Marcos 14 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 72 versitos |
1 Pero decían que no debía ser durante las fiestas, para que no se amotinase el pueblo.
2

Unción en Betania
Mt 26,6-13; cfr. Lc 7,36-50; Jn 12,1-8

Estando él en Betania, invitado en casa de Simón el Leproso, llegó una mujer con un frasco muy costoso de perfume de nardo puro. Quebró el frasco y se lo derramó en la cabeza.
3 Algunos comentaban indignados:
–¿A qué viene este derroche de perfume?
4 Se podía haber vendido el perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres. Y la reprendían.
5 Pero Jesús dijo:
– Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una obra buena conmigo.
6 A los pobres los tendrán siempre entre ustedes y podrán socorrerlos cuando quieran; pero a mí no siempre me tendrán.
7 Ha hecho lo que podía: se ha adelantado a preparar mi cuerpo para la sepultura.
8 Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se proclame la Buena Noticia, se mencionará también lo que ella ha hecho.
9

Traición de Judas
Mt 26,14-16; Lc 22,3-6

Judas Iscariote, uno de los Doce, se dirigió a los sumos sacerdotes para entregárselo.
10 Al oírlo se alegraron y prometieron darle dinero. Y él se puso a buscar una oportunidad para entregarlo.
11

Pascua y Eucaristía
Mt 26,17-19; Lc 22,7-13

El primer día de los Ázimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, le dijeron los discípulos:
–¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
12 Él envió a dos discípulos encargándoles:
– Vayan a la ciudad y les saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Síganlo
13 y donde entre, digan al dueño de casa: Dice el Maestro, que dónde está la sala en la que va a comer la cena de Pascua con sus discípulos.
14 Él les mostrará un salón en el piso superior, preparado con divanes. Preparen allí la cena.
15 Salieron los discípulos, se dirigieron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
16

Mt 26,20-25; Lc 22,21-23; cfr. Jn 13,21-30

Al atardecer llegó con los Doce.
17 Se pusieron a la mesa y, mientras comían, dijo Jesús:
– Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar, uno que come conmigo.
18 Entristecidos, empezaron a preguntarle uno por uno:
–¿Soy yo?
19 Respondió:
– Uno de los Doce, que moja el pan conmigo en la fuente.
20 El Hijo del Hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay de aquél por quien el Hijo del Hombre será entregado! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.
21

Mt 26,26-29; Lc 22,14-20;
cfr. Jn 6,51-59; 1 Cor 11,23-25

Mientras cenaban, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
– Tomen, esto es mi cuerpo.
22 Y tomando la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y bebieron todos de ella.
23 Les dijo:
–Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos.
24 Les aseguro que no volveré a beber el fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.
25

Anuncio del abandono
Mt 26,30-35; Lc 22,31-34; cfr. Jn 13,36-38

Cantaron los salmos y salieron hacia el monte de los Olivos.
26 Jesús les dijo:
– Todos van a fallar, como está escrito:
Heriré al pastor
y se dispersarán las ovejas.
27 Pero, cuando resucite, iré delante de ustedes a Galilea.
28 Pedro le contestó:
– Aunque todos fallen, yo no.
29 Le dijo Jesús:
– Te aseguro que tú hoy mismo, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.
30 Él insistía:
– Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.
Lo mismo decían los demás.
31

Oración en el huerto
Mt 26,36-46; Lc 22,39-46; cfr. Jn 18,1

Llegados al lugar llamado Getsemaní, dijo a sus discípulos:
– Siéntense aquí mientras yo voy a orar.
32 Llevó con él a Pedro, Santiago y Juan y empezó a sentir tristeza y angustia.
33 Entonces les dijo:
– Siento una tristeza de muerte; quédense aquí y permanezcan despiertos.
34 Se adelantó un poco, se postró en tierra y oraba que, si era posible, se alejase de él aquella hora.
35 Decía:
–Abba – Padre– , tú lo puedes todo, aparta de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
36 Volvió, y los encontró dormidos. Dice a Pedro:
– Simón, ¿duermes? ¿No has sido capaz de estar despierto una hora?
37 Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.
38 Volvió otra vez y oró repitiendo las mismas palabras.
39 Al volver, los encontró otra vez dormidos, porque los ojos se les cerraban de sueño; y no supieron qué contestar.
40 Volvió por tercera vez y les dice:
–¡Todavía dormidos y descansando! Basta, ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre será entregado en poder de los pecadores.
41 Vamos, levántense, se acerca el traidor.
42

Arresto de Jesús
Mt 26,47-56; Lc 22,47-53; cfr. Jn 18,2-12

Todavía estaba hablando cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente armada de espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes, los letrados y los ancianos.
43 El traidor les había dado una contraseña: Al que yo bese, ése es; arréstenlo y llévenlo con cuidado.
44 Enseguida, acercándose a Jesús, le dijo: ¡Maestro!, y le dio un beso.
45 Los otros se le tiraron encima y lo arrestaron.
46 Uno de los presentes desenvainó la espada y de un tajo cortó una oreja al sirviente del sumo sacerdote.
47 Jesús se dirigió a ellos:
– Como si se tratara de un asaltante, han salido armados de espadas y palos para capturarme.
48 Diariamente estaba con ustedes enseñando en el templo y no me arrestaron. Pero se ha de cumplir la Escritura.
49 Y todos lo abandonaron y huyeron.
50 Le seguía, también, un muchacho cubierto sólo por una sábana. Lo agarraron;
51 pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.
52

Jesús ante el Consejo
Mt 26,57-68; Lc 22,54s.63-71; cfr. Jn 18,13s.19-24

Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes con los ancianos y los letrados.
53 Pedro le fue siguiendo a distancia hasta entrar en el palacio del sumo sacerdote. Se quedó sentado con los empleados, calentándose junto al fuego.
54 El sumo sacerdote y el Consejo en pleno buscaban un testimonio contra Jesús que permitiera condenarlo a muerte, y no lo encontraban,
55 ya que aunque muchos testimoniaban en falso contra él, sus testimonios no concordaban.
56 Algunos se levantaron y declararon en falso contra él:
57 – Le hemos oído decir: Yo he de destruir este santuario, construido por manos humanas, y en tres días construiré otro, no edificado con manos humanas.
58 Pero tampoco en este punto concordaba su testimonio.
59 Entonces el sumo sacerdote se puso de pie en medio y preguntó a Jesús:
–¿No respondes nada a lo que éstos declaran contra ti?
60 Él seguía callado sin responder nada. De nuevo le preguntó el sumo sacerdote:
–¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?
61 Jesús respondió:
– Yo soy. Verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y llegando entre las nubes del cielo.
62 El sumo sacerdote, rasgándose sus vestiduras, dijo:
–¿Qué falta nos hacen los testigos?
63 Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?
Todos sentenciaron que era reo de muerte.
64 Algunos se pusieron a escupirle, a taparle los ojos y darle bofetadas diciendo:
–¡Adivina quién fue!
También los empleados le daban bofetadas.
65

Negaciones de Pedro
Mt 26,69-75; Lc 22,56-62; cfr. Jn 18,15-18.25-27

Estaba Pedro abajo en el patio, cuando una sirvienta del sumo sacerdote,
66 viendo a Pedro que se calentaba, se le quedó mirando y le dijo:
– También tú estabas con el Nazareno, con Jesús.
67 Él lo negó:
– Ni sé ni entiendo lo que dices.
Salió al vestíbulo [y un gallo cantó].
68 La sirvienta lo vio y empezó a decir otra vez a los presentes:
–Éste es uno de ellos.
69 De nuevo lo negó. Al poco tiempo también los presentes decían a Pedro:
– Realmente eres de ellos, porque eres galileo.
70 Entonces empezó a echar maldiciones y a jurar que no conocía al hombre del que hablaban.
71 Al instante cantó por segunda vez el gallo. Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: Antes que el gallo cante dos veces me habrás negado tres. Y se puso a llorar.
72

Jesús ante Pilato
Mt 27,1s.11-26; Lc 23,1-5.13-25; cfr. Jn 18,28– 19,1.4-16

Ni bien amaneció, el Consejo en pleno, sumos sacerdotes, ancianos y letrados se pusieron a deliberar. Ataron a Jesús, lo condujeron y se lo entregaron a Pilato.

Patrocinio

 
 

Introducción a Marcos

Marcos

Contexto histórico. La obra de Marcos nos sitúa en la segunda generación cristiana. El Evangelio ya ha traspasado las fronteras religiosas del mundo judío y se ha abierto también a los paganos, llegando hasta el mismo centro geográfico, económico y político del poder imperial romano: la ciudad de Roma. Allí el cristianismo muy pronto es catalogado como movimiento sospechoso y es duramente perseguido y castigado. En este contexto, probablemente, Marcos escribe su evangelio: «la Buena Noticia de Jesús, Mesías. Hijo de Dios» (1,1).

Destinatarios. Una tradición muy antigua los identifica con la comunidad perseguida de Roma en tiempos de Nerón (año 64). Se trataría de una comunidad mayoritariamente de origen pagano, pobre y en crisis, que estaría llamada a dar razón de su fe e identidad tal como la dio su Maestro y Señor en la cruz.

Autor, fecha y lugar de composición. Desde siempre se le ha llamado «según san Marcos», atribuyendo la autoría a un discípulo de Pedro: el mismo Juan Marcos que se nombra en el libro de los Hechos ( Hch_12:12 .25; Hch_13:13 ; Hch_15:37 .39) y que envía saludos en Col_4:10 ; Flm_1:24 y 1Pe_5:13 . Aunque tal atribución no es absolutamente cierta, no hay razones suficientes ni convincentes para negarla. En cuanto a la fecha de su composición, según la tradición, Marcos escribió su evangelio después de la muerte de Pedro (año 64); y según las pistas que nos ofrece su evangelio, antes de la destrucción de Jerusalén en la guerra judío-romana (año 70); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable los años entre el 65 y 70. En cuanto al lugar de composición, Roma es la hipótesis más aceptada, no sólo porque así lo avala la tradición, sino también por ciertas referencias del mismo evangelio, como la explicación de palabras arameas, las alusiones al sufrimiento y a la persecución, y la relativa frecuencia de palabras y locuciones latinizadas.

Un evangelio por mucho tiempo desconocido... y hoy de sorprendente actualidad. Hasta finales del s. XIX apenas se prestó atención al evangelio de Marcos. La tradición de la Iglesia lo había relegado a un segundo plano en comparación con los demás sinópticos, ya sea por su estilo parco: pobre de vocabulario, monótono y repetitivo; o porque apenas ofrecía nada nuevo que no se encontrase mejor elaborado en Mateo o Lucas. O quizás, porque la misma Iglesia aún no estaba preparada para captar en toda su grandeza descarnada su mensaje inconformista.
Todo comenzó a cambiar cuando a finales del s. XIX, y sobre todo durante el s. XX, la crítica histórica lo descubrió como el primer y más genuino testimonio escrito sobre el Jesús histórico, en el que se inspiraron tanto Mateo como Lucas. El interés ha ido en aumento hasta nuestros días, al irse desvelando poco a poco la finalidad que perseguía: confrontar a sus lectores con el sorprendente misterio de la identidad de Jesús de Nazaret, un misterio que sigue fascinando al hombre y a la mujer de hoy, tanto como hace 2.000 años.

¿Quién es Jesús de Nazaret para Marcos? El tema de su evangelio es la persona de Jesús y la reacción de la gente a su paso. Marcos escribe su evangelio a la luz de la resurrección, pero no abusa de ella; al contrario, pone énfasis en presentar a Jesús crucificado más que resucitado, y a la gente cegada y deslumbrada más que iluminada.
Ya al principio de su obra declara que Jesús es ante todo «Hijo de Dios» y que el relato de su vida es una «Buena Noticia» ( 1Pe_1:1 ). Complementa esto con una declaración solemne del Padre ( 1Pe_1:11 ), un impulso del Espíritu ( 1Pe_1:12 ), una victoria fulgurante sobre Satanás y una pacificación cósmica -con las fieras- ( 1Pe_1:13 ). Es entonces cuando presenta a Jesús anunciando la inminente llegada del reino de Dios, pero su anuncio provoca una confrontación dramática. A Jesús no lo comprende su familia ( 1Pe_3:21 ) ni sus paisanos ( 1Pe_6:1-6 ), tampoco sus discípulos ( 1Pe_4:41 ; 1Pe_6:51 s). Los fariseos -poder religioso- y los herodianos -poder político- deciden eliminarlo ( 1Pe_3:6 ). Con todo, algunos paganos reconocen su poder ( 1Pe_5:18-20 ; 1Pe_7:24-30 ). Los discípulos están ciegos, no comprenden el anuncio de su pasión; pero Jesús, que puede sanar a los ciegos ( 1Pe_8:22-26 ), también puede sanar a sus discípulos. No sería una aberración decir que en este evangelio Jesús no facilita la comprensión de su persona. Manifiesta su poder milagroso, pero a la vez impone silencio; se aleja de los suyos, pero siempre está pendiente de ellos; revela su gloria en la transfiguración, pero impone reserva hasta su resurrección. Marcos evoca una figura desconcertante ante un auditorio desconcertado.

¿Quién es el seguidor de Jesús para Marcos? Paralelamente al desconcertante misterio de la identidad de Jesús, Marcos desarrolla en su evangelio la no menos desconcertante condición del discípulo; parece como si el primer plano de su narración lo ocupara dicha relación, que se desarrolla como una catequesis progresiva. Siempre están juntos, pues para eso los eligió: «para que convivieran con él» ( 1Pe_3:14 ). Todo lo hace en presencia de ellos. Estos discípulos, en la intención de Marcos, simbolizan a los destinatarios, de aquel entonces y de ahora, a quienes dirige su evangelio. Es esta relación la que estructura el plan de su obra. En la primera parte ( 1Pe_1:1-8 , 30), Jesús va implacablemente desmantelando todas las ideas preconcebidas que tenían de Dios y del Mesías prometido. El trabajo es arduo. No entienden sus parábolas ( 1Pe_4:13 ); tienen miedo ante su poder ( 1Pe_4:41 ); tampoco entienden sus milagros ( 1Pe_6:52 ; 1Pe_7:37 ). Parece como si todas sus instrucciones cayeran en saco roto ( 1Pe_8:17-21 ). La sanación del ciego de Betsaida ( 1Pe_8:22-26 ) introduce el comienzo de la sanación de la ceguera de los discípulos, dramatizada en la confesión de Pedro ( 1Pe_8:27-30 ). Ambas escenas ocupan el quicio del evangelio. A partir de entonces, la catequesis de Jesús se centra en la condición sufriente del Mesías, una cruz que debe cargar el discípulo que quiera seguirle ( 1Pe_8:34 ). Les anuncia tres veces su próxima pasión, muerte y resurrección. Ellos siguen sin comprender, pero el camino está ya despejado para que sea su misma muerte silenciosa en la cruz la que desvele definitivamente el misterio de su identidad. Así llega Marcos al punto culminante de su relato, afirmando por boca del centurión: «realmente este hombre era hijo de Dios» ( 1Pe_15:39 ). Su confesión es como la respuesta a la voz del Padre con la que comenzó su evangelio: «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» ( 1Pe_1:11 ). El centurión representa a Roma, el poder pagano de aquel entonces, que por la cruz alcanza su fe. Pero también representa a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos a quienes Jesús sale a su encuentro, y son invitados a descubrirlo y conocerlo como Hijo de Dios y Salvador del mundo en situaciones de cruz, de muerte y de desesperanza. Para ellos y ellas escribió Marcos su evangelio.

Sinopsis. Inicia el evangelio con una pequeña introducción que prepara a Jesús para su ministerio ( 1Pe_1:1-13 ). Sigue a esta introducción la actividad que realiza en Galilea (,23). Tras un intermedio en Fenicia y Cesarea (,26), sucede el cambio decisivo, con la confesión de Pedro, la transfiguración, el anuncio de la pasión, y el camino hacia Jerusalén (,52). En Jerusalén, Jesús es presentado como profeta y Mesías (11-13), cuyos contenidos y características se desarrollan en el relato de la pasión y resurrección ( 1Pe_14:1-16 , 8). Hasta aquí la obra de Marcos. Posteriormente, alguien le añadió un apéndice ( 1Pe_16:9-20 ) para paliar un poco el final desconcertante del autor.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Marcos 14,1-2Complot para matar a Jesús. Comienza el camino de la pasión, muerte y resurrección. Por su extensión, muchos consideran el evangelio de Marcos como «una historia de la pasión, precedida de una extensa introducción». El relato hay que leerlo en clave cristológica.
Es miércoles y los planes para matar a Jesús se confirman, pero también, el miedo de los dirigentes a la multitud. Sin embargo, contrario a lo que se afirma, a Jesús sí lo mataron durante las fiestas, y la multitud no lo respaldó, sino que terminó condenándolo.


Marcos 14,3-9Unción en Betania. En contraste con el odio de los dirigentes judíos, una mujer realiza un gesto anónimo y supremo de amor a Jesús (cfr. Cnt_1:12). El alto precio del perfume simboliza la calidad del amor. Derramarlo sobre su cabeza simboliza su donación total y la unción de Jesús como rey, pero un rey que triunfa, no desde el poder de sus ejércitos, sino desde la «debilidad» de la cruz. Mientras la gente lo considera un desperdicio, Jesús lo cataloga como una obra buena, porque una limosna compromete algo que nos sobra; en cambio, una obra de misericordia, que es lo que hace la mujer, compromete toda la persona y establece un lazo de solidaridad que va hasta la misma muerte. Con el anuncio de su muerte, Jesús ratifica la dignidad de su pobreza, dando todo lo que tiene, aun su propia vida, por la salvación de la humanidad.
Marcos 14,10-11Traición de Judas. En oposición a la generosidad de la mujer aparece la actitud sobornable y traidora de Judas Iscariote. Se insinúa el motivo del dinero; pero lo que impresiona al narrador es que sea «uno de los Doce». Como en 11,1-6 Jesús conoce y dirige todo por adelantado. La traición del amigo es particularmente dolorosa (cfr. Sal_55:13-15).
Marcos 14,12-25Pascua y Eucaristía. En la fiesta pascual, antes de la puesta del sol se sacrificaba el cordero y después de la puesta del sol se celebraba la cena, en familia. Para preparar la cena, Jesús envía a dos discípulos, dándole al hecho un sentido misionero (6,7). Al hombre que carga el cántaro de agua, tarea propia de la mujer, se le identifica figuradamente con Juan Bautista, que sigue preparando los caminos del Señor.
Durante la cena Jesús denuncia la traición de parte de uno de los Doce, uno que hipócritamente comparte el pan, expresión máxima de comunión y fraternidad. En este ambiente de traición donde se vende la vida de un inocente, Jesús ratifica, con la institución de la eucaristía, el ofrecimiento de su vida para el rescate de la humanidad. Jesús ofrece el pan que simboliza su cuerpo: quien coma de él acepta la persona de Jesús en su vida. Luego ofrece la copa, que simboliza la nueva alianza; la sangre derramada significa la muerte violenta de Jesús, y beber del cáliz, implica asumir el sacrificio de Jesús y comprometerse con su proyecto de vida.
Marcos 14,26-31Anuncio del abandono. El canto de los himnos llamados Hallel (Sal 114-118), marcan el final de la cena. El grupo se dirige al monte de los Olivos, donde Jesús hace un nuevo anuncio de su muerte y menciona las consecuencias entre sus discípulos: escándalo y dispersión (cfr. Zac_13:7). A la profecía de Jesús responde solamente Pedro, asegurando que, aunque todos se escandalicen, él no lo hará. Jesús desenmascara el orgullo de Pedro prediciendo su triple negación.
Marcos 14,32-42Oración en el huerto. En Getsemaní («lagar de aceite») vuelven a aparecer las tentaciones: «alejar aquella hora», temor, angustia y tristeza. Jesús acude entonces a la oración (cfr. 1,33; 6,46) y a la compañía de tres de sus discípulos más cercanos (cfr. 5,37; 9,2), para pedirles que velen y oren. La plegaria de Jesús está dividida en cuatro partes: invocación («Abba»), profesión de fe («lo puedes todo»), súplica («aparta de mí esta copa») y sumisión a la voluntad de Dios («no se haga mi voluntad, sino la tuya»). Mientras Judas anda despierto preparando la entrega de Jesús, sus discípulos se quedan dormidos. El sueño y la incapacidad de «velar una hora» indican que el discípulo no está preparado en su interior para asumir el camino de la pasión, camino que tendrá que recorrer Jesús en completa soledad. La expresión, «Vamos, levántense», muestra un Jesús que ha pasado de la angustia y de la tristeza del comienzo a la serenidad y seguridad para asumir «aquella hora».
Marcos 14,43-52Arresto de Jesús. Judas es mencionado como «uno de los Doce» para resaltar la contradicción entre la pertenencia al grupo más íntimo de los discípulos y la traición al Maestro. Traicionar y entregar resumen la actitud de Judas. A partir de 14,46, Judas no se menciona más. Los que habían venido con Judas para detener a Jesús, se le «tiraron encima», indicando la violencia del proceso. El otro verbo (prender, arrestar) se usa para indicar la detención de alguien por la fuerza y por una orden de la autoridad. De en medio de la oscuridad y sin nombre, aparece un hombre que saca la espada y hiere al siervo del sumo sacerdote. La reacción de Jesús deja claro que delante de él ninguna violencia tiene sentido, ni prospera. Tener la oreja cortada era un deshonor y quedaba impedido para ejercer funciones sagradas.
Marcos 14,53-65Jesús ante el Consejo. Lo anunciado por Jesús en 10,33s, comienza a cumplirse al pie de la letra. Pedro sigue a Jesús de «lejos» (cfr. Sal_38:12), indicando la ambigüedad de su seguimiento. Según la legislación judía, toda acusación debe estar respaldada al menos por dos testigos. El versículo 55 permite deducir que el juicio no va a ser justo. Propiciar la muerte de Jesús era un viejo anhelo para las autoridades judías (Mar_3:6; Mar_11:18; Mar_12:12; Mar_14:1; Mar_14:11). Sin embargo, los testimonios son tan falsos que no concuerdan entre sí. Al sumo sacerdote no le quedó otra alternativa que preguntarle directamente a Jesús «¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios bendito?». Jesús no duda en responder: Sí, yo soy, un nombre que evoca al Dios liberador del Éxodo (Éxo_3:14). La respuesta de Jesús es considerada blasfemia por dos razones, una de tipo religioso al insultar a Dios llamándose Mesías (Lev_24:15s) y otra de tipo político: despreciar la ley (Núm_15:30) proponiendo cambios radicales en las instituciones religiosas de Israel. Marcos subraya que todos estaban de acuerdo en decretar la muerte de Jesús. Los golpes, las burlas, los salivazos y las bofetadas hacen parte del programa de Jesús como el siervo sufriente de Isa_50:6.
Marcos 14,66-72Negaciones de Pedro. Mientras Jesús permanece firme ante el sumo sacerdote por defender la causa del reino, Pedro se derrumba negando a Jesús por miedo a quienes lo señalan de andar con el Nazareno. La negación confirma que Pedro acepta a Jesús como el Mesías, pero rechaza el camino que hay que seguir con el Maestro, que es el camino de la cruz. El relato no termina sin que Pedro recuerde las palabras de Jesús (14,30) y llore de arrepentimiento y de vergüenza.