Amos  1 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 15 versitos |
1

AMOS

Palabras de Amós, uno de los pastores de Tecua. Visión acerca de Israel durante los reinados de Ozías en Judá y de Jeroboán, hijo de Joás, en Israel.
Dos años antes del terremoto,
2 dijo:
El Señor ruge desde Sión,
alza la voz desde Jerusalén,
y aridecen los campos
de pastoreo,
se seca la cumbre del Carmelo.
3

Delito y castigo de ocho naciones

Así dice el Señor:
A Damasco, por tres delitos
y por el cuarto, no lo perdonaré:
porque trilló a Galaad
con trilladoras de hierro,
4 enviaré fuego a la casa de Hazael,
que devorará
los palacios de Ben-Adad.
5 Romperé los cerrojos de Damasco
y aniquilaré
a los jefes de Bigat Avén
y al que lleva cetro en Bet-Edén,
y el pueblo sirio irá desterrado a Quir
– lo ha dicho el Señor– .
6 Así dice el Señor:
A Gaza, por tres delitos
y por el cuarto, no la perdonaré:
porque hicieron prisioneros en masa
y los vendieron a Edom,
7 enviaré fuego a las murallas de Gaza,
que devorará sus palacios;
8 aniquilaré a los vecinos de Asdod,
al que lleva el cetro en Ascalón;
tenderé la mano contra Ecrón
y perecerá el resto de los filisteos
– lo ha dicho el Señor– .
9 Así dice el Señor:
A Tiro, por tres delitos
y por el cuarto, no la perdonaré:
porque vendió
innumerables prisioneros a Edom
y no respetó la alianza fraterna,
10 enviaré fuego a las murallas de Tiro,
que devorará sus palacios.
11 Así dice el Señor:
A Edom, por tres delitos
y por el cuarto, no lo perdonaré:
porque persiguió
con la espada a su hermano
ahogando la compasión,
alimentando un odio permanente,
conservó siempre la cólera,
12 enviaré fuego a Temán,
que devorará los palacios de Bosra.
13 Así dice el Señor:
A Amón, por tres delitos
y por el cuarto, no lo perdonaré:
porque abrieron el vientre
de las embarazadas de Galaad,
para ensanchar su territorio,
14 prenderé fuego
en la muralla de Rabá,
que devorará sus palacios,
entre los alaridos de la batalla
y el torbellino de la tormenta;
15 su rey marchará al destierro
junto con sus príncipes
– lo ha dicho el Señor– .

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Introducción a Amos 

AMOS

El profeta y su época. El profeta Amós nació en Tecua, a veinte kilómetros al sur de Jerusalén, en el reino de Judá; pero su actividad profética se desarrolló en el norte: en el reino de Israel. Gracias a su oficio de ganadero o granjero, gozó de una situación económica desahogada, que le permitió adquirir una buena formación intelectual y aprender el arte literario. Pero de aquella situación tranquila lo arrancó la llamada de Dios (7,10-14), para convertirlo en profeta de Israel. Amós predicó bajo el reinado de Jeroboán II (782-753 a.C.), en una época de paz y prosperidad material. Pero, si hemos de tomar como descripción general los datos de Oseas y de Amós, aquella sociedad estaba enferma de injusticia social, de sincretismo religioso e idolatría, y de una exagerada confianza en los recursos humanos.
Además de denunciar vigorosamente las injusticias sociales, el lujo, la satisfacción humana, Amós predice la catástrofe inminente. Extraña predicción en un momento en que el enemigo próximo, Damasco, está sin fuerzas para rehacerse, y el enemigo remoto y terrible, Asiria, no puede pensar en campañas occidentales. Pero Amós sabe que Israel está «madura» para la catástrofe, y, de hecho, el año 746 a.C. muere Jeroboán II, al año siguiente sube al trono de Asiria Tiglat Piléser III, que será el comienzo del fin para Israel. Con todo, Amós cierra su profecía con un oráculo de esperanza.

Mensaje religioso. El mensaje del profeta es de indignación y denuncia ante la explotación del pueblo humilde a manos de una minoría coaligada de políticos y aristócratas. Amós hace eco de la indignación de Dios, a quien presenta como un león, que ruge antes de hacer presa; el profeta es la voz de su rugido (3,4.8), que denuncia e invita a la conversión; si ésta no llega, el león hará presa (3,12; 5,19). El juicio de Dios comenzará por los pueblos circundantes (1,3-2,3), pasará a Judá (2,4s) y culminará en Israel (2,6-16). Israel es culpable de múltiples injusticias, de lujo inmoderado, de vanas complacencias, de cultos idolátricos; la injusticia vicia el culto legítimo (5,21-25), la idolatría lo corrompe.
La clase alta y el pueblo engañado piensan que pueden continuar con sus injusticias evitando las consecuencias: sea con el culto (5,21-23), sea con la riqueza y las fortificaciones (6,1), sea sobre todo con un supuesto «día del Señor» en que Dios será propicio a su pueblo. Ese día vendrá, pero será funesto (5,17s); el Señor pasará, pero castigando (5,16s); la elección será redoblada responsabilidad (3,2), y el encuentro con Dios será terrible (4,12).
Amós ataca el lujo de los ricos por lo que tiene de inconsciencia y falta de solidaridad (6,4-6); además, porque muchas riquezas han sido adquiridas explotando a los pobres (4,1; 5,11). Ataca las devotas y frecuentes peregrinaciones que no inciden en la vida. Denuncia la ilusión del pueblo porque se siente elegido y sacado de Egipto.
Como el pueblo no ha escarmentado en una serie de castigos (4,6-11), llegará a un juicio definitivo, de hambre y sed, luto y duelo (8,9-14); pero después de castigar a los pecadores (9,8.10) vendrá la restauración (9,11-15). Así termina en tonalidad de esperanza un libro de vibrantes denuncias que han hecho de Amós el «profeta de la justicia social».

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Amos  1,1-2Título del libro.Palabras o discursos y visiones de Amós. El subtítulo da noticia de quién es Amós: un pastor de Tecua, pequeña población al sur de Jerusalén, territorio de Judá; asimismo, informa sobre el período en el cual se lleva a cabo el ministerio del profeta. Los especialistas discuten sobre el estrato social de Amós; para unos se trata de un simple pastor, asalariado y eventualmente cultivador de higueras (7,14); para otros se trata de un ganadero y agricultor que tenía como negocio el ganado y el cultivo de higos. Es probable que se trate de lo segundo. Quizá gracias a cierta holgura económica, Amós ha tenido oportunidad de cultivarse intelectualmente, viajar, etc.; de ahí que sus palabras y discursos reflejen un conocimiento tan claro de la historia de oriente y, sobre todo, la capacidad de análisis coyuntural que hay detrás de sus palabras.
Su discurso, que ya desde el versículo 2 se anuncia como un rugido del mismo Señor desde su morada, Sión, mantendrá ese tono a todo largo del libro; sí, será un rugido que busca hacerse sentir en medio del sórdido ambiente del reino del norte. Su tono será tan alto, que el mismo sacerdote Amasías tendrá que confesar: «el país ya no puede soportar sus palabras» (7,10).


Amos  1,3-15Delito y castigo de ocho naciones. El mensaje de Amós comienza con una serie de ocho oráculos o mensajes de condena, dirigidos los siete primeros a los reinos vecinos, incluido Judá, y el último, más largo y por ello más completo, a Israel. La tradición oracular habría que ponerla propiamente en Amós, reconocido por todos como el primer profeta «escritor».
Es bueno tener en cuenta algunos aspectos literarios de los oráculos de Amós para una mejor comprensión. Cada oráculo va introducido por la expresión «así dice el Señor», para notar que no se trata de una simple palabra caprichosa del profeta, sino de un genuino mensaje divino. En segundo lugar, todos los oráculos de Amós contienen la siguiente frase: «por tres delitos... y por el cuarto», con la descripción de un solo delito. Amós es el único que utiliza este recurso típico de la tradición sapiencial en la tradición profética. ¿Qué sentido tiene? Son tantos los delitos de... que éste -el nombrado en el oráculo- desborda definitivamente la paciencia de Dios, por lo cual el trasgresor es condenado.
Conviene destacar la calidad del pecado de los otros pueblos en comparación con el de Israel (2,6-16). Los demás pueblos son juzgados por puros asuntos políticos, mientras que el pecado de Israel es de naturaleza netamente social; la tremenda brecha entre pobres y ricos, oprimidos y opresores está demostrando su falta de justicia, pues ha olvidado su atención al débil y la protección al inocente (6s). Viven en medio del derroche a costa del empobrecimiento del pueblo (8), perdiendo de vista que el Señor se fijó en Israel porque era un «no-pueblo» pobre y olvidado en Egipto con la intención de que ellos mantuvieran esa misma actitud respecto a los más débiles. Sin embargo, han eliminado sistemáticamente a quienes les han recordado ese compromiso (12). No queda otro camino que el castigo, del cual nadie escapará (14-16).