Ezequiel  44 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 31 versitos |
1 Luego me hizo volver a la puerta exterior del santuario que mira a oriente; estaba cerrada.
2 Y me dijo:
– Esta puerta permanecerá cerrada. No se abrirá nunca y nadie entrará por ella, porque el Señor, el Dios de Israel, ha entrado por ella; permanecerá cerrada.
3 Sólo el príncipe en funciones podrá sentarse allí para comer el pan en presencia del Señor; entrará por el vestíbulo de la puerta y saldrá por el mismo camino.
4 Luego me llevó por la puerta del norte hacia la fachada del templo. Contemplé la gloria del Señor, que llenaba el templo del Señor, y caí rostro en tierra.
5 Y me dijo:
– Hijo de hombre, fíjate bien, mira con los ojos, escucha con los oídos: voy a comunicarte los preceptos y leyes del templo del Señor. Fíjate bien en los que tienen acceso al templo y al santuario.
6 Dile al pueblo rebelde, a la casa de Israel: Basta ya de cometer prácticas idolátricas, casa de Israel.
7 Profanan mi templo metiendo en mi santuario extranjeros, incircuncisos de corazón e incircuncisos de carne, y ofreciéndome como alimento grasa y sangre, mientras quebrantan mi alianza con sus prácticas idolátricas.
8 En vez de atender al servicio de mis cosas santas, les encargan a ellos el servicio de mi santuario.
9 Por tanto, esto dice el Señor: Ningún extranjero incircunciso de corazón e incircunciso de carne entrará en mi santuario; absolutamente ninguno de los extranjeros que viven con los israelitas.
10 Los levitas, que se alejaron de mí cuando Israel se extravió, abandonándome para seguir a sus ídolos, pagarán su culpa,
11 y desempeñarán en mi santuario el oficio de porteros y sacristanes del templo. Ellos degollarán las víctimas del holocausto y del sacrificio del pueblo, al servicio de la gente.
12 Porque le sirvieron delante de sus ídolos, arrastrando al pecado a la casa de Israel; por eso les juro con la mano en alto – oráculo del Señor– que pagarán sus culpas,
13 y no se acercarán a mí para oficiar como sacerdotes ni podrán acercarse a mis cosas santas o sacrosantas. Cargarán con su vergüenza y con las prácticas idolátricas que perpetraron.
14 Yo los nombro encargados de todos los servicios y oficios auxiliares del templo.
15 Pero los sacerdotes levíticos descendientes de Sadoc, que se hicieron cargo del servicio de mi santuario cuando los israelitas anduvieron extraviados lejos de mí, se acercarán a mí para servirme y estarán en mi presencia, para ofrecerme grasa y sangre – oráculo del Señor– .
16 Ellos entrarán en mi santuario y se acercarán a mi mesa como ministros míos y se encargarán de mi servicio.
17 Cuando tengan que entrar por la puerta del atrio interior, se pondrán vestiduras de lino; no llevarán ropa de lana cuando vayan a oficiar en las puertas del atrio interior o dentro del atrio.
18 Irán cubiertos con turbantes de lino, llevarán calzones de lino, pero no se ceñirán, para no sudar.
19 Cuando tengan que salir al atrio exterior, donde está el pueblo, se quitarán las vestiduras con las que oficiaron, dejándolas en las sacristías, y se pondrán otra ropa. Así no consagrarán al pueblo con sus vestiduras.
20 No se raparán la cabeza ni irán desmelenados; se recortarán el pelo.
21 Ningún sacerdote beberá vino cuando vaya a entrar en el atrio interior.
22 No tomarán por mujer a viuda ni a repudiada; sólo podrán casarse con vírgenes del linaje de la casa de Israel o con la viuda de un sacerdote.
23 Declararán a mi pueblo lo que es sagrado y lo que es profano y dictaminarán lo que es puro o impuro.
24 En los pleitos actuarán como jueces. Sentenciarán según mis leyes; guardarán mis mandatos y preceptos en todas mis festividades y santificarán mis sábados.
25 No se contaminarán con ningún cadáver, a no ser del padre, la madre, el hermano o la hermana soltera.
26 Después de purificarse, contará siete días,
27 y cuando vaya a entrar en el atrio interior para oficiar en el santuario, ofrecerá por sí mismo un sacrificio expiatorio – oráculo del Señor– .
28 No tendrán propiedad hereditaria: yo soy su propiedad; no les darán ninguna posesión en Israel: yo soy su posesión.
29 Comerán la ofrenda y las víctimas de los sacrificios expiatorios y penitenciales.
30 También les pertenece todo lo dedicado al Señor. Lo mejor de las primicias de toda especie y de los tributos de toda especie será para los sacerdotes. La primicia de la molienda se la darán al sacerdote para que la bendición descienda sobre la casa de ustedes.
31 Los sacerdotes no comerán ningún ave ni animal terrestre muerto o desgarrado por una fiera.

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Ezequiel  44,1-31Vuelve la gloria. Era necesario delimitar muy bien el área del templo y dentro de él el espacio más sagrado, alejándolo lo más posible de toda mancha externa (43,7-9), porque lo que viene a continuación es nada menos que el regreso de la Gloria del Señor al nuevo templo (43,4s); la entrada de la Gloria es triunfal. Si para Ezequiel la experiencia del destierro tiene su punto culminante en la partida de la Gloria de Dios de Jerusalén, el fin del destierro tiene su inicio en el regreso de la misma Gloria a su punto de partida. Para el profeta está claro que al estar dispuestos el templo del Señor y el palacio del rey en la misma área se produjo la profanación de la morada santa; por eso, el nuevo templo se reserva un área sagrada que aleja toda posible profanación (43,10-12).
El lugar por donde ha hecho su entrada triunfal la Gloria de Dios, es decir, la puerta oriental, permanecerá perpetuamente cerrada, con lo cual se quiere expresar la decisión de Dios de no volver a salir de en medio de su pueblo (44,1-9). Esta permanencia exige una especial atención a la calidad de los que pueden entrar al templo, quedando excluidos los incircuncisos y los extranjeros (44,7-9).
El siguiente paso en la disposición del ambiente para el culto es la calidad de los que ejercerán este ministerio (44,10-31). Ezequiel distingue en el servicio al altar entre los levitas, que por sus infidelidades pasadas perdieron calidad y son casi servidores de segunda categoría, y los sacerdotes hijos de Sadoc, quienes tienen el privilegio de entrar en el santuario, para lo cual deben estar sometidos a las más rigurosas normas de pureza personal, ritual y cultual.