Marcos 1 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 45 versitos |
1

Juan el Bautista
Mt 3,1-12; Lc 3,1-18; cfr. Jn 1,19-28

Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías. [Hijo de Dios.]
2 Tal como está escrito en la profecía de Isaías:
Mira, envío por delante
a mi mensajero
para que te prepare el camino.
3 Una voz grita en el desierto:
Preparen el camino al Señor,
enderecen sus senderos.
4 Se presentó Juan en el desierto, bautizando y predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.
5 Toda la población de Judea y de Jerusalén acudía a él, y se hacía bautizar en el río Jordán, confesando sus pecados.
6 Juan llevaba un manto hecho de pelo de camello, con un cinturón de cuero en la cintura, y comía saltamontes y miel silvestre.
7 Y predicaba así:
– Detrás de mí viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno de agacharme para soltarle la correa de sus sandalias.
8 Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo.
9

Bautismo de Jesús
Mt 3,13-17; Lc 3,21s; cfr. Jn 1,29-34

En aquel tiempo vino Jesús de Nazaret de Galilea y se hizo bautizar por Juan en el Jordán.
10 En cuanto salió del agua, vio el cielo abierto y al Espíritu bajando sobre él como una paloma.
11 Se oyó una voz del cielo que dijo:
– Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto.
12

Jesús puesto a prueba
Mt 4,1-11; Lc 4,1-13

Inmediatamente el Espíritu lo llevó al desierto,
13 donde pasó cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía con las fieras y los ángeles le servían.
14

En Galilea
Mt 4,12.17; Lc 4,14s

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la Buena Noticia de Dios
15 diciendo:
– Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios: arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia.
16

Llama a los primeros discípulos
Mt 4,18-22; Lc 5,1-11; cfr. Jn 1,35-51

Caminando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban una red al agua, pues eran pescadores.
17 Jesús les dijo:
– Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres.
18 Inmediatamente, dejando las redes, le siguieron.
19 Un trecho más adelante vio a Santiago de Zebedeo y a su hermano Juan, que arreglaban las redes en la barca.
20 Los llamó. Ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con él.
21

El endemoniado de Cafarnaún
Lc 4,31-37

Llegaron a Cafarnaún y el sábado siguiente entró en la sinagoga a enseñar.
22 La gente se asombraba de su enseñanza porque les enseñaba con autoridad, no como los letrados.
23 En aquella sinagoga había un hombre poseído por un espíritu inmundo, que gritó:
24 –¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: ¡el Consagrado de Dios!
25 Jesús le increpó:
–¡Calla y sal de él!
26 El espíritu inmundo lo sacudió, dio un fuerte grito y salió de él.
27 Todos se llenaron de estupor y se preguntaban:
–¿Qué significa esto? Es una enseñanza nueva, con autoridad. Hasta a los espíritus inmundos les da órdenes y le obedecen.
28 Su fama se divulgó rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
29

Sanaciones
Mt 8,14-16; Lc 4,38-41

Después salió de la sinagoga y con Santiago y Juan se dirigió a casa de Simón y Andrés.
30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo comunicaron inmediatamente.
31 Él se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
32 Al atardecer, cuando se puso el sol, le llevaron toda clase de enfermos y endemoniados.
33 Toda la población se agolpaba a la puerta.
34 Él sanó a muchos enfermos de dolencias diversas y expulsó muchos demonios, pero a éstos no les permitía hablar, porque sabían quién era él.
35

Oración y predicación de Jesús
Lc 4,42-44

Muy de madrugada se levantó, salió y se dirigió a un lugar despoblado, donde estuvo orando.
36 Simón y sus compañeros salieron tras él
37 y cuando lo alcanzaron, le dijeron:
– Todos te están buscando.
38 Les respondió:
– Vámonos de aquí a los pueblos vecinos, para predicar también allí, pues a eso he venido.
39 Y fue predicando en las sinagogas de toda Galilea y expulsando demonios.
40

Sana a un leproso
Mt 8,1-4; Lc 5,12-16

Se le acercó un leproso y [arrodillándose] le suplica:
– Si quieres, puedes sanarme.
41 Él se compadeció, extendió la mano, lo tocó y le dijo:
– Lo quiero, queda sano.
42 Al instante se le fue la lepra y quedó sano.
43 Después lo despidió advirtiéndole enérgicamente:
44 – Cuidado con decírselo a nadie. Ve a presentarte al sacerdote y, para que le conste, lleva la ofrenda de tu sanación establecida por Moisés.
45 Pero él salió y se puso a proclamar y divulgar el hecho, de modo que Jesús no podía presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares despoblados. Y de todas partes acudían a él.

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Introducción a Marcos

Marcos

Contexto histórico. La obra de Marcos nos sitúa en la segunda generación cristiana. El Evangelio ya ha traspasado las fronteras religiosas del mundo judío y se ha abierto también a los paganos, llegando hasta el mismo centro geográfico, económico y político del poder imperial romano: la ciudad de Roma. Allí el cristianismo muy pronto es catalogado como movimiento sospechoso y es duramente perseguido y castigado. En este contexto, probablemente, Marcos escribe su evangelio: «la Buena Noticia de Jesús, Mesías. Hijo de Dios» (1,1).

Destinatarios. Una tradición muy antigua los identifica con la comunidad perseguida de Roma en tiempos de Nerón (año 64). Se trataría de una comunidad mayoritariamente de origen pagano, pobre y en crisis, que estaría llamada a dar razón de su fe e identidad tal como la dio su Maestro y Señor en la cruz.

Autor, fecha y lugar de composición. Desde siempre se le ha llamado «según san Marcos», atribuyendo la autoría a un discípulo de Pedro: el mismo Juan Marcos que se nombra en el libro de los Hechos ( Hch_12:12 .25; Hch_13:13 ; Hch_15:37 .39) y que envía saludos en Col_4:10 ; Flm_1:24 y 1Pe_5:13 . Aunque tal atribución no es absolutamente cierta, no hay razones suficientes ni convincentes para negarla. En cuanto a la fecha de su composición, según la tradición, Marcos escribió su evangelio después de la muerte de Pedro (año 64); y según las pistas que nos ofrece su evangelio, antes de la destrucción de Jerusalén en la guerra judío-romana (año 70); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable los años entre el 65 y 70. En cuanto al lugar de composición, Roma es la hipótesis más aceptada, no sólo porque así lo avala la tradición, sino también por ciertas referencias del mismo evangelio, como la explicación de palabras arameas, las alusiones al sufrimiento y a la persecución, y la relativa frecuencia de palabras y locuciones latinizadas.

Un evangelio por mucho tiempo desconocido... y hoy de sorprendente actualidad. Hasta finales del s. XIX apenas se prestó atención al evangelio de Marcos. La tradición de la Iglesia lo había relegado a un segundo plano en comparación con los demás sinópticos, ya sea por su estilo parco: pobre de vocabulario, monótono y repetitivo; o porque apenas ofrecía nada nuevo que no se encontrase mejor elaborado en Mateo o Lucas. O quizás, porque la misma Iglesia aún no estaba preparada para captar en toda su grandeza descarnada su mensaje inconformista.
Todo comenzó a cambiar cuando a finales del s. XIX, y sobre todo durante el s. XX, la crítica histórica lo descubrió como el primer y más genuino testimonio escrito sobre el Jesús histórico, en el que se inspiraron tanto Mateo como Lucas. El interés ha ido en aumento hasta nuestros días, al irse desvelando poco a poco la finalidad que perseguía: confrontar a sus lectores con el sorprendente misterio de la identidad de Jesús de Nazaret, un misterio que sigue fascinando al hombre y a la mujer de hoy, tanto como hace 2.000 años.

¿Quién es Jesús de Nazaret para Marcos? El tema de su evangelio es la persona de Jesús y la reacción de la gente a su paso. Marcos escribe su evangelio a la luz de la resurrección, pero no abusa de ella; al contrario, pone énfasis en presentar a Jesús crucificado más que resucitado, y a la gente cegada y deslumbrada más que iluminada.
Ya al principio de su obra declara que Jesús es ante todo «Hijo de Dios» y que el relato de su vida es una «Buena Noticia» ( 1Pe_1:1 ). Complementa esto con una declaración solemne del Padre ( 1Pe_1:11 ), un impulso del Espíritu ( 1Pe_1:12 ), una victoria fulgurante sobre Satanás y una pacificación cósmica -con las fieras- ( 1Pe_1:13 ). Es entonces cuando presenta a Jesús anunciando la inminente llegada del reino de Dios, pero su anuncio provoca una confrontación dramática. A Jesús no lo comprende su familia ( 1Pe_3:21 ) ni sus paisanos ( 1Pe_6:1-6 ), tampoco sus discípulos ( 1Pe_4:41 ; 1Pe_6:51 s). Los fariseos -poder religioso- y los herodianos -poder político- deciden eliminarlo ( 1Pe_3:6 ). Con todo, algunos paganos reconocen su poder ( 1Pe_5:18-20 ; 1Pe_7:24-30 ). Los discípulos están ciegos, no comprenden el anuncio de su pasión; pero Jesús, que puede sanar a los ciegos ( 1Pe_8:22-26 ), también puede sanar a sus discípulos. No sería una aberración decir que en este evangelio Jesús no facilita la comprensión de su persona. Manifiesta su poder milagroso, pero a la vez impone silencio; se aleja de los suyos, pero siempre está pendiente de ellos; revela su gloria en la transfiguración, pero impone reserva hasta su resurrección. Marcos evoca una figura desconcertante ante un auditorio desconcertado.

¿Quién es el seguidor de Jesús para Marcos? Paralelamente al desconcertante misterio de la identidad de Jesús, Marcos desarrolla en su evangelio la no menos desconcertante condición del discípulo; parece como si el primer plano de su narración lo ocupara dicha relación, que se desarrolla como una catequesis progresiva. Siempre están juntos, pues para eso los eligió: «para que convivieran con él» ( 1Pe_3:14 ). Todo lo hace en presencia de ellos. Estos discípulos, en la intención de Marcos, simbolizan a los destinatarios, de aquel entonces y de ahora, a quienes dirige su evangelio. Es esta relación la que estructura el plan de su obra. En la primera parte ( 1Pe_1:1-8 , 30), Jesús va implacablemente desmantelando todas las ideas preconcebidas que tenían de Dios y del Mesías prometido. El trabajo es arduo. No entienden sus parábolas ( 1Pe_4:13 ); tienen miedo ante su poder ( 1Pe_4:41 ); tampoco entienden sus milagros ( 1Pe_6:52 ; 1Pe_7:37 ). Parece como si todas sus instrucciones cayeran en saco roto ( 1Pe_8:17-21 ). La sanación del ciego de Betsaida ( 1Pe_8:22-26 ) introduce el comienzo de la sanación de la ceguera de los discípulos, dramatizada en la confesión de Pedro ( 1Pe_8:27-30 ). Ambas escenas ocupan el quicio del evangelio. A partir de entonces, la catequesis de Jesús se centra en la condición sufriente del Mesías, una cruz que debe cargar el discípulo que quiera seguirle ( 1Pe_8:34 ). Les anuncia tres veces su próxima pasión, muerte y resurrección. Ellos siguen sin comprender, pero el camino está ya despejado para que sea su misma muerte silenciosa en la cruz la que desvele definitivamente el misterio de su identidad. Así llega Marcos al punto culminante de su relato, afirmando por boca del centurión: «realmente este hombre era hijo de Dios» ( 1Pe_15:39 ). Su confesión es como la respuesta a la voz del Padre con la que comenzó su evangelio: «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» ( 1Pe_1:11 ). El centurión representa a Roma, el poder pagano de aquel entonces, que por la cruz alcanza su fe. Pero también representa a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos a quienes Jesús sale a su encuentro, y son invitados a descubrirlo y conocerlo como Hijo de Dios y Salvador del mundo en situaciones de cruz, de muerte y de desesperanza. Para ellos y ellas escribió Marcos su evangelio.

Sinopsis. Inicia el evangelio con una pequeña introducción que prepara a Jesús para su ministerio ( 1Pe_1:1-13 ). Sigue a esta introducción la actividad que realiza en Galilea (,23). Tras un intermedio en Fenicia y Cesarea (,26), sucede el cambio decisivo, con la confesión de Pedro, la transfiguración, el anuncio de la pasión, y el camino hacia Jerusalén (,52). En Jerusalén, Jesús es presentado como profeta y Mesías (11-13), cuyos contenidos y características se desarrollan en el relato de la pasión y resurrección ( 1Pe_14:1-16 , 8). Hasta aquí la obra de Marcos. Posteriormente, alguien le añadió un apéndice ( 1Pe_16:9-20 ) para paliar un poco el final desconcertante del autor.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Marcos 1,1-8Juan el Bautista. El primer versículo es un prólogo donde Marcos indica las claves de su obra. La expresión «comienzo» señala no sólo el inicio de la obra, sino también una nueva etapa en la historia de salvación (Nuevo Testamento). El Evangelio se presenta como una buena y alegre noticia, por esto, aun detrás de los relatos más crueles hay que buscar un mensaje de salvación. El centro del Evangelio es la persona de Jesús, quien es presentado, no como «el predicador del Evangelio sino como el tema del Evangelio predicado». El título Hijo de Dios sucede al inicio (1) y al final (15,39), a manera de inclusión o marco que encierra todo el cuadro del relato evangélico.
Marcos recuerda la profecía que anuncia los tiempos mesiánicos (2-4). Aunque la cita se atribuye a Isaías, la primera parte (2b) está tomada de Éxo_23:20 y de Mal_3:1. La segunda parte (3) sí es de Isa_40:3. El camino tiene aquí sentido de éxodo-liberación y el desierto, de conciencia y preparación.
Juan es el ángel-mensajero (2). La palabra bautismo significa originalmente «sumergir». Por el bautismo, el pecado del hombre o de la mujer son sumergidos y purificados en el agua, y así, pueden levantarse y cambiar de vida. La forma de vestir y de alimentarse identifica a Juan como profeta (Zac_13:4).
Muchos confundían a Juan el Bautista con el Mesías. Marcos quiere dejar claro el papel profético de Juan y el papel mesiánico de Jesús (7s). Juan sólo puede bautizar con agua (exteriormente); en cambio Jesús bautiza con espíritu. El bautismo de espíritu exige un cambio desde adentro, desde la conciencia, que se revela luego en la vida personal y comunitaria.


Marcos 1,9-11Bautismo de Jesús. Es significativo en el texto el papel protagónico de la Trinidad. Jesús se bautiza no para el perdón de sus pecados, sino para confirmar la donación de su vida para que los pecadores alcancen el perdón y la salvación. El cielo se abre porque el pecado de Israel lo había cerrado (cfr. 15,37). La venida del Espíritu Santo confirma la reapertura de la comunicación entre el cielo y la tierra, entre Dios y la humanidad. Dios revela ante el mundo la identidad de Jesús, es su Hijo querido y predilecto. (cfr. Isa_42:1; Sal_2:7). Todos los demás son falsos mesías.
Marcos 1,12-13Jesús puesto a prueba. El Espíritu que lleva a Jesús al desierto es el mismo que recibió del Padre en el bautismo. El desierto es lugar y tiempo de decisiones. Se opta por Dios o por el mal. Jesús confirma su opción por el proyecto de Dios en claro contraste con la opción que tomó Adán en el Antiguo Testamento. Los cuarenta días recuerda las pruebas sufridas por Moisés (Éxo_34:28) y Elías (1Re_19:8). Satanás hacía parte de la corte de Dios y actuaba como un fiscal (Job 1s; Zac_3:1s) o como un adversario que comanda la oposición a Dios (Apo_12:7s). Aquí es presentado como tentador que busca cambiar la opción de Jesús y obstaculizar los planes de Dios. Jesús llamará Satanás al apóstol Pedro (Apo_8:33) por intentar obstaculizar su proyecto.
Marcos 1,14-15En Galilea. Este breve pasaje concluye la introducción (1-13) y da comienzo a una nueva etapa del evangelio. Con cuatro verbos (cumplir, estar cerca, arrepentirse y creer) Jesús sintetiza su plan misionero.Juan termina su actividad y da paso a la de Jesús. Proclamar o predicar es clave en el modelo pedagógico de Jesús. Se ha cumplido el tiempo que indica la decisión de Dios de actuar e inaugurar una nueva etapa en la historia de salvación. El reino de Dios no es un lugar sino una experiencia de vida bajo los parámetros del proyecto de Dios (vida, justicia, solidaridad, fraternidad, paz...). La presencia de Jesús hace cercano el reino de Dios. Arrepentirse significa cambiar de rumbo y volver a Dios, que en este caso es creer en la Buena Noticia de Jesús.
Marcos 1,16-20Llama a los primeros discípulos. Jesús llama a «otros» para darle un sentido comunitario a su misión. Sin comunidad no hay reino. Tradicionalmente los discípulos buscan a su maestro. Aquí es Jesús el que toma la iniciativa y llama a los que Él quiere, por su nombre, en un lugar y una realidad concreta. Los hace pescadores de hombres, una metáfora que le da un sentido universal a la misión e indica que no cambia la profesión sino los escenarios y destinatarios.
La vocación no es sólo llamada y respuesta, es sobre todo dejar (conversión), seguir (compromiso) y adherirse (fe) al proyecto de Jesús.
Marcos 1,21-28El endemoniado de Cafarnaún. Cafarnaún es una aldea de pescadores ubicada al norte del lago de Galilea. Mientras los letrados apoyan su enseñanza en la Ley, Jesús la apoya en su autoridad. La presencia del espíritu del mal sobre un hombre, simboliza la sociedad judía. La sinagoga y los letrados, que deberían liderar el combate contra el mal, no pueden hacerlo, porque muchos han perdido toda autoridad (incoherencia, ceguera y corrupción, cfr. Mat_23:1-7). Jesús, en cambio, lo derrota sin atenuantes porque lo acompaña una autoridad que viene de Dios y que es capaz de liberar (éxodo) y reconstruir el reino de Dios (tierra prometida).
Marcos 1,29-39Sanaciones - Oración y predicación de Jesús. La suegra de Pedro simboliza la situación de exclusión que sufrían las mujeres ancianas y enfermas. Los discípulos hacen de mediadores ante Jesús como un acto de solidaridad con el necesitado. Con tres verbos Jesús indica el mejor camino para relacionarse con el oprimido: acercarse, tocarlo y levantarlo (31). Jesús espera que quien sea sanado, levantado y liberado, se ponga al servicio de la causa del reino. El servicio es parte de la identidad cristiana.
Las sanaciones se extienden a todos los que llegan, y muestran a un Jesús que pasa de la palabra a una práctica que libera a enfermos y endemoniados. Jesús enseña la importancia de la oración al comenzar toda jornada misionera. ¿Por qué buscan todos a Jesús?, ¿por los milagros o porque quieren adherirse a su proyecto? Jesús sabe que un entusiasmo popular basado sólo en los milagros y no en la idea de reino de Dios falsea su misión. Los milagros son expresión de solidaridad y liberación y no un simple espectáculo.
Marcos 1,40-45Sana a un leproso. El leproso era un muerto viviente, aislado, despreciado y condenado a estar lejos de los demás y de Dios. El leproso no podía acercarse a Jesús pero lo hace; Jesús no podía dejarlo acercar pero lo hace. Ambos violan la ley (Lev_5:3; Núm_5:2). La fe del leproso y el amor de Jesús hacen realidad la Buena Noticia. De nuevo, tres verbos muestran la ternura y la cercanía de Jesús con los marginados: compadecerse, extender la mano y tocar. Jesús no se conforma con estar cerca, sino que pasa a transformar la realidad de marginación sanando al leproso. A pesar de la prohibición, el leproso se convierte en un evangelizador que propaga la imagen de Jesús. La prohibición de divulgar lo sucedido se conoce como «secreto mesiánico», una manera de decir que el proyecto de Jesús podrá ser comprendido correctamente después de su muerte y resurrección.