Habacuc  1 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 17 versitos |
1

HABACUC

Oráculo recibido en visión por el profeta Habacuc.
2

El final de la injusticia: impaciencia y anuncio
Is 21,1-10

¿Hasta cuándo, Señor,
pediré auxilio sin que me escuches?
¿Hasta cuándo te gritaré: ¡Violencia!,
sin que me salves?
3 ¿Por qué me haces ver crímenes,
me enseñas injusticias,
me pones delante
violencias y destrucción
y surgen discordias
y se alzan contiendas?
4 La ley cae en desuso
y el derecho no sale vencedor,
los malvados cercan al inocente
y el derecho es pisoteado.
5 – Miren a las naciones,
asómbrense y quédense sin palabras:
en sus días haré una obra tal,
que si se la contaran, no la creerían.
6 Yo pondré en pie de guerra
a un pueblo cruel y resuelto
que recorrerá la anchura de la tierra
conquistando poblaciones ajenas.
7 Es temible y terrible:
no reconoce más ley
que su voluntad y su derecho.
8 Sus caballos
son más veloces que panteras,
más salvajes que lobos del desierto.
Sus jinetes galopan,
sus jinetes vienen de lejos
volando como águila
sobre la presa.
9 Todos llegan dispuestos a matar,
con el rostro tendido hacia adelante,
y juntan prisioneros como arena.
10 Es un pueblo que se ríe de los reyes,
se burla de los jefes;
juega con las ciudades fortificadas,
construye terraplenes de asalto
y las conquista.
11 Después toma aliento y continúa.
Su fuerza es su dios.
12

Súplica y descripción

Señor, ¿no eres tú, desde antiguo
mi Dios santo que no muere?
Señor, ¿lo has puesto tú
en el tribunal?
Roca, ¿lo has establecido
para que juzgue?
13 Tus ojos son demasiado puros
para estar mirando el mal,
no puedes estar
contemplando la opresión:
¿por qué, entonces, contemplas
en silencio a los traidores,
al culpable que devora al inocente?
14 ¿Hiciste tú a los hombres
como peces del mar,
como reptiles sin jefe?
15 Él los saca a todos con el anzuelo,
los apresa en la red,
los junta en su bolsa
y luego ríe satisfecho;
16 y ofrece sacrificios,
e incienso a las redes
porque le dieron rica presa,
comida sustanciosa.
17 ¿Y seguirá utilizando sus redes
y matando pueblos sin compasión?

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Introducción a Habacuc 

HABACUC

El profeta y su época. Habacuc, profeta sin patria y sin apellido, vive y escribe en la misma época que Nahún. Su horizonte histórico está definido por dos grandes poderes: Asiria decadente y Babilonia renaciente. Asiria es el pescador de pueblos y su dios es su red; sucumbirá ante el nuevo imperio babilónico, águila guerrera cuyo dios es su fuerza. Los babilonios, de momento, hacen justicia, pero pueden seguir también el camino de la arrogancia y de la opresión. Entre los dos vive Israel, que puede convertirse en juguete de los imperios. Habacuc representa a su pueblo expectante. Son tiempos de opresión y violencias. Estamos en el decenio 622-612 a.C.

Mensaje religioso
. Ningún profeta como Habacuc se ha asomado a la escena de las grandes potencias, preguntándose por la justicia de la historia, y se ha remontado desde ahí a contemplar y comprender la soberanía de Dios. No ha sido una comprensión fácil. A la atrevida pregunta del profeta «¿Hasta cuándo te gritaré: ¡Violencia!, sin que me salves?» (1,2), Dios parece no escuchar, y antes de responder se hace esperar. Dios mira como si no viese, o como si lo que ve no hiriera su vista.
Los interrogantes del profeta «¿hasta cuando?, ¿por qué?», se suceden a lo largo del libro, como haciéndose el portavoz de los lamentos de su pueblo, como el centinela que escudriña la historia tratando de descubrir un sentido y una esperanza que levante los ánimos de los decaídos y desesperados. Es una expectación que se transforma en oración y súplica.
Cuando le llega la respuesta profética, Habacuc recibe la orden: «escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido» (2,2). Pero la respuesta de Dios abre una nueva etapa de expectación. ¿Cuáles son los plazos en la cronología divina?
El profeta lanza, pues, al pueblo hacia un nuevo horizonte, más allá de las expectativas coyunturales del momento histórico. Es todavía tiempo de perseverancia, confianza y esperanza en el Señor, dueño de la historia. Dios vendrá, pero a su tiempo (2,3). Mientras tanto «el justo, por su fidelidad vivirá» (2,4).
Éste es el mensaje del profeta centinela de la historia, que retomará Pablo ( Rom_1:17 ; Gál_3:11 ) y lo verá ya realizado en la esperanza de todos aquellos que creen que Jesús, con su muerte y resurrección ha llevado a cumplimiento definitivo el designio salvador de Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Habacuc  1,1Título del libro. Ninguna identificación del autor, ni apellido ni lugar de procedencia. Hay quienes lo ubican entre el círculo de profetas de Jerusalén. Su nombre lo hallaremos mencionado en Dan_14:33-37.


Habacuc  1,2-11El final de la injusticia: impaciencia y anuncio. Esta sección contiene dos partes bien definidas. La primera (2-4) es un lamento, una queja que el profeta dirige a Dios. Testigo de tantas maldades, injusticias, violencia y opresión, Habacuc no entiende para qué el Señor le ha hecho ver todo eso. No está claro si este panorama de injusticia se refiere a la realidad en general, internacional, o si se trata de algo más local, es decir, la realidad de Judá. De cualquier forma, el profeta se siente dolido por esa situación. Tal vez, su principal dolor, y por tanto el principal motivo de queja, es la pasividad de Dios ante tanta injusticia (3); pareciera que a Dios no le importara la situación. En el fondo, el profeta reclama una intervención divina para que ponga coto a tanta maldad.
La segunda parte (5-11) es un oráculo de respuesta de Dios a la queja del profeta, respuesta absolutamente desconcertante. Es como si le dijera: «No has visto nada, prepárate para lo peor», pues Dios piensa suscitar un pueblo cruel y violento que azotará a toda la tierra (6) imponiendo su voluntad y su derecho (7). Su poder será aún más fuerte que el de la nación que ahora se está extinguiendo. La fuerza será el dios de ese pueblo que piensa suscitar el Señor (11).
Habacuc  1,12-17Súplica y descripción. Cuando los pueblos del Cercano Oriente estaban aplaudiendo jubilosos la caída de Asiria y celebraban su liberación (cfr. Nah_3:19), he aquí que se empiezan a sentir las pisadas de otro imperio aún más poderoso, dispuesto a imponer su voluntad sobre el resto de los pueblos (Nah_1:6-11). Como quiera que el hombre bíblico hace derivar todo de Dios, el bien y el mal, el profeta quiere que Dios le confirme si acaso ha sido su voluntad juzgar la maldad, la injusticia y la violencia por medio de un pueblo malvado y violento. Apelando al Dios de la liberación y de la justicia, Habacuc intenta «sacudir» al Dios actual: ¿Qué pasa? ¿Por qué permite todo esto? ¿Acaso ha sido su designio desde el comienzo de la humanidad crear a los hombres para ponerlos luego en manos de poderes totalitarios? (14-17).
A lo largo de todos los tiempos, interrogantes como éstos han sido dirigidos a Dios. Se llega hasta a afirmar que el dolor humano es la principal causa del ateismo. ¿Cómo creer en Dios después de las devastadoras campañas militares de estos imperios atestiguadas desde la antigüedad hasta la época más reciente? En medio de tanto horror, ¿dónde está Dios? No es fácil para el profeta responder a un interrogante de semejante magnitud. Está limitado por una serie de factores históricos, culturales y religiosos que no le permiten dar una respuesta como nosotros la quisiéramos hoy. Él mismo se declara en estado de guardia, de silencio y desierto interior para ver qué le responderá el mismo Dios (2,1).