Numeros  13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 33 versitos |
1

Los exploradores
Dt 1,19-40

El Señor dijo a Moisés:
2 – Envía gente a explorar el país de Canaán, que yo voy a entregar a los israelitas; envía uno de cada tribu, y que todos sean jefes.
3 Moisés los envió desde el desierto de Farán, según la orden del Señor; todos eran jefes de los israelitas.
4 Sus nombres eran los siguientes: de la tribu de Rubén, Samúa, hijo de Zacur;
5 de la tribu de Simeón, Safat, hijo de Horí;
6 de la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefoné;
7 de la tribu de Isacar, Yigal, hijo de José;
8 de la tribu de Efraín, Hosea, hijo de Nun;
9 de la tribu de Benjamín, Paltí, hijo de Rafú;
10 de la tribu de Zabulón, Gadiel, hijo de Sodí;
11 de la tribu de Manasés– hijo de José– , Gadí, hijo de Susí;
12 de la tribu de Dan, Amiel, hijo de Gamalí;
13 de la tribu de Aser, Satur, hijo de Miguel;
14 de la tribu de Neftalí, Najbí, hijo de Vafsí;
15 de la tribu de Gad, Guevel, hijo de Maquí.
16 Éstos son los nombres de los que envió Moisés a explorar el país; a Hosea, hijo de Nun, le cambió el nombre en Josué.
17 Moisés los envió a explorar el país de Canaán, diciéndoles:
– Suban por este desierto hasta llegar a la montaña.
18 Observen cómo es el país y sus habitantes, si son fuertes o débiles, escasos o numerosos;
19 cómo es la tierra, buena o mala; cómo son las ciudades que habitan, de carpas o amuralladas;
20 cómo es la tierra, fértil o estéril, con vegetación o sin ella. Sean valientes y traigan frutos del país. Era la estación en que maduran las primeras uvas.
21 Subieron ellos y exploraron el país desde Sin hasta Rejob, junto a la Entrada de Jamat.
22 Subieron por el desierto de Sin y llegaron hasta Hebrón, donde vivían Ajimán, Sesay y Tolmay, hijos de Anac. Hebrón había sido fundada siete años antes que Soán de Egipto.
23 Llegados a Nájal Escol cortaron un ramo con un solo racimo de uvas, lo colgaron en una vara y lo llevaron entre dos. También cortaron granadas e higos.
24 Ese lugar se llama Nájal Escol, por el racimo que allí cortaron los israelitas.
25

Informe

Al cabo de cuarenta días volvieron de explorar el país,
26 y se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad israelita, en el desierto de Farán, en Cades. Les presentaron el informe a ellos, a toda la comunidad israelita, y les enseñaron los frutos del país.
27 Y les contaron:
– Hemos entrado en el país adonde nos enviaste; es una tierra que mana leche y miel; aquí tienen sus frutos.
28 Pero el pueblo que habita el país es poderoso, tiene grandes ciudades fortificadas, hemos visto allí a los anaquitas.
29 En la zona del desierto habitan los amalecitas; los heteos, jebuseos y amorreos viven en la montaña; los cananeos, junto al mar y junto al Jordán.
30 Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés, y dijo:
– Tenemos que subir y apoderarnos del país, porque podremos contra él.
31 Pero los que habían subido con él replicaron:
– No podemos atacar al pueblo, porque es más fuerte que nosotros.
32 Y desacreditaban la tierra que habían explorado delante de los israelitas:
– La tierra que hemos cruzado y explorado es una tierra que devora a sus habitantes; el pueblo que hemos visto en ella es de gran estatura.
33 Hemos visto allí nefileos, hijos de Anac: parecíamos langostas a su lado, y así nos veían ellos.

Patrocinio

 
 

Introducción a Numeros 

NUMEROS

A este libro que nosotros llamamos «Números», por la referencia a los dos censos que contiene y por la minuciosidad aritmética que ofrece en cuestiones relacionadas con el culto, la tradición judía, según su costumbre, lo llaman «En el desierto», pues es una de las primeras palabras con las que comienza el relato. El desierto es el marco geográfico y también teológico, en el que se llevan a cabo todas las acciones.

Contexto del libro. El pueblo sigue en el desierto: sale del Sinaí (1-10) y se acerca a la tierra prometida después de un largo rodeo (21,10-33,49). A lo largo del peregrinaje va enriqueciendo su caudal de leyes o disposiciones.
El autor sacerdotal (P) ha convertido las andanzas de grupos seminómadas durante varios años en la marcha procesional de todo Israel, perfectamente dividido por tribus y clanes, perfectamente organizado y dispuesto como para un desfile militar o una procesión sacra. Las tribus son «los escuadrones» del Señor, cada una con su banderín o estandarte, que avanzan en rigurosa formación: en el centro, el Arca y la tienda; alrededor, los aaronitas y levitas y las doce tribus, tres por lado.
El viaje se realiza en cuarenta etapas (33), a toque de trompeta (10). El término del viaje es tierra sagrada y también es sagrada la organización; los israelitas son peregrinos hacia la tierra de Dios.
En contraste con este movimiento regular, se lee una serie poco trabada de episodios; entre ellos sobresalen el de los exploradores (13s) y el de Balaán (22-24). El primero narra la resistencia del pueblo, que provoca una dilación y un largo rodeo. El segundo muestra el poder del Señor sobre los poderes ocultos de la magia y la adivinación: el adivino extranjero se ve transformado en profeta de la gloria de Israel. Vemos a Moisés en su tarea de jefe y legislador, en sus debilidades y desánimos, en su gran intercesión a favor del pueblo.

Mensaje religioso. Sobre el sobrecogedor escenario del «desierto», imagen de nuestro peregrinar por la tierra, se va desarrollando la relación continua entre Dios y su pueblo Israel (símbolo de todos los pueblos). Dios es el guía de la peregrinación hacia la tierra prometida; a veces, lo hace con intervenciones de una presencia fulgurante; otras, silenciosamente, a través de la mediación de los profetas y hombres sabios que Él se ha escogido de entre el mismo pueblo.
El pueblo no es siempre dócil y fiel. Desobedece, se revela, pierde la meta de su peregrinación, añora otros caminos más fáciles y placenteros. Dios se irrita, reprende, castiga, pero siempre es el Dios que salva.
El libro de los Números nos ha dejado el ideal del «desierto», de las tentaciones y de la lucha, como el lugar privilegiado del encuentro del ser humano con su Dios. Tan gravado quedó en la conciencia colectiva de Israel, que toda reforma posterior será una llamada profética al ideal «desierto».
Es también el «desierto» a donde Jesús se retira antes de iniciar su vida pública para profundizar en su identidad de Hijo de Dios y vencer las tentaciones del maligno. Y serán también los Padres y las Madres del desierto, en la primera gran reforma del cristianismo, los que dejarán ya para toda la historia de la Iglesia la impronta indeleble del «desierto» como camino de conversión y reencuentro con Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Numeros  13,1-33Los exploradores - Informe. Sin decir exactamente cuánto ha caminado el pueblo y cuánto falta para su arribo a la frontera de la tierra prometida, encontramos este relato donde Moisés envía una expedición para examinar el territorio. El informe (25-29), pese a que en principio es alentador, se convierte pronto en motivo de desaliento: el país explorado es muy poderoso; a pesar del entusiasmo de algunos (30), los ánimos decaen con las palabras de quien lo describe como impenetrable y poblado por gigantes (31-33). Este capítulo es el motivo narrativo que da pie a los relatos del capítulo 14.