Mateo 25 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 46 versitos |
1

Las diez jóvenes
cfr. Lc 12,35-40

Entonces el reino de los cielos será como diez muchachas que salieron con sus lámparas a recibir al novio.
2 Cinco eran necias y cinco prudentes.
3 Las necias tomaron sus lámparas pero no llevaron aceite.
4 Las prudentes llevaban frascos de aceite con sus lámparas.
5 Como el novio tardaba, les entró el sueño y se durmieron.
6 A media noche se oyó un clamor: ¡Aquí está el novio, salgan a recibirlo!
7 Todas las muchachas se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas.
8 Las necias pidieron a las prudentes: ¿Pueden darnos un poco de aceite?, porque se nos apagan las lámparas.
9 Contestaron las prudentes: No, porque seguramente no alcanzará para todas; es mejor que vayan a comprarlo a la tienda.
10 Mientras iban a comprarlo, llegó el novio. Las que estaban preparadas entraron con él en la sala de bodas y la puerta se cerró.
11 Más tarde llegaron las otras muchachas diciendo: Señor, Señor, ábrenos.
12 Él respondió: Les aseguro que no las conozco.
13 Por tanto, estén atentos, porque no conocen ni el día ni la hora.
14

Los talentos
Lc 19,11-27

Es como un hombre que partía al extranjero; antes llamó a sus sirvientes y les encomendó sus posesiones.
15 A uno le dio cinco bolsas de oro, a otro dos, a otro una; a cada uno según su capacidad. Y se fue.
16 Inmediatamente el que había recibido cinco bolsas de oro negoció con ellas y ganó otras cinco.
17 Lo mismo el que había recibido dos bolsas de oro, ganó otras dos.
18 El que había recibido una bolsa de oro fue, hizo un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.
19 Pasado mucho tiempo se presentó el señor de aquellos sirvientes para pedirles cuentas.
20 Se acercó el que había recibido cinco bolsas de oro y le presentó otras cinco diciendo: Señor, me diste cinco bolsas de oro; mira, he ganado otras cinco.
21 Su señor le dijo: Muy bien, sirviente honrado y cumplidor; has sido fiel en lo poco, te pongo al frente de lo importante. Entra en la fiesta de tu señor.
22 Se acercó el que había recibido dos bolsas de oro y dijo: Señor, me diste dos bolsas de oro; mira, he ganado otras dos.
23 Su señor le dijo: Muy bien, sirviente honrado y cumplidor; has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de lo importante. Entra en la fiesta de tu señor.
24 Se acercó también el que había recibido una bolsa de oro y dijo: Señor, sabía que eres exigente, que cosechas donde no has sembrado y reúnes donde no has esparcido.
25 Como tenía miedo, enterré tu bolsa de oro; aquí tienes lo tuyo.
26 Su señor le respondió: Sirviente indigno y perezoso, si sabías que cosecho donde no sembré y reúno donde no esparcí,
27 tenías que haber depositado el dinero en un banco para que, al venir yo, lo retirase con los intereses.
28 Quítenle la bolsa de oro y dénsela al que tiene diez.
29 Porque al que tiene se le dará y le sobrará, y al que no tiene se le quitará aun lo que tiene.
30 Al sirviente inútil expúlsenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el crujir de dientes.
31

El juicio de las naciones

Cuando el Hijo del Hombre llegue con majestad, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria
32 y todas las naciones serán reunidas en su presencia. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
33 Colocará a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda.
34 Entonces el rey dirá a los de la derecha: Vengan, benditos de mi Padre, a recibir el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.
35 Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, era emigrante y me recibieron,
36 estaba desnudo y me vistieron, estaba enfermo y me visitaron, estaba encarcelado y me vinieron a ver.
37 Los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber,
38 emigrante y te recibimos, desnudo y te vestimos?
39 ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y fuimos a visitarte?
40 El rey les contestará: Les aseguro que lo que hayan hecho a uno solo de éstos, mis hermanos menores, me lo hicieron a mí.
41 Después dirá a los de su izquierda: Apártense de mí, malditos, vayan al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.
42 Porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber,
43 era emigrante y no me recibieron, estaba desnudo y no me vistieron, estaba enfermo y encarcelado y no me visitaron.
44 Ellos replicarán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, emigrante o desnudo, enfermo o encarcelado y no te socorrimos?
45 Él responderá: Les aseguro que lo que no hicieron a uno de estos más pequeños no me lo hicieron a mí.
46 Éstos irán al castigo perpetuo y los justos a la vida eterna.

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Introducción a Mateo

Mateo

Contexto histórico. La obra de Mateo nos sitúa en la segunda generación cristiana. Durante varias décadas, después de la muerte y resurrección de Jesús, sus seguidores forman un grupo más -los «nazarenos»- dentro de la gran familia religiosa judía de fariseos, saduceos, zelotas, esenios y otros. Conviven con los demás grupos entre tensiones, tolerancia, indiferencia o sospecha. No faltan amagos y brotes de persecución. Así, hasta el año 70 en que sobreviene la catástrofe de Judea y Jerusalén, con la destrucción del Templo, en la guerra judeo-romana. De las ruinas materiales y la crisis espiritual emerge un grupo fariseo que unifica poderosamente la religiosidad bajo un férreo y normativo judaísmo, excluyendo cualquier tipo de pluralidad religiosa. De este modo, el rechazo a los cristianos o nazarenos cobra más intensidad hasta hacerse oficial en el sínodo judío de Yamnia (entre el año 85 y 90). Los judíos cristianos son excluidos formalmente de la sinagoga y deben comenzar a caminar solos.

Destinatarios
. Mateo parece escribir principalmente para estas comunidades, conscientes ya de su propia identidad. Y afirma, como «el dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas» (13,52), la continuidad y la novedad del mensaje de Jesús respecto a sus raíces judías. Continuidad, porque en Él, que es el Mesías, se cumplen las profecías y alcanza su perfección la Ley. Novedad, porque la «Buena Noticia», el «Evangelio», desborda todas las expectativas: «el vino nuevo se echa en odres nuevos» (9,17). Por eso, entre otras cosas, cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento que se cumplen en muchos acontecimientos de la vida de Jesús, además de entroncarlo en la genealogía de David y de Abrahán (1,1). Jesús, superior a Moisés, aprueba los mandatos de la ley judía, pero también los corrige y los lleva a plenitud proponiendo sus bienaventuranzas (5,3-10). Después del momento escatológico de su muerte, investido de plenos poderes con la resurrección, lega su enseñanza como mandamientos a sus discípulos (28,16-20): en vez de la convergencia de las naciones hacia Israel, anunciada por los profetas, promueve la propagación de la Buena Noticia para todo el mundo. En vez de la circuncisión, instaura el bautismo como signo y realidad de pertenencia al nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
Una tradición muy antigua atribuyó este evangelio a Mateo, el apóstol publicano (9,9). Hoy en día, sin embargo, una serie de razones convincentes hace pensar que su autor fue un cristiano de la segunda generación, proveniente del judaísmo de la diáspora. Compuso su obra en griego, utilizando los materiales de Marcos -el primer evangelio que se escribió-, e inspirándose también en otra tradición escrita, hoy perdida, conocida como «documento Q». En cuanto a su fecha de composición, el autor tiene conocimiento de la destrucción de Jerusalén (año 70) y experimenta muy de cerca la separación de los cristianos de la sinagoga judía (85-90); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto a su lugar de origen: Antioquía, la capital de Siria, es la hipótesis más aceptada.

Un evangelio para una Iglesia que comienza a caminar.
Mateo es el evangelio más conocido, preferido y citado por la tradición antigua de la Iglesia, hasta llegar a ser, incluso en nuestros días, algo así como el «evangelio eclesiástico» por excelencia. Entre las razones que avalan esta afirmación, encontramos:
Su estilo literario.
Sobrio y didáctico. Claridad de composición y del desarrollo de los acontecimientos. Los relatos están cuidadosamente elaborados. Todo ello hace que sea un evangelio para ser proclamado en una asamblea eclesial.
Su carácter doctrinal. Aunque no es un tratado doctrinal o un catecismo, Mateo relata los hechos y milagros de la vida de Jesús teniendo presente a una comunidad cristiana de la segunda generación que comienza ya a organizarse y necesita ser instruida en la «nueva ley» que ha traído el Señor.
El Jesús que presenta. No es el Jesús visto con la espontaneidad del evangelio de Marcos, sino el Jesús que la fe de la comunidad vive y expresa en sus celebraciones litúrgicas: lleno de dignidad, majestuoso, y lleno de citas proféticas que se cumplen en su persona.
Los apóstoles. A diferencia del grupo asustadizo, duro de cabeza y tardo en comprender que nos presenta Marcos sin paliativos, el retrato que nos brinda Mateo de los apóstoles es el que conviene a una comunidad que comienza a organizarse y que necesita del ejemplo, prestigio y la autoridad de sus responsables. Reconociendo sus defectos, pero limando sus asperezas, los apóstoles, según Mateo, terminan comprendiendo las enseñanzas y las parábolas del Maestro (16,12); lo reconocen como Hijo de Dios (14,33). Cuando les habla del reinado de Dios y les pregunta si han entendido todo, ellos responden que sí, y a continuación los compara como a letrados expertos (13,51s). Más adelante los equipara a profetas, doctores y letrados (23,34). Es Mateo, también, el único de los evangelios sinópticos que nos relata el pasaje de la investidura de poder a Pedro, base y fundamento de la Iglesia (16,18).
El reino de Dios. Las comunidades de la segunda generación ya han comprendido que la instauración definitiva del reinado de Dios no es una realidad tan inminente, sino que les espera un largo camino por recorrer.
La Iglesia. Este reinado de Dios, en camino hacia su manifestación definitiva, ha tomado cuerpo en la comunidad cristiana, a la que Mateo llama «Iglesia», continuadora legítima del Israel histórico. Es el Israel auténtico que ha entrado ya en la etapa final. La comunidad no tiene que añorar el pasado ni renegar de él. Ahora se aglutina en su lealtad a Jesús, Mesías y Maestro, nuevo Moisés e Hijo de David. Es una comunidad consciente y organizada, en la que van cuajando normas de conducta, prácticas sacramentales y litúrgicas, y hasta una institución judicial. Una comunidad que se abre para anunciar su mensaje a judíos y paganos.

Sinopsis. La gran introducción de la infancia tiene valor de relato programático sobre la falsilla de Moisés en Egipto y de ciertos anuncios proféticos (1s). Tras el bautismo (3), el cuerpo de la obra se reparte geográficamente entre el ministerio en Galilea (4-13) y en Jerusalén (14-25), donde Jesús va pronunciando sus famosos cinco discursos -como un nuevo Pentateuco-: El sermón del monte (5-7), como contrafigura de la ley de Moisés; la misión presente de los apóstoles (10) que prefigura la futura; las parábolas (13) que explican cómo es el reinado de Dios; las instrucciones a la comunidad (18) y el discurso escatológico (24s). Sigue como desenlace la pasión, muerte y resurrección (26-28) sobre la falsilla de Sal 22 y otros textos del Antiguo Testamento.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Mateo 25,1-13Las diez jóvenes. La parábola, exclusiva de Mateo, se refiere a la segunda venida de Jesús. Describe la situación de los que viven en la esperanza el tiempo intermedio entre la resurrección y la parusía. El reino de los cielos es comparado, no con diez jóvenes, sino con la celebración solemne de una boda. El centro del mensaje es la necesidad de la preparación.
Dos hechos suceden: el retraso del novio y el sueño de las que esperan. La insensatez de las jóvenes necias no es que se hubieran dormido (todas se durmieron), sino en que no iban preparadas para su misión. No habían contado con un posible retraso del novio y por eso no tuvieron aceite suficiente. La negación de las jóvenes prudentes a compartir el aceite es un rasgo parabólico para hacernos comprender que la preparación requerida es personal e insustituible. No vale apoyarse en la fidelidad de otro.
La respuesta del esposo indica que las jóvenes necias representan a quienes están en la comunidad de los fieles, pero carecen de auténtica entrega y, por tanto, no están preparados. «Por tanto, estén atentos» (13) es una advertencia para que permanezcamos constantemente fieles y entregados a poner en práctica las enseñanzas de Jesús.


Mateo 25,14-30Los talentos. Esta parábola invita también a la diligencia y a la fidelidad mientras se consuma el tiempo del juicio de Dios.
Por el contexto se puede afirmar que el punto de tensión de la parábola está en la escena de la rendición de cuentas, y de manera especial en la conducta del sirviente demasiado precavido. Jesús denuncia la inconsecuencia de los que reciben el mensaje del reino y luego pretenden refugiarse en una seguridad estéril.
Los discípulos de Jesús tienen que hacer fructificar los bienes del reino durante el tiempo que se les concede. Éste es para Mateo el «tiempo de la Iglesia». El que no hace fructificar los dones recibidos, aunque sea bajo el pretexto de colocarlos en un lugar seguro, al fin termina por perderlo todo. De igual manera, la comunidad eclesial debe estar alerta y vigilante para no caer en la comodidad y la rutina.
Mateo 25,31-46El juicio de las naciones. La intención de este discurso no es describir los acontecimientos finales, sino que trata de inculcar la preparación necesaria para superar con éxito la prueba final. Y también pretende poner de relieve el significado central de la figura de Jesús, el Hijo del Hombre. Los que son recibidos en el reino son los que tuvieron amor misericordioso con el prójimo.
Las seis maneras de manifestar el amor al prójimo se encuentran en el Antiguo Testamento (Isa_58:7; Job_22:6s), pero aquí son manifestación del precepto fundamental del amor. La doctrina de Jesús excluye el espíritu financiero, el hacer algo para conseguir una recompensa de Dios; si así fuera, Dios no tendría más remedio que premiar al fiel. Se podría actuar, entonces, no por Dios sino contra Él, para atarle las manos y obligarle a retribuir a sus devotos. Una tergiversación de la verdadera religión.
La sentencia definitiva se apoya, pues, en los motivos del servicio caritativo al prójimo necesitado. Las obras de misericordia realizadas por amor aparecen liberadas de cualquier clase de limitación que condicione su valor.
Jesús se dirige a todos indistintamente, demostrando así que también fuera del ámbito visible de sus discípulos, de su Iglesia, puede acontecer el reino. La Iglesia no se identifica con el reino, sino que es su humilde servidora. El reino acontece también más allá de sus fronteras visibles; es lo que se ha llamado el «cristianismo anónimo». La escena nos hace comprender que muchos, sin conocer la persona de Jesús, se ajustan a los valores de reino en la entrega y el amor al prójimo, y eso decide su destino. El juez universal está «de incógnito» en todos los pobres de la tierra, oculto en todos los rostros doloridos, pero esa presencia oculta se pondrá de manifiesto en el momento final.
Por otro lado, esta enseñanza de Jesús se dirige a los cristianos que han descuidado su compromiso práctico, para despertarles de su letargo y recordarles que el destino de cada uno se decide en la actitud que tenga ante los necesitados en este tiempo que precede a su venida.