Levítico 25 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 55 versitos |
1

Año sabático

El Señor habló a Moisés en el monte Sinaí:
2 – Di a los israelitas:
Cuando entren en la tierra que yo les voy a dar, la tierra gozará del descanso del Señor.
3 Durante seis años sembrarás tus campos y durante seis años vendimiarás tus viñedos y recogerás sus cosechas.
4 Pero el séptimo será año de descanso solemne para la tierra, el descanso del Señor. No sembrarás tus campos ni vendimiarás tus viñas.
5 No cortarás el grano que nazca por sí mismo ni recogerás las uvas del viñedo no podado. Es año de descanso para la tierra.
6 El descanso de la tierra les servirá de alimento a ti, a tu esclavo, a tu esclava, a tu jornalero, a tu criado y al emigrante que vive contigo.
7 Su entera cosecha servirá de pasto a tu ganado y a los animales salvajes.
8

Año jubilar
Dt 15,1-12

Deberás contar siete semanas de años, siete por siete, o sea, cuarenta y nueve años.
9 A toque de trompeta darás un mandato por todo el país, el día diez del séptimo mes. El día de la expiación harás resonar la trompeta por todo el país.
10 Santificarán el año cincuenta y promulgarán la liberación en el país para todos sus moradores. Celebrarán jubileo, cada uno recobrará su propiedad y retornará a su familia.
11 El año cincuenta es para ustedes un jubileo, no sembrarán, no cosecharán lo que vuelva a brotar de la última cosecha ni vendimiarán la viña que haya quedado sin podar.
12 Porque es jubileo, lo considerarás sagrado. Comerán de la cosecha de sus campos.
13 En este año jubilar cada uno recobrará su propiedad.
14 Cuando realicen operaciones de compra y venta con alguien de su pueblo, no se perjudiquen unos a otros.
15 Lo que compres a uno de tu pueblo se tasará según el número de años transcurridos después del jubileo. Él, a su vez, te lo cobrará según el número de cosechas anuales:
16 cuantos más años falten, más alto será el precio; cuantos menos, menor será el precio. Porque él te cobra según el número de cosechas.
17 Nadie perjudicará a uno de su pueblo. Respeta a tu Dios. Yo soy el Señor, su Dios.
18

Exhortación y promesa
Éx 16,22s

»Cumplan mis leyes y guarden mis mandatos poniéndolos por obra y habitarán tranquilos en la tierra.
19 La tierra dará sus frutos, comerán hasta saciarse y habitarán tranquilos.
20 Si se preguntan: ¿Qué vamos a comer el año séptimo? No hemos sembrado ni hemos recogido cosecha.
21 Yo les mandaré mi bendición el año sexto, para que produzca cosecha para los tres años.
22 Sembrarán el año octavo y comerán de la cosecha pasada. Hasta el año noveno, hasta el tiempo de levantar la cosecha, seguirán comiendo de la pasada.
23

Consecuencias del año jubilar
Bienes inmuebles
Rut 4,1-12

La tierra no se venderá a perpetuidad, porque es mía, y ustedes sólo están de paso por ella como huéspedes míos.
24 Por lo tanto en todas las tierras de su propiedad deben conceder a los dueños anteriores el derecho de volver a comprarla.
25 Si un hermano tuyo se arruina y vende parte de su propiedad hereditaria a su pariente más cercano toca rescatar lo vendido por su hermano.
26 El que no tenga quien lo rescate, si ahorra lo requerido para el rescate,
27 descontará los años desde su venta, y pagará al comprador lo que falta, recobrando así su propiedad.
28 Pero si no ha ahorrado lo requerido para el rescate, lo vendido quedará en poder del comprador hasta el año del jubileo, en que queda libre y vuelve a ser propiedad suya.
29 El que venda una vivienda situada en una ciudad amurallada tiene derecho al rescate hasta cumplirse un año de la venta. Su derecho al rescate es limitado.
30 Si no es rescatada en el plazo de un año, la casa situada en una ciudad amurallada queda definitivamente en propiedad del comprador y sus sucesores. No queda libre el año del jubileo.
31 Los poblados no amurallados se consideran como los campos. Sus casas tienen posibilidad de rescate: quedan libres el año del jubileo.
32 Referente a las ciudades de los levitas, éstos tienen derecho perpetuo a rescatar las casas de las ciudades de su propiedad.
33 Si no son rescatadas, quedan libres el año del jubileo, porque las casas de las ciudades de los levitas son propiedad suya entre los israelitas.
34 Los campos que rodean sus ciudades no se pueden vender, porque son propiedad perpetua de los levitas.
35

Conducta social
Dt 15,7s

Si un hermano tuyo se arruina y no puede mantenerse, tú lo sustentarás para que viva contigo como si fuera un extranjero o un huésped.
36 No le exijas ni intereses ni recargo. Respeta a tu Dios, y viva tu hermano contigo.
37 No le prestarás dinero a interés ni aumentarás el precio de los alimentos que le des.
38 Yo soy el Señor, su Dios, que los saqué de Egipto para darles la tierra de Canaán y ser su Dios.
39

Esclavos
Éx 21,2-6; Dt 15,12-18

Del propio pueblo
Si un hermano tuyo se arruina y se te vende, no lo tratarás como esclavo,
40 sino como jornalero o criado. Trabajará a tu servicio hasta el año del jubileo,
41 cuando él y sus hijos quedarán libres para retornar a su familia y recobrar su propiedad paterna.
42 Porque ellos son mis servidores a quienes saqué de Egipto, y no pueden ser vendidos como esclavos.
43 No tratarás con dureza a tu hermano. Respeta a tu Dios.
44

Extranjeros

Los esclavos y esclavas que ustedes tengan provendrán de los pueblos circundantes.
45 También podrán adquirirlos entre los hijos de los criados emigrantes que viven con ustedes, entre sus familias nacidas en Israel. Ellos serán propiedad de ustedes para siempre.
46 Se los dejarás en propiedad hereditaria a tus hijos cuando ustedes mueran. Siempre podrán servirse de ellos, pero a sus hermanos israelitas no los tratarán con dureza.
47

Israelita esclavo de un extranjero

Si un emigrante o un criado mejoran de posición y un hermano tuyo se arruina y se vende al emigrante o criado o a un descendiente de la familia del emigrante,
48 después de haberse vendido tiene derecho a rescate. Uno de sus hermanos lo rescatará,
49 o un tío suyo o su primo o alguien de su parentela, o él mismo si ahorra lo necesario.
50 Calculará con el comprador los años desde la venta hasta el jubileo, y el precio corresponderá al número de años, según la paga que se da a los trabajadores.
51 Si quedan muchos años, se devolverá del precio de compra, como rescate, lo que corresponda a dichos años.
52 Si quedan pocos años para el jubileo, pagará el rescate calculando los años que faltan.
53 Cada año que pase con él, será como un jornalero. Y no permitirás que lo traten con dureza.
54 Pero si no es rescatado de ninguna de estas maneras, él y sus hijos quedarán libres el año jubilar.
55 Porque los israelitas me pertenecen como servidores: son servidores míos, a quienes saqué de Egipto. Yo soy el Señor, su Dios.

Patrocinio

 
 

Introducción a Levítico

LEVITICO

De todos los libros del Antiguo Testamento, el Levítico es el más extraño, el más erizado e impenetrable. Tabúes de alimentos, normas primitivas de higiene, insignificantes prescripciones rituales acobardan o aburren al lector de mejor voluntad. Hay creyentes que comienzan con los mejores deseos a leer la Biblia, y al llegar al Levítico desisten.
Es verdad que este libro puede interesar al etnólogo, porque encuentra en él, cuidadosamente formulados y relativamente organizados, múltiples usos parecidos a los de otros pueblos, menos explícitos y articulados. Sólo que no buscamos satisfacer la curiosidad etnológica. El Levítico es un libro sagrado, recogido entero por la Iglesia y ofrecido a los cristianos para su alimento espiritual como Palabra de Dios.
El Levítico, libro cristiano, ¿no sería mejor decir que es un libro abolido por Cristo? Todos los sacrificios reducidos a uno, y éste renovado en la sencillez de un convite fraterno; todas las distinciones de animales puros e impuros arrolladas por el dinamismo de Cristo, que todo lo asume y santifica. Desde la plenitud y sencillez liberadora de Cristo, el Levítico se nos antoja como un catálogo de prescripciones jurídicas abolidas, como país de prisión que recordamos sin nostalgia. Este sentido dialéctico del libro es interesante, desde luego, y llegará hasta ser necesario para denunciar la presencia reptante del pasado entre nosotros, para sanarmos de la tentación de recaída.
Entonces, ¿aquellas leyes eran malas? ¿Cómo las atribuye la Escritura a Dios? Tenemos que seguir buscando un acceso vivo a estas páginas, y no es poco que desafíen nuestro conformismo y curiosidad. El Levítico nos obliga a buscar, y esto es algo.

Contexto histórico en el que surgió el Levítico. En el s. V a.C. los judíos formaban una provincia bajo el dominio de Persia. No tenían independencia política ni soberanía nacional y dependían económicamente del gobierno imperial. No tenían rey ni tampoco, quizás, profetas, pues la época de las grandes personalidades proféticas había ya pasado. Pero eran libres para practicar su religión, seguir su derecho tradicional y resolver sus pleitos. Muchos judíos vivían y crecían en la diáspora.
En estas circunstancias el Templo y el culto de Jerusalén son la gran fuerza de cohesión, y los sacerdotes sus administradores. La otra fuerza es la Torá, conservada celosamente, interpretada y aplicada con razonable uniformidad en las diversas comunidades. Es así como surgió el enorme cuerpo legislativo conocido posteriormente con el nombre de Levítico -perteneciente al mundo sacerdotal o clerical- con todas las normas referentes al culto, aunque contiene algunas de ámbito civil o laico.
Con cierta lógica, el recopilador insertó este código legal en la narrativa del Éxodo, en el tiempo transcurrido -casi dos años- desde la llegada de los israelitas al Sinaí (Éx 19) y su salida (Nm 10). Es así como el libro del Levítico llegó a formar parte del Pentateuco.

Mensaje religioso. Procuremos trasladarnos al contexto vital del libro, no por curiosidad distante, sino buscando el testimonio humano. Pues bien, en estas páginas se expresa un sentido religioso profundo: el ser humano se enfrenta con Dios en el filo de la vida y la muerte, en la conciencia de pecado e indignidad, en el ansia de liberación y reconciliación. Busca a Dios en el banquete compartido; se preocupa del prójimo tanteando diagnósticos, adivinando y previniendo contagios, ordenando las relaciones sexuales para la defensa de la familia.
El Levítico es en gran parte un libro de ceremonias, sin la interpretación viva y sin los textos recitados. En este sentido, resulta un libro de consulta más que de lectura. Pero, si superando la maraña de pequeñas prescripciones, llegamos a auscultar un latido de vida religiosa, habremos descubierto una realidad humana válida y permanente.
Traslademos el libro al contexto cristiano, y desplegará su energía dialéctica. Ante todo nos hará ver cómo lo complejo se resuelve en la simplicidad de Cristo. Pero al mismo tiempo debemos recordar que la simplicidad de Cristo es concentración, y que esa concentración exige un despliegue para ser comprendida en su pluralidad de aspectos y riqueza de contenido. Cristo concentra en su persona y obra lo sustancial y permanente de las viejas ceremonias; éstas, a su vez, despliegan y explicitan diversos aspectos de la obra de Cristo. Así lo entendió el autor de la carta a los Hebreos, sin perderse en demasiados particulares, pero dándonos un ejemplo de reflexión cristiana.
Contemplando el Levítico como un arco entre las prácticas religiosas de otros pueblos y la obra de Cristo, veremos en él la pedagogía de Dios. Pedagogía paterna y comprensiva y paciente: comprende lo bueno que hay en tantas expresiones humanas del paganismo, lo aprueba y lo recoge, lo traslada a un nuevo contexto para depurarlo y desarrollarlo. Con esos elementos encauza la religiosidad de su pueblo, satisface la necesidad de expresión y práctica religiosa. Pero al mismo tiempo envía la palabra profética para criticar el formalismo, la rutina, el ritualismo, que son peligros inherentes a toda práctica religiosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Levítico 25,1-7Año sabático. El año sabático de la tierra legislado ya en Éxo_23:10-11 está inspirado en el mismo esquema de seis días de trabajo y séptimo de descanso para los humanos, que según la corriente sacerdotal (P) es una manera de continuar la práctica del Creador: seis días de creación y el séptimo de reposo (cfr. Gén_1:1-2, 4a). En el caso de la tierra, son seis años de producción y uno de descanso. Lo importante de esta ley es, en primer lugar, el respeto por la tierra como si se tratara de un ser viviente; la tierra era vista con necesidad de reposo, como toda criatura, percepción que contrasta con las formas modernas de sobreexplotación agraria. En segundo lugar, los directos beneficiados de los frutos que espontáneamente debía generar la tierra durante este año sabático: no sólo el dueño de los campos, también debía alimentarse el esclavo, la esclava, el jornalero, el emigrante, los ganados y las fieras.
Seguramente, esta norma fue problemática, como refleja el versículo 20. Se llama a la confianza en el Señor, quien compensará el cumplimiento de sus leyes y preceptos con abundante cosecha el año sexto que alcanzará para tres años (21s).


Levítico 25,8-22Año jubilar - Exhortación y promesa. Tal vez no haya en todo el Antiguo Testamento una ley de reforma social más radical que ésta del jubileo, que intenta responder a situaciones de desigualdad y de injusticia social. Era un hecho que la monarquía había traído consigo una serie de males a Israel, entre ellos el paso de una sociedad igualitaria a unas condiciones de desigualdad económica y social que muchas veces fueron objeto de denuncia por parte de los profetas (Amó_2:6; Amó_5:11; Hab_3:14; etc.). Desde la situación de exilio que vive Israel se sueña con un regreso a la tierra y con una restauración de la nación.
Como ya hemos visto, la corriente sacerdotal (P) enfoca esa restauración desde la perspectiva de un culto perfecto, de ahí sus normas y preceptos cultuales y rituales ambientados en el Sinaí y puestos directamente en boca del Señor. Pero, además, el exilio ha servido para reconsiderar el pasado de injusticias y desigualdades vividas en el país antes del exilio. No sabemos si por influencia del pensamiento deuteronomista o por propia iniciativa, la corriente sacerdotal incluye en su proyecto de restauración este mandato sobre el año jubilar que tiene por objeto nivelar la sociedad periódicamente.
Este año, que debía celebrarse cada cincuenta, se inauguraba en el marco del día de la expiación. Ese día se hacía sonar la trompeta por todo el país, cuyo sonido era el aviso de inicio del retorno a casa de aquellos israelitas que por su empobrecimiento habían tenido que venderse como esclavos, la recuperación de la propiedad que se había vendido también a causa del empobrecimiento y el perdón o la condonación de las deudas (10-17).
Al parecer, este jubileo nunca se realizó en Israel después del retorno del exilio; al menos no hay registro en ninguno de los libros del Antiguo Testamento. Poco a poco, la sociedad del postexilio volvió a configurarse en ricos y pobres, pocos con mucho y muchísimos con poco o nada. El año jubilar, seguramente reclamado por quienes veían en él la oportunidad de salvación, de «volver a empezar», sufrió todos los obstáculos habidos y por haber, interpuestos obviamente por quienes manejan el poder y ven y «demuestran» que sería un descalabro económico para la nación devolver al empobrecido lo que en justicia le corresponde. Visto que la legislación humana no lograba llevar a la práctica esta ley, se fue proyectando poco a poco hacia una futura era mesiánica: una de las tareas del Mesías sería proclamar un año de gracia en favor de los humildes y oprimidos (cfr. Isa_61:1). En la mentalidad de Lucas, ése fue el eje fundamental del proyecto de Jesús.
Levítico 25,23-55Consecuencias del año jubilar. Las leyes contenidas en estos versículos pueden verse como consecuencia del mandato sobre el año jubilar, pero también se pueden entender como preparatorias para el jubileo. Hay una perspectiva muy importante acerca de la tierra: ésta es propiedad del Señor, quien se la ha prestado a los israelitas; ellos son simplemente huéspedes del Señor o peregrinos (23). Se puede negociar con los terrenos y las casas, pero nunca se hará de manera absoluta o definitiva, sino con miras a que pueda volver a las manos de su dueño o a alguien de su descendencia (24-28). El empobrecimiento de un hermano no puede tener como contrapartida el enriquecimiento de otro sin quebrantar el proyecto de justicia de Dios; éste sí que debería ser motivo de análisis frecuente en tantas comunidades de nuestro medio.
De la legislación sobre la compraventa de propiedades se pasa a las relaciones de tipo social que, en definitiva, se fundamentan en la misma dinámica de compra y venta, con la posibilidad de que el mismo ser humano sea el objeto de mercadeo. En favor del israelita se propone tratarlo como hermano, no explotarlo ni abusar de él, ni siquiera tratarlo como esclavo; no así con quienes provienen de otros pueblos o etnias: ésos sí se podían comprar o vender como cualquier otro objeto comercial, formaban parte del patrimonio familiar e incluso podían ser dejados como herencia a los hijos (46).
Es obvio que esta legislación choca con nuestro modo de pensar y con nuestras aspiraciones por una sociedad justa, pero era lo mejor que podía proponer la escuela sacerdotal (P) en consonancia con su manera de ver y de pensar las relaciones de Dios con Israel y de Israel con Dios en un momento concreto de su historia. De todos modos, no hay que olvidar que siempre es necesario confrontar cada pasaje con el criterio de la justicia absoluta de Dios, quien quiere igualdad y justicia para cada uno de sus hijos e hijas sin distinciones de ningún tipo, ¡ni siquiera religiosas!