Ezequiel  45 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 25 versitos |
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Reparto de la tierra
Jos 13– 21

Cuando se repartan por sorteo la herencia de la tierra, reservarán para el Señor como tributo una fracción sagrada de doce kilómetros y medio de longitud por diez de anchura. Toda su superficie será sagrada.
2 En ella se dejará para el santuario un cuadro de doscientos cincuenta metros de lado, rodeado de veinticinco metros de pastos.
3 Aquí medirán una parcela de doce kilómetros y medio de largo por cinco de ancho, en la que se levantará el santuario.
4 Es la parcela sacrosanta del país. Se adjudicará a los sacerdotes ministros del santuario que se acercan al Señor para servirle. Allí tendrán solares para sus casas y pastos para el ganado.
5 A los levitas, empleados del templo, se les adjudicará una propiedad de doce kilómetros y medio de longitud por cinco de anchura, para que tengan ciudades donde habitar.
6 El área señalada como territorio de la ciudad medirá doce kilómetros y medio de largo por dos y medio de ancho, a lo largo del territorio sagrado. Pertenecerá a toda la casa de Israel.
7 Al príncipe le asignarán una propiedad a ambos lados del territorio sagrado y de los límites de la ciudad; se extenderán desde el límite del territorio sagrado y del límite de la ciudad hasta el mar por occidente y hasta la frontera por oriente. Su longitud de frontera a frontera corresponde a una de las porciones asignadas a las tribus.
8 Ésta será su posesión en Israel. Mis príncipes ya no explotarán a mi pueblo, sino que adjudicarán la tierra a la casa de Israel, por tribus.
9 Esto dice el Señor: ¡Basta ya, príncipes de Israel! Abandonen la violencia y el robo y practiquen el derecho y la justicia. Dejen de atropellar a mi pueblo – oráculo del Señor– .
10 Usen balanzas justas, pesas justas y medidas justas.
11 La unidad de medida será la misma para sólidos y líquidos. Un canasto y un tonel serán iguales y de una misma medida, de manera que tanto el tonel como el canasto tendrán la décima parte de una carga. A partir de la carga serán fijadas las medidas.
12 El siclo valdrá veinte óbolos. Cinco siclos serán siempre cinco siclos, diez siclos serán diez siclos y cincuenta siclos valdrán una mina.
13 Arancel tributario: una sexta parte de una medida de trigo por cada carga de trigo y una sexta parte de una medida de cebada por cada carga de cebada.
14 Tasa de aceite el aceite se medirá con el tonel: un tonel por cada carga pues diez toneles hacen una carga.
15 Una oveja por cada rebaño de doscientas cabezas, como tributo de las familias de Israel, para expiar por medio de la ofrenda, del holocausto y del sacrificio de comunión – oráculo del Señor– .
16 Toda la población en Israel está obligada a dar al príncipe este tributo.
17 El príncipe es responsable del holocausto, la ofrenda y la libación en las fiestas, días de luna nueva, sábados y solemnidades de la casa de Israel. Él en persona hará el sacrificio expiatorio, la ofrenda, el holocausto y el sacrificio de comunión para expiar por los pecados de la casa de Israel.
18 Esto dice el Señor: El día uno del mes primero tomarás un novillo sin defecto y purificarás el santuario.
19 El sacerdote tomará sangre de la víctima expiatoria, untará con ella los marcos de las puertas del templo y los cuatro ángulos del bloque del altar y el marco de la puerta del atrio interior.
20 Lo mismo harás el siete del mes por los que hayan pecado por inadvertencia o por ignorancia, y así expiarás por el templo.
21 El día catorce del mes primero celebrarán la Pascua. Comerán panes ázimos durante siete días.
22 El primer día ofrecerá el príncipe un novillo como víctima expiatoria por sí y por toda la población del país.
23 Cada uno de los siete días de la fiesta ofrecerá al Señor en holocausto siete novillos y siete carneros sin defecto y un chivo como víctima expiatoria.
24 Añadirá una ofrenda de una medida de harina por cada novillo y una medida de harina por cada carnero, más siete litros de aceite por cada medida de harina.
25 En la fiesta del día quince del mes séptimo se hará la misma ofrenda durante siete días: sacrificio expiatorio, holocausto, ofrenda y aceite.

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Ezequiel  45,1-25Reparto de la tierra. Se fijan las normas para el reparto ideal de la tierra. Lo primero que hay que tener en cuenta son los espacios que tendrán carácter sagrado: el espacio del templo (45,1-4a), para los sacerdotes (45,4b), y levitas (45,5s), y por último, para el príncipe (45,7), quien no será como antaño «dueño» del país, poseerá una parcela y el resto lo distribuirá a su pueblo por tribus (45,8).
Se entremezclan los deberes religiosos y sociales del príncipe con la fijación del calendario litúrgico del templo (45,9-46,18). En cuanto al príncipe, debe ser ejemplo de fe y de vida para el pueblo, promotor principal de la justicia y el derecho. Su función ya no será la de rey, pues Israel no tendrá otro rey que el Señor. En cuanto al calendario litúrgico, quedan fijadas la fiesta de la pascua (45,18-24), la de las tiendas o cabañas (45,25), los sábados y las fiestas de luna nueva (46,1-7). Nótese el interés especial que hay en los detalles de las ofrendas y sacrificios de cada fiesta.
La prescripción exclusiva para el príncipe (46,16-18) busca evitar que su propiedad desaparezca, pero más importante aún es evitar que esa propiedad aumente en detrimento de la propiedad de los demás israelitas. En el fondo, es una medida socio económica muy justa que busca evitar la concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos.