31) y al Santo de los santos (41,3). Ante la mirada de Ezequiel, este personaje va verificando la superficie de patios y construcciones, habitaciones y salones, especialmente las dimensiones de muros y puertas en orden a delimitar lo más minuciosamente posible las líneas que separarán los espacios profanos de los sagrados (42,20).