Mateo 4 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 25 versitos |
1

Jesús puesto a prueba
Mc 1,12s; Lc 4,1-13

Entonces Jesús, movido por el Espíritu, se retiró al desierto para ser tentado por el Diablo.
2 Hizo un ayuno de cuarenta días con sus noches y al final sintió hambre.
3 Se acercó el Tentador y le dijo:
– Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
4 Él contestó:
– Está escrito:
No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios.
5 Luego el Diablo se lo llevó a la Ciudad Santa, lo colocó en la parte más alta del templo
6 y le dijo:
– Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues está escrito:
Ha dado órdenes
a sus ángeles sobre ti;
te llevarán en sus manos
para que tu pie
no tropiece en la piedra.
7 Jesús respondió:
– También está escrito:
No pondrás a prueba al Señor, tu Dios.
8 De nuevo se lo llevó el Diablo a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo en su esplendor,
9 y le dijo:
– Todo esto te lo daré si te postras para adorarme.
10 Entonces Jesús le replicó:
–¡Aléjate, Satanás! Que está escrito:
Al Señor tu Dios adorarás,
a él sólo darás culto.
11 De inmediato lo dejó el Diablo y unos ángeles vinieron a servirle.
12

En Galilea
Mc 1,14s; Lc 4,14s

Al saber que Juan había sido arrestado, Jesús se retiró a Galilea,
13 salió de Nazaret y se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí.
14 Así se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías:
15 Territorio de Zabulón
y territorio de Neftalí,
camino del mar,
al otro lado del Jordán,
Galilea de los paganos.
16 El pueblo
que habitaba en tinieblas
vio una luz intensa,
a los que habitaban
en sombras de muerte
les amaneció la luz.
17 Desde entonces comenzó Jesús a proclamar:
–¡Arrepiéntanse que está cerca el reino de los cielos!
18

Llama a los primeros discípulos
Mc 1,16-20; Lc 5,1-11; cfr. Jn 1,35-51

Mientras caminaba junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos – Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano– que estaban echando una red al lago, pues eran pescadores.
19 Les dice:
– Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres.
20 De inmediato dejaron las redes y le siguieron.
21 Un trecho más adelante vio a otros dos hermanos – Santiago de Zebedeo y Juan, su hermano– en la barca con su padre Zebedeo, arreglando las redes. Los llamó,
22 y ellos inmediatamente, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
23

Resumen narrativo de la actividad de Jesús
Mc 3,7-12; Lc 6,17-19

Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino y sanando entre el pueblo toda clase de enfermedades y dolencias.
24 Su fama se difundió por toda Siria, de modo que le traían todos los que padecían diversas enfermedades o sufrían achaques: endemoniados, lunáticos, paralíticos y él los sanaba.
25 Le seguía una gran multitud de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.

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Introducción a Mateo

Mateo

Contexto histórico. La obra de Mateo nos sitúa en la segunda generación cristiana. Durante varias décadas, después de la muerte y resurrección de Jesús, sus seguidores forman un grupo más -los «nazarenos»- dentro de la gran familia religiosa judía de fariseos, saduceos, zelotas, esenios y otros. Conviven con los demás grupos entre tensiones, tolerancia, indiferencia o sospecha. No faltan amagos y brotes de persecución. Así, hasta el año 70 en que sobreviene la catástrofe de Judea y Jerusalén, con la destrucción del Templo, en la guerra judeo-romana. De las ruinas materiales y la crisis espiritual emerge un grupo fariseo que unifica poderosamente la religiosidad bajo un férreo y normativo judaísmo, excluyendo cualquier tipo de pluralidad religiosa. De este modo, el rechazo a los cristianos o nazarenos cobra más intensidad hasta hacerse oficial en el sínodo judío de Yamnia (entre el año 85 y 90). Los judíos cristianos son excluidos formalmente de la sinagoga y deben comenzar a caminar solos.

Destinatarios
. Mateo parece escribir principalmente para estas comunidades, conscientes ya de su propia identidad. Y afirma, como «el dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas» (13,52), la continuidad y la novedad del mensaje de Jesús respecto a sus raíces judías. Continuidad, porque en Él, que es el Mesías, se cumplen las profecías y alcanza su perfección la Ley. Novedad, porque la «Buena Noticia», el «Evangelio», desborda todas las expectativas: «el vino nuevo se echa en odres nuevos» (9,17). Por eso, entre otras cosas, cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento que se cumplen en muchos acontecimientos de la vida de Jesús, además de entroncarlo en la genealogía de David y de Abrahán (1,1). Jesús, superior a Moisés, aprueba los mandatos de la ley judía, pero también los corrige y los lleva a plenitud proponiendo sus bienaventuranzas (5,3-10). Después del momento escatológico de su muerte, investido de plenos poderes con la resurrección, lega su enseñanza como mandamientos a sus discípulos (28,16-20): en vez de la convergencia de las naciones hacia Israel, anunciada por los profetas, promueve la propagación de la Buena Noticia para todo el mundo. En vez de la circuncisión, instaura el bautismo como signo y realidad de pertenencia al nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
Una tradición muy antigua atribuyó este evangelio a Mateo, el apóstol publicano (9,9). Hoy en día, sin embargo, una serie de razones convincentes hace pensar que su autor fue un cristiano de la segunda generación, proveniente del judaísmo de la diáspora. Compuso su obra en griego, utilizando los materiales de Marcos -el primer evangelio que se escribió-, e inspirándose también en otra tradición escrita, hoy perdida, conocida como «documento Q». En cuanto a su fecha de composición, el autor tiene conocimiento de la destrucción de Jerusalén (año 70) y experimenta muy de cerca la separación de los cristianos de la sinagoga judía (85-90); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto a su lugar de origen: Antioquía, la capital de Siria, es la hipótesis más aceptada.

Un evangelio para una Iglesia que comienza a caminar.
Mateo es el evangelio más conocido, preferido y citado por la tradición antigua de la Iglesia, hasta llegar a ser, incluso en nuestros días, algo así como el «evangelio eclesiástico» por excelencia. Entre las razones que avalan esta afirmación, encontramos:
Su estilo literario.
Sobrio y didáctico. Claridad de composición y del desarrollo de los acontecimientos. Los relatos están cuidadosamente elaborados. Todo ello hace que sea un evangelio para ser proclamado en una asamblea eclesial.
Su carácter doctrinal. Aunque no es un tratado doctrinal o un catecismo, Mateo relata los hechos y milagros de la vida de Jesús teniendo presente a una comunidad cristiana de la segunda generación que comienza ya a organizarse y necesita ser instruida en la «nueva ley» que ha traído el Señor.
El Jesús que presenta. No es el Jesús visto con la espontaneidad del evangelio de Marcos, sino el Jesús que la fe de la comunidad vive y expresa en sus celebraciones litúrgicas: lleno de dignidad, majestuoso, y lleno de citas proféticas que se cumplen en su persona.
Los apóstoles. A diferencia del grupo asustadizo, duro de cabeza y tardo en comprender que nos presenta Marcos sin paliativos, el retrato que nos brinda Mateo de los apóstoles es el que conviene a una comunidad que comienza a organizarse y que necesita del ejemplo, prestigio y la autoridad de sus responsables. Reconociendo sus defectos, pero limando sus asperezas, los apóstoles, según Mateo, terminan comprendiendo las enseñanzas y las parábolas del Maestro (16,12); lo reconocen como Hijo de Dios (14,33). Cuando les habla del reinado de Dios y les pregunta si han entendido todo, ellos responden que sí, y a continuación los compara como a letrados expertos (13,51s). Más adelante los equipara a profetas, doctores y letrados (23,34). Es Mateo, también, el único de los evangelios sinópticos que nos relata el pasaje de la investidura de poder a Pedro, base y fundamento de la Iglesia (16,18).
El reino de Dios. Las comunidades de la segunda generación ya han comprendido que la instauración definitiva del reinado de Dios no es una realidad tan inminente, sino que les espera un largo camino por recorrer.
La Iglesia. Este reinado de Dios, en camino hacia su manifestación definitiva, ha tomado cuerpo en la comunidad cristiana, a la que Mateo llama «Iglesia», continuadora legítima del Israel histórico. Es el Israel auténtico que ha entrado ya en la etapa final. La comunidad no tiene que añorar el pasado ni renegar de él. Ahora se aglutina en su lealtad a Jesús, Mesías y Maestro, nuevo Moisés e Hijo de David. Es una comunidad consciente y organizada, en la que van cuajando normas de conducta, prácticas sacramentales y litúrgicas, y hasta una institución judicial. Una comunidad que se abre para anunciar su mensaje a judíos y paganos.

Sinopsis. La gran introducción de la infancia tiene valor de relato programático sobre la falsilla de Moisés en Egipto y de ciertos anuncios proféticos (1s). Tras el bautismo (3), el cuerpo de la obra se reparte geográficamente entre el ministerio en Galilea (4-13) y en Jerusalén (14-25), donde Jesús va pronunciando sus famosos cinco discursos -como un nuevo Pentateuco-: El sermón del monte (5-7), como contrafigura de la ley de Moisés; la misión presente de los apóstoles (10) que prefigura la futura; las parábolas (13) que explican cómo es el reinado de Dios; las instrucciones a la comunidad (18) y el discurso escatológico (24s). Sigue como desenlace la pasión, muerte y resurrección (26-28) sobre la falsilla de Sal 22 y otros textos del Antiguo Testamento.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Mateo 4,1-11Jesús puesto a prueba. Mateo nos ofrece a continuación uno de los episodios más impresionantes de todo el Nuevo Testamento, conocido tradicionalmente como «las tentaciones de Jesús», aunque es preferible llamarlas pruebas, más que tentaciones. Literaria y teológicamente es también uno de los textos más elaborados. Sólo el artificio dramático de un relato como el presente podía decir tanto en tan pocas líneas.
Jesús acaba de ser proclamado Hijo de Dios y, como tal, va a comenzar el nuevo Éxodo que será duro y doloroso. Sin embargo, antes de contarnos paso a paso el itinerario que le conducirá a la muerte, el evangelista nos presenta, como en un pórtico grandioso, la confrontación de Jesús con el enemigo que le seguirá constantemente a lo largo del camino y al que vencerá: el Diablo, o la personificación de la tentación y de la prueba (cfr. Mat_12:38; Mat_16:22; Jua_6:15; Jua_7:3; Jua_12:27).
Esta gran confrontación entre el proyecto del Padre, personificado por Jesús, y el anti-proyecto del «rival» («diábolos» en griego), viene escenificado en tres episodios de creciente dramatismo que se desarrollan en el escenario tradicional de la prueba en la cultura bíblica: el desierto, y durante 40 días, símbolo de los 40 años del éxodo de Israel. El desenlace y la victoria final tendrán una dimensión cósmica, la cúspide en una «montaña altísima» (Jua_4:8) ante el esplendor y poderío de todos los reinos de la tierra.
En cada episodio, una proposición tentadora del Diablo: el milagro fácil e injustificable; el espectáculo gratuito de efecto rápido y asegurado; y sobre todo, el poderío universal, si se somete a las reglas del juego del pretendido soberano del mundo. Y a cada tentación del rival, apoyada en una cita bíblica, el rechazo de Jesús y el compromiso de vivir solamente de la Palabra de Dios. Aunque las tres tentaciones parecen diferentes, todas van dirigidas a un único objetivo: apartar a Jesús de la voluntad del Padre, o lo que es lo mismo, poner a prueba su filiación divina.
Gracias a los elementos tomados del Antiguo Testamento, el relato sirve para salir al paso de ciertas expectativas mesiánicas corrientes en el tiempo de Jesús y que seducían también a sus seguidores. En definitiva, se trata de poner de relieve no sólo la misión de Jesús -el proyecto del reinado de Dios- frente al proyecto del antireino, sino también la manera concreta de anunciarlo, celebrarlo y llevarlo a la práctica. Se confrontan también los dos tipos de mesianismos: el mesianismo davídico, fundado en el poder, en el prestigio, en las soluciones fáciles y rápidas, y el mesianismo del Siervo sufriente, que carga con los pecados de su pueblo y vive de cara a Dios y en solidaridad con los pobres y excluidos. De esta nueva forma de comprender el reinado de Dios se desprende una nueva imagen del Mesías que se espera.
A partir de la llegada del reinado de Dios es posible llevar a cabo una vida en que la obediencia a Dios nos conduzca a una relación de comunión con los demás. La desobediencia al designio de Dios se ha hecho patente en el mundo creando en la humanidad relaciones opresoras en el triple orden de lo económico (pan), político (reinos de la tierra) y religioso (milagro). Sólo su rechazo en las tentaciones hace posible un orden humano que destruya esas relaciones opresoras a partir de la existencia de un nuevo poder.


Mateo 4,12-17En Galilea. Cafarnaún, junto al lago, será su ciudad (9,1). Galilea, en un tiempo pagana o cuanto menos paganizada, lugar de encuentro de pueblos y culturas, será el escenario y la plataforma de revelación, como en el gran oráculo de ,1. Así comienza a cumplirse el encargo de la misión universal de predicar el Evangelio al mundo entero (Isa_28:18s).
El paralelismo/oposición entre Juan y Jesús expresa la íntima conexión de este último con los movimientos bautistas, pero también su originalidad que lo separa en puntos clave. La coincidencia inicial se transforma pronto en separación irreducible entre ambos. La predicación bautista de un Dios vengador de las injusticias se convierte en Jesús en propuesta de un Dios pacífico y no violento. El arrepentimiento que pide es para recibir la Buena Noticia, como pura gratuidad de Dios (Isa_4:23; Isa_9:35).
El ofrecimiento de la gracia ocupa el lugar del juicio de Dios. Jesús sale al encuentro de la expectativa del pueblo con un anuncio que, desde el comienzo, tiene como contenido central el reinado de Dios y será desde entonces el centro de su predicación.
Mateo 4,18-22Llama a los primeros discípulos. Jesús llama, y en esto se diferencia de los rabinos de su época que eran elegidos por sus discípulos. Jesús elige a los suyos. La llamada es categórica, la respuesta es rápida e incondicional: ellos responden a su llamado y comienzan a seguirle.
Con estos rasgos se inaugura un nuevo tipo de seguimiento, el cristiano: es una vocación irresistible y vinculante, un discipulado permanente, un compartir en todo la vida y la misión del Maestro: «los haré pescadores de hombres» (19). La autoridad y el alcance del llamado de Jesús evoca al llamado del Señor a los profetas del Antiguo Testamento, en el que vocación y misión forman parte de una misma realidad, como en el caso de Jeremías (cfr. Jer_20:7s) o como, ya en el Nuevo Testamento, acontecerá con Pablo (1Co_9:16).
Mateo 4,23-25Resumen narrativo de la actividad de Jesús. La actividad de Jesús engloba y unifica enseñanza (7,28s; 21,23), proclamación de la Buena Noticia (10,7) y sanaciones (8,16s), afectando así a la totalidad de la persona del oyente. Una Buena Noticia que sólo mire al «alma», en lugar de al hombre y a la mujer en su totalidad, no es Buena Noticia de Jesús; y así, donde Mateo dice: «toda clase de enfermedades y dolencias», debemos nosotros hoy leer también: toda opresión, injusticia, marginación, es decir, todas las enfermedades estructurales que nacen como subproducto de un sistema económico como el actual que excluye de la mesa del mercado a gran parte de la población mundial, especialmente la situada en los países del tercer mundo.
La fama de Jesús se difunde y atrae a todo el Israel histórico, con Jerusalén como capital. Atento siempre a las resonancias bíblicas de cada gesto y palabra de Jesús, el evangelista ve cumplida en la proclamación del reinado de Dios el anuncio de Isaías: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero... que dice a Sión: Ya reina tu Dios!» (Isa_52:7; cfr. Isa_61:1).