Miqueas 5 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 15 versitos |
1 [M]– Ahora se juntan en tropeles,
nos ponen asedio,
con el bastón de mando
golpean en la mejilla
al Juez de Israel.
2 Pero tú, Belén de Efrata,
pequeña entre las aldeas de Judá,
de ti sacaré
el que ha de ser jefe de Israel:
su origen es antiguo,
de tiempo inmemorial.
3 Por eso el Señor los abandonará
hasta que la madre dé a luz
y el resto de los hermanos
vuelva a los israelitas.
4 De pie pastoreará
con la autoridad del Señor,
en nombre de la majestad
del Señor, su Dios;
y habitarán tranquilos,
cuando su autoridad se extienda
hasta los confines de la tierra.
5 [F]– La paz vendrá así:
Si Asiria se atreve
a invadir nuestro país
y pisar nuestros palacios,
le enfrentaremos siete pastores,
ocho capitanes,
6 que pastorearán Asiria con la espada,
y Nimrod con la daga.
Así nos librará de Asiria,
cuando invada nuestro país
y pise nuestro territorio.
7 [M]– El resto de Jacob será
en medio de muchas naciones
como rocío del Señor,
como llovizna sobre el césped,
que no tiene que esperar
a los hombres ni aguardar a nadie.
8 [F]– El resto de Jacob
será en medio de muchas naciones
como un león entre fieras salvajes,
como cachorro
en un rebaño de ovejas,
que penetra y pisotea
y hace presa, sin que nadie lo toque.
9 ¡Alza tu mano contra los agresores
y sean aniquilados
todos tus enemigos!
10 [M]– Aquel día – oráculo del Señor–
les aniquilaré su caballería
y destruiré sus carros,
11 aniquilaré sus ciudades
y arrasaré las fortalezas,
12 aniquilaré en tus manos
tus hechicerías
y no te quedarán adivinos,
13 aniquilaré en medio de ti
ídolos y piedras conmemorativas
y no adorarás
las obras de tus manos,
14 derribaré en medio de ti tus ídolos
y acabaré con tus bosques sagrados.
15 Con ira y cólera tomaré venganza
de las naciones que no obedezcan.

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Introducción a Miqueas

MIQUEAS

Miqueas y su época. Miqueas, que en hebreo significa «¿Quién como Dios?», nació en Moréset Gat, una aldea de Judá, donde las montañas centrales comienzan a descender hacia el mar, pueblo fronterizo a unos 45 kilómetros de Jerusalén.
La época de Miqueas en el tablero internacional contempla la subida y afirmación de Asiria, a la que Israel, como reino vasallo, comienza a pagar tributo hacia el año 743 a.C. Después vendrá la sublevación de Oseas (713-722 a.C.), último rey del norte, y la destrucción del reino. Nuestro profeta conoció la agonía de Samaría y la deportación en masa de habitantes a Nínive. Probablemente también conoció la invasión de Judá por Senaquerib (701 a.C.), que resuena en 1,8-16. Colaboraría seguramente, junto a Isaías, en la reforma esperanzadora que trajo el rey Ezequías (727-692 a.C.).
Los peligros de aquella época turbulenta no venían solamente del exterior. Dentro, la corrupción era rampante, sobre todo por la ambición de los gobernantes apoyados por los falsos profetas, la rapacidad de la clase sacerdotal, la avaricia de mercaderes y comerciantes. Los cultos idolátricos de los vecinos cananeos se habían infiltrado también en el pueblo.
Esta situación es la que recoge nuestro profeta en su obra, y también los otros escritores anónimos que intercalaron sus profecías en el libro bajo el nombre de Miqueas. Actualmente hay comentaristas que atribuyen el libro a dos o más autores, de épocas diversas.

Mensaje religioso.
Este profeta, venido de la aldea, encontró en la corte a otro profeta extraordinario, llamado Isaías, y al parecer recibió su influjo literario. Miqueas, no obstante, descuella por su estilo incisivo, a veces brutal, sus frases lapidarias y también por el modo como apura una imagen, en vez de solo apuntarla.
Aunque su actividad profética se mueve en la línea de Isaías, Oseas y Amós, Miqueas descuella por la valentía de una denuncia sin paliativos, que le valió el título de «profeta de mal agüero». Nadie mejor que un campesino pobre, sin conexiones con el templo o con la corte, para sentirse libre en desenmascarar y poner en evidencia los vicios de una ciudad como Jerusalén que vivía ajena al peligro que se asechaba contra ella, en una ilusoria sensación de seguridad.
Afirma que el culto y los sacrificios del templo, si no se traducen en justicia social, están vacíos de sentido. Arremete contra los políticos y sus sobornos; contra los falsos profetas que predican a sueldo y adivinan por dinero; contra la rapacidad de los administradores de justicia; contra la avaricia y la acumulación injusta de riqueza de los mercaderes, a base de robar con balanzas trucadas y bolsas de pesas falsas.
Miqueas emplaza a toda una ciudad pecadora y corrompida ante el juicio y el inminente castigo de Dios. Sin embargo, y también en la línea de los grandes profetas de su tiempo, ve en lontananza la esperanza de la restauración del pueblo, gracias al poder y la misericordia de Dios. El Señor será el rey de un nuevo pueblo, «no mantendrá siempre la ira, porque ama la misericordia; volverá a compadecerse, destruirá nuestras culpas, arrojará al fondo del mar todos nuestros pecados» (7,18s).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Miqueas 5,1-14Los capítulos 4s contrastan abiertamente con los tres capítulos anteriores. El esquema juicio-sentencia-castigo desaparece aquí para dar paso a una serie de promesas sobre la liberación.
Estos dos capítulos son problemáticos, porque no parecen palabras de una misma persona; da la impresión de que, a cada mensaje, alguien refuta a Miqueas. Véase, por ejemplo, 4,1-4: la idea es que todos los pueblos vendrán un día a Jerusalén, y allí, sin tensiones ni actitudes bélicas, estarán todos bajo el amparo y la protección de un mismo Dios y Señor. Pero en 4,5 alguien dice: «Todos los pueblos caminan invocando a su dios, nosotros caminamos invocando siempre al Señor, nuestro Dios». ¿Disputa con los falsos profetas? ¿Adición posterior de la corriente contraria al universalismo de Dios? Las opiniones se dividen aquí. El hecho es que este fenómeno se repite varias veces en el par de capítulos. En los lugares donde se sigue el esquema de «lectura comunitaria de la Biblia» sería bueno leer estos capítulos en clave de un diálogo implícito: alguien puede leer los pasajes marcados en esta Biblia, con la letra M (Miqueas) y otro, los pasajes marcados con la letra F (Falsos profetas), para ver si se puede concluir dónde puede estar más clara la fidelidad al mensaje de Dios, en Miqueas o en sus interlocutores.

4:1-5 Restauración: el monte del templo. Prefiguración de una Jerusalén transformada, renovada en la justicia y en la paz con un solo Dios a la cabeza de todos los pueblos. Ella será el faro, la luz para el resto del mundo, pues de allí saldrá la Palabra de Dios y su ley (2). Aquella ley y aquella Palabra que no admiten ya más acciones bélicas, sino que iluminan el camino de la humanización mediante la paz, la justicia y el trabajo para todos (3). Sólo así, todos sin excepción podrán gozar la vida con placer y deleite, cada uno bajo su parra y su higuera (4), imagen que evoca el tiempo de la paz y la justicia como presupuestos para gozar la vida en plenitud.
El interlocutor (5) parece que está de acuerdo con las palabras anteriores, menos en una: «nuestro» Dios no es para compartirlo con los demás pueblos. Sería importante confrontar la apropiación de Dios que muchos grupos cristianos manejamos hoy y volver a leer Miq_4:1-4.


Miqueas 5,1-3De nuevo la voz de Miqueas, esta vez para alertar sobre la suerte del mismo rey. Será humillado por el invasor (4,14), pero no será el fin. De nuevo suscitará el Señor un descendiente de la casa de David para levantar y sostener a su pueblo; su autoridad tendrá el respaldo del Señor (5,1-3). Estos versículos evocan la antigua ideología sobre la descendencia davídica; se insiste en el origen humilde y en su reinado de paz, lo que hace pensar que se trata tanto de la intuición sobre el advenimiento del rey mesiánico, como del destino de Israel entre las naciones (cfr. Is 11).
Miqueas 5,4-5De nuevo la lectura «facilista» del futuro: el pastor que Dios mismo suscitará tendrá que aniquilar a los mayores enemigos del pueblo.
Miqueas 5,6Breve descripción sobre lo que será el «resto» de Israel entre los demás pueblos. Nótese el tono pacífico, sereno y hasta benéfico de ese «resto» entre las naciones.
Miqueas 5,7-8Otra concepción diferente sobre ese mismo «resto» de Israel entre los pueblos. Véase el tono violento y revanchista.
Miqueas 5,9-14Este capítulo se cierra con la intervención de Miqueas. Insiste en los días difíciles que se avecinan. Para que el «resto» del que habló en el versículo 6 pueda tener las connotaciones allá descritas, se hace necesaria una muy profunda purificación, la cual implica a todos los estamentos, comenzando por el militar (9s), el religioso en todas sus modalidades (11-13) y finalmente a los habitantes de todas las ciudades (14). ¿Por qué? Porque esas y otras mediaciones fueron la perdición de Israel; no las supieron entender como lo que son, mediaciones, llegando a absolutizarlas. Se sintieron demasiado seguros, corrompieron la religión convirtiéndola en magia, hechicería e idolatría. De ahí que si no hay purificación, no habrá futuro para Israel, no habrá horizonte despejado para él.