Levítico 15 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 33 versitos |
1

Impurezas de orden sexual

El Señor habló a Moisés y a Aarón:
2 – Digan a los israelitas:
»Cuando un hombre padezca de gonorrea, es impuro.
3 Éstas son las normas de impureza en caso de gonorrea, sea fluida o espesa, porque ambas son impuras.
4 La cama en que se acueste el enfermo quedará impura. El asiento que use quedará impuro.
5 El que toque la cama del enfermo lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde.
6 El que se siente donde ha estado sentado el enfermo, lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde.
7 El que toque al enfermo lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde.
8 Si el enfermo escupe a uno que está puro, éste lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde.
9 La silla de montar que use el enfermo quedará impura.
10 El que toque un objeto sobre el que ha estado el enfermo quedará impuro hasta la tarde. Y el que lo transporte, lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde.
11 Aquél a quien el enfermo toque, antes de lavarse las manos, lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde.
12 Toda vasija de barro que toque el enfermo, se romperá; si es de madera, se lavará.
13 Cuando sane de la gonorrea, el enfermo contará siete días hasta su purificación. Lavará sus vestidos, se bañará con agua de manantial y quedará puro.
14 El octavo día tomará dos tórtolas o dos pichones de paloma, se presentará ante el Señor, a la entrada de la tienda del encuentro, y los entregará al sacerdote.
15 El sacerdote los ofrecerá uno en sacrificio expiatorio y el otro en holocausto. Así realiza la expiación por él, por su gonorrea, ante el Señor.
16 »Cuando un hombre tenga una eyaculación, se bañará y quedará impuro hasta la tarde.
17 También la ropa o el cuero adonde haya caído el semen se lavará y quedará impura hasta la tarde.
18 Si un hombre tiene relaciones sexuales con una mujer, se bañarán los dos y quedarán impuros hasta la tarde.
19 »La mujer, cuando tenga su menstruación, quedará manchada durante siete días. El que la toque quedará impuro hasta la tarde.
20 El sitio donde se acueste o donde se siente, mientras está manchada, quedará impuro.
21 El que toque su casa lavará sus vestiduras, se bañará y quedará impuro hasta la tarde.
22 El que toque el asiento que usó, lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde.
23 Si está ella sobre la cama o el asiento, el que los toque quedará impuro hasta la tarde.
24 Si un hombre se acuesta con ella, pasará también a él la mancha: quedará impuro durante siete días, y dejará impura la cama en que se acueste.
25 »Cuando una mujer tenga hemorragias frecuentes fuera o después de la menstruación, quedará impura, como en la menstruación, mientras le duren las hemorragias.
26 La cama en que se acueste mientras le duran las hemorragias, quedará impura, lo mismo que en la menstruación. El asiento en que se siente quedará impuro.
27 El que los toque quedará impuro. Lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde.
28 Si sana de sus hemorragias, contará siete días y después quedará pura.
29 El octavo día tomará dos tórtolas o dos pichones de paloma, los presentará al sacerdote, a la entrada de la tienda del encuentro.
30 El sacerdote ofrecerá uno en sacrificio expiatorio y otro en holocausto. Así realiza la expiación por ella, por la impureza de sus hemorragias ante el Señor.
31 Ustedes deberán prevenir a los israelitas de la impureza, para que no mueran a causa de ella, por haber profanado mi morada que está en medio de ustedes.
32 Ésta es la ley sobre la gonorrea, las eyaculaciones que dejan impuro al hombre,
33 sobre la menstruación de la mujer, las secreciones de hombre o de mujer y sobre el hombre que se acuesta con una mujer en estado de impureza.

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Introducción a Levítico

LEVITICO

De todos los libros del Antiguo Testamento, el Levítico es el más extraño, el más erizado e impenetrable. Tabúes de alimentos, normas primitivas de higiene, insignificantes prescripciones rituales acobardan o aburren al lector de mejor voluntad. Hay creyentes que comienzan con los mejores deseos a leer la Biblia, y al llegar al Levítico desisten.
Es verdad que este libro puede interesar al etnólogo, porque encuentra en él, cuidadosamente formulados y relativamente organizados, múltiples usos parecidos a los de otros pueblos, menos explícitos y articulados. Sólo que no buscamos satisfacer la curiosidad etnológica. El Levítico es un libro sagrado, recogido entero por la Iglesia y ofrecido a los cristianos para su alimento espiritual como Palabra de Dios.
El Levítico, libro cristiano, ¿no sería mejor decir que es un libro abolido por Cristo? Todos los sacrificios reducidos a uno, y éste renovado en la sencillez de un convite fraterno; todas las distinciones de animales puros e impuros arrolladas por el dinamismo de Cristo, que todo lo asume y santifica. Desde la plenitud y sencillez liberadora de Cristo, el Levítico se nos antoja como un catálogo de prescripciones jurídicas abolidas, como país de prisión que recordamos sin nostalgia. Este sentido dialéctico del libro es interesante, desde luego, y llegará hasta ser necesario para denunciar la presencia reptante del pasado entre nosotros, para sanarmos de la tentación de recaída.
Entonces, ¿aquellas leyes eran malas? ¿Cómo las atribuye la Escritura a Dios? Tenemos que seguir buscando un acceso vivo a estas páginas, y no es poco que desafíen nuestro conformismo y curiosidad. El Levítico nos obliga a buscar, y esto es algo.

Contexto histórico en el que surgió el Levítico. En el s. V a.C. los judíos formaban una provincia bajo el dominio de Persia. No tenían independencia política ni soberanía nacional y dependían económicamente del gobierno imperial. No tenían rey ni tampoco, quizás, profetas, pues la época de las grandes personalidades proféticas había ya pasado. Pero eran libres para practicar su religión, seguir su derecho tradicional y resolver sus pleitos. Muchos judíos vivían y crecían en la diáspora.
En estas circunstancias el Templo y el culto de Jerusalén son la gran fuerza de cohesión, y los sacerdotes sus administradores. La otra fuerza es la Torá, conservada celosamente, interpretada y aplicada con razonable uniformidad en las diversas comunidades. Es así como surgió el enorme cuerpo legislativo conocido posteriormente con el nombre de Levítico -perteneciente al mundo sacerdotal o clerical- con todas las normas referentes al culto, aunque contiene algunas de ámbito civil o laico.
Con cierta lógica, el recopilador insertó este código legal en la narrativa del Éxodo, en el tiempo transcurrido -casi dos años- desde la llegada de los israelitas al Sinaí (Éx 19) y su salida (Nm 10). Es así como el libro del Levítico llegó a formar parte del Pentateuco.

Mensaje religioso. Procuremos trasladarnos al contexto vital del libro, no por curiosidad distante, sino buscando el testimonio humano. Pues bien, en estas páginas se expresa un sentido religioso profundo: el ser humano se enfrenta con Dios en el filo de la vida y la muerte, en la conciencia de pecado e indignidad, en el ansia de liberación y reconciliación. Busca a Dios en el banquete compartido; se preocupa del prójimo tanteando diagnósticos, adivinando y previniendo contagios, ordenando las relaciones sexuales para la defensa de la familia.
El Levítico es en gran parte un libro de ceremonias, sin la interpretación viva y sin los textos recitados. En este sentido, resulta un libro de consulta más que de lectura. Pero, si superando la maraña de pequeñas prescripciones, llegamos a auscultar un latido de vida religiosa, habremos descubierto una realidad humana válida y permanente.
Traslademos el libro al contexto cristiano, y desplegará su energía dialéctica. Ante todo nos hará ver cómo lo complejo se resuelve en la simplicidad de Cristo. Pero al mismo tiempo debemos recordar que la simplicidad de Cristo es concentración, y que esa concentración exige un despliegue para ser comprendida en su pluralidad de aspectos y riqueza de contenido. Cristo concentra en su persona y obra lo sustancial y permanente de las viejas ceremonias; éstas, a su vez, despliegan y explicitan diversos aspectos de la obra de Cristo. Así lo entendió el autor de la carta a los Hebreos, sin perderse en demasiados particulares, pero dándonos un ejemplo de reflexión cristiana.
Contemplando el Levítico como un arco entre las prácticas religiosas de otros pueblos y la obra de Cristo, veremos en él la pedagogía de Dios. Pedagogía paterna y comprensiva y paciente: comprende lo bueno que hay en tantas expresiones humanas del paganismo, lo aprueba y lo recoge, lo traslada a un nuevo contexto para depurarlo y desarrollarlo. Con esos elementos encauza la religiosidad de su pueblo, satisface la necesidad de expresión y práctica religiosa. Pero al mismo tiempo envía la palabra profética para criticar el formalismo, la rutina, el ritualismo, que son peligros inherentes a toda práctica religiosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Levítico 15,1-33Impurezas de orden sexual. Se dan las normas de procedimiento en caso de enfermedad venérea del varón y dada la presencia de secreciones en el órgano genital de quien la padece.
La polución del hombre también es declarada motivo de impureza ritual -no moral- por la misma razón, la secreción, aunque en este caso no sea patológica, sino natural.
En el caso de la mujer también hay dos motivos de impureza, dependiendo del flujo: la menstruación como algo natural (19-24) y la hemorragia fuera del periodo menstrual, en este caso anormal (25-27). En ambos casos hay impureza y se necesita la purificación mediante el rito.
Ante esta normativa tan rígida, en concreto en el caso de la mujer con hemorragias continuas, podemos hacernos una idea de aquella mujer que hacía doce años soportaba ese mal, según nos relata el evangelio. Sabía que no podía estar entre la gente, que no podía tocar a nadie; sin embargo, se mete entre la gente y, para colmo, toca el manto de Jesús. Jesús tampoco está muy preocupado por cumplir la norma establecida. Él sabía qué tenía que hacer la mujer para quedar restablecida en la comunidad (15,28); pero él la restablece de otro modo: cumple con la norma, pero de una manera humanizadora. Hace hablar a la mujer, le devuelve su dignidad y su voz en la comunidad (cfr. Mar_5:25-34).