Numeros  3 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 51 versitos |
1

Tribu de Leví

Ésta es la descendencia de Aarón y Moisés cuando el Señor habló a Moisés en el monte Sinaí.
2 Nombres de los hijos de Aarón: Nadab, el primogénito, Abihú, Eleazar e Itamar.
3 Éstos son los nombres de los aaronitas ungidos como sacerdotes, a quienes consagró sacerdotes.
4 Nadab y Abihú murieron sin hijos, en presencia del Señor, cuando ofrecieron al Señor fuego profano en el desierto del Sinaí. Eleazar e Itamar oficiaron como sacerdotes en vida de su padre, Aarón.
5 El Señor dijo a Moisés:
6 – Haz que se acerque la tribu de Leví y ponla al servicio del sacerdote Aarón.
7 Harán la guardia tuya y de toda la asamblea delante de la tienda del encuentro y desempeñarán las tareas del santuario.
8 Guardarán todo el ajuar de la tienda del encuentro y harán la guardia en lugar de los israelitas y desempeñarán las tareas del santuario.
9 Aparta a los levitas de los demás israelitas y dáselos a Aarón y a sus hijos como donados.
10 Encarga a Aarón y a sus hijos que ejerzan el sacerdocio. Al laico que se meta se le matará.
11 El Señor dijo a Moisés:
12 – Yo he elegido a los levitas de entre los israelitas en sustitución de los primogénitos o primeros partos de los israelitas. Los levitas me pertenecen,
13 porque me pertenecen los primogénitos. Cuando di muerte a los primogénitos en Egipto, me consagré todos los primogénitos de Israel, de hombres y de animales. Me pertenecen. Yo soy el Señor.
14 El Señor dijo a Moisés en el desierto del Sinaí:
15 – Haz un censo de los levitas, por familias y clanes, de todos los varones mayores de un mes.
16 Moisés hizo el censo, según la orden que le había dado el Señor.
17 Nombres de los levitas: Guersón, Quehat y Merarí.
18 Nombres de los guersonitas por clanes: Libní y Semeí,
19 de los quehatitas por clanes: Amrán, Yishar, Hebrón y Uziel;
20 de los meraritas por clanes: Majlí y Musí. Éstos son los clanes levitas por familias.
21 Clanes guersonitas: el clan de Libní y el clan de Semeí.
22 El número de los varones mayores de un mes fue de siete mil quinientos.
23 Los clanes guersonitas acampaban al oeste, detrás del santuario;
24 jefe de la casa de Guersón era Eliasaf, hijo de Lael.
25 En la tienda del encuentro los guersonitas se encargaban de guardar la tienda con su cortina,
26 la cortina de la puerta, las cortinas del atrio, la cortina de la puerta del atrio que da al santuario y rodea el altar, las cuerdas y todo su servicio.
27 Clanes quehatitas: el clan de Amrán, el clan de Yishar, el clan de Hebrón y el clan de Uziel.
28 Número de los varones mayores de un mes, encargados de las funciones del santuario, ocho mil seiscientos.
29 Los clanes quehatitas acampaban al sur del santuario;
30 su príncipe era Elisafán, hijo de Uziel;
31 se encargaban de guardar el arca, la mesa, el candelabro, los altares, los instrumentos sagrados con que oficiaban, la cortina y de todo su servicio.
32 Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, era el jefe supremo de los levitas, prefecto de los que ejercían funciones en el santuario.
33 Clanes meraritas: el clan de Majlí y el clan de Musí;
34 el número de varones mayores de un mes fue de seis mil doscientos;
35 su jefe era Suriel, hijo de Abijail; acampaban al norte del santuario.
36 Se encargaban de los tablones del santuario, de los travesaños, columnas y bases, con todos sus accesorios, y de todo su servicio;
37 de las columnas que rodeaban el atrio con sus bases, estacas y cuerdas.
38 Delante del santuario, al este, delante de la tienda del encuentro, a la salida del sol, acampaban Moisés, Aarón y sus hijos, hacían la guardia de los objetos sagrados, la guardia de los israelitas; al extraño que se metía, se le mataba.
39 Censo de los levitas hecho por Moisés y Aarón, según las órdenes del Señor, por clanes: total de varones mayores de un mes, veintidós mil.
40 El Señor dijo a Moisés:
– Haz el censo de todos los primogénitos israelitas varones mayores de un mes, registrando sus nombres;
41 aparta para mí a los levitas en sustitución de los primogénitos israelitas, y el ganado de los levitas en sustitución de los primeros partos de los rebaños de los israelitas. Yo soy el Señor.
42 Moisés hizo el censo de los primogénitos israelitas, como le había mandado el Señor;
43 el número de los primogénitos varones mayores de un mes, contando sus nombres, fue de veintidós mil doscientos setenta y tres.
44 El Señor dijo a Moisés:
45 – Aparta a los levitas en sustitución de los primogénitos israelitas y el ganado de los levitas en sustitución de los primeros partos del ganado de los israelitas, y serán para mí. Yo soy el Señor.
46 Para rescatar a los doscientos setenta y tres primogénitos israelitas que superan el número de los levitas,
47 recoge cincuenta gramos por cabeza – pesos del santuario: dos óbolos por gramo– ,
48 y entrega el dinero a Aarón y a sus hijos, como rescate de los que superan su número.
49 Moisés recibió de los que superaban el número de levitas el dinero de su rescate;
50 recibió así de los primogénitos israelitas trece mil seiscientos cincuenta gramos – pesos del santuario– ,
51 y entregó el dinero del rescate a Aarón y a sus hijos, según las órdenes que el Señor había dado a Moisés.

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Introducción a Numeros 

NUMEROS

A este libro que nosotros llamamos «Números», por la referencia a los dos censos que contiene y por la minuciosidad aritmética que ofrece en cuestiones relacionadas con el culto, la tradición judía, según su costumbre, lo llaman «En el desierto», pues es una de las primeras palabras con las que comienza el relato. El desierto es el marco geográfico y también teológico, en el que se llevan a cabo todas las acciones.

Contexto del libro. El pueblo sigue en el desierto: sale del Sinaí (1-10) y se acerca a la tierra prometida después de un largo rodeo (21,10-33,49). A lo largo del peregrinaje va enriqueciendo su caudal de leyes o disposiciones.
El autor sacerdotal (P) ha convertido las andanzas de grupos seminómadas durante varios años en la marcha procesional de todo Israel, perfectamente dividido por tribus y clanes, perfectamente organizado y dispuesto como para un desfile militar o una procesión sacra. Las tribus son «los escuadrones» del Señor, cada una con su banderín o estandarte, que avanzan en rigurosa formación: en el centro, el Arca y la tienda; alrededor, los aaronitas y levitas y las doce tribus, tres por lado.
El viaje se realiza en cuarenta etapas (33), a toque de trompeta (10). El término del viaje es tierra sagrada y también es sagrada la organización; los israelitas son peregrinos hacia la tierra de Dios.
En contraste con este movimiento regular, se lee una serie poco trabada de episodios; entre ellos sobresalen el de los exploradores (13s) y el de Balaán (22-24). El primero narra la resistencia del pueblo, que provoca una dilación y un largo rodeo. El segundo muestra el poder del Señor sobre los poderes ocultos de la magia y la adivinación: el adivino extranjero se ve transformado en profeta de la gloria de Israel. Vemos a Moisés en su tarea de jefe y legislador, en sus debilidades y desánimos, en su gran intercesión a favor del pueblo.

Mensaje religioso. Sobre el sobrecogedor escenario del «desierto», imagen de nuestro peregrinar por la tierra, se va desarrollando la relación continua entre Dios y su pueblo Israel (símbolo de todos los pueblos). Dios es el guía de la peregrinación hacia la tierra prometida; a veces, lo hace con intervenciones de una presencia fulgurante; otras, silenciosamente, a través de la mediación de los profetas y hombres sabios que Él se ha escogido de entre el mismo pueblo.
El pueblo no es siempre dócil y fiel. Desobedece, se revela, pierde la meta de su peregrinación, añora otros caminos más fáciles y placenteros. Dios se irrita, reprende, castiga, pero siempre es el Dios que salva.
El libro de los Números nos ha dejado el ideal del «desierto», de las tentaciones y de la lucha, como el lugar privilegiado del encuentro del ser humano con su Dios. Tan gravado quedó en la conciencia colectiva de Israel, que toda reforma posterior será una llamada profética al ideal «desierto».
Es también el «desierto» a donde Jesús se retira antes de iniciar su vida pública para profundizar en su identidad de Hijo de Dios y vencer las tentaciones del maligno. Y serán también los Padres y las Madres del desierto, en la primera gran reforma del cristianismo, los que dejarán ya para toda la historia de la Iglesia la impronta indeleble del «desierto» como camino de conversión y reencuentro con Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Numeros  3,1-51Tribu de Leví. La tradición israelita tuvo siempre a los levitas como los servidores exclusivos del Santuario; pero como podemos ver en Éx 25-31, hay un momento en la historia de Israel cuando los llamados descendientes del sacerdote Sadoc se las ingenian para emparentar con Aarón. Intentan aparecer como los amos y señores del Templo de Jerusalén, los únicos que podían oficiar, tocar y lucir objetos sagrados, relegando a los levitas a labores inferiores. Los levitas, sus familias y tribus, eran prácticamente sirvientes de los sacerdotes; así lo consigna el documento sacerdotal (P) en estos dos capítulos.
El argumento teológico que hace de los levitas una porción del pueblo tomada especialmente por Dios está en relación con la propiedad absoluta de Dios. El signo de aceptación es el ofrecimiento que se hace a Dios de todo primogénito. El Señor es dueño de todo el pueblo; por ello, todos deberían dedicarse exclusivamente a su servicio, aunque basta con que haya una parte representativa del pueblo consagrada a Él. Esa parte es la tribu de Leví, una especie de rescate que paga todo el pueblo (cfr. 8,22).