Mateo 23 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 39 versitos |
1

Invectiva contra los letrados y fariseos
Mc 12,38-40; Lc 11,39-52

Entonces Jesús, dirigiéndose a la multitud y a sus discípulos,
2 dijo:
– En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos.
3 Ustedes hagan y cumplan lo que ellos digan, pero no los imiten; porque dicen y no hacen.
4 Atan fardos pesados, [difíciles de llevar,] y se los cargan en la espalda a la gente, mientras ellos se niegan a moverlos con el dedo.
5 Todo lo hacen para exhibirse ante la gente: llevan cintas anchas y flecos llamativos en sus mantos.
6 Les gusta ocupar los primeros puestos en las comidas y los primeros asientos en las sinagogas;
7 que los salude la gente por la calle y los llamen maestros.
8 Ustedes no se hagan llamar maestros, porque uno solo es su maestro, mientras que todos ustedes son hermanos.
9 En la tierra a nadie llamen padre, pues uno solo es su Padre, el del cielo.
10 Ni se llamen jefes, porque sólo tienen un jefe que es el Mesías.
11 El mayor de ustedes que se haga servidor de los demás.
12 Quien se alaba será humillado, quien se humilla será alabado.
13 ¡Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el reino de los cielos! ¡No entran ni dejan entrar a los que lo intentan!
14 [[¡Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que devoran los bienes de las viudas, mientras hacen largas oraciones para que los tengan por justos! ¡La sentencia para ustedes será más severa!]]
15 ¡Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para ganar un partidario, y cuando lo consiguen, lo hacen doblemente más merecedor del infierno que ustedes!
16 ¡Ay de ustedes, guías ciegos, que dicen: Quien jura por el santuario no se compromete, quien jura por el oro del santuario queda comprometido!
17 ¡Tontos y ciegos!, ¿qué es más importante? ¿El oro o el santuario que consagra el oro?
18 Dicen: Quien jura por el altar no se compromete, quien jura por la ofrenda que hay sobre el altar queda comprometido.
19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante? ¿La ofrenda o el altar que consagra la ofrenda?
20 Porque quien jura por el altar jura por él y por cuanto hay sobre él;
21 y quien jura por el santuario jura por él y por quien lo habita;
22 y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.
23 ¡Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que pagan el impuesto de la menta, del anís y del comino, y descuidan lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe! ¡Eso es lo que hay que observar, sin descuidar lo otro!
24 ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello!
25 ¡Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de inmoralidad y robos!
26 ¡Fariseo ciego, limpia primero por dentro la copa y así quedará limpia por fuera!
27 ¡Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: por fuera son hermosos, por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda clase de inmundicia!
28 Así también son ustedes, por fuera parecen honrados delante de la gente, pero por dentro están llenos de hipocresía y maldad.
29 ¡Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que construyen sepulcros grandiosos a los profetas y monumentos a los justos,
30 mientras comentan: Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros antepasados, no habríamos participado en el asesinato de los profetas.
31 Con lo cual reconocen que son descendientes de los que mataron a los profetas.
32 Ustedes, pues, terminen de hacer lo que iniciaron sus antepasados.
33 ¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo evitarán el juicio del infierno?
34 Miren, para eso les estoy enviando profetas, sabios y letrados: a unos los matarán y crucificarán, a otros los azotarán en las sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad.
35 Así recaerá sobre ustedes toda la sangre inocente derramada en la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien ustedes mataron entre el santuario y el altar.
36 Les aseguro que todo recaerá sobre esta generación.
37

Lamentación por Jerusalén
Lc 13,34s

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los enviados! ¡Cuántas veces intenté reunir a tus hijos como la gallina reúne los pollitos bajo sus alas, y tú te negaste!
38 Por eso, la casa de ustedes quedará desierta.
39 Les digo que a partir de ahora no volverán a verme hasta que digan:
Bendito el que viene
en el nombre del Señor.

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Introducción a Mateo

Mateo

Contexto histórico. La obra de Mateo nos sitúa en la segunda generación cristiana. Durante varias décadas, después de la muerte y resurrección de Jesús, sus seguidores forman un grupo más -los «nazarenos»- dentro de la gran familia religiosa judía de fariseos, saduceos, zelotas, esenios y otros. Conviven con los demás grupos entre tensiones, tolerancia, indiferencia o sospecha. No faltan amagos y brotes de persecución. Así, hasta el año 70 en que sobreviene la catástrofe de Judea y Jerusalén, con la destrucción del Templo, en la guerra judeo-romana. De las ruinas materiales y la crisis espiritual emerge un grupo fariseo que unifica poderosamente la religiosidad bajo un férreo y normativo judaísmo, excluyendo cualquier tipo de pluralidad religiosa. De este modo, el rechazo a los cristianos o nazarenos cobra más intensidad hasta hacerse oficial en el sínodo judío de Yamnia (entre el año 85 y 90). Los judíos cristianos son excluidos formalmente de la sinagoga y deben comenzar a caminar solos.

Destinatarios
. Mateo parece escribir principalmente para estas comunidades, conscientes ya de su propia identidad. Y afirma, como «el dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas» (13,52), la continuidad y la novedad del mensaje de Jesús respecto a sus raíces judías. Continuidad, porque en Él, que es el Mesías, se cumplen las profecías y alcanza su perfección la Ley. Novedad, porque la «Buena Noticia», el «Evangelio», desborda todas las expectativas: «el vino nuevo se echa en odres nuevos» (9,17). Por eso, entre otras cosas, cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento que se cumplen en muchos acontecimientos de la vida de Jesús, además de entroncarlo en la genealogía de David y de Abrahán (1,1). Jesús, superior a Moisés, aprueba los mandatos de la ley judía, pero también los corrige y los lleva a plenitud proponiendo sus bienaventuranzas (5,3-10). Después del momento escatológico de su muerte, investido de plenos poderes con la resurrección, lega su enseñanza como mandamientos a sus discípulos (28,16-20): en vez de la convergencia de las naciones hacia Israel, anunciada por los profetas, promueve la propagación de la Buena Noticia para todo el mundo. En vez de la circuncisión, instaura el bautismo como signo y realidad de pertenencia al nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
Una tradición muy antigua atribuyó este evangelio a Mateo, el apóstol publicano (9,9). Hoy en día, sin embargo, una serie de razones convincentes hace pensar que su autor fue un cristiano de la segunda generación, proveniente del judaísmo de la diáspora. Compuso su obra en griego, utilizando los materiales de Marcos -el primer evangelio que se escribió-, e inspirándose también en otra tradición escrita, hoy perdida, conocida como «documento Q». En cuanto a su fecha de composición, el autor tiene conocimiento de la destrucción de Jerusalén (año 70) y experimenta muy de cerca la separación de los cristianos de la sinagoga judía (85-90); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto a su lugar de origen: Antioquía, la capital de Siria, es la hipótesis más aceptada.

Un evangelio para una Iglesia que comienza a caminar.
Mateo es el evangelio más conocido, preferido y citado por la tradición antigua de la Iglesia, hasta llegar a ser, incluso en nuestros días, algo así como el «evangelio eclesiástico» por excelencia. Entre las razones que avalan esta afirmación, encontramos:
Su estilo literario.
Sobrio y didáctico. Claridad de composición y del desarrollo de los acontecimientos. Los relatos están cuidadosamente elaborados. Todo ello hace que sea un evangelio para ser proclamado en una asamblea eclesial.
Su carácter doctrinal. Aunque no es un tratado doctrinal o un catecismo, Mateo relata los hechos y milagros de la vida de Jesús teniendo presente a una comunidad cristiana de la segunda generación que comienza ya a organizarse y necesita ser instruida en la «nueva ley» que ha traído el Señor.
El Jesús que presenta. No es el Jesús visto con la espontaneidad del evangelio de Marcos, sino el Jesús que la fe de la comunidad vive y expresa en sus celebraciones litúrgicas: lleno de dignidad, majestuoso, y lleno de citas proféticas que se cumplen en su persona.
Los apóstoles. A diferencia del grupo asustadizo, duro de cabeza y tardo en comprender que nos presenta Marcos sin paliativos, el retrato que nos brinda Mateo de los apóstoles es el que conviene a una comunidad que comienza a organizarse y que necesita del ejemplo, prestigio y la autoridad de sus responsables. Reconociendo sus defectos, pero limando sus asperezas, los apóstoles, según Mateo, terminan comprendiendo las enseñanzas y las parábolas del Maestro (16,12); lo reconocen como Hijo de Dios (14,33). Cuando les habla del reinado de Dios y les pregunta si han entendido todo, ellos responden que sí, y a continuación los compara como a letrados expertos (13,51s). Más adelante los equipara a profetas, doctores y letrados (23,34). Es Mateo, también, el único de los evangelios sinópticos que nos relata el pasaje de la investidura de poder a Pedro, base y fundamento de la Iglesia (16,18).
El reino de Dios. Las comunidades de la segunda generación ya han comprendido que la instauración definitiva del reinado de Dios no es una realidad tan inminente, sino que les espera un largo camino por recorrer.
La Iglesia. Este reinado de Dios, en camino hacia su manifestación definitiva, ha tomado cuerpo en la comunidad cristiana, a la que Mateo llama «Iglesia», continuadora legítima del Israel histórico. Es el Israel auténtico que ha entrado ya en la etapa final. La comunidad no tiene que añorar el pasado ni renegar de él. Ahora se aglutina en su lealtad a Jesús, Mesías y Maestro, nuevo Moisés e Hijo de David. Es una comunidad consciente y organizada, en la que van cuajando normas de conducta, prácticas sacramentales y litúrgicas, y hasta una institución judicial. Una comunidad que se abre para anunciar su mensaje a judíos y paganos.

Sinopsis. La gran introducción de la infancia tiene valor de relato programático sobre la falsilla de Moisés en Egipto y de ciertos anuncios proféticos (1s). Tras el bautismo (3), el cuerpo de la obra se reparte geográficamente entre el ministerio en Galilea (4-13) y en Jerusalén (14-25), donde Jesús va pronunciando sus famosos cinco discursos -como un nuevo Pentateuco-: El sermón del monte (5-7), como contrafigura de la ley de Moisés; la misión presente de los apóstoles (10) que prefigura la futura; las parábolas (13) que explican cómo es el reinado de Dios; las instrucciones a la comunidad (18) y el discurso escatológico (24s). Sigue como desenlace la pasión, muerte y resurrección (26-28) sobre la falsilla de Sal 22 y otros textos del Antiguo Testamento.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Mateo 23,1-36Invectiva contra los letrados y fariseos. Aquí culmina la polémica de la comunidad cristiana con las autoridades religiosas judías. El texto resulta condicionado por las circunstancias y por el género: la redacción probablemente refleja la época en que los cristianos habían sido ya excluidos de la comunidad judía, mientras que el género literario de la «polémica» explica indudables exageraciones o simplificaciones al describir al adversario; algunos rasgos tienen más de caricatura que de retrato -se leen semejantes descripciones en escritos filosóficos polémicos de la época-.
La descripción y caracterización de aquellos grupos de letrados y fariseos no concuerda en todo con lo que sabemos por otras fuentes. En cambio, es posible y conveniente tomar el texto como descripción de tipos que se pueden dar en otros grupos religiosos, incluida la propia comunidad. El discurso se dirige a la multitud «y a los discípulos» (1). Por tanto, las palabras de Jesús deben servir de advertencia para los discípulos de todos los tiempos, ya que siempre se está expuesto a reincidir en los vicios que aquí se condenan más severamente: la arbitrariedad de ciertas imposiciones, la vanidad y ostentación en la observancia de la Ley, la incapacidad para discernir lo importante de lo accidental y secundario y, sobre todo, la falta de correspondencia entre la doctrina y la vida. El hipócrita, como tipo humano, queda desenmascarado.
La religión es cuestión del corazón, tanto en su dimensión vertical, en relación con Dios, como en la horizontal, en relación con el prójimo. Cuando esto no sucede, se convierte en algo que abruma, asfixia y esclaviza.
Jesús respetó la Ley. Más aún, vino a darle todo su sentido y plenitud. Pero ridiculizó su concepción e interpretación farisaica. La crítica de Jesús al legalismo no va dirigida contra la Ley, sino contra aquéllos que, amparándose en ella, quieren burlar sus profundas exigencias. Lo primero es el interior, el corazón; posteriormente, y naciendo de él, vendrá lo exterior. Se necesita purificar el corazón con la Palabra de Dios (Jua_15:3), con la respuesta dada a la Palabra de Dios desde la fe o desde la obediencia de la fe (Rom_1:5).


Mateo 23,37-39Lamentación por Jerusalén. Toda esta sección que ha tenido lugar en Jerusalén termina ahora con un lamento. Estas últimas palabras de Jesús se dirigen especialmente a los líderes religiosos de la ciudad santa, que siempre mantuvieron una actitud de recelo y sospecha hacia Jesús y, por eso, no recibieron la salvación de Dios. Los cargos son dos: haber matado a los profetas y haber rechazado la invitación de Jesús (37). Por lo tanto, Dios dejará de habitar en el Templo (38) y Jesús el Mesías no se presentará allí hasta regresar como juez con la venida plena del reino de Dios. Jesús deja Jerusalén a su propia suerte. Sin embargo, la perspectiva no es de una oscuridad sin aurora, porque llegará el día en que dirán «bendito el que viene en nombre del Señor» (39; cfr. Sal_118:26). Esta promesa coincide con el anuncio de Pablo en Rom_11:26.