Numeros  12 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 16 versitos |
1

Moisés y sus hermanos

María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado por esposa.
2 Dijeron:
–¿Ha hablado el Señor sólo a Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?
El Señor lo oyó.
3 Moisés era el hombre más sufrido del mundo.
4 El Señor habló de repente a Moisés, Aarón y María:
– Vayan los tres hacia la tienda del encuentro.
Y los tres salieron.
5 El Señor bajó en la columna de nube y se colocó a la entrada de la tienda, y llamó a Aarón y María. Ellos se adelantaron y el Señor
6 les dijo:
– Escuchen mis palabras: Cuando entre ustedes hay un profeta del Señor, me doy a conocer a él en visión y le hablo en sueños;
7 no es así con mi siervo Moisés, el más fiel de todos mis siervos.
8 A él le hablo cara a cara; en presencia, no con enigmas, y él contempla la figura del Señor. ¿Cómo se han atrevido a hablar contra mi servidor Moisés?
9 La ira del Señor se encendió contra ellos, y el Señor se marchó.
10 Al apartarse la nube de la tienda, María tenía toda la piel descolorida, como la nieve. Aarón se volvió y vio que estaba leprosa.
11 Entonces Aarón dijo a Moisés:
– Perdón; no nos exijas cuentas del pecado que hemos cometido insensatamente.
12 No dejes a María como un aborto que sale del vientre, con la mitad de la carne comida.
13 Moisés suplicó al Señor:
– Por favor, Dios, sánala.
14 El Señor respondió:
– Si su padre le hubiera escupido en la cara, tendría que soportar esa deshonra siete días. Sáquenla fuera del campamento siete días y el séptimo se incorporará de nuevo.
15 La echaron siete días fuera del campamento, y el pueblo no se puso en marcha hasta que María se incorporó a ellos.
16 Después marcharon de Jaserot y acamparon en el desierto de Farán.

Patrocinio

 
 

Introducción a Numeros 

NUMEROS

A este libro que nosotros llamamos «Números», por la referencia a los dos censos que contiene y por la minuciosidad aritmética que ofrece en cuestiones relacionadas con el culto, la tradición judía, según su costumbre, lo llaman «En el desierto», pues es una de las primeras palabras con las que comienza el relato. El desierto es el marco geográfico y también teológico, en el que se llevan a cabo todas las acciones.

Contexto del libro. El pueblo sigue en el desierto: sale del Sinaí (1-10) y se acerca a la tierra prometida después de un largo rodeo (21,10-33,49). A lo largo del peregrinaje va enriqueciendo su caudal de leyes o disposiciones.
El autor sacerdotal (P) ha convertido las andanzas de grupos seminómadas durante varios años en la marcha procesional de todo Israel, perfectamente dividido por tribus y clanes, perfectamente organizado y dispuesto como para un desfile militar o una procesión sacra. Las tribus son «los escuadrones» del Señor, cada una con su banderín o estandarte, que avanzan en rigurosa formación: en el centro, el Arca y la tienda; alrededor, los aaronitas y levitas y las doce tribus, tres por lado.
El viaje se realiza en cuarenta etapas (33), a toque de trompeta (10). El término del viaje es tierra sagrada y también es sagrada la organización; los israelitas son peregrinos hacia la tierra de Dios.
En contraste con este movimiento regular, se lee una serie poco trabada de episodios; entre ellos sobresalen el de los exploradores (13s) y el de Balaán (22-24). El primero narra la resistencia del pueblo, que provoca una dilación y un largo rodeo. El segundo muestra el poder del Señor sobre los poderes ocultos de la magia y la adivinación: el adivino extranjero se ve transformado en profeta de la gloria de Israel. Vemos a Moisés en su tarea de jefe y legislador, en sus debilidades y desánimos, en su gran intercesión a favor del pueblo.

Mensaje religioso. Sobre el sobrecogedor escenario del «desierto», imagen de nuestro peregrinar por la tierra, se va desarrollando la relación continua entre Dios y su pueblo Israel (símbolo de todos los pueblos). Dios es el guía de la peregrinación hacia la tierra prometida; a veces, lo hace con intervenciones de una presencia fulgurante; otras, silenciosamente, a través de la mediación de los profetas y hombres sabios que Él se ha escogido de entre el mismo pueblo.
El pueblo no es siempre dócil y fiel. Desobedece, se revela, pierde la meta de su peregrinación, añora otros caminos más fáciles y placenteros. Dios se irrita, reprende, castiga, pero siempre es el Dios que salva.
El libro de los Números nos ha dejado el ideal del «desierto», de las tentaciones y de la lucha, como el lugar privilegiado del encuentro del ser humano con su Dios. Tan gravado quedó en la conciencia colectiva de Israel, que toda reforma posterior será una llamada profética al ideal «desierto».
Es también el «desierto» a donde Jesús se retira antes de iniciar su vida pública para profundizar en su identidad de Hijo de Dios y vencer las tentaciones del maligno. Y serán también los Padres y las Madres del desierto, en la primera gran reforma del cristianismo, los que dejarán ya para toda la historia de la Iglesia la impronta indeleble del «desierto» como camino de conversión y reencuentro con Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Numeros  12,1-16Moisés y sus hermanos. Las dificultades del desierto, las quejas, los lamentos y las contradicciones no corren sólo por cuenta del pueblo. Este relato nos revela que también hubo tropiezos y dificultades por parte de los dirigentes. María -la misma que vimos animando a las demás mujeres en el canto de acción de gracias después del paso del Mar Rojo (Éxo_15:20s)- y Aarón se rebelan contra su hermano. Esta situación provoca la ira de Dios y el consiguiente castigo que extrañamente sólo recae en ella. Hasta dónde se siente responsable Aarón y hasta dónde teme que también él pueda ser castigado se puede deducir de los versículos 11s, donde intercede ante Moisés por su hermana y por él mismo.
Este relato deja ver la gran veneración que los redactores sienten por Moisés, al considerarlo un profeta absolutamente especial, con quien el Señor se comunica de un modo directo, «cara a cara», y no por mediaciones como lo hace con los demás profetas (6s).