Marcos 12 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 44 versitos |
1 A su debido tiempo, envió un sirviente a los viñadores para cobrar su parte del fruto de la viña.
2 Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías.
3 Les envió un segundo sirviente; y ellos lo maltrataron y lo injuriaron.
4 Envió un tercero, y lo mataron; y a otros muchos: a unos los apalearon, a otros los mataron.
5 Le quedaba uno, su hijo querido, y lo envió en último término, pensando que respetarían a su hijo.
6 Pero los viñadores se dijeron: Es el heredero. Lo matamos y la herencia será nuestra.
7 Así que lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
8 Ahora bien, ¿qué hará el dueño de la viña? Irá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros.
9 ¿No han leído aquel texto de la Escritura:
La piedra
que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular;
10 es el Señor quien lo ha hecho
y nos parece un milagro?
11 Intentaron arrestarlo, porque comprendieron que la parábola era para ellos. Pero, como tenían miedo a la gente, lo dejaron y se fueron.
12

Sobre el tributo al césar
Mt 22,15-22; Lc 20,20-26

Después le enviaron unos fariseos y herodianos para ponerle una trampa con las palabras.
13 Se acercaron y le dijeron:
– Maestro, nos consta que eres sincero y que no te importa la categoría de la gente porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con fidelidad el camino de Dios. ¿Es lícito pagar tributo al césar o no? ¿Lo pagamos o no?
14 Adivinando su hipocresía, les dijo:
–¿Por qué me tientan? Tráiganme un denario, que lo vea.
15 Se lo llevaron y les preguntó:
–¿De quién es esta imagen y esta inscripción?
Le contestaron:
– Del césar.
16 Y Jesús replicó:
– Entonces den al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.
Y quedaron sorprendidos de su respuesta.
17

Sobre la resurrección
Mt 22,23-33; Lc 20,27-40

Se acercaron unos saduceos – que niegan la resurrección– y le dijeron:
18 – Maestro, Moisés nos dejó escrito que cuando uno muera sin hijos, su hermano se case con la viuda para dar descendencia al hermano difunto.
19 Eran siete hermanos: el primero se casó y murió sin descendencia;
20 el segundo tomó a la viuda y murió sin descendencia; lo mismo el tercero.
21 Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos murió la mujer.
22 En la resurrección, [cuando resuciten,] ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete estuvieron casados con ella.
23 Jesús les respondió:
–¿No están equivocados por esto, por no conocer la Escritura ni el poder de Dios?
24 Cuando resuciten de entre los muertos, los hombres y las mujeres no se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo.
25 Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de Moisés el episodio de la zarza? Dios le dice:
Yo soy el Dios de Abrahán,
el Dios de Isaac,
el Dios de Jacob.
26 No es un Dios de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados.
27

Sobre el precepto más importante
Mt 22,34-40; Lc 10,25-28

Un letrado que oyó la discusión y al ver lo acertado de la respuesta, se acercó y le preguntó:
–¿Cuál es el precepto más importante?
28 Jesús respondió:
– El más importante es:
Escucha, Israel,
el Señor nuestro Dios es uno solo.
29 Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón,
con toda tu alma,
con toda tu mente,
con todas tus fuerzas.
30 El segundo es:
Amarás al prójimo
como a ti mismo.
No hay mandamiento mayor que éstos.
31 El letrado le respondió:
– Muy bien, maestro; es verdad lo que dices: el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él.
32 Que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
33 Viendo Jesús que había respondido acertadamente, le dijo:
– No estás lejos del reino de Dios.
Y nadie se atrevió a dirigirle más preguntas.
34

Sobre el Mesías y David
Mt 22,41-46; Lc 20,41-44

Cuando enseñaba en el templo, Jesús tomó la palabra y dijo:
–¿Por qué dicen los letrados que el Mesías es Hijo de David?
35 Si el mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dijo:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.
36 David mismo lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?
La gente escuchaba a Jesús con gusto.
37

Invectiva contra los letrados
Lc 20,45-47

Y él, instruyéndolos, dijo:
– Cuídense de los letrados. Les gusta pasear con largas túnicas, que los saluden por la calle,
38 buscan los primeros asientos en las sinagogas y los mejores puestos en los banquetes.
39 Con pretexto de largas oraciones, devoran los bienes de las viudas. Ellos recibirán una sentencia más severa.
40

La ofrenda de la viuda
Lc 21,1-4

Sentado frente a las alcancías del templo, observaba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
41 Llegó una viuda pobre y echó unas moneditas de muy poco valor.
42 Jesús llamó a los discípulos y les dijo:
– Les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos los otros.
43 Porque todos han dado de lo que les sobra; pero ésta, en su indigencia, ha dado cuanto tenía para vivir.
44

Discurso escatológico: destrucción del Templo
Mt 24,1-14; Lc 21,5-19

Cuando salía del templo, le dijo uno de sus discípulos:
– Maestro, mira qué piedras y qué construcciones.

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Introducción a Marcos

Marcos

Contexto histórico. La obra de Marcos nos sitúa en la segunda generación cristiana. El Evangelio ya ha traspasado las fronteras religiosas del mundo judío y se ha abierto también a los paganos, llegando hasta el mismo centro geográfico, económico y político del poder imperial romano: la ciudad de Roma. Allí el cristianismo muy pronto es catalogado como movimiento sospechoso y es duramente perseguido y castigado. En este contexto, probablemente, Marcos escribe su evangelio: «la Buena Noticia de Jesús, Mesías. Hijo de Dios» (1,1).

Destinatarios. Una tradición muy antigua los identifica con la comunidad perseguida de Roma en tiempos de Nerón (año 64). Se trataría de una comunidad mayoritariamente de origen pagano, pobre y en crisis, que estaría llamada a dar razón de su fe e identidad tal como la dio su Maestro y Señor en la cruz.

Autor, fecha y lugar de composición. Desde siempre se le ha llamado «según san Marcos», atribuyendo la autoría a un discípulo de Pedro: el mismo Juan Marcos que se nombra en el libro de los Hechos ( Hch_12:12 .25; Hch_13:13 ; Hch_15:37 .39) y que envía saludos en Col_4:10 ; Flm_1:24 y 1Pe_5:13 . Aunque tal atribución no es absolutamente cierta, no hay razones suficientes ni convincentes para negarla. En cuanto a la fecha de su composición, según la tradición, Marcos escribió su evangelio después de la muerte de Pedro (año 64); y según las pistas que nos ofrece su evangelio, antes de la destrucción de Jerusalén en la guerra judío-romana (año 70); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable los años entre el 65 y 70. En cuanto al lugar de composición, Roma es la hipótesis más aceptada, no sólo porque así lo avala la tradición, sino también por ciertas referencias del mismo evangelio, como la explicación de palabras arameas, las alusiones al sufrimiento y a la persecución, y la relativa frecuencia de palabras y locuciones latinizadas.

Un evangelio por mucho tiempo desconocido... y hoy de sorprendente actualidad. Hasta finales del s. XIX apenas se prestó atención al evangelio de Marcos. La tradición de la Iglesia lo había relegado a un segundo plano en comparación con los demás sinópticos, ya sea por su estilo parco: pobre de vocabulario, monótono y repetitivo; o porque apenas ofrecía nada nuevo que no se encontrase mejor elaborado en Mateo o Lucas. O quizás, porque la misma Iglesia aún no estaba preparada para captar en toda su grandeza descarnada su mensaje inconformista.
Todo comenzó a cambiar cuando a finales del s. XIX, y sobre todo durante el s. XX, la crítica histórica lo descubrió como el primer y más genuino testimonio escrito sobre el Jesús histórico, en el que se inspiraron tanto Mateo como Lucas. El interés ha ido en aumento hasta nuestros días, al irse desvelando poco a poco la finalidad que perseguía: confrontar a sus lectores con el sorprendente misterio de la identidad de Jesús de Nazaret, un misterio que sigue fascinando al hombre y a la mujer de hoy, tanto como hace 2.000 años.

¿Quién es Jesús de Nazaret para Marcos? El tema de su evangelio es la persona de Jesús y la reacción de la gente a su paso. Marcos escribe su evangelio a la luz de la resurrección, pero no abusa de ella; al contrario, pone énfasis en presentar a Jesús crucificado más que resucitado, y a la gente cegada y deslumbrada más que iluminada.
Ya al principio de su obra declara que Jesús es ante todo «Hijo de Dios» y que el relato de su vida es una «Buena Noticia» ( 1Pe_1:1 ). Complementa esto con una declaración solemne del Padre ( 1Pe_1:11 ), un impulso del Espíritu ( 1Pe_1:12 ), una victoria fulgurante sobre Satanás y una pacificación cósmica -con las fieras- ( 1Pe_1:13 ). Es entonces cuando presenta a Jesús anunciando la inminente llegada del reino de Dios, pero su anuncio provoca una confrontación dramática. A Jesús no lo comprende su familia ( 1Pe_3:21 ) ni sus paisanos ( 1Pe_6:1-6 ), tampoco sus discípulos ( 1Pe_4:41 ; 1Pe_6:51 s). Los fariseos -poder religioso- y los herodianos -poder político- deciden eliminarlo ( 1Pe_3:6 ). Con todo, algunos paganos reconocen su poder ( 1Pe_5:18-20 ; 1Pe_7:24-30 ). Los discípulos están ciegos, no comprenden el anuncio de su pasión; pero Jesús, que puede sanar a los ciegos ( 1Pe_8:22-26 ), también puede sanar a sus discípulos. No sería una aberración decir que en este evangelio Jesús no facilita la comprensión de su persona. Manifiesta su poder milagroso, pero a la vez impone silencio; se aleja de los suyos, pero siempre está pendiente de ellos; revela su gloria en la transfiguración, pero impone reserva hasta su resurrección. Marcos evoca una figura desconcertante ante un auditorio desconcertado.

¿Quién es el seguidor de Jesús para Marcos? Paralelamente al desconcertante misterio de la identidad de Jesús, Marcos desarrolla en su evangelio la no menos desconcertante condición del discípulo; parece como si el primer plano de su narración lo ocupara dicha relación, que se desarrolla como una catequesis progresiva. Siempre están juntos, pues para eso los eligió: «para que convivieran con él» ( 1Pe_3:14 ). Todo lo hace en presencia de ellos. Estos discípulos, en la intención de Marcos, simbolizan a los destinatarios, de aquel entonces y de ahora, a quienes dirige su evangelio. Es esta relación la que estructura el plan de su obra. En la primera parte ( 1Pe_1:1-8 , 30), Jesús va implacablemente desmantelando todas las ideas preconcebidas que tenían de Dios y del Mesías prometido. El trabajo es arduo. No entienden sus parábolas ( 1Pe_4:13 ); tienen miedo ante su poder ( 1Pe_4:41 ); tampoco entienden sus milagros ( 1Pe_6:52 ; 1Pe_7:37 ). Parece como si todas sus instrucciones cayeran en saco roto ( 1Pe_8:17-21 ). La sanación del ciego de Betsaida ( 1Pe_8:22-26 ) introduce el comienzo de la sanación de la ceguera de los discípulos, dramatizada en la confesión de Pedro ( 1Pe_8:27-30 ). Ambas escenas ocupan el quicio del evangelio. A partir de entonces, la catequesis de Jesús se centra en la condición sufriente del Mesías, una cruz que debe cargar el discípulo que quiera seguirle ( 1Pe_8:34 ). Les anuncia tres veces su próxima pasión, muerte y resurrección. Ellos siguen sin comprender, pero el camino está ya despejado para que sea su misma muerte silenciosa en la cruz la que desvele definitivamente el misterio de su identidad. Así llega Marcos al punto culminante de su relato, afirmando por boca del centurión: «realmente este hombre era hijo de Dios» ( 1Pe_15:39 ). Su confesión es como la respuesta a la voz del Padre con la que comenzó su evangelio: «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» ( 1Pe_1:11 ). El centurión representa a Roma, el poder pagano de aquel entonces, que por la cruz alcanza su fe. Pero también representa a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos a quienes Jesús sale a su encuentro, y son invitados a descubrirlo y conocerlo como Hijo de Dios y Salvador del mundo en situaciones de cruz, de muerte y de desesperanza. Para ellos y ellas escribió Marcos su evangelio.

Sinopsis. Inicia el evangelio con una pequeña introducción que prepara a Jesús para su ministerio ( 1Pe_1:1-13 ). Sigue a esta introducción la actividad que realiza en Galilea (,23). Tras un intermedio en Fenicia y Cesarea (,26), sucede el cambio decisivo, con la confesión de Pedro, la transfiguración, el anuncio de la pasión, y el camino hacia Jerusalén (,52). En Jerusalén, Jesús es presentado como profeta y Mesías (11-13), cuyos contenidos y características se desarrollan en el relato de la pasión y resurrección ( 1Pe_14:1-16 , 8). Hasta aquí la obra de Marcos. Posteriormente, alguien le añadió un apéndice ( 1Pe_16:9-20 ) para paliar un poco el final desconcertante del autor.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Marcos 12,1-12Los viñadores malvados. Más que una parábola es una alegoría tomada de Isa_5:1-7. La viña simboliza al pueblo de Dios, y los labradores, a los dirigentes. El dueño de la viña (Dios) no cesa de confiar en su pueblo y envía, una y otra vez, siervos (profetas) a pedir el fruto que espera de su viña: justicia, misericordia, verdad, etc. Sin embargo, los dirigentes infieles tampoco cesan de rechazar o eliminar a los siervos enviados (Deu_29:25; Jue_2:12; 1Re_9:9; Jer_7:25; Jer_16:11). Tanto ama Dios a su viña que manda al «último enviado» (Jesús), su Hijo amado (Jer_1:11; Jer_9:7). Los dirigentes lo reconocen, saben que es el heredero y, concientemente, deciden no sólo matarlo sino borrarlo de la memoria del pueblo («lo arrojaron fuera de la viña»), para perpetuar su poder de dominio. Dios interviene para salvar su viña: resucita a su Hijo amado y lo convierte en piedra angular del nuevo pueblo de Dios (Sal_118:22). Los animadores de comunidades cristianas deben preguntarse cada día si la viña del Señor que administran está rindiendo los frutos que el Señor espera.


Marcos 12,13-17Sobre el tributo al césar. Los nuevos adversarios representan a los fanáticos religiosos (fariseos) y a los colaboracionistas con el imperio romano (herodianos). La pregunta tiene sabor a hipocresía y a engaño mortal. Si responde que sí, queda mal con los judíos y, si responde que no, los romanos lo tildarán de revoltoso. Jesús, que sabe de sus intenciones, les pide un denario, moneda corriente del imperio romano. El denario tenía una imagen del emperador (Tiberio) y una leyenda que afirmaba su divinidad. Jesús pide devolver al césar lo que es del césar, reconociendo la autonomía del poder civil, pero rechazando su divinización. Jesús se opone a cualquier proyecto teocrático o dictatorial impuesto por gobernantes que se creen dioses o señores de mundo. A Dios lo que es de Dios significa que Dios no se identifica con ningún proyecto político en particular, sino con todos aquellos que se identifiquen con las necesidades del pueblo.
Marcos 12,18-27Sobre la resurrección. Los saduceos son un grupo político y religioso conformado por las clases dominantes. Eran amigos de la cultura helenista y colaboradores del imperio romano; rechazaban la tradición oral, la fe en la resurrección y la existencia de los ángeles (Hch_23:8); sólo aceptaban como normativos los cinco libros de la Torá. Los saduceos, inspirados en la ley del levirato (Deu_25:5-10), buscan ridiculizar la creencia en la resurrección de los muertos. Jesús les responde acusándolos de no entender la Escritura pues se guían más por sus propios intereses que por los de Dios. Jesús interpreta la resurrección, no como una continuación de la vida mortal (tesis farisea), sino como un estado de vida en plenitud con Dios. La controversia termina con una profesión de fe sobre la vida, que evoca a Éxo_3:6.15 y prefigura el triunfo de Jesús sobre la muerte. Optar por el Dios de la Vida y por la vida del pueblo es un imperativo cristiano.
Marcos 12,28-34Sobre el precepto más importante. El fundamentalismo religioso de los fariseos y los letrados había multiplicado los diez mandamientos en aproximadamente seiscientos treinta mandamientos. Uno de los letrados, sinceramente confundido, pregunta a Jesús por el mandamiento principal. Jesús, acudiendo a Deu_6:4s y Lev_19:18, responde que no es uno sino dos: el amor a Dios y el amor al prójimo. Del amor a Dios, antes que ritos y promesas, debe nacer siempre el amor y la solidaridad por los hermanos (cfr. 1Jn_4:20).
Marcos 12,35-37Sobre el Mesías y David. Jesús no acepta la filiación davídica por dos razones: primero, porque Él es más que David y segundo, porque rechaza la idea de un rey, que como David o cualquier otro, divide el mundo en clases sociales, impone pesados tributos, es nacionalista y excluyente, se basa en la pedagogía de la violencia y no de la conciencia, etc. (cfr.1Sa_8:10-18).
Marcos 12,38-40Invectiva contra los letrados. Los letrados o maestros de la ley eran apreciados y respetados por el pueblo. Sin embargo, Jesús los denuncia por hipócritas, corruptos y estafadores, que se aprovechan de la fe del pueblo para favorecer sus mezquinos intereses.
Marcos 12,41-44La ofrenda de la viuda. Mientras el letrado sólo busca acumular, la viuda da con generosidad. La viuda representa al pueblo de Israel excluido social (viuda) y económicamente (pobre). Al contrario del joven rico, la viuda no da de lo que le sobra, sino que pone en manos de Dios todo lo que tiene. Jesús cambia así el concepto de limosna parcial por el de solidaridad total.