Numeros  26 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 65 versitos |
1

Nuevo censo
1; Gn 46,8-25

Después de esta matanza, el Señor habló a Moisés y al sacerdote Eleazar, hijo de Aarón:
2 – Hagan el censo de la comunidad, registrando por familias a todos los israelitas mayores de veinte años, aptos para el servicio.
3 Moisés con el sacerdote Eleazar hicieron en la estepa de Moab, junto al Jordán, a la altura de Jericó, el censo de los mayores de veinte años
4 como lo había ordenado el Señor a Moisés. Registro de los que salieron de Egipto:
5 Rubén, el primogénito de Israel. Hijos de Rubén: Henoc y la familia de los henoquitas, Falú y la familia de los faluitas.
6 Jesrón y la familia de los jesronitas, Carmí y la familia de los carmitas.
7 Éstas son las familias rubenitas: el total de los registrados fue de cuarenta y tres mil setecientos treinta.
8 Hijo de Falú, Eliab.
9 Hijos de Eliab: Nemuel, Datán y Abirán. Datán y Abirán, miembros del Consejo, son los que se rebelaron contra Moisés, junto con la banda de Córaj, que se rebeló contra el Señor.
10 La tierra se abrió y los tragó, junto con Córaj. Así murió toda la banda y el fuego devoró a doscientos cincuenta hombres para escarmiento del pueblo.
11 Pero los hijos de Córaj no murieron.
12 Hijos de Simeón por familias: Nemuel y la familia de los nemuelitas, Yamín y la familia de los yaminitas, Yaquín y la familia de los yaquinitas,
13 Zéraj y la familia de los zerajitas, Saúl y la familia de los saulitas.
14 Éstas son las familias simeonitas: veintidós mil doscientos registrados.
15 Hijos de Gad por familias: Safón y la familia de los safonitas, Jaguí y la familia de los jaguitas, Suní y la familia de los sunitas,
16 Ozní y la familia de los oznitas, Erí y la familia de los eritas,
17 Arod y la familia de los aroditas, Arelí y la familia de los arelitas.
18 Éstas son las familias gaditas: cuarenta mil quinientos registrados.
19 Hijos de Judá: Er y Onán, que murieron en Canaán.
20 Hijos de Judá por familias: Selá y la familia de los selaítas.
21 Fares y la familia de los faresitas, Zéraj y la familia de los zerajitas. Hijos de Fares: Jesrón y la familia de los jesronitas, Jamul y la familia de los jamulitas.
22 Éstas son las familias de Judá: setenta y seis mil quinientos registrados.
23 Hijos de Isacar por familias: Tolá y la familia de los tolaítas, Puvá y la familia de los puvaítas.
24 Yasub y la familia de los yasubitas, Simrón y la familia de los simronitas.
25 Éstas son las familias de Isacar: sesenta y cuatro mil trescientos registrados.
26 Hijos de Zabulón por familias: Séred y la familia de los sereditas, Elón y la familia de los elonitas, Yajleel y la familia de los yajleelitas.
27 Éstas son las familias de Zabulón: sesenta mil quinientos registrados.
28 Hijos de José por familias: Manasés y Efraín.
29 Hijos de Manasés: Maquir y la familia de los maquiritas. Maquir engendró a Galaad. De Galaad se formó la familia de los galaaditas.
30 Hijos de Galaad: Yézer y la familia de los yezeritas, Jélec y la familia de los jelequitas.
31 Asriel y la familia de los asrielitas, Siquén y la familia de los siquenitas,
32 Semidá y la familia de los semiditas, Jéfer y la familia de los jeferitas;
33 Salfajad, hijo de Jéfer, no tuvo hijos varones, sino solamente hijas, que se llamaban Majlá, Noá, Joglá, Milcá y Tirsá.
34 Éstas son las familias de Manasés: cincuenta y dos mil setecientos registrados.
35 Hijos de Efraín por familias: Sutálaj y la familia de los sutalajitas, Béquer y la familia de los bequeritas, Tajan y la familia de los tajanitas.
36 Hijos de Sutálaj: Erán y la familia de los eranitas.
37 Éstas son las familias de Efraín: treinta y dos mil quinientos registrados.
Éstos son los hijos de José por familias.
38 Hijos de Benjamín por familias: Bela y la familia de los belaítas, Asbel y la familia de los asbelitas, Ajirán y la familia de los ajiranitas,
39 Sufán y la familia de los sufanitas, Jufán y la familia de los jufanitas.
40 Hijos de Bela: Arad y Naamán con las familias de araditas y naamanitas.
41 Éstos son los hijos de Benjamín por familias: cuarenta y cinco mil seiscientos registrados.
42 Hijos de Dan por familias: Suján y la familia de los sujanitas.
43 Éstas son las familias de Dan: sesenta y cuatro mil cuatrocientos registrados.
44 Hijos de Aser por familias: Yimná y la familia de los yimnaítas, Yisví y la familia de los yisvitas, Beriá y la familia de los beriaítas.
45 Hijos de Beriá: Héber y la familia de los heberitas, Malquiel y la familia de los malquielitas.
46 La hija de Aser se llamaba Séraj.
47 Éstas son las familias de los hijos de Aser: cincuenta y tres mil cuatrocientos registrados.
48 Hijos de Neftalí por familias: Yajseel y la familia de los yajseelitas, Guní y la familia de los gunitas.
49 Yéser y la familia de los yeseritas, Silén y la familia de los silenitas.
50 Éstas son las familias de Neftalí: cuarenta y cinco mil cuatrocientos registrados.
51 Número total de israelitas registrados: seiscientos un mil setecientos treinta.
52 El Señor habló a Moisés:
53 – Entre todos éstos repartirás la tierra en herencia, en proporción al número de hombres.
54 Cada uno recibirá una herencia proporcional al número de registrados.
55 Pero la distribución de las tierras se hará mediante un sorteo: se asignará la herencia a las diversas familias patriarcales,
56 y se distribuirá entre los más numerosos y los menos numerosos por sorteo.
57 Censo de los levitas por familias: Gersón y la familia de los gersonitas, Quehat y la familia de los quehatitas, Merarí y la familia de los meraritas.
58 Éstas son las familias de los levitas: la familia de los libnitas, la familia de los hebronitas, la familia de los majlitas, la familia de los musitas, la familia de los corajitas. Quehat engendró a Amrán,
59 cuya mujer se llamaba Yoquébed, hija de Leví, que le nació a Leví en Egipto. Ella le dio a Amrán tres hijos: Aarón, Moisés y María, su hermana.
60 De Aarón nacieron Nadab y Abihú, Eleazar e Itamar.
61 Nadab y Abihú murieron mientras ofrecían al Señor fuego profano.
62 El total de los registrados fue de veintitrés mil varones mayores de un mes. No fueron registrados con los demás israelitas porque no habían de repartirse la herencia con ellos.
63 Éste es el censo de israelitas que hicieron Moisés y el sacerdote Eleazar en la estepa de Moab, junto al Jordán, a la altura de Jericó.
64 Entre los registrados no había ninguno de los registrados en el censo que Moisés y el sacerdote Aarón habían hecho en el desierto de Sinaí.
65 El Señor lo había dicho: Morirán todos en el desierto, y no quedó ninguno vivo, más que Caleb, hijo de Jefoné, y Josué, hijo de Nun.

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Introducción a Numeros 

NUMEROS

A este libro que nosotros llamamos «Números», por la referencia a los dos censos que contiene y por la minuciosidad aritmética que ofrece en cuestiones relacionadas con el culto, la tradición judía, según su costumbre, lo llaman «En el desierto», pues es una de las primeras palabras con las que comienza el relato. El desierto es el marco geográfico y también teológico, en el que se llevan a cabo todas las acciones.

Contexto del libro. El pueblo sigue en el desierto: sale del Sinaí (1-10) y se acerca a la tierra prometida después de un largo rodeo (21,10-33,49). A lo largo del peregrinaje va enriqueciendo su caudal de leyes o disposiciones.
El autor sacerdotal (P) ha convertido las andanzas de grupos seminómadas durante varios años en la marcha procesional de todo Israel, perfectamente dividido por tribus y clanes, perfectamente organizado y dispuesto como para un desfile militar o una procesión sacra. Las tribus son «los escuadrones» del Señor, cada una con su banderín o estandarte, que avanzan en rigurosa formación: en el centro, el Arca y la tienda; alrededor, los aaronitas y levitas y las doce tribus, tres por lado.
El viaje se realiza en cuarenta etapas (33), a toque de trompeta (10). El término del viaje es tierra sagrada y también es sagrada la organización; los israelitas son peregrinos hacia la tierra de Dios.
En contraste con este movimiento regular, se lee una serie poco trabada de episodios; entre ellos sobresalen el de los exploradores (13s) y el de Balaán (22-24). El primero narra la resistencia del pueblo, que provoca una dilación y un largo rodeo. El segundo muestra el poder del Señor sobre los poderes ocultos de la magia y la adivinación: el adivino extranjero se ve transformado en profeta de la gloria de Israel. Vemos a Moisés en su tarea de jefe y legislador, en sus debilidades y desánimos, en su gran intercesión a favor del pueblo.

Mensaje religioso. Sobre el sobrecogedor escenario del «desierto», imagen de nuestro peregrinar por la tierra, se va desarrollando la relación continua entre Dios y su pueblo Israel (símbolo de todos los pueblos). Dios es el guía de la peregrinación hacia la tierra prometida; a veces, lo hace con intervenciones de una presencia fulgurante; otras, silenciosamente, a través de la mediación de los profetas y hombres sabios que Él se ha escogido de entre el mismo pueblo.
El pueblo no es siempre dócil y fiel. Desobedece, se revela, pierde la meta de su peregrinación, añora otros caminos más fáciles y placenteros. Dios se irrita, reprende, castiga, pero siempre es el Dios que salva.
El libro de los Números nos ha dejado el ideal del «desierto», de las tentaciones y de la lucha, como el lugar privilegiado del encuentro del ser humano con su Dios. Tan gravado quedó en la conciencia colectiva de Israel, que toda reforma posterior será una llamada profética al ideal «desierto».
Es también el «desierto» a donde Jesús se retira antes de iniciar su vida pública para profundizar en su identidad de Hijo de Dios y vencer las tentaciones del maligno. Y serán también los Padres y las Madres del desierto, en la primera gran reforma del cristianismo, los que dejarán ya para toda la historia de la Iglesia la impronta indeleble del «desierto» como camino de conversión y reencuentro con Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Numeros  26,1-65Nuevo censo. A las puertas de la tierra prometida, terminada prácticamente la travesía, se hace necesario un nuevo censo por dos motivos: primero, para comprobar que ninguno de la primera generación estuviese presente (64s); y segundo, para repartir la tierra por tribus (53s).
Si se compara el número de los censados en el Sinaí (603.550 en 1,46) con el censo de las estepas de Moab (601.730 en 51), la diferencia es muy pequeña (sólo 1.820 personas). Sin embargo, en el versículo 62 se registran 23.000 varones mayores de un mes que, aunque no se consignaron con los demás israelitas, nos da idea de que la población había aumentado en lugar de disminuir, pese a las muertes registradas en el desierto. Ésta puede ser la intencionalidad teológica del capítulo: la fidelidad providente de Dios y su compromiso con la vida. A pesar de que las circunstancias del desierto y el comportamiento de Israel hubieran podido terminar con la completa desaparición del pueblo, ese compromiso y esa fidelidad de Dios han hecho que la vida progrese y no retroceda. De modo que en tiempos de crisis y de amenaza contra la vida, esta escena, que aparentemente es inabordable por su extensa relación de nombres, se convierte también en un mensaje esperanzador para el pueblo.