Amos  5 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 27 versitos |
1

LAMENTACIÓN POR ISRAEL
Lamentación por la casa de Israel

Escuchen estas palabras
que entono por ustedes:
una lamentación
por la casa de Israel.
2 Cayó para no levantarse
la doncella de Israel,
está arrojada en el suelo
y nadie la levanta.
3 Porque así dice el Señor
a la casa de Israel:
La ciudad de donde partieron mil
se quedará con cien;
de donde partieron cien,
se quedará con diez.
4 Así dice el Señor a la casa de Israel:
Búsquenme y vivirán:
5 no busquen a Betel,
no vayan a Guilgal,
no se dirijan a Berseba;
que Guilgal irá cautiva
y Betel se volverá Bet-Avén,
6 busquen al Señor y vivirán.
Y si no, a la casa de José
penetrará como fuego
y devorará a Betel
sin que nadie la apague.
7

Primer ay: justicia en los tribunales
Is 5,1-25

¡Ay de los que convierten
la justicia en veneno
y arrastran por el suelo el derecho,
8 odian al que juzga rectamente
en el tribunal
y detestan
al que testifica con verdad!
9 Por eso, por haber pisoteado al pobre
exigiéndole un tributo de grano,
si construyen
casas de piedras talladas,
no las habitarán;
si plantan viñas selectas,
no beberán de su vino.
10 Porque yo conozco
sus muchos crímenes
e innumerables pecados:
oprimen al inocente,
aceptan sobornos,
atropellan a los pobres en el tribunal
11 – por eso se calla
entonces el prudente,
porque es un momento peligroso– .
12 Busquen el bien, no el mal, y vivirán
y estará realmente con ustedes
el Señor, Dios Todopoderoso,
como ustedes dicen.
13 Odien el mal, amen el bien,
restablezcan en el tribunal la justicia:
a ver si se apiada el Señor,
Dios Todopoderoso,
del resto de José.
14 Así dice el Señor,
Dios Todopoderoso:
En todas las calles hay duelo,
en todas las calles gritan: ¡Ay, ay!;
los campesinos llaman
para el duelo y el luto
a expertos en lamentaciones;
15 en todas las viñas habrá duelo,
cuando pase entre ustedes,
dice el Señor
16 que creó las Pléyades y Orión,
convierte las sombras en aurora,
el día en noche oscura;
convoca a las aguas del mar
y las derrama sobre la tierra;
su nombre es El Señor;
17 lanza la destrucción contra la fortaleza,
y la destrucción alcanza
a la ciudad fortificada.
18

Segundo ay: culto y justicia
Is 1,10-20; 58

¡Ay de los que ansían el día del Señor!
¿De qué les servirá el día del Señor
si es tenebroso y sin luz?
19 Como cuando uno huye del león
y se encuentra con un oso,
o se mete en casa,
apoya la mano en la pared
y lo pica una serpiente.
20 ¿No es el día del Señor
tenebroso y sin luz,
oscuridad sin resplandor?
21 Yo aborrezco y desprecio sus fiestas,
me repugnan
sus reuniones litúrgicas;
22 por muchos holocaustos
y ofrendas que me traigan,
no aceptaré ni miraré
sus víctimas cebadas.
23 Retiren de mi presencia
el ruido de los cantos,
no quiero oír la música de la cítara;
24 que corra como el agua el derecho
y la justicia como arroyo inagotable.
25 ¿Acaso en el desierto,
durante cuarenta años,
me trajeron ofrendas y sacrificios,
casa de Israel?
26 Tendrán que transportar
a Sacut y Queván,
imágenes de sus dioses astrales,
que ustedes se fabricaron,
27 cuando los destierre
más allá de Damasco.
Dice el Señor, Dios Todopoderoso.

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Introducción a Amos 

AMOS

El profeta y su época. El profeta Amós nació en Tecua, a veinte kilómetros al sur de Jerusalén, en el reino de Judá; pero su actividad profética se desarrolló en el norte: en el reino de Israel. Gracias a su oficio de ganadero o granjero, gozó de una situación económica desahogada, que le permitió adquirir una buena formación intelectual y aprender el arte literario. Pero de aquella situación tranquila lo arrancó la llamada de Dios (7,10-14), para convertirlo en profeta de Israel. Amós predicó bajo el reinado de Jeroboán II (782-753 a.C.), en una época de paz y prosperidad material. Pero, si hemos de tomar como descripción general los datos de Oseas y de Amós, aquella sociedad estaba enferma de injusticia social, de sincretismo religioso e idolatría, y de una exagerada confianza en los recursos humanos.
Además de denunciar vigorosamente las injusticias sociales, el lujo, la satisfacción humana, Amós predice la catástrofe inminente. Extraña predicción en un momento en que el enemigo próximo, Damasco, está sin fuerzas para rehacerse, y el enemigo remoto y terrible, Asiria, no puede pensar en campañas occidentales. Pero Amós sabe que Israel está «madura» para la catástrofe, y, de hecho, el año 746 a.C. muere Jeroboán II, al año siguiente sube al trono de Asiria Tiglat Piléser III, que será el comienzo del fin para Israel. Con todo, Amós cierra su profecía con un oráculo de esperanza.

Mensaje religioso. El mensaje del profeta es de indignación y denuncia ante la explotación del pueblo humilde a manos de una minoría coaligada de políticos y aristócratas. Amós hace eco de la indignación de Dios, a quien presenta como un león, que ruge antes de hacer presa; el profeta es la voz de su rugido (3,4.8), que denuncia e invita a la conversión; si ésta no llega, el león hará presa (3,12; 5,19). El juicio de Dios comenzará por los pueblos circundantes (1,3-2,3), pasará a Judá (2,4s) y culminará en Israel (2,6-16). Israel es culpable de múltiples injusticias, de lujo inmoderado, de vanas complacencias, de cultos idolátricos; la injusticia vicia el culto legítimo (5,21-25), la idolatría lo corrompe.
La clase alta y el pueblo engañado piensan que pueden continuar con sus injusticias evitando las consecuencias: sea con el culto (5,21-23), sea con la riqueza y las fortificaciones (6,1), sea sobre todo con un supuesto «día del Señor» en que Dios será propicio a su pueblo. Ese día vendrá, pero será funesto (5,17s); el Señor pasará, pero castigando (5,16s); la elección será redoblada responsabilidad (3,2), y el encuentro con Dios será terrible (4,12).
Amós ataca el lujo de los ricos por lo que tiene de inconsciencia y falta de solidaridad (6,4-6); además, porque muchas riquezas han sido adquiridas explotando a los pobres (4,1; 5,11). Ataca las devotas y frecuentes peregrinaciones que no inciden en la vida. Denuncia la ilusión del pueblo porque se siente elegido y sacado de Egipto.
Como el pueblo no ha escarmentado en una serie de castigos (4,6-11), llegará a un juicio definitivo, de hambre y sed, luto y duelo (8,9-14); pero después de castigar a los pecadores (9,8.10) vendrá la restauración (9,11-15). Así termina en tonalidad de esperanza un libro de vibrantes denuncias que han hecho de Amós el «profeta de la justicia social».

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Amos  5,1-6(Cap. 5:1-6:14) Lamentación por Israel. Esta lamentación no es porque haya sido destruido Israel, sino porque en el horizonte profético se alcanzan a divisar días difíciles que ni Israel ni sus dirigentes alcanzan a avizorar, enceguecidos como están por la relativa estabilidad política y el bienestar económico por el que están pasando los privilegiados del país. La lamentación anticipa, si no la muerte física, sí un cambio fatal en el destino de la nación. Esta lamentación se va alternando con mensajes de invitación a la conversión y con tres duros «ayes» que presagian el duro golpe que recibirá el obstinado Israel.

5:1:6 Lamentación por la casa de Israel. La primera parte de la lamentación es descrita con la caída de una joven que ha cuidado su virginidad inútilmente. En el cercano oriente, la virginidad de las jóvenes era tenida, y aún lo es en la actualidad, en muy alta estima. Una joven que había perdido su virginidad debía ser repudiada de su casa, incluso debía pagar con la vida la «mancha» del honor de la familia. Entre algunos grupos árabes actuales, la infame función de «limpiar» el honor de la familia lo debe realizar el hermano mayor de la joven. Con estos antecedentes se puede calcular el deshonor tan grande que sufre la virgen Israel por su caída, caída que se puede evitar volviendo al Señor; no se trata de poner su fe y su confianza en un simple santuario de piedra, ni en un culto vacío, sino en el Único Dios que puede salvar (4-6). A Él es al que hay que buscar.


Amos  5,7-17Primer ay: justicia en los tribunales. Esta parte de la lamentación combina el lamento con la maldición. De hecho la interjección «¡Ay!», común en los duelos y funerales, puede tener también la connotación de maldición y condena. Ése fue el uso que le dio Jesús (cfr. Mat_11:21; Mat_23:14, etc.). El objeto de este «ay» es la tergiversación de la justicia, pues la han convertido en gotas amargas (7). Han llegado a odiar incluso al justo y al que reclama rectitud (10s), enriqueciéndose además con el fruto de la injusticia. El resultado será la justa maldición: no poder disfrutar de los bienes así adquiridos (11s). Pese a todo, todavía hay tiempo de buscar el bien; si no, cuando caigan en la cuenta de lo que han hecho, lo van a lamentar (16s).
Amos  5,18-27Segundo ay: culto y justicia. El segundo «ay» sí es más de lamento que de amenaza. La razón: muchos esperaban confiados que el Señor vendría a juzgar y a destruir a todas las naciones enemigas de Israel, era como una obligación de Dios. Sin embargo, Israel se llevará una desagradable sorpresa, porque el Señor vendrá a castigar a él, lo acosará de tal manera que no tendrá cómo escapar (19). De este modo, si esperaba un día de luz, le sobrevendrá oscuridad (20).
Los versículos 21-27 puede muy bien ser la respuesta a la posible pregunta: ¿por qué el «día del Señor» será oscuridad y tinieblas, y no luz? O, ¿por qué condenación y no salvación? Las palabras del Señor son cortantes, secas, sin matización alguna (21-23); expresiones todas de desagrado, relaciondas con la práctica de un culto vacío, basado en lo externo y ajeno a toda actitud de cambio interior. Si Israel quiere agradar al Señor no tiene que valerse de esta forma de culto; mientras andaban por el desierto, ¿se lo exigió alguna vez el Señor? (25). La única manera de agradar al Señor es la práctica de la justicia (24), ése sí que es el lado flaco del Señor. Al paso que va Israel, no se diferencia en nada de los adoradores de divinidades y de astros. ¿Será que en ellos encontrarán la salvación? Y si Amós conociera nuestro culto actual, ¿no se le ocurriría una invectiva semejante, o peor?