Marcos 15 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 47 versitos |
1 Pilato lo interrogó:
–¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús contestó:
– Tú lo dices.
2 Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.
3 Pilato lo interrogó de nuevo:
–¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan.
4 Pero Jesús no le contestó, con gran admiración de Pilato.
5 Para la fiesta solía dejarles libre un preso, el que el pueblo pedía.
6 Un tal Barrabás estaba encarcelado con otros amotinados que en una revuelta habían cometido un homicidio.
7 La gente subió y empezó a pedirle el indulto acostumbrado.
8 Pilato les respondió:
–¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?
9 Porque comprendía que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia.
10 Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran más bien la libertad de Barrabás.
11 Pilato respondió otra vez:
–¿Y qué hago con el [que llaman] rey de los judíos?
12 Gritaron:
–¡Crucifícalo!
13 Pilato dijo:
– Pero, ¿qué mal ha hecho?
Ellos gritaban más fuerte:
–¡Crucifícalo!
14 Pilato, decidido a dejar contenta a la gente, les soltó a Barrabás y a Jesús lo entregó para que lo azotaran y lo crucificaran.
15

Burla de los soldados
Mt 27,27-31; cfr. Jn 19,2s

Los soldados se lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia.
16 Lo vistieron de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la colocaron.
17 Y se pusieron a hacerle una reverencia: ¡Salud, rey de los judíos!
18 Le golpeaban con una caña la cabeza, le escupían y doblando la rodilla le rendían homenaje.
19 Terminada la burla, le quitaron la púrpura, lo vistieron con su ropa y lo sacaron para crucificarlo.
20

Muerte de Jesús
Mt 27,32-56; Lc 23,26-49; cfr. Jn 19,17-30

Pasaba por allí de vuelta del campo un tal Simón de Cirene – padre de Alejandro y Rufo– , y lo forzaron a cargar con la cruz.
21 Lo condujeron al Gólgota – que significa Lugar de la Calavera– .
22 Le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo tomó.
23 Lo crucificaron y se repartieron su ropa, echando a suertes lo que le tocara a cada uno.
24 Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron.
25 La inscripción que indicaba la causa de la condena decía: El rey de los judíos.
26 Con él crucificaron a dos asaltantes, uno a la derecha y otro a la izquierda.
27 [[– Y se cumplió la Escritura que dice: y fue contado entre los pecadores.]]
28 Los que pasaban lo insultaban moviendo la cabeza y decían:
– El que derriba el santuario y lo reconstruye en tres días,
29 que se salve, bajando de la cruz.
30 A su vez los sumos sacerdotes, burlándose, comentaban con los letrados:
– Ha salvado a otros y él no se puede salvar.
31 El Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz para que lo veamos y creamos.
Y también lo insultaban los que estaban crucificados con él.
32 Al mediodía se oscureció todo el territorio hasta media tarde.
33 A esa hora Jesús gritó con voz potente:
–Eloi eloi lema sabaktani – que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?– .
34 Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban:
– Está llamando a Elías.
35 Uno empapó una esponja en vinagre, la sujetó a una caña y le ofreció de beber diciendo:
–¡Quietos! A ver si viene Elías a librarlo.
36 Pero Jesús, lanzando un grito, expiró.
37 El velo del santuario se rasgó en dos de arriba abajo.
38 El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo expiró, dijo:
– Realmente este hombre era Hijo de Dios.
39 Estaban allí mirando a distancia unas mujeres, entre ellas María Magdalena, María, madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé,
40 quienes, cuando estaba en Galilea, le habían seguido y servido; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
41

Sepultura de Jesús
Mt 27,57-61; Lc 23,50-56; cfr. Jn 19,38-42

Ya anochecía; y como era el día de la preparación, víspera de sábado,
42 José de Arimatea, consejero respetado, que esperaba el reino de Dios, tuvo la osadía de presentarse a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús.
43 Pilato se extrañó que ya hubiera muerto. Llamó al centurión y le preguntó si ya había muerto.
44 Informado por el centurión, le concedió el cuerpo a José.
45 Éste compró una sábana, lo bajó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
46 María Magdalena y María de José observaban dónde lo habían puesto.
47

Resurrección de Jesús
Mt 28,1-8; Lc 24,1-12; cfr. Jn 20,1-10

Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María de Santiago y Salomé compraron perfumes para ir a ungirlo.

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Introducción a Marcos

Marcos

Contexto histórico. La obra de Marcos nos sitúa en la segunda generación cristiana. El Evangelio ya ha traspasado las fronteras religiosas del mundo judío y se ha abierto también a los paganos, llegando hasta el mismo centro geográfico, económico y político del poder imperial romano: la ciudad de Roma. Allí el cristianismo muy pronto es catalogado como movimiento sospechoso y es duramente perseguido y castigado. En este contexto, probablemente, Marcos escribe su evangelio: «la Buena Noticia de Jesús, Mesías. Hijo de Dios» (1,1).

Destinatarios. Una tradición muy antigua los identifica con la comunidad perseguida de Roma en tiempos de Nerón (año 64). Se trataría de una comunidad mayoritariamente de origen pagano, pobre y en crisis, que estaría llamada a dar razón de su fe e identidad tal como la dio su Maestro y Señor en la cruz.

Autor, fecha y lugar de composición. Desde siempre se le ha llamado «según san Marcos», atribuyendo la autoría a un discípulo de Pedro: el mismo Juan Marcos que se nombra en el libro de los Hechos ( Hch_12:12 .25; Hch_13:13 ; Hch_15:37 .39) y que envía saludos en Col_4:10 ; Flm_1:24 y 1Pe_5:13 . Aunque tal atribución no es absolutamente cierta, no hay razones suficientes ni convincentes para negarla. En cuanto a la fecha de su composición, según la tradición, Marcos escribió su evangelio después de la muerte de Pedro (año 64); y según las pistas que nos ofrece su evangelio, antes de la destrucción de Jerusalén en la guerra judío-romana (año 70); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable los años entre el 65 y 70. En cuanto al lugar de composición, Roma es la hipótesis más aceptada, no sólo porque así lo avala la tradición, sino también por ciertas referencias del mismo evangelio, como la explicación de palabras arameas, las alusiones al sufrimiento y a la persecución, y la relativa frecuencia de palabras y locuciones latinizadas.

Un evangelio por mucho tiempo desconocido... y hoy de sorprendente actualidad. Hasta finales del s. XIX apenas se prestó atención al evangelio de Marcos. La tradición de la Iglesia lo había relegado a un segundo plano en comparación con los demás sinópticos, ya sea por su estilo parco: pobre de vocabulario, monótono y repetitivo; o porque apenas ofrecía nada nuevo que no se encontrase mejor elaborado en Mateo o Lucas. O quizás, porque la misma Iglesia aún no estaba preparada para captar en toda su grandeza descarnada su mensaje inconformista.
Todo comenzó a cambiar cuando a finales del s. XIX, y sobre todo durante el s. XX, la crítica histórica lo descubrió como el primer y más genuino testimonio escrito sobre el Jesús histórico, en el que se inspiraron tanto Mateo como Lucas. El interés ha ido en aumento hasta nuestros días, al irse desvelando poco a poco la finalidad que perseguía: confrontar a sus lectores con el sorprendente misterio de la identidad de Jesús de Nazaret, un misterio que sigue fascinando al hombre y a la mujer de hoy, tanto como hace 2.000 años.

¿Quién es Jesús de Nazaret para Marcos? El tema de su evangelio es la persona de Jesús y la reacción de la gente a su paso. Marcos escribe su evangelio a la luz de la resurrección, pero no abusa de ella; al contrario, pone énfasis en presentar a Jesús crucificado más que resucitado, y a la gente cegada y deslumbrada más que iluminada.
Ya al principio de su obra declara que Jesús es ante todo «Hijo de Dios» y que el relato de su vida es una «Buena Noticia» ( 1Pe_1:1 ). Complementa esto con una declaración solemne del Padre ( 1Pe_1:11 ), un impulso del Espíritu ( 1Pe_1:12 ), una victoria fulgurante sobre Satanás y una pacificación cósmica -con las fieras- ( 1Pe_1:13 ). Es entonces cuando presenta a Jesús anunciando la inminente llegada del reino de Dios, pero su anuncio provoca una confrontación dramática. A Jesús no lo comprende su familia ( 1Pe_3:21 ) ni sus paisanos ( 1Pe_6:1-6 ), tampoco sus discípulos ( 1Pe_4:41 ; 1Pe_6:51 s). Los fariseos -poder religioso- y los herodianos -poder político- deciden eliminarlo ( 1Pe_3:6 ). Con todo, algunos paganos reconocen su poder ( 1Pe_5:18-20 ; 1Pe_7:24-30 ). Los discípulos están ciegos, no comprenden el anuncio de su pasión; pero Jesús, que puede sanar a los ciegos ( 1Pe_8:22-26 ), también puede sanar a sus discípulos. No sería una aberración decir que en este evangelio Jesús no facilita la comprensión de su persona. Manifiesta su poder milagroso, pero a la vez impone silencio; se aleja de los suyos, pero siempre está pendiente de ellos; revela su gloria en la transfiguración, pero impone reserva hasta su resurrección. Marcos evoca una figura desconcertante ante un auditorio desconcertado.

¿Quién es el seguidor de Jesús para Marcos? Paralelamente al desconcertante misterio de la identidad de Jesús, Marcos desarrolla en su evangelio la no menos desconcertante condición del discípulo; parece como si el primer plano de su narración lo ocupara dicha relación, que se desarrolla como una catequesis progresiva. Siempre están juntos, pues para eso los eligió: «para que convivieran con él» ( 1Pe_3:14 ). Todo lo hace en presencia de ellos. Estos discípulos, en la intención de Marcos, simbolizan a los destinatarios, de aquel entonces y de ahora, a quienes dirige su evangelio. Es esta relación la que estructura el plan de su obra. En la primera parte ( 1Pe_1:1-8 , 30), Jesús va implacablemente desmantelando todas las ideas preconcebidas que tenían de Dios y del Mesías prometido. El trabajo es arduo. No entienden sus parábolas ( 1Pe_4:13 ); tienen miedo ante su poder ( 1Pe_4:41 ); tampoco entienden sus milagros ( 1Pe_6:52 ; 1Pe_7:37 ). Parece como si todas sus instrucciones cayeran en saco roto ( 1Pe_8:17-21 ). La sanación del ciego de Betsaida ( 1Pe_8:22-26 ) introduce el comienzo de la sanación de la ceguera de los discípulos, dramatizada en la confesión de Pedro ( 1Pe_8:27-30 ). Ambas escenas ocupan el quicio del evangelio. A partir de entonces, la catequesis de Jesús se centra en la condición sufriente del Mesías, una cruz que debe cargar el discípulo que quiera seguirle ( 1Pe_8:34 ). Les anuncia tres veces su próxima pasión, muerte y resurrección. Ellos siguen sin comprender, pero el camino está ya despejado para que sea su misma muerte silenciosa en la cruz la que desvele definitivamente el misterio de su identidad. Así llega Marcos al punto culminante de su relato, afirmando por boca del centurión: «realmente este hombre era hijo de Dios» ( 1Pe_15:39 ). Su confesión es como la respuesta a la voz del Padre con la que comenzó su evangelio: «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» ( 1Pe_1:11 ). El centurión representa a Roma, el poder pagano de aquel entonces, que por la cruz alcanza su fe. Pero también representa a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos a quienes Jesús sale a su encuentro, y son invitados a descubrirlo y conocerlo como Hijo de Dios y Salvador del mundo en situaciones de cruz, de muerte y de desesperanza. Para ellos y ellas escribió Marcos su evangelio.

Sinopsis. Inicia el evangelio con una pequeña introducción que prepara a Jesús para su ministerio ( 1Pe_1:1-13 ). Sigue a esta introducción la actividad que realiza en Galilea (,23). Tras un intermedio en Fenicia y Cesarea (,26), sucede el cambio decisivo, con la confesión de Pedro, la transfiguración, el anuncio de la pasión, y el camino hacia Jerusalén (,52). En Jerusalén, Jesús es presentado como profeta y Mesías (11-13), cuyos contenidos y características se desarrollan en el relato de la pasión y resurrección ( 1Pe_14:1-16 , 8). Hasta aquí la obra de Marcos. Posteriormente, alguien le añadió un apéndice ( 1Pe_16:9-20 ) para paliar un poco el final desconcertante del autor.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Marcos 15,1-15Jesús ante Pilato. Hasta ahora todo ha ocurrido en un ambiente netamente judío. En adelante, Pilato y la tropa romana compartirán con el Consejo judío la responsabilidad en la muerte de Jesús. Marcos, sin embargo, insiste en subrayar la responsabilidad de los sumos sacerdotes, quienes son presentados como envidiosos, incitadores y manipuladores de la voluntad del pueblo. Pilato a través del interrogatorio deja claro que las acusaciones no vienen de su parte, sino de las autoridades religiosas. La insistencia de Pilato en señalar la inocencia de Jesús tiene una intención teológica, mostrar la figura del justo paciente injustamente condenado (cfr. Hch_3:13s; 1Pe_2:21-23). La multitud en Marcos es un personaje compacto pero oscilante, unas veces está de parte de Jesús gritando «Hosana» y en otras, en contra, pidiendo la liberación de Barrabás y la crucifixión de Jesús. A lo largo del relato Jesús guarda completo silencio, en contraste con todos los que hablan a su alrededor: los sacerdotes, Pilato, el pueblo y los soldados. Un silencio que se mantendrá hasta la cruz, donde será roto para hablar con el Padre.


Marcos 15,16-20Burla de los soldados. La diferencia entre las burlas proferidas por judíos y romanos consiste en que los primeros se burlan de Jesús profeta y los segundos, de Jesús rey. Al final de las burlas, Jesús queda convertido en el «Siervo sufriente» que se prepara para iniciar el camino de la cruz.
Marcos 15,21-41Muerte de Jesús. La multitud, los sumos sacerdotes y los letrados se burlan de Jesús, porque no es capaz de bajarse de la cruz. Ellos ven la crucifixión no como donación, sino como impotencia. No se les ocurre pensar que Jesús permanece en la cruz por puro amor. Y si el amor es la verdad de Dios, la cruz es el símbolo del amor más grande expresado por alguien a favor de sus hermanos. La cruz es el escándalo que en todos los tiempos toca las puertas de hombres y mujeres que por puro amor luchan incansablemente por un mundo mejor. Las tinieblas representan al Israel que no ha podido ver la luz del reino. El «velo rasgado en dos de arriba abajo» (38) simboliza el rompimiento de una barrera que impide ver el verdadero rostro de Dios y también, el final de un modelo de religión que manipula a Dios, esclaviza con la ley y conduce a la muerte. La respuesta del centurión romano: «Realmente este Hombre era Hijo de Dios» (cfr. 1,1) sorprende, porque no es de un judío y ni siquiera de un discípulo. Terminada la narración, Marcos habla de un grupo de mujeres que están presentes, sin contarnos sus palabras o reacciones. No hay ningún discípulo. Hay que rescatar el valor de la presencia de las mujeres, porque ellas constituyen el vínculo entre el acontecimiento de la cruz y el de la resurrección, entre los discípulos que han abandonado a Jesús en su pasión y crucifixión y el Jesús resucitado que quiere reunirlos de nuevo (15,1-8).
Marcos 15,42-47Sepultura de Jesús. Ante la ausencia de los discípulos, José de Arimatea se encarga de la sepultura. Debe apresurarse porque el inicio del sábado está pronto. Gracias a su gestión ante Pilato, Jesús no fue depositado en una fosa común como era la costumbre con los crucificados, sino en una sepultura individual, cavada en la roca. La misión de las mujeres es acompañar y mirar, fijarse donde está el cuerpo, pues tienen el propósito de volver. Su posición, aparentemente pasiva, es una respuesta de amor humano al amor de Jesús manifestado en la cruz.