Joel  3 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 21 versitos |
1

Juicio de las naciones

¡Atención!, en aquellos días,
en aquel momento,
cuando cambie la suerte
de Judá y Jerusalén,
2 reuniré a todas las naciones
y las haré bajar al valle de Josafat:
allí las juzgaré por sus delitos
contra mi pueblo y herencia;
porque dispersaron a Israel
por las naciones,
se repartieron mi tierra,
3 se sortearon a mi pueblo,
cambiaban un muchacho
por una ramera,
vendían una ramera
por unos tragos de vino.
4 También ustedes, Tiro, Sidón
y región filistea,
¿qué quieren de mí?,
¿quieren vengarse de mí?,
¿van a tomar represalias contra mí?
Pues muy pronto
les daré su merecido:
5 porque me robaron mi oro y mi plata,
llevaron a sus templos
mis objetos preciosos;
6 vendieron los hijos de Judá y Jerusalén
a los griegos
para alejarlos de su territorio.
7 Pero yo los sacaré del país
donde los vendieron,
haré recaer la paga sobre ustedes:
8 venderé sus hijos e hijas a los judíos,
y ellos los venderán
al pueblo remoto de los sabeos
– lo ha dicho el Señor– .
9 Publiquen esto entre las naciones,
declaren la guerra santa,
alisten soldados,
que vengan todos los combatientes;
10 de los arados forjen espadas;
de las podaderas, lanzas;
diga el cobarde: Soy todo un soldado.
11 Vengan, pueblos de alrededor,
reúnanse allí:
el Señor conducirá sus guerreros.
12 Alerta, vengan las naciones
al valle de Josafat,
que allí me sentaré a juzgar
a los pueblos vecinos.
13 Mano a la hoz,
madura está la cosecha:
vengan a pisar la uva, que hay mucha;
desbordan las cubas,
porque abunda su maldad,
14 muchedumbres y muchedumbres
en el valle de la Decisión;
porque llega el día del Señor
en el valle de la Decisión.
15 Sol y luna se oscurecen,
los astros recogen su resplandor.
16 El Señor rugirá desde Sión,
alzará la voz en Jerusalén
y temblarán cielo y tierra;
el Señor será refugio de su pueblo,
fortaleza de los israelitas.
17 Y sabrán que yo soy el Señor, su Dios,
que habito en Sión, mi monte santo;
Jerusalén será santa
y no la atravesarán extranjeros.
18 Aquel día los montes manarán licor,
las colinas destilarán leche,
los torrentes de Judá
irán llenos de agua;
brotará un manantial
en el templo del Señor
que engrosará
el Torrente de las Acacias.
19 Egipto se volverá un desierto;
Edom, llanura desolada,
porque violentaron a los judíos
y derramaron
sangre inocente en su país.
20 Judá estará habitada siempre,
Jerusalén sin interrupción.
21 Vengaré su sangre,
no quedarán sin castigo,
y el Señor habitará en Sión.

Patrocinio

 
 

Introducción a Joel 

JOEL

Autor y fecha de composición. Nada nos dice el texto bíblico sobre Joel, hijo de Fatuel, cuyo nombre significa «el Señor es Dios». Tampoco sobre la época en la que actuó: el «enemigo del Norte» (2,20) puede ser Asiria, que destruyó a Israel; o Babilonia, que destruyó a Judá, o puede ser el enemigo por antonomasia para autores tardíos. La dispersión entre las naciones (4,2) es el destierro, y está vista como un acontecimiento ya pasado. La mención de los griegos (4,6) -si no es adición- nos lleva también a una época tardía, así como su concepción escatológica. La principal razón para colocar al profeta en el período preexílico es que se encuentra entre Oseas y Amós, ambos profetas del s. VIII a.C.

Tema. Esta obra es una poderosa creación literaria y significativa del modo de profetizar. El profeta toma como punto de partida una catástrofe ciudadana: una terrible plaga de langosta, fatal para una cultura agrícola. También él ha tomado parte en la situación: conoce las diversas variedades del insecto desolador, ha observado cómo se suceden las olas o nubes invasoras; ha contemplado con detalle los efectos destructores en las plantas. En su imaginación poética la plaga de langosta se convierte en un ejército aguerrido y ordenado que asalta y conquista una ciudad. Éste es un primer paso de elevación poética.
La catástrofe nacional pide una acción religiosa de expiación: una jornada de ayuno y penitencia para suplicar la compasión divina. Y aquí se nos presenta un aspecto de la religiosidad israelita, sus actos de culto, la proclamación del profeta, la participación de sacerdotes y pueblo en sus puestos respectivos.
Estos elementos litúrgicos están en el libro en su estado natural, sin transformación poética. Todo culmina en el oráculo con que Dios responde al pueblo, anunciando la liberación de la plaga y las bendiciones tradicionales que retornan sobre la tierra.
En este ambiente litúrgico, y con la iluminación poética, Joel levanta todo el suceso -la plaga de langosta- a la categoría religiosa de «día del Señor»: momento de la historia en que Dios interviene soberanamente, usando como instrumento los fenómenos atmosféricos o los ejércitos humanos. En «esos días» el Señor hace juicio público, castigando y salvando. Éste, que es un «día del Señor», puede convertirse fácilmente en el definitivo y futuro «día del Señor», en cuanto lo anuncia y prefigura.

Mensaje religioso. Es la visión escatológica del «día del Señor» lo más destacado del mensaje de este profeta, fiel al culto litúrgico de Dios. Un «día» cuya principal característica será la restauración definitiva por la efusión del Espíritu del Señor sobre todos y todas, sin discriminación: «sus hijos e hijas profetizarán, sus ancianos tendrán sueños, sus jóvenes verán visiones» (3,1s). Cualquier discriminación queda anulada: edad, sexo, condición social. La expresión literal que usa, «toda carne», abre sin límites su profecía, que será recogida por Lucas en los Hechos de los Apóstoles (2).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Joel  3,1-5Escatología: día del Señor. El perdón al pueblo implica también un restablecimiento de la armonía de la creación. Esta nueva era de armonía y paz con la creación será refrendada mediante la efusión del Espíritu. Ese Espíritu que antiguamente sólo descendía sobre jefes y líderes carismáticos (cfr. Núm_11:24-29; Jue_3:10; Jue_6:34; Isa_11:1s; Isa_61:1), ahora será derramado sobre todos, sin excepción, desde los más jóvenes hasta los mayores, hombres, mujeres, esclavos y libres. ¿Cómo no iba a retomar Lucas esta profecía para colocarla en el origen mismo de la Iglesia? (cfr. Hch_2:16-21).