Amos  8 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 14 versitos |
1

Cuarta visión
Jr 24,1-3

Esto me mostró el Señor: Un cesto de higos maduros.
2 Me preguntó: –¿Qué ves, Amós? Respondí: – Un cesto de higos maduros. Me explicó: – Maduro está mi pueblo, Israel, y ya no volveré a perdonarlo.
3 Aquel día – oráculo del Señor– gemirán las cantoras del palacio: ¡Cuántos cadáveres arrojados por todas partes. Chsss!
4 Escúchenlo los que aplastan a los pobres y eliminan a los miserables;
5 ustedes piensan: ¿Cuándo pasará la luna nueva para vender trigo o el sábado para ofrecer grano y hasta el salvado de trigo? Para achicar la medida y aumentar el precio,
6 para comprar por dinero al indefenso y al pobre por un par de sandalias.
7 ¡Jura el Señor por la gloria de Jacob no olvidar jamás lo que han hecho!
8 ¿Y no va a temblar la tierra,
no van a hacer luto sus habitantes?
Toda ella crecerá como el Nilo,
como el Nilo se agitará y se calmará.
9

Día de juicio

Aquel día – oráculo del Señor–
haré ponerse el sol a mediodía
y en pleno día oscureceré la tierra.
10 Convertiré sus fiestas en duelo,
sus cantos en lamentaciones,
vestiré de sayal toda cintura
y dejaré rapada toda cabeza;
harán duelo como por el hijo único,
el final será un día trágico.
11 Miren que llegan días
– oráculo del Señor–
en que enviaré hambre al país:
no hambre de pan ni sed de agua,
sino de oír la Palabra del Señor;
12 irán errantes de este a oeste,
vagando de norte a sur,
buscando la Palabra del Señor,
y no la encontrarán.
13 Aquel día desfallecerán de sed
las bellas muchachas y los jóvenes.
14 Los que juran:
Por Asima de Samaría,
por la vida de tu Dios, Dan,
por la vida del Señor de Berseba,
caerán para no levantarse.

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Introducción a Amos 

AMOS

El profeta y su época. El profeta Amós nació en Tecua, a veinte kilómetros al sur de Jerusalén, en el reino de Judá; pero su actividad profética se desarrolló en el norte: en el reino de Israel. Gracias a su oficio de ganadero o granjero, gozó de una situación económica desahogada, que le permitió adquirir una buena formación intelectual y aprender el arte literario. Pero de aquella situación tranquila lo arrancó la llamada de Dios (7,10-14), para convertirlo en profeta de Israel. Amós predicó bajo el reinado de Jeroboán II (782-753 a.C.), en una época de paz y prosperidad material. Pero, si hemos de tomar como descripción general los datos de Oseas y de Amós, aquella sociedad estaba enferma de injusticia social, de sincretismo religioso e idolatría, y de una exagerada confianza en los recursos humanos.
Además de denunciar vigorosamente las injusticias sociales, el lujo, la satisfacción humana, Amós predice la catástrofe inminente. Extraña predicción en un momento en que el enemigo próximo, Damasco, está sin fuerzas para rehacerse, y el enemigo remoto y terrible, Asiria, no puede pensar en campañas occidentales. Pero Amós sabe que Israel está «madura» para la catástrofe, y, de hecho, el año 746 a.C. muere Jeroboán II, al año siguiente sube al trono de Asiria Tiglat Piléser III, que será el comienzo del fin para Israel. Con todo, Amós cierra su profecía con un oráculo de esperanza.

Mensaje religioso. El mensaje del profeta es de indignación y denuncia ante la explotación del pueblo humilde a manos de una minoría coaligada de políticos y aristócratas. Amós hace eco de la indignación de Dios, a quien presenta como un león, que ruge antes de hacer presa; el profeta es la voz de su rugido (3,4.8), que denuncia e invita a la conversión; si ésta no llega, el león hará presa (3,12; 5,19). El juicio de Dios comenzará por los pueblos circundantes (1,3-2,3), pasará a Judá (2,4s) y culminará en Israel (2,6-16). Israel es culpable de múltiples injusticias, de lujo inmoderado, de vanas complacencias, de cultos idolátricos; la injusticia vicia el culto legítimo (5,21-25), la idolatría lo corrompe.
La clase alta y el pueblo engañado piensan que pueden continuar con sus injusticias evitando las consecuencias: sea con el culto (5,21-23), sea con la riqueza y las fortificaciones (6,1), sea sobre todo con un supuesto «día del Señor» en que Dios será propicio a su pueblo. Ese día vendrá, pero será funesto (5,17s); el Señor pasará, pero castigando (5,16s); la elección será redoblada responsabilidad (3,2), y el encuentro con Dios será terrible (4,12).
Amós ataca el lujo de los ricos por lo que tiene de inconsciencia y falta de solidaridad (6,4-6); además, porque muchas riquezas han sido adquiridas explotando a los pobres (4,1; 5,11). Ataca las devotas y frecuentes peregrinaciones que no inciden en la vida. Denuncia la ilusión del pueblo porque se siente elegido y sacado de Egipto.
Como el pueblo no ha escarmentado en una serie de castigos (4,6-11), llegará a un juicio definitivo, de hambre y sed, luto y duelo (8,9-14); pero después de castigar a los pecadores (9,8.10) vendrá la restauración (9,11-15). Así termina en tonalidad de esperanza un libro de vibrantes denuncias que han hecho de Amós el «profeta de la justicia social».

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Amos  8,1-8Cuarta visión. La cuarta visión subraya el punto al que ha llegado la corrupción de Israel. Como los frutos maduros que al pasar del punto máximo de maduración se convierten en desechos, Israel será desechado, no se le perdonará más (2).
Los versículos 4-8, sirven para ilustrar las actitudes con que los israelitas celebraban sus fiestas religiosas: mucha puntualidad y mucho escrúpulo para celebrarlas, pero sin que ello les indujera a un cambio de comportamiento respecto a la justicia. Convierten el tiempo de la fiesta en ocasión para maquinar la manera de obtener más y más a expensas del menos favorecido. El versículo 6 es como el clímax del engaño, el fraude y la especulación con los precios del mercado: el pobre se tiene que vender por cualquier cosa. ¿No es éste el signo más claro de que una sociedad ha tocado ya el techo de la injusticia? Solemnemente, el Señor jura no olvidar esto que están haciendo (7).


Amos  8,9-14Día de juicio. Las acciones injustas de Israel hacen que la tierra se estremezca, también ella sufre el impacto del pecado. Así también, el castigo tendrá repercusiones cósmicas. La zozobra y la insatisfacción serán los signos del inminente castigo, todo se irá arruinando sin que Israel pueda hacer absolutamente nada, pues el Señor estará distante y silencioso, no responderá a los gritos de lamentación.