Mateo 14 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 36 versitos |
1

Muerte de Juan el Bautista
Mc 6,14-16; Lc 9,7-9

Por aquel tiempo oyó el tetrarca Herodes la fama de Jesús
2 y dijo a sus servidores:
–Ése es Juan el Bautista que ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos.
3

Mc 6,17-20; Lc 3,19s

Herodes había hecho arrestar a Juan, encadenarlo y meterlo en prisión por instigación de Herodías, esposa de su hermano Felipe.
4 Juan le decía que no le era lícito tenerla.
5 Herodes quería darle muerte, pero le asustaba la gente, que consideraba a Juan como profeta.
6

Mc 6,21-29

Llegó el cumpleaños de Herodes y la hija de Herodías bailó en medio de todos. A Herodes le gustó tanto
7 que juró darle lo que pidiera.
8 Ella, inducida por su madre, pidió:
– Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.
9 El rey se sintió muy mal; pero, por el juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran;
10 y así mandó decapitar a Juan en la prisión.
11 La cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la joven; ella se la entregó a su madre.
12 Vinieron sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; después fueron a contárselo a Jesús.
13

Da de comer a cinco mil
Mc 6,30-45; Lc 9,10-17; cfr. Jn 6,1-15

Al enterarse, Jesús se fue de allí en barca, él solo, a un paraje despoblado. Pero lo supo la multitud y le siguió a pie desde los poblados.
14 Jesús desembarcó y, al ver la gran multitud, sintió lástima y sanó a los enfermos.
15 Al atardecer los discípulos fueron a decirle:
– El lugar es despoblado y ya es tarde; despide a la multitud para que vayan a los pueblos a comprar algo de comer.
16 [Jesús] les respondió:
– No hace falta que vayan; denle ustedes de comer.
17 Respondieron:
– Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados.
18 Él les dijo:
– Tráiganlos.
19 Después mandó a la multitud sentarse en la hierba, tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, dio gracias, partió el pan y se lo dio a sus discípulos; ellos se lo dieron a la multitud.
20 Comieron todos, quedaron satisfechos, recogieron las sobras y llenaron doce canastos.
21 Los que comieron eran cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
22 Enseguida mandó a los discípulos embarcarse y pasar antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
23

Camina sobre el agua
Mc 6,46-52; cfr. Jn 6,16-21

Después de despedirla, subió él solo a la montaña a orar. Al anochecer, todavía estaba allí, solo.
24 La barca se encontraba a buena distancia de la costa, sacudida por las olas, porque tenía viento contrario.
25 Ya muy entrada la noche Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago.
26 Al verlo caminar sobre el lago, los discípulos comenzaron a temblar y dijeron:
–¡Es un fantasma!
Y gritaban de miedo.
27 Pero [Jesús] les dijo:
–¡Ánimo! Soy yo, no teman.
28 Pedro le contestó:
– Señor, si eres tú, mándame ir por el agua hasta ti.
29 – Ven, le dijo.
Pedro saltó de la barca y comenzó a caminar por el agua acercándose a Jesús;
30 pero, al sentir el [fuerte] viento, tuvo miedo, entonces empezó a hundirse y gritó:
–¡Señor, sálvame!
31 Al momento Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo:
–¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
32 Cuando subieron a la barca, el viento amainó.
33 Los de la barca se postraron ante él diciendo:
– Ciertamente eres Hijo de Dios.
34

Sanaciones en Genesaret
Mc 6,53-56

Terminaron la travesía y atracaron en Genesaret.
35 Los hombres del lugar lo supieron y difundieron la noticia por toda la región. Le llevaron todos los enfermos
36 y le rogaban que les permitiese nada más rozar el borde de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos.

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Introducción a Mateo

Mateo

Contexto histórico. La obra de Mateo nos sitúa en la segunda generación cristiana. Durante varias décadas, después de la muerte y resurrección de Jesús, sus seguidores forman un grupo más -los «nazarenos»- dentro de la gran familia religiosa judía de fariseos, saduceos, zelotas, esenios y otros. Conviven con los demás grupos entre tensiones, tolerancia, indiferencia o sospecha. No faltan amagos y brotes de persecución. Así, hasta el año 70 en que sobreviene la catástrofe de Judea y Jerusalén, con la destrucción del Templo, en la guerra judeo-romana. De las ruinas materiales y la crisis espiritual emerge un grupo fariseo que unifica poderosamente la religiosidad bajo un férreo y normativo judaísmo, excluyendo cualquier tipo de pluralidad religiosa. De este modo, el rechazo a los cristianos o nazarenos cobra más intensidad hasta hacerse oficial en el sínodo judío de Yamnia (entre el año 85 y 90). Los judíos cristianos son excluidos formalmente de la sinagoga y deben comenzar a caminar solos.

Destinatarios
. Mateo parece escribir principalmente para estas comunidades, conscientes ya de su propia identidad. Y afirma, como «el dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas» (13,52), la continuidad y la novedad del mensaje de Jesús respecto a sus raíces judías. Continuidad, porque en Él, que es el Mesías, se cumplen las profecías y alcanza su perfección la Ley. Novedad, porque la «Buena Noticia», el «Evangelio», desborda todas las expectativas: «el vino nuevo se echa en odres nuevos» (9,17). Por eso, entre otras cosas, cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento que se cumplen en muchos acontecimientos de la vida de Jesús, además de entroncarlo en la genealogía de David y de Abrahán (1,1). Jesús, superior a Moisés, aprueba los mandatos de la ley judía, pero también los corrige y los lleva a plenitud proponiendo sus bienaventuranzas (5,3-10). Después del momento escatológico de su muerte, investido de plenos poderes con la resurrección, lega su enseñanza como mandamientos a sus discípulos (28,16-20): en vez de la convergencia de las naciones hacia Israel, anunciada por los profetas, promueve la propagación de la Buena Noticia para todo el mundo. En vez de la circuncisión, instaura el bautismo como signo y realidad de pertenencia al nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
Una tradición muy antigua atribuyó este evangelio a Mateo, el apóstol publicano (9,9). Hoy en día, sin embargo, una serie de razones convincentes hace pensar que su autor fue un cristiano de la segunda generación, proveniente del judaísmo de la diáspora. Compuso su obra en griego, utilizando los materiales de Marcos -el primer evangelio que se escribió-, e inspirándose también en otra tradición escrita, hoy perdida, conocida como «documento Q». En cuanto a su fecha de composición, el autor tiene conocimiento de la destrucción de Jerusalén (año 70) y experimenta muy de cerca la separación de los cristianos de la sinagoga judía (85-90); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto a su lugar de origen: Antioquía, la capital de Siria, es la hipótesis más aceptada.

Un evangelio para una Iglesia que comienza a caminar.
Mateo es el evangelio más conocido, preferido y citado por la tradición antigua de la Iglesia, hasta llegar a ser, incluso en nuestros días, algo así como el «evangelio eclesiástico» por excelencia. Entre las razones que avalan esta afirmación, encontramos:
Su estilo literario.
Sobrio y didáctico. Claridad de composición y del desarrollo de los acontecimientos. Los relatos están cuidadosamente elaborados. Todo ello hace que sea un evangelio para ser proclamado en una asamblea eclesial.
Su carácter doctrinal. Aunque no es un tratado doctrinal o un catecismo, Mateo relata los hechos y milagros de la vida de Jesús teniendo presente a una comunidad cristiana de la segunda generación que comienza ya a organizarse y necesita ser instruida en la «nueva ley» que ha traído el Señor.
El Jesús que presenta. No es el Jesús visto con la espontaneidad del evangelio de Marcos, sino el Jesús que la fe de la comunidad vive y expresa en sus celebraciones litúrgicas: lleno de dignidad, majestuoso, y lleno de citas proféticas que se cumplen en su persona.
Los apóstoles. A diferencia del grupo asustadizo, duro de cabeza y tardo en comprender que nos presenta Marcos sin paliativos, el retrato que nos brinda Mateo de los apóstoles es el que conviene a una comunidad que comienza a organizarse y que necesita del ejemplo, prestigio y la autoridad de sus responsables. Reconociendo sus defectos, pero limando sus asperezas, los apóstoles, según Mateo, terminan comprendiendo las enseñanzas y las parábolas del Maestro (16,12); lo reconocen como Hijo de Dios (14,33). Cuando les habla del reinado de Dios y les pregunta si han entendido todo, ellos responden que sí, y a continuación los compara como a letrados expertos (13,51s). Más adelante los equipara a profetas, doctores y letrados (23,34). Es Mateo, también, el único de los evangelios sinópticos que nos relata el pasaje de la investidura de poder a Pedro, base y fundamento de la Iglesia (16,18).
El reino de Dios. Las comunidades de la segunda generación ya han comprendido que la instauración definitiva del reinado de Dios no es una realidad tan inminente, sino que les espera un largo camino por recorrer.
La Iglesia. Este reinado de Dios, en camino hacia su manifestación definitiva, ha tomado cuerpo en la comunidad cristiana, a la que Mateo llama «Iglesia», continuadora legítima del Israel histórico. Es el Israel auténtico que ha entrado ya en la etapa final. La comunidad no tiene que añorar el pasado ni renegar de él. Ahora se aglutina en su lealtad a Jesús, Mesías y Maestro, nuevo Moisés e Hijo de David. Es una comunidad consciente y organizada, en la que van cuajando normas de conducta, prácticas sacramentales y litúrgicas, y hasta una institución judicial. Una comunidad que se abre para anunciar su mensaje a judíos y paganos.

Sinopsis. La gran introducción de la infancia tiene valor de relato programático sobre la falsilla de Moisés en Egipto y de ciertos anuncios proféticos (1s). Tras el bautismo (3), el cuerpo de la obra se reparte geográficamente entre el ministerio en Galilea (4-13) y en Jerusalén (14-25), donde Jesús va pronunciando sus famosos cinco discursos -como un nuevo Pentateuco-: El sermón del monte (5-7), como contrafigura de la ley de Moisés; la misión presente de los apóstoles (10) que prefigura la futura; las parábolas (13) que explican cómo es el reinado de Dios; las instrucciones a la comunidad (18) y el discurso escatológico (24s). Sigue como desenlace la pasión, muerte y resurrección (26-28) sobre la falsilla de Sal 22 y otros textos del Antiguo Testamento.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Mateo 14,1-12Muerte de Juan el Bautista. Lo mismo que en Mar_6:14-29, el relato de la decapitación del Bautista entra retrospectivamente, como recuerdo inquietante suscitado por hechos recientes. Un Juan vuelto a la vida cabe en la fantasía popular y en la mala conciencia de Herodes.
Mateo abrevia el relato de Marcos conservando lo esencial, los elementos suficientes para construir un drama: pasión y venganza, miedo y complacencia, danza fatal y una vida humana servida en bandeja en un banquete. La muerte del Bautista es historia con aura de leyenda. Si la misión de Juan está vinculada a la de Jesús (3,2; 11,18s), su muerte violenta y su sepultura pueden prefigurar la de Jesús (17,11-13).


Mateo 14,13-22Da de comer a cinco mil. Cinco mil hombres sin contar mujeres y niños, dice Mateo. El reparto del alimento maravilloso, comúnmente llamado multiplicación de los panes, lo encontramos en los cuatro evangelios y en Mateo y Marcos, por duplicado.
Dios es el dador por antonomasia (cfr. Sal_104:27s; Sal_136:25; Sal_145:15s), que ahora despliega todo el tesoro de su abundancia por medio de su enviado. La generosidad es parte de su reinado. Jesús, que se ha negado a un milagro fácil y cómodo para satisfacer su hambre en el desierto porque vive de la Palabra de Dios (Sal_4:4), ha repartido a la gente esa palabra y recurre al milagro para darles también el pan. El simbolismo se sustenta en el realismo. Una palabra que no lleve a dar también pan al hambriento y vestido al desnudo no es Palabra de Dios.
En este sentido total, el milagro de la multiplicación es anticipación de la Eucaristía, como lo ha interpretado la tradición apoyada en la fórmula litúrgica del versículo 19: «tomó los cinco panes..., alzó la vista al cielo, dio gracias, partió el pan y se lo dio a sus discípulos». El pan de la Eucaristía que congrega en una misma mesa a los hermanos y hermanas no puede separarse del pan debido en justicia al pobre y al necesitado. Un pan lleva al otro, y ambos hacen de la Eucaristía el alimento de vida eterna que se está haciendo ya, aquí y ahora, presente entre nosotros con la venida del reinado de Dios.
Mateo 14,23-33Camina sobre el agua. En la oscuridad de la noche, en la agitación de un mar levantisco, Jesús se aparece a sus discípulos. Podemos relacionar este episodio con los relatos de la transfiguración y la Pascua: son manifestaciones de la identidad profunda de Jesús como el Señor: domina los elementos (cfr. Sal_77:20), infunde paz y confianza con su presencia (fórmula clásica, por ejemplo, en Isa_41:10; Isa_43:5), con su palabra, con el contacto de su mano (cfr. Sal_73:23; Sal_80:18).
Pedro no teme porque se hunde, sino que se hunde porque teme (cfr. Sal_69:2s). Mateo quiere mostrar el itinerario espiritual del primer apóstol: cuando Jesús se identifica, lo reconoce; solicita su llamada y la sigue con audacia confiada; titubea, falla en el peligro y es salvado por Jesús. Figura ejemplar para la Iglesia.
La comunidad en medio de la tormenta se olvida del Jesús de la solidaridad y lo ven únicamente como un fantasma que se aproxima en la oscuridad. Quieren ir hacia Él, pero se dejan amedrentar por las fuerzas adversas. El evangelio nos invita a hacer una experiencia total de Jesús, rompiendo viejos prejuicios y nuestras seguridades. Debemos dejar que sea Él quien nos hable a través del libro de la Biblia y del libro de la vida.
Éste es uno de los episodios evangélicos que mejor ilustra, por una parte, la situación de la comunidad cristiana (la de Mateo y la de todos los tiempos) en su histórico caminar en medio de la dificultad y de la tribulación; y por otra, la presencia permanente del Señor resucitado en la barca de Pedro. Con la promesa de su presencia termina Mateo su evangelio: «Yo estaré con ustedes siempre, hasta el final del mundo» (28,20). Dentro de este contexto hay que situar la mención de la oración de Jesús a solas en la montaña (23), justo antes de la tempestad y del miedo de los navegantes. La otra vez que nos dirá explícitamente el evangelista que Jesús reza será en el huerto de Getsemaní (26,36s), antes de la gran prueba por la que atravesarán sus discípulos: el escándalo de la cruz.
Mateo 14,34-36Sanaciones en Genesaret. El evangelista contrapone intencionadamente la acogida de los habitantes de Genesaret a la actitud de hostilidad y desconfianza de sus paisanos de Nazaret (13,53-58). Jesús sana a mucha gente porque se acercan con fe y es la fe la que hace posible el milagro.