Nahúm  3 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 19 versitos |
1

Ciudad sanguinaria
Ez 22

¡Ay de la ciudad
sanguinaria y traidora,
repleta de rapiñas,
insaciable de despojos!
2 Escuchen: látigos, estrépito de ruedas,
caballos al galope, carros rebotando,
3 jinetes al asalto, brillar de espadas,
relampagueo de lanzas,
multitud de heridos,
masas de cadáveres, cadáveres sin fin,
se tropieza en cadáveres.
4 Por las muchas fornicaciones
de la prostituta,
tan hermosa y hechicera,
que vendía pueblos
con sus fornicaciones
y tribus con sus hechicerías;
5 ¡aquí estoy yo contra ti!
– oráculo del Señor de los ejércitos– .
Te levantaré hasta la cara las faldas,
enseñando tu desnudez
a los pueblos,
tu vergüenza a los reyes.
6 Te arrojaré basura encima
y te expondré a la pública deshonra.
7 Los que te vean
se apartarán de ti diciendo:
Desolada está Nínive,
¿quién la compadecerá?
¿Dónde encontrar quien la consuele?
8

Tú como ella

¿Eres tú mejor que No-Amón,
señora del Nilo, rodeada de aguas?
Su fortaleza era el mar,
las aguas su muralla,
9 incontables nubios,
egipcios sin número,
libios y nubios eran sus defensores.
10 También ella fue al destierro,
marchó prisionera,
sus hijos fueron estrellados
en las encrucijadas,
se rifaron a los nobles
y encadenaron a los notables.
11 También tú te embriagarás
y te esconderás,
también tú buscarás asilo
lejos del enemigo.
12 Tus fortalezas son higueras
cargadas de higos maduros,
al sacudirlas caen
en la boca que las come.
13 Mira, tus soldados se han vuelto
mujeres frente al enemigo;
abiertas están
las puertas de tu territorio
y el fuego ha consumido los cerrojos.
14

No hay remedio

Junta agua para el asedio,
fortifica las defensas,
pisa lodo, aplasta arcilla,
métela en el molde:
15 que el fuego te consumirá,
como devora la langosta,
y la espada te aniquilará:
aunque te multipliques
como la langosta,
te multipliques
como los saltamontes,
16 la langosta muda la piel y vuela;
aunque sean tus comerciantes
más que las estrellas del cielo,
17 tus capitanes como langostas,
tus jefes como insectos,
posados en la tapia durante el frío,
al brillar el sol se marchan
sin dejar huella.
18 Tus pastores, rey de Asiria,
se han dormido
y tus capitanes se han tumbado,
la tropa está dispersa por los montes
y no hay quien la reúna.
19 No hay remedio para tu herida,
tu herida es insanable.
Los que oyen noticias tuyas
aplauden,
pues, ¿quién no ha experimentado
tu perpetua maldad?

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Introducción a Nahúm 

NAHÚN

El profeta y su época. De Nahún sabemos que nació en Elcas, pero no sabemos dónde está ubicado tal lugar. La época que refleja su libro es la de la caída del gran imperio opresor de naciones, «el león que hacía presas», Nínive, en el año 612 a.C., bajo el empuje de babilonios y medos. Es una fecha grande y terrible de la historia universal la que canta Nahún. Desaparece Asiria, retorna Babilonia y se anuncia una tercera potencia: Media. Describiendo con exaltada pasión la caída del imperio temido y odiado, Nahún canta también al Señor de la historia, que hace sonar su hora a los imperios.

Estilo. Nahún es un magnífico poeta en tono mayor. Ninguno como él ha sabido evocar líricamente el asalto y conquista de una gran ciudad, el pánico, la agitación, los lamentos; ninguno se ha atrevido a acumular esa serie alucinante de sustantivos y adjetivos. Su técnica es de trazos breves yuxtapuestos, su descripción es impresionista y patética; de cuando en cuando irrumpe encarándose con los personajes. Las imágenes del león y de la langosta están bien desarrolladas, con rasgos originales. Un alarde de vocabulario selecto hace rico y difícil su verso.

Mensaje religioso. Todo el mensaje del libro se centra en el hecho de la caída del imperio odiado. Es comprensible que el que habla en nombre de las víctimas de Nínive, una de las potencias más sanguinarias y despóticas de entonces, lo haga en términos apasionados donde resuenan el rencor y el odio.
Nahún, de todas formas, quiere hacer patente que el Señor de la historia no es indiferente a la opresión de los tiranos. Todo poderío político, basado en la violencia y la injusticia, tiene sus días contados.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Nahúm  3,1-7Ciudad sanguinaria. El anuncio del castigo anunciado en 2,14 tiene aquí su cumplimiento (2s), no sin antes enunciar los motivos de la condena: fraude, violencia, rapiña (1), complementados con las artimañas del engaño y la falta de respeto a la dignidad humana que el profeta denomina «artificios de hechicera», «arranques de prostituta» (4). El castigo previsto es equivalente a las culpas enunciadas en el versículo 4, con el agravante de que la ruina será total; no habrá quien lamente o consuele a la que ha caído.
No hay que perder de vista nuestra lectura necesariamente cristiana de todo el libro de Nahún, y en general de todo el material bíblico donde se presentan estas escenas de derrota y aniquilación de los enemigos de Israel, considerados por los israelitas adversarios directos de Dios. Siempre debemos tratar de extraer el mensaje esencial: quien pretende ocupar el lugar de Dios termina autodestruyéndose, una constante a lo largo de toda la historia. El resto es la manera cómo el autor ve las cosas, cómo las percibe y cómo las transmite, pero nunca debemos intentar aplicarlo en sentido literal a nuestro contexto actual.


Nahúm  3,8-13Tú como ella. El profeta hace una comparación cargada de ironía entre Tebas, por dos veces capital del imperio egipcio, y Nínive, capital de Asiria. Tebas, aparentemente inexpugnable tanto por su ubicación estratégica como por sus recursos, había caído en manos de los asirios (663 a.C.), siendo destruida la ciudad y sus habitantes pasados a espada o deportados (10). Este hecho debió ser motivo para colmar de orgullo y prepotencia a un imperio al que no le quedaba más nada por conquistar: Asiria. Pues bien, ahora el turno es para la propia Nínive: la que se sentía invencible caerá como caen los frutos maduros cuando el árbol es sacudido (12).
El sarcasmo del profeta llega al colmo con la descripción que hace del ejército asirio: sus soldados se han vuelto mujeres (13). El profeta no quiere desmeritar con ello la valentía de las mujeres, que la tienen y mucha, ni afirmar que los soldados asirios se hayan afeminado; pero en su época, la mujer no tenía nada que hacer en los asuntos bélicos, que eran competencia exclusiva de los varones.
Nahúm  3,14-19No hay remedio. Continúa la descripción de la ruina de Asiria y sus vanos intentos de recuperarse. Cierto que tiene mucho con qué y con quién defenderse, mas de nada le valdrá, porque su suerte ya está echada: Asiria está perdida. El versículo 18, dirigido al rey de Asiria, es como un pésame o una condolencia, cargado de sarcasmo. Nótese la antítesis de esta lamentación: los aplausos y vivas de todos los pueblos que celebran jubilosos la caída del invencible (19).
El libro termina con la inocultable satisfacción de ver por el suelo a quien se creía la torre del cielo. Es comprensible que este acontecimiento haya dado pie a una gran producción literaria de la que apenas nos quedan testimonios, salvo Nahún, algunos cantos de liberación, etc. Es muy probable que también sea el trasfondo histórico de Isa_14:12-21.