Numeros  20 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 29 versitos |
1

Agua de la roca:
sentencia contra Moisés y Aarón
Éx 17,1-7

La comunidad entera de los israelitas llegó al desierto del Sin el mes primero, y el pueblo se instaló en Cades. Allí murió María y allí la enterraron.
2 Faltó agua al pueblo y se amotinaron contra Moisés y Aarón.
3 El pueblo se encaró con Moisés, diciendo:
–¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del Señor!
4 ¿Por qué han traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él nosotros y nuestras bestias?
5 ¿Por qué nos han sacado de Egipto para traernos a este sitio horrible, que no tiene grano, ni higueras, ni viñas, ni granados, ni agua para beber?
6 Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad y se dirigieron a la entrada de la tienda del encuentro, y delante de ella se echaron rostro en tierra. La Gloria del Señor se les apareció,
7 y el Señor dijo a Moisés:
8 – Agarra el bastón, reúne la asamblea tú con tu hermano Aarón, y en presencia de ellos ordenen a la roca que dé agua. Sacarás agua de la roca para darles de beber a ellos y a sus bestias.
9 Moisés retiró la vara de la presencia del Señor, como se lo mandaba;
10 Moisés y Aarón reunieron la asamblea delante de la roca, y les dijo:
– Escuchen, rebeldes: ¿creen que podemos hacer brotar agua de esta roca?
11 Moisés alzó la mano y golpeó la roca dos veces con el bastón, y brotó agua tan abundante que bebió toda la gente y las bestias.
12 El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
– Por no haberme creído, por no haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no harán entrar a esta comunidad en la tierra que les voy a dar.
13 Éste es el manantial de Meribá, donde los israelitas promovieron una querella contra el Señor, y él les mostró su santidad.
14

De Cades al Jordán
Edom niega el paso a Israel
Jue 11,16s

Desde Cades Moisés despachó mensajeros al rey de Edom con este mensaje: Así dice tu hermano Israel: Ya conoces todas las fatigas que hemos pasado.
15 Nuestros padres bajaron a Egipto, donde vivimos muchos años; los egipcios nos maltrataron a nosotros como a nuestros padres;
16 entonces gritamos al Señor, él nos escuchó y envió un ángel para sacarnos de Egipto. Ahora nos encontramos en Cades, ciudad que linda con tu territorio.
17 Déjanos cruzar por tu país: no atravesaremos ni campos, ni huertos, ni beberemos agua de los pozos; seguiremos el camino real, sin desviarnos a derecha ni a izquierda, hasta que hayamos atravesado tu territorio.
18 El rey de Edom le contestó:
– No pasen por mi país si no quieren que los reciba con la espada.
19 Insistieron los israelitas:
– Iremos por la calzada. Si nosotros o nuestro ganado bebemos agua tuya, te la pagaremos sin discutir. Déjanos pasar a pie.
20 Él respondió:
– No pasen.
Y les salió al encuentro con una tropa numerosa y bien armada.
21 Y como Edom se negó a dejar pasar a los israelitas por su territorio, ellos dieron un rodeo.
22

Muerte de Aarón
Dt 10,6

Desde Cades toda la comunidad de Israel se dirigió al monte Hor.
23 El Señor dijo a Moisés y a Aarón en el monte Hor, junto a la frontera de Edom:
24 – Aarón se va a reunir con los suyos, ya que no entrará en la tierra que voy a dar a los israelitas, porque ustedes se rebelaron contra mi mandato en Meribá.
25 Toma a Aarón y a su hijo Eleazar y sube con ellos al Monte Hor,
26 quítale los ornamentos a Aarón y vísteselos a su hijo Eleazar, porque Aarón morirá allí.
27 Moisés cumplió lo que le mandaba el Señor, y subió con ellos al Monte Hor, a la vista de toda la comunidad.
28 Le quitó los ornamentos a Aarón y se los vistió a Eleazar, su hijo. Aarón murió allí, en la cima del monte. Moisés y Eleazar bajaron del monte
29 y toda la comunidad, toda la casa de Israel, viendo que Aarón había muerto, lo lloró treinta días.

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Introducción a Numeros 

NUMEROS

A este libro que nosotros llamamos «Números», por la referencia a los dos censos que contiene y por la minuciosidad aritmética que ofrece en cuestiones relacionadas con el culto, la tradición judía, según su costumbre, lo llaman «En el desierto», pues es una de las primeras palabras con las que comienza el relato. El desierto es el marco geográfico y también teológico, en el que se llevan a cabo todas las acciones.

Contexto del libro. El pueblo sigue en el desierto: sale del Sinaí (1-10) y se acerca a la tierra prometida después de un largo rodeo (21,10-33,49). A lo largo del peregrinaje va enriqueciendo su caudal de leyes o disposiciones.
El autor sacerdotal (P) ha convertido las andanzas de grupos seminómadas durante varios años en la marcha procesional de todo Israel, perfectamente dividido por tribus y clanes, perfectamente organizado y dispuesto como para un desfile militar o una procesión sacra. Las tribus son «los escuadrones» del Señor, cada una con su banderín o estandarte, que avanzan en rigurosa formación: en el centro, el Arca y la tienda; alrededor, los aaronitas y levitas y las doce tribus, tres por lado.
El viaje se realiza en cuarenta etapas (33), a toque de trompeta (10). El término del viaje es tierra sagrada y también es sagrada la organización; los israelitas son peregrinos hacia la tierra de Dios.
En contraste con este movimiento regular, se lee una serie poco trabada de episodios; entre ellos sobresalen el de los exploradores (13s) y el de Balaán (22-24). El primero narra la resistencia del pueblo, que provoca una dilación y un largo rodeo. El segundo muestra el poder del Señor sobre los poderes ocultos de la magia y la adivinación: el adivino extranjero se ve transformado en profeta de la gloria de Israel. Vemos a Moisés en su tarea de jefe y legislador, en sus debilidades y desánimos, en su gran intercesión a favor del pueblo.

Mensaje religioso. Sobre el sobrecogedor escenario del «desierto», imagen de nuestro peregrinar por la tierra, se va desarrollando la relación continua entre Dios y su pueblo Israel (símbolo de todos los pueblos). Dios es el guía de la peregrinación hacia la tierra prometida; a veces, lo hace con intervenciones de una presencia fulgurante; otras, silenciosamente, a través de la mediación de los profetas y hombres sabios que Él se ha escogido de entre el mismo pueblo.
El pueblo no es siempre dócil y fiel. Desobedece, se revela, pierde la meta de su peregrinación, añora otros caminos más fáciles y placenteros. Dios se irrita, reprende, castiga, pero siempre es el Dios que salva.
El libro de los Números nos ha dejado el ideal del «desierto», de las tentaciones y de la lucha, como el lugar privilegiado del encuentro del ser humano con su Dios. Tan gravado quedó en la conciencia colectiva de Israel, que toda reforma posterior será una llamada profética al ideal «desierto».
Es también el «desierto» a donde Jesús se retira antes de iniciar su vida pública para profundizar en su identidad de Hijo de Dios y vencer las tentaciones del maligno. Y serán también los Padres y las Madres del desierto, en la primera gran reforma del cristianismo, los que dejarán ya para toda la historia de la Iglesia la impronta indeleble del «desierto» como camino de conversión y reencuentro con Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Numeros  20,1-13Agua de la roca: sentencia contra Moisés y Aarón. Tenemos un relato paralelo sobre el agua de la roca en Éxo_17:1-7 con características muy similares pero también con grandes diferencias. Una de ellas es el doble golpe que propicia Moisés a la roca con su vara (11) y la reacción negativa de Dios sentenciando a Moisés y a Aarón a no entrar en la tierra prometida (12). Esto bien podría ser la forma narrativa de anticipar la noticia de la muerte de Aarón en el desierto (28s). Se trata de uno de esos relatos etiológicos que tratan de explicar costumbres o circunstancias históricas que no tienen una explicación «científica». Seguramente, la tradición israelita siempre se preguntó por qué Moisés y Aarón no condujeron al pueblo también en la conquista de la tierra prometida. La única «explicación» es mediante el arreglo de un relato como éste -hubiera podido ser otro-, en el cual hay una supuesta desobediencia de Moisés, no de Aarón -incluso los términos de la falta de Moisés no son claros-: ¿Por qué increpó al pueblo en lugar de increpar a la roca según lo mandado (8)? O, ¿por qué la golpeó dos veces en lugar de una?
Con todo, ésa no es la preocupación del redactor. Lo que le importa es tratar de demostrar que pese al papel de Moisés, a su figura y a su peso delante de Dios, no por eso podía darse el lujo de contradecir su plan. O tal vez, porque ni siquiera Moisés, el gran caudillo, el gran mediador, el que hablaba «cara a cara» con Dios, ni siquiera él podía entrar en tierra de libertad según el criterio del mismo plan divino: no esta primera generación, sino la siguiente será la que entre en el país, con excepción -claro está- de Josué y Caleb.
Podríamos tomar este relato como una especie de recapitulación ilustrada de lo que han sido hasta ahora las etapas del desierto: desaliento, tentaciones de regresar al sistema socio-económico egipcio, murmuraciones y rebeldías, protestas por parte del pueblo y de sus mismos dirigentes. Son fracasos e infidelidades de la cuales ni Moisés ha estado exento. Dios ha castigado en su momento, pero no ha aniquilado por completo la semilla del pueblo con la que llevará adelante su propuesta de liberación. Ésta no se reduce sólo a la salida de Egipto, sino que incluye, además, la travesía del desierto, la conquista de la tierra y la puesta en marcha de un proyecto de igualdad y de justicia.


Numeros  20,14-21Edom niega el paso a Israel. Uno de los motivos de la eterna enemistad entre edomitas e israelitas fue el robo de Jacob/Israel a su hermano Esaú/Edom de los derechos de la primogenitura (cfr. Gén_25:27-34) y la bendición paterna (Gén_27:1-45). Ahora ha llegado el momento en que los edomitas se venguen al no permitir el paso de sus hermanos de sangre por su territorio, pese a la insistencia de Moisés.
Numeros  20,22-29Muerte de Aarón. Tal como estaba anticipado desde 20,12, Aarón muere en esta nueva etapa del desierto. El redactor sacerdotal se cuida de que la línea del sacerdocio aaronita sea transmitida a su hijo Eleazar imponiéndole los ornamentos sagrados de su padre.