Numeros  7 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 89 versitos |
1

Consagración del Santuario: ofrendas
Éx 40,16-33

Cuando Moisés terminó de instalar el santuario, lo ungió y consagró con todos sus utensilios, y lo mismo el altar con sus utensilios: y los ungió y los consagró.
2 Los jefes israelitas, cabezas de familia, y jefes de las tribus, que habían colaborado en el censo, se acercaron
3 y presentaron sus ofrendas al Señor: seis carros cubiertos y doce bueyes, un carro por cada dos jefes y un buey por cada uno. Los ofrecieron ante el santuario.
4 El Señor dijo a Moisés:
5 – Recíbeselos para el servicio de la tienda del encuentro y entrégaselos a los levitas, a cada uno según su tarea.
6 Moisés recibió los carros y los bueyes y se los entregó a los levitas:
7 dos carros y cuatro bueyes a los guersonitas, para sus tareas;
8 cuatro carros y ocho bueyes a los meraritas, para sus tareas a las órdenes de Itamar, hijo del sacerdote Aarón.
9 A los quehatitas no les dio nada, porque éstos tenían que llevar a hombros los objetos sagrados.
10 Además, los jefes trajeron ofrendas por la dedicación del altar cuando fue ungido; los jefes presentaron sus ofrendas ante el altar.
11 El Señor dijo a Moisés:
– Cada día traerá un jefe su ofrenda por la dedicación del altar.
12 El primer día trajo su ofrenda Najsón, hijo de Aminadab, de la tribu de Judá:
13 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
14 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso,
15 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
16 un chivo para un sacrificio de expiación;
17 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Najsón, hijo de Aminadab.
18 El segundo día trajo su ofrenda Natanael, hijo de Suar, jefe de Isacar:
19 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
20 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;
21 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
22 un chivo para un sacrificio de expiación;
23 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Natanael, hijo de Suar.
24 El tercer día trajo su ofrenda Eliab, hijo de Jalón, jefe de la tribu de Zabulón:
25 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
26 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;
27 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
28 un chivo para un sacrificio de expiación;
29 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Eliab, hijo de Jalón.
30 El cuarto día trajo su ofrenda Elisur, hijo de Sedeur, jefe de la tribu de Rubén:
31 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
32 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;
33 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
34 un chivo para un sacrificio de expiación;
35 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Elisur, hijo de Sedeur.
36 El quinto día trajo su ofrenda Salumiel hijo de Surisaday, jefe de la tribu de Simeón:
37 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
38 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;
39 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
40 un chivo para un sacrificio de expiación;
41 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Salumiel, hijo de Surisaday.
42 El sexto día trajo su ofrenda Eliasaf, hijo de Degüel, jefe de la tribu de Gad:
43 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos, los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
44 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;
45 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
46 un chivo para un sacrificio de expiación;
47 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Eliasaf, hijo de Degüel.
48 El séptimo día trajo su ofrenda Elisamá, hijo de Amihud, jefe de la tribu de Efraín:
49 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
50 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;
51 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
52 un chivo para un sacrificio de expiación;
53 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Elisamá, hijo de Amihud.
54 El octavo día trajo su ofrenda Gamaliel, hijo de Fedasur, jefe de la tribu de Manasés;
55 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
56 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;
57 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
58 un chivo para un sacrificio de expiación;
59 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Gamaliel, hijo de Fedasur.
60 El noveno día trajo su ofrenda Abidán, hijo de Gedeoní, jefe de la tribu de Benjamín:
61 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
62 una bandeja de oro de cien gramos, llena de incienso;
63 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
64 un chivo para un sacrificio de expiación;
65 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Abidán, hijo de Gedeoní.
66 El décimo día trajo su ofrenda Ajiezer, hijo de Amisaday, jefe de la tribu de Dan:
67 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
68 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;
69 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
70 un chivo para un sacrificio de expiación;
71 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Ajiezer, hijo de Amisaday.
72 El undécimo día trajo su ofrenda Pagiel, hijo de Ocrán, jefe de la tribu de Aser:
73 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
74 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;
75 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
76 un chivo para un sacrificio de expiación;
77 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Pagiel, hijo de Ocrán.
78 El duodécimo día trajo su ofrenda Ajirá, hijo de Enán, jefe de la tribu de Neftalí:
79 una fuente de plata de mil trescientos gramos, un aspersorio de plata de setecientos gramos – pesos del santuario– , los dos llenos de harina de la mejor calidad amasada con aceite para la ofrenda;
80 una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;
81 un novillo, un carnero y un cordero de un año para un holocausto;
82 un chivo para un sacrificio de expiación;
83 dos vacas, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año para un sacrificio de comunión. Ésta fue la ofrenda de Ajirá, hijo de Enán.
84 Ésta fue la ofrenda de los jefes israelitas por la dedicación del altar cuando fue ungido: doce fuentes de plata, doce aspersorios de plata y doce bandejas de oro.
85 Cada fuente era de mil trescientos gramos y cada aspersorio de setecientos. En total veinticuatro mil gramos de plata – pesos del santuario– ;
86 doce bandejas de oro de cien gramos cada una – pesos del santuario– llenos de incienso; en total, mil doscientos gramos de oro;
87 doce novillos, doce carneros y doce corderos de un año con sus correspondientes ofrendas para holocaustos; doce chivos para sacrificios de expiación;
88 veinticuatro vacas, sesenta carneros, sesenta chivos y sesenta corderos de un año para sacrificios de comunión. Ésta fue la ofrenda por la dedicación del altar cuando fue ungido.
89 Cuando Moisés entró en la tienda del encuentro para hablar con Dios, oyó la voz que le hablaba desde lo alto de la tapa que cubre el arca de la alianza, entre los querubines; desde allí le hablaba.

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Introducción a Numeros 

NUMEROS

A este libro que nosotros llamamos «Números», por la referencia a los dos censos que contiene y por la minuciosidad aritmética que ofrece en cuestiones relacionadas con el culto, la tradición judía, según su costumbre, lo llaman «En el desierto», pues es una de las primeras palabras con las que comienza el relato. El desierto es el marco geográfico y también teológico, en el que se llevan a cabo todas las acciones.

Contexto del libro. El pueblo sigue en el desierto: sale del Sinaí (1-10) y se acerca a la tierra prometida después de un largo rodeo (21,10-33,49). A lo largo del peregrinaje va enriqueciendo su caudal de leyes o disposiciones.
El autor sacerdotal (P) ha convertido las andanzas de grupos seminómadas durante varios años en la marcha procesional de todo Israel, perfectamente dividido por tribus y clanes, perfectamente organizado y dispuesto como para un desfile militar o una procesión sacra. Las tribus son «los escuadrones» del Señor, cada una con su banderín o estandarte, que avanzan en rigurosa formación: en el centro, el Arca y la tienda; alrededor, los aaronitas y levitas y las doce tribus, tres por lado.
El viaje se realiza en cuarenta etapas (33), a toque de trompeta (10). El término del viaje es tierra sagrada y también es sagrada la organización; los israelitas son peregrinos hacia la tierra de Dios.
En contraste con este movimiento regular, se lee una serie poco trabada de episodios; entre ellos sobresalen el de los exploradores (13s) y el de Balaán (22-24). El primero narra la resistencia del pueblo, que provoca una dilación y un largo rodeo. El segundo muestra el poder del Señor sobre los poderes ocultos de la magia y la adivinación: el adivino extranjero se ve transformado en profeta de la gloria de Israel. Vemos a Moisés en su tarea de jefe y legislador, en sus debilidades y desánimos, en su gran intercesión a favor del pueblo.

Mensaje religioso. Sobre el sobrecogedor escenario del «desierto», imagen de nuestro peregrinar por la tierra, se va desarrollando la relación continua entre Dios y su pueblo Israel (símbolo de todos los pueblos). Dios es el guía de la peregrinación hacia la tierra prometida; a veces, lo hace con intervenciones de una presencia fulgurante; otras, silenciosamente, a través de la mediación de los profetas y hombres sabios que Él se ha escogido de entre el mismo pueblo.
El pueblo no es siempre dócil y fiel. Desobedece, se revela, pierde la meta de su peregrinación, añora otros caminos más fáciles y placenteros. Dios se irrita, reprende, castiga, pero siempre es el Dios que salva.
El libro de los Números nos ha dejado el ideal del «desierto», de las tentaciones y de la lucha, como el lugar privilegiado del encuentro del ser humano con su Dios. Tan gravado quedó en la conciencia colectiva de Israel, que toda reforma posterior será una llamada profética al ideal «desierto».
Es también el «desierto» a donde Jesús se retira antes de iniciar su vida pública para profundizar en su identidad de Hijo de Dios y vencer las tentaciones del maligno. Y serán también los Padres y las Madres del desierto, en la primera gran reforma del cristianismo, los que dejarán ya para toda la historia de la Iglesia la impronta indeleble del «desierto» como camino de conversión y reencuentro con Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Numeros  7,1-89Consagración del Santuario: ofrendas. Una forma de exigir al pueblo la costumbre de presentar permanentemente sus ofrendas al Templo de Jerusalén es poniendo este relato en el mismo lugar de la Alianza, del decálogo, o sea, en el mismo nacimiento de Israel como pueblo. La corriente sacerdotal (P) quiere dar un toque de autoridad divina a todo lo que tiene que ver con el Templo y con las funciones sacerdotales. Para darle, además, un toque de presentación histórica, retoma los nombres de los jefes de tribu que habían colaborado en el censo (2).
El creyente israelita estaba obligado a colaborar con el sostenimiento del Templo. Para la época del Nuevo Testamento estaba bien regulada la cuestión del tributo: había una tasa obligatoria anual y, al mismo tiempo, se hacía propaganda de las ofrendas voluntarias que tenían lugar especialmente durante las peregrinaciones a Jerusalén. El Templo estaba provisto de los recipientes necesarios para esta ofrenda voluntaria, que se prestaba al mismo tiempo para que los donantes fueran considerados como desprendidos y generosos con Dios. Sin embargo, Jesús estuvo en contra de esas actitudes; según nos relata Luc_21:1-4, Jesús alabó la generosidad, no de los que más echaban, sino de la pobre viuda que dio desde su necesidad.