Habacuc  3 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 19 versitos |
1

Himno del profeta

Intercesión del profeta Habacuc
por delitos inadvertidos.
2 ¡Señor, he oído tu fama;
Señor, he visto tu obra!
Realízala, ahora, en nuestra vida
manifiéstala, en nuestros días,
y aunque estés enojado
acuérdate de la compasión.
3 El Señor viene de Temán,
el Santo del monte Farán;
su resplandor cubre el cielo
y la tierra se llena
de sus alabanzas;
4 su brillo es como el sol;
su mano despide rayos
y allí se esconde su poder.
5 Ante él marcha la Peste,
la Fiebre sigue sus pasos.
6 Se detiene y tiembla la tierra,
lanza una mirada
y dispersa a las naciones;
se derrumban las viejas montañas,
se hunden
las antiguas colinas,
las órbitas primordiales, ante él.
7 Hundidas veo las tiendas de Cusán,
sacudidas las lonas de Madián.
8 ¿Es que arde, Señor, contra los ríos,
contra los ríos tu cólera,
contra el mar tu furor,
cuando montas tus caballos,
tu carro victorioso?
9 Desenfundas y preparas tu arco,
cargas de flechas tu bolsa.
Agrietas con torrentes el suelo
10 y al verte tiemblan las montañas;
cae una lluvia torrencial,
el océano hace oír su voz,
levanta sus brazos a lo alto.
11 Sol y luna se detienen en su morada
a la luz de tus flechas que cruzan,
al brillo del relámpago de tu lanza.
12 Caminas enfurecido por la tierra,
pisoteas furioso a los pueblos,
13 sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido:
destrozas el techo
de la casa del malvado,
desnudas sus cimientos hasta la roca.
14 Con tus flechas atraviesas al capitán
y sus tropas se dispersan
en torbellino
cuando triunfantes iban a devorar
una víctima a escondidas.
15 Pisas el mar con tus caballos
y hierve la inmensidad de las aguas.
16 Lo escuché
y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios,
me entró un escalofrío
por los huesos
y me temblaban
las piernas al andar.
Gimo por el día de angustia
que se viene sobre el pueblo
que nos oprime.
17 Aunque la higuera no echa brotes
y las cepas no dan fruto,
aunque el olivo se niega a su tarea
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban
las ovejas del corral
y no quedan vacas en el establo;
18 yo festejaré al Señor
gozando con mi Dios salvador:
19 el Señor es mi fuerza,
me da piernas de gacela,
me encamina por las alturas.

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Introducción a Habacuc 

HABACUC

El profeta y su época. Habacuc, profeta sin patria y sin apellido, vive y escribe en la misma época que Nahún. Su horizonte histórico está definido por dos grandes poderes: Asiria decadente y Babilonia renaciente. Asiria es el pescador de pueblos y su dios es su red; sucumbirá ante el nuevo imperio babilónico, águila guerrera cuyo dios es su fuerza. Los babilonios, de momento, hacen justicia, pero pueden seguir también el camino de la arrogancia y de la opresión. Entre los dos vive Israel, que puede convertirse en juguete de los imperios. Habacuc representa a su pueblo expectante. Son tiempos de opresión y violencias. Estamos en el decenio 622-612 a.C.

Mensaje religioso
. Ningún profeta como Habacuc se ha asomado a la escena de las grandes potencias, preguntándose por la justicia de la historia, y se ha remontado desde ahí a contemplar y comprender la soberanía de Dios. No ha sido una comprensión fácil. A la atrevida pregunta del profeta «¿Hasta cuándo te gritaré: ¡Violencia!, sin que me salves?» (1,2), Dios parece no escuchar, y antes de responder se hace esperar. Dios mira como si no viese, o como si lo que ve no hiriera su vista.
Los interrogantes del profeta «¿hasta cuando?, ¿por qué?», se suceden a lo largo del libro, como haciéndose el portavoz de los lamentos de su pueblo, como el centinela que escudriña la historia tratando de descubrir un sentido y una esperanza que levante los ánimos de los decaídos y desesperados. Es una expectación que se transforma en oración y súplica.
Cuando le llega la respuesta profética, Habacuc recibe la orden: «escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido» (2,2). Pero la respuesta de Dios abre una nueva etapa de expectación. ¿Cuáles son los plazos en la cronología divina?
El profeta lanza, pues, al pueblo hacia un nuevo horizonte, más allá de las expectativas coyunturales del momento histórico. Es todavía tiempo de perseverancia, confianza y esperanza en el Señor, dueño de la historia. Dios vendrá, pero a su tiempo (2,3). Mientras tanto «el justo, por su fidelidad vivirá» (2,4).
Éste es el mensaje del profeta centinela de la historia, que retomará Pablo ( Rom_1:17 ; Gál_3:11 ) y lo verá ya realizado en la esperanza de todos aquellos que creen que Jesús, con su muerte y resurrección ha llevado a cumplimiento definitivo el designio salvador de Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Habacuc  3,1-19Himno del profeta. El profeta entona este cántico o himno como una forma de hacer entender la diferencia que existe entre las obras y la suerte del injusto y opresor (2,6-17), secundado por sus falsas divinidades (2,18-20), y las obras y la suerte del justo. Al mismo tiempo, intentar ilustrar la respuesta a las dos quejas del inicio del libro. El cántico describe el poder absoluto y universal de Dios, subrayando, no el poder militar y subyugante, sino el poder que genera vida para quienes a lo largo de la historia la han tenido amenazada y para quienes en el futuro se encuentren en idéntica situación. Por eso, el profeta no ahorra palabras o imágenes para resaltar la acción de Dios.
No hay que quedarse sólo con la idea de un Dios guerrero, manera como se concebía en aquel entonces a la divinidad. Hay que fijarse más bien en la opción radical -no simplemente preferencial- de Dios por la defensa del débil, por garantizar que aunque los soberbios y poderosos tengan en sus manos el dominio del mundo van a perecer, pues sus planes y proyectos tienen que hundirse al no generar vida ni justicia. Sólo hay un proyecto de justicia y de vida, el de Dios; lo demás es antiproyecto. ¿No fue eso también lo que quiso decirnos María en su «Magnificat»? (cfr. Luc_1:47-55).
El profeta pone así en guardia a quienes quieran asumir una vida de «justos»; son ellos los que tienen que ir construyendo una sociedad justa, basada en las relaciones de igualdad. No hay que cruzarse de brazos para esperar pasivamente una intervención de Dios. Su proyecto es eterno y su fidelidad por todas las edades, pero hay que recordar que en el proyecto de Dios está contemplada la intervención activa del hombre que debe ponerse desde ahora a construir esa sociedad que se espera como fruto de la fidelidad de Dios.