Amos  9 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 15 versitos |
1

Quinta visión

Vi al Señor de pie junto al altar,
que decía: Golpea los capiteles
y temblarán los umbrales;
arrancaré a todos los capitanes
y daré muerte a espada
a los que queden
no escapará ni un fugitivo,
no se salvará ni un evadido.
2 Aunque perforen hasta el abismo,
de allí los sacará mi mano;
aunque escalen el cielo,
de allí los derribaré;
3 aunque se escondan
en la cima del Carmelo,
allí los descubriré y agarraré;
aunque se me oculten
en lo hondo del mar,
allá enviaré la serpiente
que los muerda;
4 aunque vayan cautivos
delante del enemigo,
allá enviaré la espada que los mate.
Tendré puestos en ellos
mis ojos para mal, no para bien.
5 El Señor Todopoderoso,
toca la tierra y la tierra se estremece,
toda ella crece y disminuye
como el Nilo,
y hacen duelo sus habitantes;
6 Él construye en el cielo
las gradas de su trono
y cimienta su bóveda sobre la tierra;
convoca las aguas del mar
y las derrama
sobre la superficie de la tierra;
su nombre es El Señor.
7 ¿No son ustedes para mí
como nubios, israelitas?
– oráculo del Señor– .
Si saqué a Israel de Egipto,
saqué a los filisteos de Creta
y a los sirios de Quir.
8 Miren, yo el Señor clavo los ojos
sobre el reino pecador
y los extirparé
de la superficie de la tierra
– aunque no aniquilaré
a la casa de Jacob–
– oráculo del Señor– .
9 Miren, daré órdenes de zarandear
a Israel entre las naciones,
como se zarandea
el trigo en un cedazo
sin que caiga un grano a tierra.
10 Pero morirán a espada
todos los pecadores de mi pueblo;
los que dicen: No llega,
no nos alcanza la desgracia.
11

Día de restauración
Jr 31; Ez 36,16-38; Hch 15,16-18

Aquel día levantaré
la choza caída de David,
repararé sus boquetes,
levantaré sus ruinas
hasta reconstruirla
como era en tiempos antiguos;
12 para que conquisten el resto de Edom
y todos los pueblos
que llevaron mi Nombre
– oráculo del Señor,
que lo cumplirá– .
13 Miren que llegan días
– oráculo del Señor–
en los que el que ara
seguirá de cerca al que cosecha
y el que pisa uvas al sembrador;
fluirá licor por los montes
y destilarán todas las colinas.
14 Cambiaré la suerte
de mi pueblo, Israel:
reconstruirán ciudades arruinadas
y las habitarán,
plantarán viñedos y beberán su vino,
cultivarán huertos
y comerán sus frutos.
15 Los plantaré en su tierra
y ya no los arrancarán
de la tierra que les di,
dice el Señor, tu Dios.

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Introducción a Amos 

AMOS

El profeta y su época. El profeta Amós nació en Tecua, a veinte kilómetros al sur de Jerusalén, en el reino de Judá; pero su actividad profética se desarrolló en el norte: en el reino de Israel. Gracias a su oficio de ganadero o granjero, gozó de una situación económica desahogada, que le permitió adquirir una buena formación intelectual y aprender el arte literario. Pero de aquella situación tranquila lo arrancó la llamada de Dios (7,10-14), para convertirlo en profeta de Israel. Amós predicó bajo el reinado de Jeroboán II (782-753 a.C.), en una época de paz y prosperidad material. Pero, si hemos de tomar como descripción general los datos de Oseas y de Amós, aquella sociedad estaba enferma de injusticia social, de sincretismo religioso e idolatría, y de una exagerada confianza en los recursos humanos.
Además de denunciar vigorosamente las injusticias sociales, el lujo, la satisfacción humana, Amós predice la catástrofe inminente. Extraña predicción en un momento en que el enemigo próximo, Damasco, está sin fuerzas para rehacerse, y el enemigo remoto y terrible, Asiria, no puede pensar en campañas occidentales. Pero Amós sabe que Israel está «madura» para la catástrofe, y, de hecho, el año 746 a.C. muere Jeroboán II, al año siguiente sube al trono de Asiria Tiglat Piléser III, que será el comienzo del fin para Israel. Con todo, Amós cierra su profecía con un oráculo de esperanza.

Mensaje religioso. El mensaje del profeta es de indignación y denuncia ante la explotación del pueblo humilde a manos de una minoría coaligada de políticos y aristócratas. Amós hace eco de la indignación de Dios, a quien presenta como un león, que ruge antes de hacer presa; el profeta es la voz de su rugido (3,4.8), que denuncia e invita a la conversión; si ésta no llega, el león hará presa (3,12; 5,19). El juicio de Dios comenzará por los pueblos circundantes (1,3-2,3), pasará a Judá (2,4s) y culminará en Israel (2,6-16). Israel es culpable de múltiples injusticias, de lujo inmoderado, de vanas complacencias, de cultos idolátricos; la injusticia vicia el culto legítimo (5,21-25), la idolatría lo corrompe.
La clase alta y el pueblo engañado piensan que pueden continuar con sus injusticias evitando las consecuencias: sea con el culto (5,21-23), sea con la riqueza y las fortificaciones (6,1), sea sobre todo con un supuesto «día del Señor» en que Dios será propicio a su pueblo. Ese día vendrá, pero será funesto (5,17s); el Señor pasará, pero castigando (5,16s); la elección será redoblada responsabilidad (3,2), y el encuentro con Dios será terrible (4,12).
Amós ataca el lujo de los ricos por lo que tiene de inconsciencia y falta de solidaridad (6,4-6); además, porque muchas riquezas han sido adquiridas explotando a los pobres (4,1; 5,11). Ataca las devotas y frecuentes peregrinaciones que no inciden en la vida. Denuncia la ilusión del pueblo porque se siente elegido y sacado de Egipto.
Como el pueblo no ha escarmentado en una serie de castigos (4,6-11), llegará a un juicio definitivo, de hambre y sed, luto y duelo (8,9-14); pero después de castigar a los pecadores (9,8.10) vendrá la restauración (9,11-15). Así termina en tonalidad de esperanza un libro de vibrantes denuncias que han hecho de Amós el «profeta de la justicia social».

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Amos  9,1-10Quinta visión. Los versículos 1-4 describen la última de las visiones de Amós, donde se da cumplimiento a la amenaza de destrucción. Nótese cómo el primer golpe viene dado precisamente en el lugar central del culto: en el altar del templo. Como espacio concreto y como lugar institucional, éste podría ser un buen sitio para refugiarse; sin embargo, ni este lugar, ni la cima del Carmelo, ni el abismo, ni el mismo cielo servirán de escondite: el ojo de Dios echará su mirada fulminante para acabar con todos. Los versículos 5-8a subrayan el poder del Señor sobre toda la tierra, sobre pueblos y naciones.


Amos  9,11-15Día de restauración. Según algunos críticos, el mensaje de Amós terminaba en 9,10, dejando prácticamente cerrado el juicio y la sentencia sin apelación. Al parecer, un redactor posterior añadió esta breve sección que tiene como finalidad abrir un poco el horizonte. Es probable que se escribiera en una época en la cual tanto Israel como Judá habían padecido las invasiones y deportaciones, y por eso están ahora en condiciones de entender lo que significa consuelo, esperanza, restauración, buscar y conocer a Dios... Ante el devastador panorama, el «resto» de Israel es de nuevo acogido e impulsado a soñar con un futuro próspero marcado y guiado por la comunión serena y armónica con la creación y con su Dios.