Mateo 20 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 34 versitos |
1

Los jornaleros de la viña

El reino de los cielos se parece a un hacendado que salió de mañana a contratar trabajadores para su viña.
2 Cerró trato con ellos en un denario al día y los envió a su viña.
3 Volvió a salir a media mañana, vio en la plaza a otros que no tenían trabajo
4 y les dijo: Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo debido.
5 Ellos se fueron. Volvió a salir a mediodía y a media tarde e hizo lo mismo.
6 Al caer de la tarde salió, encontró otros que no tenían trabajo y les dijo: ¿Qué hacen aquí ociosos todo el día sin trabajar?
7 Le contestan: Nadie nos ha contratado. Y él les dice: Vayan también ustedes a mi viña.
8 Al anochecer, el dueño de la viña dijo al capataz: Reúne a los trabajadores y págales su jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.
9 Pasaron los del atardecer y recibieron su jornal.
10 Cuando llegaron los primeros, esperaban recibir más; pero también ellos recibieron la misma paga.
11 Al recibirlo, se quejaron contra el hacendado:
12 Estos últimos han trabajado una hora y les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado la fatiga y el calor del día.
13 Él contestó a uno de ellos: Amigo, no estoy siendo injusto; ¿no habíamos cerrado trato en un denario?
14 Entonces toma lo tuyo y vete. Que yo quiero dar al último lo mismo que a ti.
15 ¿O no puedo yo disponer de mis bienes como me parezca? ¿Por qué tomas a mal que yo sea generoso?
16 Así los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.
17

Tercer anuncio
de la pasión y resurrección
Mc 10,32-34; Lc 18,31-34

Cuando Jesús subía hacia Jerusalén, tomó aparte a los Doce [discípulos] y por el camino les dijo:
18 – Miren, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los sumos sacerdotes y letrados que lo condenarán a muerte.
19 Lo entregarán a los paganos para que lo maltraten, lo azoten y lo crucifiquen. Al tercer día resucitará.
20

Contra la ambición
Mc 10,35-45

Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacer una petición.
21 Él le preguntó:
–¿Qué deseas?
Ella contestó:
– Manda que, cuando reines, estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
22 Jesús le contestó:
– No saben lo que piden. ¿Son capaces de beber la copa que yo he de beber?
Ellos contestan:
– Podemos.
23 Jesús les dijo:
– Mi copa la beberán, pero sentarse a mi derecha e izquierda no me toca a mí concederlo; esos lugares son para quienes se los ha destinado mi Padre.
24 Cuando los otros diez lo oyeron, se enojaron con los dos hermanos.
25 Pero Jesús los llamó y les dijo:
– Saben que entre los paganos los gobernantes tienen sometidos a sus súbditos y los poderosos imponen su autoridad.
26 No será así entre ustedes; más bien, quien entre ustedes quiera llegar a ser grande que se haga servidor de los demás;
27 y quien quiera ser el primero, que se haga sirviente de los demás.
28 Lo mismo que el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.
29

Sana a dos ciegos
Mc 10,46-52; Lc 18,35-43

Cuando se fueron de Jericó, un gran gentío le seguía.
30 Dos ciegos, que estaban sentados al costado del camino, al oír que Jesús pasaba, se pusieron a gritar:
–¡[Señor,] Hijo de David, ten compasión de nosotros!
31 La gente los reprendía para que se callasen. Pero ellos gritaban más fuerte:
–¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
32 Jesús se detuvo y les habló:
–¿Qué quieren que haga por ustedes?
33 Respondieron:
– Señor, que se nos abran los ojos.
34 Compadecido, Jesús les tocó los ojos y al punto recobraron la vista y le siguieron.

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Introducción a Mateo

Mateo

Contexto histórico. La obra de Mateo nos sitúa en la segunda generación cristiana. Durante varias décadas, después de la muerte y resurrección de Jesús, sus seguidores forman un grupo más -los «nazarenos»- dentro de la gran familia religiosa judía de fariseos, saduceos, zelotas, esenios y otros. Conviven con los demás grupos entre tensiones, tolerancia, indiferencia o sospecha. No faltan amagos y brotes de persecución. Así, hasta el año 70 en que sobreviene la catástrofe de Judea y Jerusalén, con la destrucción del Templo, en la guerra judeo-romana. De las ruinas materiales y la crisis espiritual emerge un grupo fariseo que unifica poderosamente la religiosidad bajo un férreo y normativo judaísmo, excluyendo cualquier tipo de pluralidad religiosa. De este modo, el rechazo a los cristianos o nazarenos cobra más intensidad hasta hacerse oficial en el sínodo judío de Yamnia (entre el año 85 y 90). Los judíos cristianos son excluidos formalmente de la sinagoga y deben comenzar a caminar solos.

Destinatarios
. Mateo parece escribir principalmente para estas comunidades, conscientes ya de su propia identidad. Y afirma, como «el dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas» (13,52), la continuidad y la novedad del mensaje de Jesús respecto a sus raíces judías. Continuidad, porque en Él, que es el Mesías, se cumplen las profecías y alcanza su perfección la Ley. Novedad, porque la «Buena Noticia», el «Evangelio», desborda todas las expectativas: «el vino nuevo se echa en odres nuevos» (9,17). Por eso, entre otras cosas, cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento que se cumplen en muchos acontecimientos de la vida de Jesús, además de entroncarlo en la genealogía de David y de Abrahán (1,1). Jesús, superior a Moisés, aprueba los mandatos de la ley judía, pero también los corrige y los lleva a plenitud proponiendo sus bienaventuranzas (5,3-10). Después del momento escatológico de su muerte, investido de plenos poderes con la resurrección, lega su enseñanza como mandamientos a sus discípulos (28,16-20): en vez de la convergencia de las naciones hacia Israel, anunciada por los profetas, promueve la propagación de la Buena Noticia para todo el mundo. En vez de la circuncisión, instaura el bautismo como signo y realidad de pertenencia al nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
Una tradición muy antigua atribuyó este evangelio a Mateo, el apóstol publicano (9,9). Hoy en día, sin embargo, una serie de razones convincentes hace pensar que su autor fue un cristiano de la segunda generación, proveniente del judaísmo de la diáspora. Compuso su obra en griego, utilizando los materiales de Marcos -el primer evangelio que se escribió-, e inspirándose también en otra tradición escrita, hoy perdida, conocida como «documento Q». En cuanto a su fecha de composición, el autor tiene conocimiento de la destrucción de Jerusalén (año 70) y experimenta muy de cerca la separación de los cristianos de la sinagoga judía (85-90); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto a su lugar de origen: Antioquía, la capital de Siria, es la hipótesis más aceptada.

Un evangelio para una Iglesia que comienza a caminar.
Mateo es el evangelio más conocido, preferido y citado por la tradición antigua de la Iglesia, hasta llegar a ser, incluso en nuestros días, algo así como el «evangelio eclesiástico» por excelencia. Entre las razones que avalan esta afirmación, encontramos:
Su estilo literario.
Sobrio y didáctico. Claridad de composición y del desarrollo de los acontecimientos. Los relatos están cuidadosamente elaborados. Todo ello hace que sea un evangelio para ser proclamado en una asamblea eclesial.
Su carácter doctrinal. Aunque no es un tratado doctrinal o un catecismo, Mateo relata los hechos y milagros de la vida de Jesús teniendo presente a una comunidad cristiana de la segunda generación que comienza ya a organizarse y necesita ser instruida en la «nueva ley» que ha traído el Señor.
El Jesús que presenta. No es el Jesús visto con la espontaneidad del evangelio de Marcos, sino el Jesús que la fe de la comunidad vive y expresa en sus celebraciones litúrgicas: lleno de dignidad, majestuoso, y lleno de citas proféticas que se cumplen en su persona.
Los apóstoles. A diferencia del grupo asustadizo, duro de cabeza y tardo en comprender que nos presenta Marcos sin paliativos, el retrato que nos brinda Mateo de los apóstoles es el que conviene a una comunidad que comienza a organizarse y que necesita del ejemplo, prestigio y la autoridad de sus responsables. Reconociendo sus defectos, pero limando sus asperezas, los apóstoles, según Mateo, terminan comprendiendo las enseñanzas y las parábolas del Maestro (16,12); lo reconocen como Hijo de Dios (14,33). Cuando les habla del reinado de Dios y les pregunta si han entendido todo, ellos responden que sí, y a continuación los compara como a letrados expertos (13,51s). Más adelante los equipara a profetas, doctores y letrados (23,34). Es Mateo, también, el único de los evangelios sinópticos que nos relata el pasaje de la investidura de poder a Pedro, base y fundamento de la Iglesia (16,18).
El reino de Dios. Las comunidades de la segunda generación ya han comprendido que la instauración definitiva del reinado de Dios no es una realidad tan inminente, sino que les espera un largo camino por recorrer.
La Iglesia. Este reinado de Dios, en camino hacia su manifestación definitiva, ha tomado cuerpo en la comunidad cristiana, a la que Mateo llama «Iglesia», continuadora legítima del Israel histórico. Es el Israel auténtico que ha entrado ya en la etapa final. La comunidad no tiene que añorar el pasado ni renegar de él. Ahora se aglutina en su lealtad a Jesús, Mesías y Maestro, nuevo Moisés e Hijo de David. Es una comunidad consciente y organizada, en la que van cuajando normas de conducta, prácticas sacramentales y litúrgicas, y hasta una institución judicial. Una comunidad que se abre para anunciar su mensaje a judíos y paganos.

Sinopsis. La gran introducción de la infancia tiene valor de relato programático sobre la falsilla de Moisés en Egipto y de ciertos anuncios proféticos (1s). Tras el bautismo (3), el cuerpo de la obra se reparte geográficamente entre el ministerio en Galilea (4-13) y en Jerusalén (14-25), donde Jesús va pronunciando sus famosos cinco discursos -como un nuevo Pentateuco-: El sermón del monte (5-7), como contrafigura de la ley de Moisés; la misión presente de los apóstoles (10) que prefigura la futura; las parábolas (13) que explican cómo es el reinado de Dios; las instrucciones a la comunidad (18) y el discurso escatológico (24s). Sigue como desenlace la pasión, muerte y resurrección (26-28) sobre la falsilla de Sal 22 y otros textos del Antiguo Testamento.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Mateo 20,1-16Los jornaleros de la viña. Esta parábola completa la enseñanza anterior sobre la recompensa que espera a los que dejan todo para seguir a Jesús. El apego del joven a sus riquezas contrasta con la generosidad de Dios que paga más de la cuenta. La misericordia de Dios no se opone a la justicia humana, sino que la trasciende totalmente en el amor. Dios no es injusto al ser generoso. No es cuestión de proporción (justicia), sino de aceptar agradecidos la desproporción. Gracia es amar más allá de los parámetros de la justicia humana. Las relaciones con Dios que establecía el legalismo en la época de Jesús eran de paga, en razón de los méritos que se tenían. La enseñanza incansable de Jesús era, por el contrario, que las relaciones con el Dios que es Padre se establecían por amor, y no por méritos frente a la Ley. Con Jesús quedaba bien definido el comportamiento de Dios con el ser humano: Dios no se fijaría en méritos, sino en necesidad. Quien necesitara de su amor lo obtendría, no quien lo «mereciera».
Como el dueño de la viña, y por libre iniciativa de su gracia, Dios regala a sus hijos e hijas una recompensa que no guarda proporción con la duración del trabajo. Tal es la respuesta de Jesús a los espíritus legalistas que veían con malos ojos su trato amistoso con recaudadores de impuestos y pecadores (cfr. 9,11). Luego, en la comunidad de Mateo, algunos cristianos de origen judío no podían entender que los paganos, venidos más tarde, tuvieran en la Iglesia el mismo reconocimiento que ellos.
La parábola muestra que se trata de un don, un regalo inmerecido, y es igual para todos. ¡Así es Dios de bueno con nosotros!


Mateo 20,17-19Tercer anuncio de la pasión y resurrección. El tercer anuncio de la pasión y resurrección es mucho más concreto y detallado, y el evangelio queda así totalmente orientado hacia la Pascua de Jesús y a su victoria sobre la muerte.
Mateo 20,20-28Contra la ambición. Continúa el tema de quién es el mayor y quién el menor, esta vez en el plano del poder. El episodio sucede en el círculo de los Doce y muestra lo mal que han entendido los apóstoles la enseñanza del Maestro. Del hecho concreto pasa Jesús al principio general, válido para su comunidad: lo importante en el reinado de Dios no es tener un puesto de honor, sino seguirle a Él en su camino de entrega y servicio a los más necesitados.
Esta enseñanza no va dirigida solamente a los discípulos que siguen al Jesús histórico, sino también a la comunidad de Mateo y a la de nuestros días: oponerse a los esquemas de poder y de dominio que gobiernan este mundo; hacer posible la globalización de la solidaridad. El grande es el que sirve, y el primero, el que se hace servidor de todos.
Mateo 20,29-34Sana a dos ciegos. El episodio de los ciegos se encuentra a medio camino: prolonga las instrucciones a los discípulos en el tema del seguimiento y anticipa el triunfo de Jesús en Jerusalén con la confesión de los ciegos.
Hay en este relato una cierta ironía. Los que están físicamente ciegos son los que ven con más claridad quién es realmente Jesús. Los dos ciegos representan a los discípulos que reconocen a Jesús como Mesías y Señor, pero aún no han comprendido toda su enseñanza. Son dos, como los hijos de Zebedeo (20,20-23), pero su petición es bien distinta a la de aquéllos. Ellos no piden un puesto importante, sino que se acercan con fe a Jesús para pedirle que les abra los ojos y puedan así comprender y asumir el camino que Él les propone.
El cambio que se produce en los dos ciegos es el que debe producirse en los discípulos que se acercan a Jesús con fe. El encuentro con Jesús les abre los ojos, les da una luz nueva para comprender y para recorrer el camino del seguimiento en el servicio y la entrega.