Levítico 2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 16 versitos |
1

Ofrendas de cereales
Ofrendas crudas
Nm 15,1-18

– Cuando alguien haga una ofrenda al Señor, su ofrenda será de harina de la mejor calidad, sobre la que se echará aceite y pondrá incienso.
2 La llevará a los sacerdotes aaronitas, y uno de éstos, tomando un puñado de harina, con aceite y todo el incienso, lo dejará quemarse sobre el altar, en obsequio. Es una ofrenda de aroma que aplaca al Señor.
3 El resto de la ofrenda será para Aarón y sus descendientes. Es la porción sagrada de la ofrenda al Señor.
4

Ofrendas preparadas

»Si haces una ofrenda cocida al horno, ésta será de tortas ázimas de la mejor harina amasadas con aceite y de galletas ázimas untadas de aceite.
5 »Si tu ofrenda es a la sartén, ésta será de la mejor harina ázima amasada con aceite.
6 La partirás en pedazos y le echarás encima aceite. Es una ofrenda.
7 »Si tu ofrenda es a la parrilla, ésta será de harina de la mejor calidad con aceite.
8 La ofrenda así preparada la presentarás al Señor llevándola al sacerdote, quien la pondrá junto al altar.
9 Tomará de la ofrenda el obsequio y lo dejará quemarse sobre el altar. Es una ofrenda de aroma que aplaca al Señor.
10 El resto de la ofrenda será para Aarón y sus descendientes. Es la porción sagrada de la ofrenda al Señor.
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Determinaciones particulares

Toda ofrenda que hagan al Señor será sin fermentar, porque nada que contenga levadura o miel debe ser quemado en ofrenda al Señor.
12 Las pueden ofrecer al Señor como primicias, pero no las pondrán sobre el altar como aroma que aplaca.
13 En cambio pondrás sal a todas las ofrendas. No dejes de echar a tus ofrendas la sal de la alianza de tu Dios. Todas las ofrecerás sazonadas.
14

Primicias

Si haces una ofrenda de primicias al Señor, ésta será de granos de espigas tiernas, tostados y machacados.
15 Le echarás aceite y le pondrás incienso. Es una ofrenda.
16 El sacerdote quemará, en obsequio, algo de la masa y el aceite con todo el incienso. Es una ofrenda al Señor.

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Introducción a Levítico

LEVITICO

De todos los libros del Antiguo Testamento, el Levítico es el más extraño, el más erizado e impenetrable. Tabúes de alimentos, normas primitivas de higiene, insignificantes prescripciones rituales acobardan o aburren al lector de mejor voluntad. Hay creyentes que comienzan con los mejores deseos a leer la Biblia, y al llegar al Levítico desisten.
Es verdad que este libro puede interesar al etnólogo, porque encuentra en él, cuidadosamente formulados y relativamente organizados, múltiples usos parecidos a los de otros pueblos, menos explícitos y articulados. Sólo que no buscamos satisfacer la curiosidad etnológica. El Levítico es un libro sagrado, recogido entero por la Iglesia y ofrecido a los cristianos para su alimento espiritual como Palabra de Dios.
El Levítico, libro cristiano, ¿no sería mejor decir que es un libro abolido por Cristo? Todos los sacrificios reducidos a uno, y éste renovado en la sencillez de un convite fraterno; todas las distinciones de animales puros e impuros arrolladas por el dinamismo de Cristo, que todo lo asume y santifica. Desde la plenitud y sencillez liberadora de Cristo, el Levítico se nos antoja como un catálogo de prescripciones jurídicas abolidas, como país de prisión que recordamos sin nostalgia. Este sentido dialéctico del libro es interesante, desde luego, y llegará hasta ser necesario para denunciar la presencia reptante del pasado entre nosotros, para sanarmos de la tentación de recaída.
Entonces, ¿aquellas leyes eran malas? ¿Cómo las atribuye la Escritura a Dios? Tenemos que seguir buscando un acceso vivo a estas páginas, y no es poco que desafíen nuestro conformismo y curiosidad. El Levítico nos obliga a buscar, y esto es algo.

Contexto histórico en el que surgió el Levítico. En el s. V a.C. los judíos formaban una provincia bajo el dominio de Persia. No tenían independencia política ni soberanía nacional y dependían económicamente del gobierno imperial. No tenían rey ni tampoco, quizás, profetas, pues la época de las grandes personalidades proféticas había ya pasado. Pero eran libres para practicar su religión, seguir su derecho tradicional y resolver sus pleitos. Muchos judíos vivían y crecían en la diáspora.
En estas circunstancias el Templo y el culto de Jerusalén son la gran fuerza de cohesión, y los sacerdotes sus administradores. La otra fuerza es la Torá, conservada celosamente, interpretada y aplicada con razonable uniformidad en las diversas comunidades. Es así como surgió el enorme cuerpo legislativo conocido posteriormente con el nombre de Levítico -perteneciente al mundo sacerdotal o clerical- con todas las normas referentes al culto, aunque contiene algunas de ámbito civil o laico.
Con cierta lógica, el recopilador insertó este código legal en la narrativa del Éxodo, en el tiempo transcurrido -casi dos años- desde la llegada de los israelitas al Sinaí (Éx 19) y su salida (Nm 10). Es así como el libro del Levítico llegó a formar parte del Pentateuco.

Mensaje religioso. Procuremos trasladarnos al contexto vital del libro, no por curiosidad distante, sino buscando el testimonio humano. Pues bien, en estas páginas se expresa un sentido religioso profundo: el ser humano se enfrenta con Dios en el filo de la vida y la muerte, en la conciencia de pecado e indignidad, en el ansia de liberación y reconciliación. Busca a Dios en el banquete compartido; se preocupa del prójimo tanteando diagnósticos, adivinando y previniendo contagios, ordenando las relaciones sexuales para la defensa de la familia.
El Levítico es en gran parte un libro de ceremonias, sin la interpretación viva y sin los textos recitados. En este sentido, resulta un libro de consulta más que de lectura. Pero, si superando la maraña de pequeñas prescripciones, llegamos a auscultar un latido de vida religiosa, habremos descubierto una realidad humana válida y permanente.
Traslademos el libro al contexto cristiano, y desplegará su energía dialéctica. Ante todo nos hará ver cómo lo complejo se resuelve en la simplicidad de Cristo. Pero al mismo tiempo debemos recordar que la simplicidad de Cristo es concentración, y que esa concentración exige un despliegue para ser comprendida en su pluralidad de aspectos y riqueza de contenido. Cristo concentra en su persona y obra lo sustancial y permanente de las viejas ceremonias; éstas, a su vez, despliegan y explicitan diversos aspectos de la obra de Cristo. Así lo entendió el autor de la carta a los Hebreos, sin perderse en demasiados particulares, pero dándonos un ejemplo de reflexión cristiana.
Contemplando el Levítico como un arco entre las prácticas religiosas de otros pueblos y la obra de Cristo, veremos en él la pedagogía de Dios. Pedagogía paterna y comprensiva y paciente: comprende lo bueno que hay en tantas expresiones humanas del paganismo, lo aprueba y lo recoge, lo traslada a un nuevo contexto para depurarlo y desarrollarlo. Con esos elementos encauza la religiosidad de su pueblo, satisface la necesidad de expresión y práctica religiosa. Pero al mismo tiempo envía la palabra profética para criticar el formalismo, la rutina, el ritualismo, que son peligros inherentes a toda práctica religiosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Levítico 2,1-16Ofrendas de cereales. Otra modalidad de sacrificio que no incluye la matanza es la ofrenda de cereales. Su principal característica es que sólo una parte de ella es quemada en el altar; el resto es «para Aarón y sus descendientes» (3) es decir, para los sacerdotes. Podía tratarse de cereal crudo, que consistía en una cantidad de harina de la mejor calidad mezclada con incienso (1-3), o bien podía ser el cereal preparado y cocido según tres métodos: al horno (4), a la sartén (5) o a la parrilla (7). En los tres casos se excluye la levadura, pero se emplea el aceite y la sal (13); la miel no se admite en las ofrendas. Respecto a la sal, se dice específicamente que es «la sal de la alianza» (13), lo cual tiene un alto valor simbólico para los israelitas (cfr. Eze_43:24); puede ser una manera de simbolizar la fidelidad, ya que la sal asegura la durabilidad y preserva de la corrupción. Se conoce por otros textos que griegos y árabes comían sal en el momento de sellar algún pacto. Como cristianos, nosotros estamos invitados por el mismo Jesús a ser sal de la tierra (Mat_5:13). Respecto a la miel, no está clara la razón de su prohibición en las ofrendas; podría tratarse de una forma de evitar cualquier similitud con los cultos paganos, donde sí era frecuente el uso de la miel. Los versículos 14-16 regulan la ofrenda de las primicias o primeros granos de la cosecha de los cereales.