Oseas  8 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 14 versitos |
1

Han roto la alianza
Éx 32; 1 Re 12,25-33

¡Lleva a tu boca la trompeta!
Que un águila se abalanza
sobre la casa del Señor.
Porque han roto mi alianza
rebelándose contra mi ley.
2 Me gritan:
Te conocemos, Dios de Israel.
3 Pero Israel rechazó el bien;
que el enemigo lo persiga.
4 Se nombraron reyes
sin contar conmigo,
se nombraron príncipes
sin mi aprobación.
Con su plata y su oro
se hicieron ídolos para su perdición.
5 Me repugna tu novillo, Samaría,
ardo de ira contra él.
¿Cuándo lograrán la inocencia?
6 Porque, ¿qué es ese toro?,
¿acaso un dios?
Un escultor lo hizo, no es dios,
se hace astillas
el novillo de Samaría.
7

No valen alianzas ni fortalezas
7,8-12

Siembran viento
y cosechan tempestades;
los trigales no echan espiga
ni dan grano,
y si lo dieran,
lo devorarían los extranjeros.
8 Han devorado a Israel,
ya es entre las naciones
un objeto sin valor.
9 Porque han marchado a Asiria
como burro salvaje.
Efraín contrata su amor;
10 pero, aunque lo hayan contratado
con las naciones,
yo los atraparé,
y empezarán a disminuir
por las cargas del Rey soberano.
11 Porque Efraín multiplicó
sus altares para pecar,
para pecar le sirvieron sus altares.
12 Aunque les dé multitud de leyes,
las consideran como de un extraño.
13 Aunque inmolen víctimas en mi honor
y coman la carne,
al Señor no le agradan.
Tiene presentes sus culpas
y castigará sus pecados:
tendrán que volver a Egipto.
14 Israel olvidó a su Hacedor
y construyó palacios,
Judá fortificó muchas ciudades;
pero yo prenderé fuego
a sus ciudades
y devoraré sus fortificaciones.

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Introducción a Oseas 

OSEAS

Época. Según el título del libro, el profeta Oseas, hijo de Beerí ejerció su actividad en el reino del Norte, durante el reinado de Jeroboán II (782-753 a.C.). Jehú, jefe militar de una guarnición, se levantó a vengar violentamente los crímenes pasados y selló la venganza haciendo asesinar a Jezabel en el campo de Yezrael -con matanzas criminales vengó crímenes pasados-. Fundó una vigorosa dinastía que contó cinco reyes y duró cien años (841-753 a.C.); el penúltimo rey de esta dinastía fue Jeroboán II. Durante su reinado restableció las fronteras nacionales, desde el Paso de Jamat hasta el Mar Muerto, sometiendo de nuevo el reino transjordánico de Moab.
Con la paz vino la prosperidad, y con ella graves diferencias sociales, lujo, confianza en los bienes de la tierra, corrupción de costumbres. Pero también cultivo de las artes: con dependencia extranjera en las artes plásticas, con soberana maestría en la literatura. En este siglo comienza una edad de oro literaria -al menos una época clásica- que culminará con Isaías, y que cuenta con poetas tan importantes como Amós y Oseas, y magníficos narradores como los autores de tantas páginas incorporadas en el libro de los Reyes.
A la muerte de Jeroboán II comienza la rápida decadencia del reino del Norte. En treinta años se suceden cuatro dinastías por asesinato y usurpación. El reino dejó de existir en el 722 a.C. El título del libro, con su cronología parcial, da a entender que la actividad de Oseas continuó tras la muerte de Jeroboán II; de hecho en sus páginas se reflejan los cambios violentos de dinastías. No sabemos si el profeta llegó a contemplar la destrucción de su patria.

Temas de su profecía.
Oseas es sobre todo un profeta acusador. El pecado capital que denuncia es la infidelidad al Señor, presentada como fornicación, prostitución y adulterio. Esa infidelidad se muestra ante todo en el culto de los ídolos, con sus altares y sacrificios, las consultas a los adivinos, los cultos de fertilidad y la prostitución sagrada. Otra forma de infidelidad son las alianzas políticas, especialmente con Asiria y Egipto cuyo poderío militar y político ocupa el puesto de Dios. Sus consecuencias son la dependencia económica, tributos onerosos, y al final la represión y la deportación (7,8-12; 8,9s).
En sus profecías se puede resaltar la denuncia a la confianza del pueblo en sus fortificaciones militares y en sus riquezas (8,14; 11, 13s; 12,9); su ambición, con sus secuelas de usurpaciones, la inestabilidad política, y la debilidad del rey (7,3-7; 10,15; 13,10s). Finalmente, aunque con menos desarrollo que en otros profetas, denuncia las injusticias sociales (4,1s; 6,6.8s; 7,1; 10,12s).

Mensaje religioso. Domina en la predicación de Oseas la articulación pecado-castigo, muchas veces con la correspondencia inspirada en la ley del Talión: porque rechazan son rechazados, por olvidarse serán olvidados, una infidelidad engendra otra, los cultos de fertilidad producen esterilidad, la paloma atolondrada cae en la red, la novilla atrae el yugo, el arco falso provoca la espada certera. A veces se enuncia genéricamente (5,5; 7,2), y en forma de aforismo suena así: «Siembran vientos, cosechan tempestades».
Sin embargo, esta «ley del Talión» no es la última palabra del Señor; su amor es su última palabra, y porque sigue amando habrá salvación. Es más, el perdón está concedido antes de que el pueblo se convierta. Esta inagotable paciencia y fidelidad de Dios a su pueblo viene expresada en la imagen más importante del libro: el símbolo conyugal con que Oseas representa las relaciones de Dios con su pueblo.
Quizás el amor inquebrantable a su esposa infiel, le hizo al profeta penetrar en el misterio del amor de Dios a su pueblo. Dios es como un esposo, celoso pero paciente, siempre tendiendo la mano y esperando que su pueblo le corresponda con la fidelidad de una obediencia amorosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Oseas  8,1-6Han roto la alianza. Desgarradora sátira ante el desespero de Israel que toca dos aspectos: el político (1-4), y el religioso (5s). El peligro de invasión asiria simbolizado por el águila que se cierne sobre la casa de Israel (1) hace clamar angustiosamente: «te conocemos, Dios de Israel», pero se constata la indiferencia inconmovible de Dios. Ellos habían puesto su fe y su confianza en el toro de oro fundido con el que habían reemplazado al Señor, así que a ver si los salva la estatua... Se concibe a un Dios que aplica la ley del Talión.


Oseas  8,7-14No valen alianzas ni fortalezas. Describe con más detalle los desaciertos de Israel y su fracaso. No hay escapatoria para un pueblo que ha rehusado de mil maneras la propuesta de cómo conducirse. Aunque el ambiente histórico hace pensar en una huida real a Egipto para evadir la persecución y el vasallaje impuesta por Asiria, la mención del regreso a aquel país no deja de tener un sentido simbólico (13).