Jonás 2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 10 versitos |
1 Desde el vientre del pez, Jonás rezó al Señor, su Dios:
2 En el peligro grité al Señor
y me atendió,
desde el vientre del abismo
pedí auxilio y me escuchó.
3 Me habías arrojado al fondo, en alta mar,
me rodeaba la corriente,
tus torrentes y tus olas
me arrollaban.
4 Pensé: Me has arrojado
de tu presencia;
¡quién pudiera otra vez
ver tu santo templo!
5 A la garganta me llegaba el agua,
me rodeaba el océano,
las algas se enredaban a mi cabeza;
6 bajaba hasta las raíces de los montes,
la tierra se cerraba
para siempre sobre mí.
Y sacaste mi vida de la fosa,
Señor, Dios mío.
7 Cuando se me acababan las fuerzas,
invoqué al Señor,
llegó hasta ti mi oración,
hasta tu santo templo.
8 Los devotos de los ídolos
faltan a su lealtad;
9 yo, en cambio, te cumpliré mis votos,
mi sacrificio será un grito
de acción de gracias:
la salvación viene del Señor.
10 El Señor dio orden al pez de vomitar a Jonás en tierra firme.

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Introducción a Jonás

JONÁS

Jonás, el antiprofeta. Como quinto de los «profetas menores» encontramos a Jonás, el hombre que se empeña en hacer exactamente lo contrario de lo que debería hacer un profeta. Entre una serie de poetas que escriben normalmente en verso, encontramos a este genial narrador que, salvo el vocabulario algo tardío, maneja la prosa como cualquiera de los mejores narradores clásicos hebreos.
Entre tantas profecías contra naciones determinadas o contra las naciones en general, encontramos a este Jonás que lleva consigo un mensaje de misericordia para el pueblo que es símbolo de crueldad, imperialismo, y agresión contra su propio pueblo, Israel.
Y entre una serie de profetas firmemente arraigados en la situación política y social, desfila este Jonás sin arraigo en tierra ni en mar, cuya anécdota con el gran pez, sirvió para que los cristianos encontrasen en ella una prefiguración del acontecimiento pascual de Jesús ( Mat_12:39-41 ; Mat_16:4 ; Mar_8:12 ; Luc_11:29 .32). Así como Dios salvó al profeta del peligro mortal para salvar por medio de él a un pueblo gentil. Así también, Dios salvó a Cristo, no apartando el cáliz de la pasión, sino resucitándolo de la muerte, para salvar con su muerte y resurrección a todos los pueblos de la tierra.

Mensaje religioso. La parábola de Jonás nos ofrece una gran enseñanza, por medio de una ironía sostenida, que en un punto llega al sarcasmo, y concluye con una pregunta desafiante. Jonás es el antiprofeta que no quiere ir a donde el Señor le envía ni decir lo que le manda. Así resulta ser el malo, mientras que los buenos son primero los marinos paganos, después los ninivitas agresores. Jonás tiene que vérselas con los enemigos mitológicos: el mar y el cetáceo, y aprender que el Señor los controla y los somete a su servicio. Un minúsculo gusano y un modesto ricino dan una lección sapiencial al profeta recalcitrante.
La profecía, en la intención de Jonás es predicción categórica de castigo; en la intención de Dios, es amenaza condicionada; porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva ( Eze_18:23 .32), y los paganos han escuchado la palabra extranjera ( Eze_3:5-7 ), y se han convertido.
La ironía de todo el relato está en que precisamente Jonás, el «antiprofeta», resulta ser un «gran profeta» porque sabe e intuye, muy a su pesar, que todo el nacionalismo exclusivista del pueblo judío, que todos los castigos que ciernen sobre la cabeza de los enemigos de Israel, no son más que fabricaciones humanas, y que, en el fondo, el amor y la misericordia de Dios abarcan a todos los pueblos de la tierra.
El definitivo mensaje de Jonás, cuyo nombre suena en oídos hebreos a «Paloma hijo de Veraz» -el primer Colombo o Colón de la historia-, se puede resumir en una frase: si Nínive alcanza el perdón, ¿quién quedará excluido?

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Jonás 2,1-11En el vientre del gran pez. Como la cosa más normal de este mundo, la narración de la salvación de Jonás por medio del gran pez es descrita en menos de cincuenta palabras en nuestra lengua, mientras que el hebreo sólo utiliza veintitrés: Dios ordena al gran pez tragarse a Jonás (1), Dios ordena al gran pez vomitar a Jonás en tierra firme (11). Por tanto, no se trata de narrar las «aventuras de Jonás», sino de colocarlo de inmediato en el lugar donde Dios quiere, a pesar de los pesares, manifestar su voluntad y designio salvíficos. A todas luces se ve que el salmo que entona Jonás (2-10) es una adición posterior, colocado aquí para subrayar la misericordia y la pronta actitud de Dios para escuchar y actuar en favor de quien le clama.