Oseas  11 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 12 versitos |
1

La niñez de Israel

Cuando Israel era niño, lo amé,
y desde Egipto llamé a mi hijo.
2 Cuanto más los llamaba,
más se alejaban de mí:
ofrecían sacrificios a los Baales
y quemaban ofrendas a los ídolos.
3 Yo enseñé a andar a Efraín
y lo llevé en mis brazos,
y ellos sin darse cuenta
de que yo los cuidaba.
4 Con correas de amor los atraía,
con cuerdas de cariño.
Fui para ellos como quien alza
una criatura a las mejillas;
me inclinaba y les daba de comer.
5 Pero volverá a Egipto,
asirio será su rey,
porque no quisieron convertirse.
6 Irá girando la espada
por sus ciudades
y destruirá sus cerrojos;
por sus maquinaciones
devorará
7 a mi pueblo,
aferrado a la infidelidad.
Aunque invoquen a su Dios,
tampoco los levantará.
8 ¿Cómo podré dejarte, Efraín;
entregarte a ti, Israel?
¿Cómo dejarte como a Admá;
tratarte como a Seboín?
Me da un vuelco el corazón,
se me conmueven las entrañas.
9 No ejecutaré mi condena,
no volveré a destruir a Efraín;
que soy Dios y no hombre,
el Santo en medio de ti
y no enemigo destructor.
10 Irán detrás del Señor,
que rugirá como león;
sí, rugirá y vendrán temblando
sus hijos desde occidente,
11 desde Egipto vendrán
temblando como pájaros,
desde Asiria como palomas,
y los haré habitar en sus casas
– oráculo del Señor– .
12 Efraín me rodea de mentiras,
y de engaños la casa de Israel
Judá es el rebaño,
el pueblo del Señor
se mantiene fiel al Santo.

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Introducción a Oseas 

OSEAS

Época. Según el título del libro, el profeta Oseas, hijo de Beerí ejerció su actividad en el reino del Norte, durante el reinado de Jeroboán II (782-753 a.C.). Jehú, jefe militar de una guarnición, se levantó a vengar violentamente los crímenes pasados y selló la venganza haciendo asesinar a Jezabel en el campo de Yezrael -con matanzas criminales vengó crímenes pasados-. Fundó una vigorosa dinastía que contó cinco reyes y duró cien años (841-753 a.C.); el penúltimo rey de esta dinastía fue Jeroboán II. Durante su reinado restableció las fronteras nacionales, desde el Paso de Jamat hasta el Mar Muerto, sometiendo de nuevo el reino transjordánico de Moab.
Con la paz vino la prosperidad, y con ella graves diferencias sociales, lujo, confianza en los bienes de la tierra, corrupción de costumbres. Pero también cultivo de las artes: con dependencia extranjera en las artes plásticas, con soberana maestría en la literatura. En este siglo comienza una edad de oro literaria -al menos una época clásica- que culminará con Isaías, y que cuenta con poetas tan importantes como Amós y Oseas, y magníficos narradores como los autores de tantas páginas incorporadas en el libro de los Reyes.
A la muerte de Jeroboán II comienza la rápida decadencia del reino del Norte. En treinta años se suceden cuatro dinastías por asesinato y usurpación. El reino dejó de existir en el 722 a.C. El título del libro, con su cronología parcial, da a entender que la actividad de Oseas continuó tras la muerte de Jeroboán II; de hecho en sus páginas se reflejan los cambios violentos de dinastías. No sabemos si el profeta llegó a contemplar la destrucción de su patria.

Temas de su profecía.
Oseas es sobre todo un profeta acusador. El pecado capital que denuncia es la infidelidad al Señor, presentada como fornicación, prostitución y adulterio. Esa infidelidad se muestra ante todo en el culto de los ídolos, con sus altares y sacrificios, las consultas a los adivinos, los cultos de fertilidad y la prostitución sagrada. Otra forma de infidelidad son las alianzas políticas, especialmente con Asiria y Egipto cuyo poderío militar y político ocupa el puesto de Dios. Sus consecuencias son la dependencia económica, tributos onerosos, y al final la represión y la deportación (7,8-12; 8,9s).
En sus profecías se puede resaltar la denuncia a la confianza del pueblo en sus fortificaciones militares y en sus riquezas (8,14; 11, 13s; 12,9); su ambición, con sus secuelas de usurpaciones, la inestabilidad política, y la debilidad del rey (7,3-7; 10,15; 13,10s). Finalmente, aunque con menos desarrollo que en otros profetas, denuncia las injusticias sociales (4,1s; 6,6.8s; 7,1; 10,12s).

Mensaje religioso. Domina en la predicación de Oseas la articulación pecado-castigo, muchas veces con la correspondencia inspirada en la ley del Talión: porque rechazan son rechazados, por olvidarse serán olvidados, una infidelidad engendra otra, los cultos de fertilidad producen esterilidad, la paloma atolondrada cae en la red, la novilla atrae el yugo, el arco falso provoca la espada certera. A veces se enuncia genéricamente (5,5; 7,2), y en forma de aforismo suena así: «Siembran vientos, cosechan tempestades».
Sin embargo, esta «ley del Talión» no es la última palabra del Señor; su amor es su última palabra, y porque sigue amando habrá salvación. Es más, el perdón está concedido antes de que el pueblo se convierta. Esta inagotable paciencia y fidelidad de Dios a su pueblo viene expresada en la imagen más importante del libro: el símbolo conyugal con que Oseas representa las relaciones de Dios con su pueblo.
Quizás el amor inquebrantable a su esposa infiel, le hizo al profeta penetrar en el misterio del amor de Dios a su pueblo. Dios es como un esposo, celoso pero paciente, siempre tendiendo la mano y esperando que su pueblo le corresponda con la fidelidad de una obediencia amorosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Oseas  11,1-12La niñez de Israel.Aparece aquí la figura del padre que prodiga toda clase de cuidados y tierna educación a su hijo. Así actuó Dios con Israel, pero su pueblo decidió lo contrario. Abandonó a su propio padre y se fue detrás de otros dioses. Él mismo se buscó la desgracia y el castigo: un asirio será su rey y se volverá a encontrar como en los días de Egipto (11,5): esclavizado, sometido, humillado. Con todo, a pesar de esta imagen de pueblo reducido a la servidumbre y a la humillación, sigue siendo el hijo amado que conmueve las entrañas de su padre. Por más que Israel ha traicionado y abandonado a su Dios, Dios no es capaz de abandonarlo; en lo más íntimo guarda la esperanza del retorno de su hijo para acogerlo de nuevo (11,8-11; cfr. Luc_15:1-32).
Los versículos 12,1s son una crítica a la política de los reyes de Israel que buscan ganarse el favor de los emperadores de turno y al mismo tiempo buscan aliados para enfrentarlos.