Numeros  2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 34 versitos |
1

El campamento
Ez 48

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
2 – Los israelitas acamparán cada uno junto a su banderín o estandarte de familia, mirando a la tienda del encuentro y alrededor de ella.
3 Al este, hacia la salida del sol, acamparán los del estandarte de Judá, por escuadrones; jefe de los hijos de Judá es Najsón, hijo de Aminadab;
4 su ejército cuenta con setenta y cuatro mil seiscientos alistados.
5 Junto a él acampa la tribu de Isacar; su jefe es Natanael, hijo de Suar;
6 su ejército cuenta con cincuenta y cuatro mil cuatrocientos alistados.
7 La tribu de Zabulón; su jefe es Eliab, hijo de Jalón;
8 su ejército cuenta con cincuenta y siete mil cuatrocientos alistados.
9 Los alistados en el campamento de Judá, por escuadrones, son ciento ochenta y seis mil cuatrocientos. Se pondrán en marcha los primeros.
10 Al sur, el estandarte del campamento de Rubén, por escuadrones; jefe de los rubenitas es Elisur, hijo de Sedeur;
11 su ejército cuenta con cuarenta y seis mil quinientos alistados.
12 Junto a él acampa la tribu de Simeón; su jefe es Salumiel, hijo de Surisaday;
13 su ejército cuenta con cincuenta y nueve mil trescientos alistados.
14 La tribu de Gad; su jefe es Eliasaf, hijo de Degüel;
15 su ejército cuenta con cuarenta y nueve mil seiscientos cincuenta.
16 Los alistados en el campamento de Rubén, por escuadrones, son ciento cincuenta y un mil cuatrocientos cincuenta. Se pondrán en marcha los segundos.
17 Después se pondrá en marcha la tienda del encuentro y el campamento levita, en medio de los demás campamentos. Se pondrán en marcha según acampan, cada uno siguiendo su estandarte.
18 Al oeste, el banderín del campamento de Efraín, por escuadrones; jefe de los efraimitas es Elisamá, hijo de Amihud:
19 su ejército cuenta con cuarenta mil quinientos alistados.
20 Junto a él, la tribu de Manasés; su jefe es Gamaliel, hijo de Fedasur;
21 su ejército cuenta con treinta y dos mil doscientos alistados.
22 Al otro lado, la tribu de Benjamín; su jefe es Abidán, hijo de Gedeoní;
23 su ejército cuenta con treinta y cinco mil cuatrocientos alistados.
24 Los alistados en el campamento de Efraín son ciento ocho mil cien. Se pondrán en marcha los terceros.
25 Al norte, el estandarte del campamento de Dan, por escuadrones; jefe de los danitas es Ajiezer, hijo de Amisaday;
26 su ejército cuenta con sesenta y dos mil setecientos alistados.
27 Junto a él acampa la tribu de Aser; su jefe es Pagiel, hijo de Ocrán;
28 su ejército cuenta con cuarenta y un mil quinientos alistados.
29 Al otro lado, la tribu de Neftalí; su jefe es Ajirá, hijo de Enán;
30 su ejército cuenta con cincuenta y tres mil cuatrocientos alistados.
31 Alistados en el campamento de Dan, ciento cincuenta y siete mil seiscientos. Se pondrán en marcha los últimos, siguiendo sus estandartes.
32 Éste es el censo de los israelitas por familias; los alistados en los campamentos por escuadrones, seiscientos tres mil quinientos cincuenta.
33 Los levitas no se incluyeron en el censo de los israelitas, como lo había mandado el Señor a Moisés.
34 Los israelitas hicieron todo lo que el Señor mandó a Moisés; según acampaban por estandarte, así se ponían en marcha, por clanes y familias.

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Introducción a Numeros 

NUMEROS

A este libro que nosotros llamamos «Números», por la referencia a los dos censos que contiene y por la minuciosidad aritmética que ofrece en cuestiones relacionadas con el culto, la tradición judía, según su costumbre, lo llaman «En el desierto», pues es una de las primeras palabras con las que comienza el relato. El desierto es el marco geográfico y también teológico, en el que se llevan a cabo todas las acciones.

Contexto del libro. El pueblo sigue en el desierto: sale del Sinaí (1-10) y se acerca a la tierra prometida después de un largo rodeo (21,10-33,49). A lo largo del peregrinaje va enriqueciendo su caudal de leyes o disposiciones.
El autor sacerdotal (P) ha convertido las andanzas de grupos seminómadas durante varios años en la marcha procesional de todo Israel, perfectamente dividido por tribus y clanes, perfectamente organizado y dispuesto como para un desfile militar o una procesión sacra. Las tribus son «los escuadrones» del Señor, cada una con su banderín o estandarte, que avanzan en rigurosa formación: en el centro, el Arca y la tienda; alrededor, los aaronitas y levitas y las doce tribus, tres por lado.
El viaje se realiza en cuarenta etapas (33), a toque de trompeta (10). El término del viaje es tierra sagrada y también es sagrada la organización; los israelitas son peregrinos hacia la tierra de Dios.
En contraste con este movimiento regular, se lee una serie poco trabada de episodios; entre ellos sobresalen el de los exploradores (13s) y el de Balaán (22-24). El primero narra la resistencia del pueblo, que provoca una dilación y un largo rodeo. El segundo muestra el poder del Señor sobre los poderes ocultos de la magia y la adivinación: el adivino extranjero se ve transformado en profeta de la gloria de Israel. Vemos a Moisés en su tarea de jefe y legislador, en sus debilidades y desánimos, en su gran intercesión a favor del pueblo.

Mensaje religioso. Sobre el sobrecogedor escenario del «desierto», imagen de nuestro peregrinar por la tierra, se va desarrollando la relación continua entre Dios y su pueblo Israel (símbolo de todos los pueblos). Dios es el guía de la peregrinación hacia la tierra prometida; a veces, lo hace con intervenciones de una presencia fulgurante; otras, silenciosamente, a través de la mediación de los profetas y hombres sabios que Él se ha escogido de entre el mismo pueblo.
El pueblo no es siempre dócil y fiel. Desobedece, se revela, pierde la meta de su peregrinación, añora otros caminos más fáciles y placenteros. Dios se irrita, reprende, castiga, pero siempre es el Dios que salva.
El libro de los Números nos ha dejado el ideal del «desierto», de las tentaciones y de la lucha, como el lugar privilegiado del encuentro del ser humano con su Dios. Tan gravado quedó en la conciencia colectiva de Israel, que toda reforma posterior será una llamada profética al ideal «desierto».
Es también el «desierto» a donde Jesús se retira antes de iniciar su vida pública para profundizar en su identidad de Hijo de Dios y vencer las tentaciones del maligno. Y serán también los Padres y las Madres del desierto, en la primera gran reforma del cristianismo, los que dejarán ya para toda la historia de la Iglesia la impronta indeleble del «desierto» como camino de conversión y reencuentro con Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Numeros  2,1-34El campamento. La rígida organización para las marchas y para cada acampada refleja la estricta concepción teológica de la escuela sacerdotal (P) respecto a la presencia del Señor en medio del pueblo y los ámbitos de santidad que esta presencia determina: en primer lugar, junto a la tienda, la tribu de Leví -y los sacerdotes-; luego, en los demás costados y en orden jerárquico, las demás tribus, estableciendo una especie de muro divisorio entre el lugar sagrado y el profano. Esta mentalidad es la que rige las relaciones internas y externas de Israel. El Señor santifica primero al pueblo judío según un orden jerárquico y según unos criterios de pureza ritual y cultual que se establecen en todos los rituales de Levítico y algunos pasajes de Números. La santidad de los más cercanos al Santuario/Templo es la que santifica a los demás correligionarios, y por último, a los no israelitas.
Este criterio o concepción es sumamente peligroso, porque puede llevar al creyente sencillo a pensar que a Dios no le interesan sino los «buenos», los «santos»; a creer que son santos y buenos porque cumplen externamente una serie de preceptos, aunque las actitudes de amor y misericordia estén completamente ausentes de su vida interior. Eso es lo que muchas veces denunciaron los profetas, y es exactamente uno de los motivos más importantes del ministerio de Jesús: rescatar la verdadera imagen de Dios y devolvérsela a los que la religión había excluido por «impuros» y «malos».