Levítico 13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 59 versitos |
1

Enfermedades de la piel
2 Re 5

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
2 – Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel que parezca lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes.
3 El sacerdote examinará la parte afectada; si el pelo en ella se ha vuelto blanco y aparece hundida, es un caso de lepra. Después de examinarlo, el sacerdote lo declarará impuro.
4 Si se trata de una mancha blanquecina en la piel, pero no aparece hundida ni se ha vuelto blanco el pelo, entonces el sacerdote aislará al enfermo durante siete días.
5 El séptimo día lo examinará; si observa que el mal está localizado sin extenderse por la piel, lo volverá a aislar por otros siete días.
6 El séptimo día lo volverá a examinar; si observa que la mancha está pálida y que no se ha extendido por la piel, entonces lo declarará puro. Es un caso de irritación de la piel. El enfermo lavará sus vestidos y quedará puro.
7 Pero si después de examinado por el sacerdote y declarado puro se extiende la irritación por la piel, se hará examinar de nuevo por el sacerdote.
8 El sacerdote lo examinará; si observa que la irritación se ha extendido por la piel, lo declarará impuro. Es un caso de lepra.
9 »Cuando alguno tenga una afección cutánea será llevado al sacerdote.
10 El sacerdote lo examinará; si observa que tiene una inflamación blanquecina en la piel, que el pelo en esa parte se ha vuelto blanco y que se han formado llagas en la inflamación,
11 es un caso de lepra crónica. El sacerdote lo declarará impuro. No lo aislará, porque es impuro.
12 Pero si la afección va atacando la piel, hasta cubrir al enfermo de pies a cabeza – cuanto puede observar el sacerdote– , el sacerdote lo examinará;
13 si observa que la afección ha cubierto toda su carne, declarará puro al enfermo. Toda su piel se ha vuelto blanca: es puro.
14 Pero cuando aparezcan en él nuevas llagas, será impuro.
15 El sacerdote examinará las llagas, y lo declarará impuro, porque las llagas son impuras. Es un caso de lepra.
16 Y si se cierran las llagas y se vuelven blancas, se presentará al sacerdote.
17 El sacerdote lo examinará; si observa que la parte afectada se ha vuelto blanca, declarará puro al enfermo: es puro.
18 »Cuando uno tenga una úlcera ya sanada
19 y se le produzca sobre la úlcera una inflamación blanquecina o una mancha rojiza clara, se hará examinar por el sacerdote.
20 El sacerdote lo examinará; si la mancha aparece hundida y el pelo se ha vuelto blanco, el sacerdote lo declarará impuro. Es un caso de lepra producida en la úlcera.
21 Pero si al examinar la mancha observa el sacerdote que el pelo no se ha vuelto blanco ni se ha hundido la piel y que la mancha se ha vuelto pálida, entonces el sacerdote aislará al enfermo durante siete días;
22 si se extiende el mal por la piel, el sacerdote lo declarará impuro. Es un caso de lepra.
23 Pero si a los siete días la mancha sigue localizada, sin extenderse, se trata de la cicatriz de la úlcera. El sacerdote lo declarará puro.
24 »Cuando uno tenga una quemadura en la piel y se le produzca sobre la parte quemada una mancha blanca o rojiza clara,
25 el sacerdote lo examinará; si observa que el pelo en la mancha se ha vuelto blanco y que ésta aparece hundida, es un caso de lepra producida en la quemadura. El sacerdote lo declarará impuro: es un caso de lepra.
26 Pero si, al examinarlo, el sacerdote observa que no se ha vuelto blanco el pelo en la mancha ni se ha hundido la piel y que la mancha está pálida, entonces aislará al enfermo durante siete días.
27 El séptimo día lo examinará; si se ha extendido el mal por la piel, el sacerdote lo declarará impuro: es un caso de lepra.
28 Pero si la mancha está localizada, sin extenderse por la piel, y se ha vuelto pálida, se trata de la inflamación de la quemadura. El sacerdote lo declarará puro, pues se trata de la cicatriz de la quemadura.
29 »Cuando a un hombre o a una mujer se le produzca una afección en la cabeza o en la barba,
30 el sacerdote examinará la afección; si observa que está hundida y que el pelo se ha vuelto amarillo y ralo, el sacerdote lo declarará impuro: es un caso de sarna, afección de la cabeza o la barba.
31 Pero si, al examinar la sarna, el sacerdote ve que, aunque la piel no aparece hundida, ya no le queda pelo negro, aislará al enfermo durante siete días.
32 El séptimo día lo examinará; si observa que no se ha extendido la sarna, que no hay pelo amarillo ni aparece hundida,
33 entonces el enfermo se afeitará completamente menos la parte sarnosa, y el sacerdote lo volverá a aislar por otros siete días.
34 El séptimo día el sacerdote examinará la sarna; si observa que no se ha extendido y que la piel no aparece hundida, el sacerdote lo declarará puro. El enfermo lavará sus vestidos y quedará puro.
35 Pero si, después de declarado puro, se extiende la sarna, el sacerdote lo volverá a examinar;
36 si observa que la sarna se ha extendido, no hace falta que mire si el pelo se ha vuelto amarillo: es impuro.
37 Pero si ve que la sarna está localizada y le crece pelo negro, entonces la sarna está sanada: es puro, y el sacerdote lo declarará puro.
38 »Cuando a un hombre o a una mujer le salgan manchas blancas en la piel, el sacerdote lo examinará;
39 si observa sobre la piel manchas blancas pálidas, es un caso de eczema formada en la piel: es puro.
40 »Cuando a un hombre se le caiga el pelo, es un caso de calvicie: es puro.
41 Si se le cae el pelo de las sienes, se le forman entradas: es puro.
42 Si en la calvicie o en las entradas se le forman llagas rojizas claras, es un caso de lepra producida en la calvicie o en las entradas.
43 El sacerdote lo examinará; si observa en la calvicie o en las entradas una inflamación rojiza clara del mismo aspecto que la lepra de la piel del cuerpo,
44 se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro por lepra en la cabeza.
45 El que ha sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada e irá gritando: ¡Impuro, impuro!
46 Mientras le dure la afección seguirá impuro. Vivirá apartado y tendrá su morada fuera del campamento.
47

Infección de ropas

Cuando se produzca una infección en un vestido de lana o de lino,
48 en una trama o urdimbre de lana o de lino, en un cuero o en cualquier objeto de piel,
49 y aparezca en ellos una mancha verdusca o rojiza, es una infección que hay que hacer examinar al sacerdote.
50 El sacerdote examinará la mancha y aislará el objeto durante siete días.
51 El séptimo día lo examinará; si se ha extendido el mal por el vestido, o por la trama o urdimbre, o por el cuero del objeto hecho con piel, se trata de lepra maligna: es impuro.
52 Quemará el vestido, la trama o urdimbre, de lana o de lino, o el objeto de piel en el que ha prendido el mal, porque se trata de lepra maligna: lo quemará.
53 Pero si al examinarlo observa el sacerdote que no se ha extendido el mal por el vestido, trama, urdimbre o por el objeto de cuero,
54 mandará lavar la parte manchada y la volverá a aislar por otros siete días.
55 Después de lavada, el sacerdote volverá a examinar la mancha, y si no ha cambiado de aspecto, aunque no se haya extendido, es impura. El sacerdote la quemará: está corroída por el derecho o por el revés.
56 Pero si después de lavada, al examinarla el sacerdote, observa que la mancha se ha vuelto pálida, entonces arrancará el trozo del vestido, del cuero, de la trama o de la urdimbre.
57 Y si más tarde reaparece la mancha en el vestido, trama, urdimbre o en el objeto de piel, el mal sigue. Quemarán todo lo infectado.
58 El vestido, trama, urdimbre u objeto de cuero del que ha desaparecido la mancha al lavarlo, lo volverán a lavar y quedará puro.
59 Ésta es la ley sobre la infección en vestidos de lana o lino, en trama o urdimbre y en objetos de piel. Es la ley según la cual se declararán puros o impuros».

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Introducción a Levítico

LEVITICO

De todos los libros del Antiguo Testamento, el Levítico es el más extraño, el más erizado e impenetrable. Tabúes de alimentos, normas primitivas de higiene, insignificantes prescripciones rituales acobardan o aburren al lector de mejor voluntad. Hay creyentes que comienzan con los mejores deseos a leer la Biblia, y al llegar al Levítico desisten.
Es verdad que este libro puede interesar al etnólogo, porque encuentra en él, cuidadosamente formulados y relativamente organizados, múltiples usos parecidos a los de otros pueblos, menos explícitos y articulados. Sólo que no buscamos satisfacer la curiosidad etnológica. El Levítico es un libro sagrado, recogido entero por la Iglesia y ofrecido a los cristianos para su alimento espiritual como Palabra de Dios.
El Levítico, libro cristiano, ¿no sería mejor decir que es un libro abolido por Cristo? Todos los sacrificios reducidos a uno, y éste renovado en la sencillez de un convite fraterno; todas las distinciones de animales puros e impuros arrolladas por el dinamismo de Cristo, que todo lo asume y santifica. Desde la plenitud y sencillez liberadora de Cristo, el Levítico se nos antoja como un catálogo de prescripciones jurídicas abolidas, como país de prisión que recordamos sin nostalgia. Este sentido dialéctico del libro es interesante, desde luego, y llegará hasta ser necesario para denunciar la presencia reptante del pasado entre nosotros, para sanarmos de la tentación de recaída.
Entonces, ¿aquellas leyes eran malas? ¿Cómo las atribuye la Escritura a Dios? Tenemos que seguir buscando un acceso vivo a estas páginas, y no es poco que desafíen nuestro conformismo y curiosidad. El Levítico nos obliga a buscar, y esto es algo.

Contexto histórico en el que surgió el Levítico. En el s. V a.C. los judíos formaban una provincia bajo el dominio de Persia. No tenían independencia política ni soberanía nacional y dependían económicamente del gobierno imperial. No tenían rey ni tampoco, quizás, profetas, pues la época de las grandes personalidades proféticas había ya pasado. Pero eran libres para practicar su religión, seguir su derecho tradicional y resolver sus pleitos. Muchos judíos vivían y crecían en la diáspora.
En estas circunstancias el Templo y el culto de Jerusalén son la gran fuerza de cohesión, y los sacerdotes sus administradores. La otra fuerza es la Torá, conservada celosamente, interpretada y aplicada con razonable uniformidad en las diversas comunidades. Es así como surgió el enorme cuerpo legislativo conocido posteriormente con el nombre de Levítico -perteneciente al mundo sacerdotal o clerical- con todas las normas referentes al culto, aunque contiene algunas de ámbito civil o laico.
Con cierta lógica, el recopilador insertó este código legal en la narrativa del Éxodo, en el tiempo transcurrido -casi dos años- desde la llegada de los israelitas al Sinaí (Éx 19) y su salida (Nm 10). Es así como el libro del Levítico llegó a formar parte del Pentateuco.

Mensaje religioso. Procuremos trasladarnos al contexto vital del libro, no por curiosidad distante, sino buscando el testimonio humano. Pues bien, en estas páginas se expresa un sentido religioso profundo: el ser humano se enfrenta con Dios en el filo de la vida y la muerte, en la conciencia de pecado e indignidad, en el ansia de liberación y reconciliación. Busca a Dios en el banquete compartido; se preocupa del prójimo tanteando diagnósticos, adivinando y previniendo contagios, ordenando las relaciones sexuales para la defensa de la familia.
El Levítico es en gran parte un libro de ceremonias, sin la interpretación viva y sin los textos recitados. En este sentido, resulta un libro de consulta más que de lectura. Pero, si superando la maraña de pequeñas prescripciones, llegamos a auscultar un latido de vida religiosa, habremos descubierto una realidad humana válida y permanente.
Traslademos el libro al contexto cristiano, y desplegará su energía dialéctica. Ante todo nos hará ver cómo lo complejo se resuelve en la simplicidad de Cristo. Pero al mismo tiempo debemos recordar que la simplicidad de Cristo es concentración, y que esa concentración exige un despliegue para ser comprendida en su pluralidad de aspectos y riqueza de contenido. Cristo concentra en su persona y obra lo sustancial y permanente de las viejas ceremonias; éstas, a su vez, despliegan y explicitan diversos aspectos de la obra de Cristo. Así lo entendió el autor de la carta a los Hebreos, sin perderse en demasiados particulares, pero dándonos un ejemplo de reflexión cristiana.
Contemplando el Levítico como un arco entre las prácticas religiosas de otros pueblos y la obra de Cristo, veremos en él la pedagogía de Dios. Pedagogía paterna y comprensiva y paciente: comprende lo bueno que hay en tantas expresiones humanas del paganismo, lo aprueba y lo recoge, lo traslada a un nuevo contexto para depurarlo y desarrollarlo. Con esos elementos encauza la religiosidad de su pueblo, satisface la necesidad de expresión y práctica religiosa. Pero al mismo tiempo envía la palabra profética para criticar el formalismo, la rutina, el ritualismo, que son peligros inherentes a toda práctica religiosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Levítico 13,1-46Enfermedades de la piel. En línea con la función sacerdotal de separar lo sagrado de lo profano, lo puro de lo impuro (10,10), se presenta aquí una complicada casuística sobre las posibilidades de impureza por alguna afección física relacionada con la piel. No se ha establecido aún qué tipo de afecciones cutáneas son las que se mencionan aquí; el hebreo utiliza un término genérico que algunos traducen por lepra, pero podría tratarse de alguna otra afección, como una dermatitis, una soriasis o un eczema, que obviamente están muy lejos de tener un tratamiento semejante al de la lepra.
En todo caso, el afectado debía seguir puntualmente las indicaciones del sacerdote, el cual debía ser un experto en esas cuestiones. Lo más terrible que podía pasarle al enfermo era ser declarado efectivamente leproso, pues ello implicaba el aislamiento total de la comunidad con las características que prescribe el versículo 46. Diez de estos leprosos son los que gritan de lejos a Jesús, implorando su favor; tras quedar limpios y presentarse al sacerdote para que les diera el «certificado» de pureza, uno solo se vuelve para dar gracias a Jesús (cfr. Luc_17:12-19). Los otros nueve estaban más preocupados por la cuestión legal -simbolismo del Israel obstinado-.


Levítico 13,47-59Infección de ropas. Es posible que los que vivimos en países de clima tropical o semitropical compartamos la experiencia de encontrar las prendas de vestir con manchas y fuerte olor después de algún tiempo guardadas, aunque estuvieran limpias. Lo que ataca el paño, el lino, el cuero e incluso los muros de las casas, y que nosotros llamamos moho, hongos o musgo, también es materia de legislación.
Se prescribe un seguimiento u observación rigurosa, como en la primera parte del capítulo sobre las afecciones cutáneas. Se llega incluso a la necesaria destrucción de la prenda o del muro en caso de no presentar «mejoría». Nos suena muy extraño, a nosotros que con agua y sal solucionamos el problema; pero para los israelitas, en concreto para los sacerdotes, se trataba de un obstáculo para mantener el ambiente de pureza exigido en el culto y en la vida ordinaria de un pueblo en el que Dios había decidido establecer su morada.