Sofonías  2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 15 versitos |
1 ¡Amontónense bien,
pueblo despreciable!,
2 antes que los desparrame
como paja que se vuela,
antes que los alcance
el incendio de la ira del Señor,
antes que los alcance
el día de la ira del Señor.
3 Busquen al Señor, los humildes
que cumplen sus mandatos:
busquen la justicia,
busquen la humildad,
tal vez así encontrarán un refugio
el día de la ira del Señor.
4

Contra las naciones
Am 1,3– 2,3

Gaza quedará abandonada;
Ascalón, devastada;
Asdod, despoblada al mediodía;
Ecrón, arrancada.
5 ¡Ay de los que habitan en la costa,
pueblo cretense!
– la Palabra del Señor
va por ustedes– :
Canaán, tierra filistea,
te dejaré totalmente despoblada,
6 el litoral se convertirá en pastizal,
terreno del resto de los judíos,
7 prados de pastores, corrales de ovejas,
que pastarán allí y al atardecer
se recogerán
en las casas de Ascalón,
cuando el Señor, su Dios, los visite
para cambiar su suerte.
8 He oído los insultos de Moab,
los ultrajes de los amonitas:
insultaban a mi pueblo;
invadían su territorio;
9 por eso ¡juro por mi vida!
– oráculo del Señor todopoderoso,
Dios de Israel– ,
Moab será como Sodoma,
Amón como Gomorra:
campo de ortigas,
mina de sal, desierto permanente.
– El resto de mi pueblo los saqueará,
sus supervivientes serán sus dueños– .
10 Ésa será la paga de su orgullo,
de sus insultos despreciativos,
contra el pueblo
del Señor todopoderoso;
11 terrible se les mostrará el Señor
cuando elimine
a todos los dioses de la tierra;
entonces le rendirán homenaje
cada una en su lugar
hasta las islas de los paganos.
12 También ustedes, nubios,
caerán atravesados por mi espada.
13 Él extenderá su mano hacia el norte
y exterminará a Asiria,
dejará a Nínive desolada,
hecha un arenal, un desierto:
14 en su recinto se tumbarán
manadas de fieras de toda especie,
lechuzas y erizos
pernoctan en los capiteles,
resuena su canto en las ventanas,
el umbral queda destrozado,
las maderas de cedro desnudas.
15 Ésta es la ciudad bulliciosa
que vivía confiada,
que pensaba: Yo y nadie más,
quedó reducida a escombros,
a madriguera de fieras;
los que pasan junto a ella
silban y agitan la mano.

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Introducción a Sofonías 

SOFONÍAS

El profeta y su época. Sofonías es un profeta del reinado de Josías, y Josías es una paradoja en el plan histórico de Dios. Después de los tristes años de decadencia religiosa bajo el reinado de Manasés (698-643 a.C.), Josías es el gran restaurador y continuador de las reformas religiosas de su bisabuelo Ezequías. Luchó eficazmente contra nigromantes y adivinos, proscribió el culto en santuarios locales para centralizarlo exclusivamente en Jerusalén, desarraigó los restos de la idolatría, luchó contra el influjo asirio, promovió con su ejemplo una nueva observancia religiosa, logró ensanchar el reino hacia el norte en territorio del destruido reino de Israel.
Semejante rey tenía todas las garantías para asegurar la prosperidad suya y de su reino. Pero, ¿qué sucedió? Que el rey, intentando detener las tropas del faraón que corrían en auxilio de Asiria, fue muerto en combate en Meguido; el pueblo, escandalizado por aquel aparente abandono de Dios, volvió a los pecados religiosos, al sincretismo pagano. Estaba a poca distancia de la catástrofe.
Sofonías colaboró con Josías (640-609 a.C.), denunciando las costumbres extranjeras, y predijo la destrucción de Nínive. Como profeta vive a la sombra de su gran contemporáneo Jeremías.

Mensaje religioso. El tema central de la predicación de Sofonías es el «día del Señor», un día de cólera que traerá la gran catástrofe sobre Jerusalén a causa de los pecados del pueblo. Es la respuesta de Dios a aquellos habitantes de la Ciudad Santa que piensan que «Dios no actúa ni bien ni mal» (1,12), es decir, que contempla pasivo e indiferente la rampante corrupción moral (1,1-18; 2,4-15).
Es esta maldad la que le lleva a Sofonías a penetrar, como ningún otro profeta, en el sentido y raíz última del pecado que se anida en el corazón de las personas; no los actos, sino sus motivaciones: la arrogancia (2,10), la falta de confianza en Dios (3,1), la fanfarronería y la deslealtad de sus profetas, el desprecio de la ley por los sacerdotes (3,2), la mentira (3,13). El pecado, en definitiva, es la ruptura de una alianza que había colocado al pueblo en una relación no jurídica, sino íntima y personal con Dios. Por eso, el «día de la cólera», será un día de borrón y cuenta nueva.
Pero la última palabra, como en los otros escritos proféticos, será un oráculo de restauración. Primero vendrá la gran purificación (3,9-13). De ella surgirá un «resto» de pobres y humildes, no constituido por la simple circuncisión física, sino por la conversión y la humilde fidelidad. Por eso también los paganos son llamados a incorporarse al servicio del Señor. El centro de reunión de los dispersos no es ya el monte de Sión en su materialidad, sino el «Nombre del Señor», refugio del pueblo humilde.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Sofonías  2,4-15Contra las naciones. Antes de pronunciar el castigo definitivo sobre Judá y Jerusalén, el profeta describe el castigo previsto para las naciones vecinas: no quedará nada de ninguna de ellas. Ni siquiera Nínive, que se tenía como la invencible, escapará al paso desolador del «día del Señor». Nótese la intención de describir el castigo universal refiriéndose a los pueblos de los cuatro puntos cardinales, Moab y Amón, al este; Filistea, al oeste; Asiria, al norte; y Etiopía, al sur. El versículo 11 deja entrever la posibilidad de la conversión de los paganos al Dios de Israel.