Marcos 2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 28 versitos |
1

Sana a un paralítico
Mt 9,1-8; Lc 5,17-26; cfr. Jn 5,1-18

Después de unos días volvió a Cafarnaún y se corrió la voz de que estaba en casa.
2 Se reunieron tantos, que no quedaba espacio ni siquiera junto a la puerta. Y él les anunciaba la palabra.
3 Llegaron unos llevando un paralítico entre cuatro;
4 y, como no lograban acercárselo por el gentío, levantaron el techo encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla en que yacía el paralítico.
5 Viendo Jesús su fe, dijo al paralítico:
– Hijo, tus pecados te son perdonados.
6 Había allí sentados unos letrados que discurrían en su interior:
7 –¿Cómo puede éste hablar así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?
8 Jesús, adivinando lo que pensaban, les dijo:
–¿Por qué están pensando eso?
9 ¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico que se le perdonan sus pecados o decirle que cargue con su camilla y comience a caminar?
10 Pero para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados – dijo al paralítico– :
11 Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
12 Se levantó de inmediato, tomó su camilla y salió delante de todos. De modo que todos se asombraron y glorificaban a Dios diciendo: Nunca vimos cosa semejante.
13

Llama a Leví:
comparte la mesa con pecadores
Mt 9,9-13; Lc 5,27-32

Salió de nuevo a la orilla del lago. Toda la gente acudía a él y él les enseñaba.
14 Al pasar vio a Leví de Alfeo, sentado junto a la mesa de recaudación de los impuestos, y le dijo:
– Sígueme.
Él se levantó y le siguió.
15 Mientras estaba comiendo en su casa, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos – porque muchos eran seguidores suyos– .
16 Los letrados del partido fariseo, viéndolo comer con pecadores y recaudadores de impuestos, dijeron a los discípulos:
–¿Por qué come con recaudadores de impuestos y pecadores?
17 Lo oyó Jesús y respondió:
– No tienen necesidad del médico los sanos, sino los enfermos. No vine a llamar a justos, sino a pecadores.
18

Sobre el ayuno
Mt 9,14-17; Lc 5,33-39

Un día que los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno fueron a decirle a Jesús:
–¿Por qué los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan y tus discípulos no ayunan?
19 Jesús les respondió:
–¿Pueden los invitados a la boda ayunar mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos no pueden ayunar.
20 Llegará un día en que el novio les será quitado, y aquel día ayunarán.
21 Nadie usa un trozo de tela nueva para remendar un vestido viejo; porque lo nuevo añadido tira del vestido viejo, y la rotura se hace más grande.
22 Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres y se echan a perder odres y vino. A vino nuevo, odres nuevos.
23

Jesús y el sábado
Mt 12,1-8; Lc 6,1-5

Un sábado mientras atravesaba unos campos de trigo, los discípulos se pusieron a arrancar espigas.
24 Los fariseos le dijeron:
– Mira lo que hacen en sábado: ¡Algo prohibido!
25 Jesús les respondió:
–¿No han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros pasaban necesidad y estaban hambrientos?
26 Entró en la casa de Dios, siendo sumo sacerdote Abiatar, y comió los panes consagrados, que pueden comer sólo los sacerdotes, y los compartió con sus compañeros.
27 Y añadió:
– El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado.
28 De manera que el Hijo del Hombre es Señor también del sábado.

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Introducción a Marcos

Marcos

Contexto histórico. La obra de Marcos nos sitúa en la segunda generación cristiana. El Evangelio ya ha traspasado las fronteras religiosas del mundo judío y se ha abierto también a los paganos, llegando hasta el mismo centro geográfico, económico y político del poder imperial romano: la ciudad de Roma. Allí el cristianismo muy pronto es catalogado como movimiento sospechoso y es duramente perseguido y castigado. En este contexto, probablemente, Marcos escribe su evangelio: «la Buena Noticia de Jesús, Mesías. Hijo de Dios» (1,1).

Destinatarios. Una tradición muy antigua los identifica con la comunidad perseguida de Roma en tiempos de Nerón (año 64). Se trataría de una comunidad mayoritariamente de origen pagano, pobre y en crisis, que estaría llamada a dar razón de su fe e identidad tal como la dio su Maestro y Señor en la cruz.

Autor, fecha y lugar de composición. Desde siempre se le ha llamado «según san Marcos», atribuyendo la autoría a un discípulo de Pedro: el mismo Juan Marcos que se nombra en el libro de los Hechos ( Hch_12:12 .25; Hch_13:13 ; Hch_15:37 .39) y que envía saludos en Col_4:10 ; Flm_1:24 y 1Pe_5:13 . Aunque tal atribución no es absolutamente cierta, no hay razones suficientes ni convincentes para negarla. En cuanto a la fecha de su composición, según la tradición, Marcos escribió su evangelio después de la muerte de Pedro (año 64); y según las pistas que nos ofrece su evangelio, antes de la destrucción de Jerusalén en la guerra judío-romana (año 70); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable los años entre el 65 y 70. En cuanto al lugar de composición, Roma es la hipótesis más aceptada, no sólo porque así lo avala la tradición, sino también por ciertas referencias del mismo evangelio, como la explicación de palabras arameas, las alusiones al sufrimiento y a la persecución, y la relativa frecuencia de palabras y locuciones latinizadas.

Un evangelio por mucho tiempo desconocido... y hoy de sorprendente actualidad. Hasta finales del s. XIX apenas se prestó atención al evangelio de Marcos. La tradición de la Iglesia lo había relegado a un segundo plano en comparación con los demás sinópticos, ya sea por su estilo parco: pobre de vocabulario, monótono y repetitivo; o porque apenas ofrecía nada nuevo que no se encontrase mejor elaborado en Mateo o Lucas. O quizás, porque la misma Iglesia aún no estaba preparada para captar en toda su grandeza descarnada su mensaje inconformista.
Todo comenzó a cambiar cuando a finales del s. XIX, y sobre todo durante el s. XX, la crítica histórica lo descubrió como el primer y más genuino testimonio escrito sobre el Jesús histórico, en el que se inspiraron tanto Mateo como Lucas. El interés ha ido en aumento hasta nuestros días, al irse desvelando poco a poco la finalidad que perseguía: confrontar a sus lectores con el sorprendente misterio de la identidad de Jesús de Nazaret, un misterio que sigue fascinando al hombre y a la mujer de hoy, tanto como hace 2.000 años.

¿Quién es Jesús de Nazaret para Marcos? El tema de su evangelio es la persona de Jesús y la reacción de la gente a su paso. Marcos escribe su evangelio a la luz de la resurrección, pero no abusa de ella; al contrario, pone énfasis en presentar a Jesús crucificado más que resucitado, y a la gente cegada y deslumbrada más que iluminada.
Ya al principio de su obra declara que Jesús es ante todo «Hijo de Dios» y que el relato de su vida es una «Buena Noticia» ( 1Pe_1:1 ). Complementa esto con una declaración solemne del Padre ( 1Pe_1:11 ), un impulso del Espíritu ( 1Pe_1:12 ), una victoria fulgurante sobre Satanás y una pacificación cósmica -con las fieras- ( 1Pe_1:13 ). Es entonces cuando presenta a Jesús anunciando la inminente llegada del reino de Dios, pero su anuncio provoca una confrontación dramática. A Jesús no lo comprende su familia ( 1Pe_3:21 ) ni sus paisanos ( 1Pe_6:1-6 ), tampoco sus discípulos ( 1Pe_4:41 ; 1Pe_6:51 s). Los fariseos -poder religioso- y los herodianos -poder político- deciden eliminarlo ( 1Pe_3:6 ). Con todo, algunos paganos reconocen su poder ( 1Pe_5:18-20 ; 1Pe_7:24-30 ). Los discípulos están ciegos, no comprenden el anuncio de su pasión; pero Jesús, que puede sanar a los ciegos ( 1Pe_8:22-26 ), también puede sanar a sus discípulos. No sería una aberración decir que en este evangelio Jesús no facilita la comprensión de su persona. Manifiesta su poder milagroso, pero a la vez impone silencio; se aleja de los suyos, pero siempre está pendiente de ellos; revela su gloria en la transfiguración, pero impone reserva hasta su resurrección. Marcos evoca una figura desconcertante ante un auditorio desconcertado.

¿Quién es el seguidor de Jesús para Marcos? Paralelamente al desconcertante misterio de la identidad de Jesús, Marcos desarrolla en su evangelio la no menos desconcertante condición del discípulo; parece como si el primer plano de su narración lo ocupara dicha relación, que se desarrolla como una catequesis progresiva. Siempre están juntos, pues para eso los eligió: «para que convivieran con él» ( 1Pe_3:14 ). Todo lo hace en presencia de ellos. Estos discípulos, en la intención de Marcos, simbolizan a los destinatarios, de aquel entonces y de ahora, a quienes dirige su evangelio. Es esta relación la que estructura el plan de su obra. En la primera parte ( 1Pe_1:1-8 , 30), Jesús va implacablemente desmantelando todas las ideas preconcebidas que tenían de Dios y del Mesías prometido. El trabajo es arduo. No entienden sus parábolas ( 1Pe_4:13 ); tienen miedo ante su poder ( 1Pe_4:41 ); tampoco entienden sus milagros ( 1Pe_6:52 ; 1Pe_7:37 ). Parece como si todas sus instrucciones cayeran en saco roto ( 1Pe_8:17-21 ). La sanación del ciego de Betsaida ( 1Pe_8:22-26 ) introduce el comienzo de la sanación de la ceguera de los discípulos, dramatizada en la confesión de Pedro ( 1Pe_8:27-30 ). Ambas escenas ocupan el quicio del evangelio. A partir de entonces, la catequesis de Jesús se centra en la condición sufriente del Mesías, una cruz que debe cargar el discípulo que quiera seguirle ( 1Pe_8:34 ). Les anuncia tres veces su próxima pasión, muerte y resurrección. Ellos siguen sin comprender, pero el camino está ya despejado para que sea su misma muerte silenciosa en la cruz la que desvele definitivamente el misterio de su identidad. Así llega Marcos al punto culminante de su relato, afirmando por boca del centurión: «realmente este hombre era hijo de Dios» ( 1Pe_15:39 ). Su confesión es como la respuesta a la voz del Padre con la que comenzó su evangelio: «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» ( 1Pe_1:11 ). El centurión representa a Roma, el poder pagano de aquel entonces, que por la cruz alcanza su fe. Pero también representa a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos a quienes Jesús sale a su encuentro, y son invitados a descubrirlo y conocerlo como Hijo de Dios y Salvador del mundo en situaciones de cruz, de muerte y de desesperanza. Para ellos y ellas escribió Marcos su evangelio.

Sinopsis. Inicia el evangelio con una pequeña introducción que prepara a Jesús para su ministerio ( 1Pe_1:1-13 ). Sigue a esta introducción la actividad que realiza en Galilea (,23). Tras un intermedio en Fenicia y Cesarea (,26), sucede el cambio decisivo, con la confesión de Pedro, la transfiguración, el anuncio de la pasión, y el camino hacia Jerusalén (,52). En Jerusalén, Jesús es presentado como profeta y Mesías (11-13), cuyos contenidos y características se desarrollan en el relato de la pasión y resurrección ( 1Pe_14:1-16 , 8). Hasta aquí la obra de Marcos. Posteriormente, alguien le añadió un apéndice ( 1Pe_16:9-20 ) para paliar un poco el final desconcertante del autor.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Marcos 2,1-12Sana a un paralítico. Marcos reúne en un solo bloque (2,1-3,6) cinco controversias con los más fuertes opositores de Jesús y de las primeras comunidades cristianas (escribas, fariseos, discípulos de Juan, herodianos). La Buena Noticia que alegra a los marginados, asusta a las autoridades religiosas y políticas.
En este pasaje Marcos reúne una tradición de milagro y otra de controversia. El texto destaca la solidaridad y la fe de cuatro amigos y un paralítico, que a toda costa buscan estar cerca de Jesús. Los obstáculos insinúan lo que tendrán que superar las comunidades cristianas para no dejarse alejar de Jesús. ¿Por qué antes de sanar al paralítico Jesús le perdona los pecados? La razón es simple: de nada le sirve al reino, personas, familias, o pueblos, sanos por fuera cuando por dentro su conciencia sigue enferma de codicia y egoísmo. Jesús busca que el paralítico no sólo tenga sus pies sanos, sino una conciencia y una vida nueva.


Marcos 2,13-17Llama a Leví: comparte la mesa con pecadores. Los recaudadores de impuesto o publicanos eran considerados renegados religiosa y políticamente y, por tanto, pecadores e impuros. Con el llamado de Leví, Jesús rompe las barreras de la Ley y hace realidad la universalidad del Evangelio. El levantarse, después de estar sentado, representa la ruptura que hace Leví con su pasado y el compromiso con una nueva vida. La casa es símbolo de la nueva comunidad (banquete mesiánico) de la que hacen parte los llamados. Jesús es el centro de la comunidad. Los letrados de los fariseos pensaban que los publicanos no podían ser salvados porque no sabían cuánto habían robado y por tanto cuánto debían restituir. Jesús en cambio, médico de Dios, promulga que cuando hay cambio de conciencia y de vida, todos son invitados al banquete del reino.
Marcos 2,18-22Sobre el ayuno. De un banquete pasamos al ayuno. Los adversarios son ahora los discípulos de Juan y los fariseos. Aunque la ley exigía un día de ayuno anual (Lev_16:29), el afán de perfección de los fariseos los llevó a ayunar dos veces por semana (Luc_18:12). Jesús no niega el ayuno; sólo que no cabe practicarlo cuando estamos de fiesta celebrando un nuevo pacto de amor, una nueva alianza entre Jesús (novio) y su pueblo (cfr. Jua_3:29; 2Co_11:2; Efe_5:32; Apo_19:7; Apo_21:2). En el Antiguo Testamento es común la presentación de Dios como el esposo de Israel (Ose_2:19; Isa_54:4-8; Isa_62:4s; Eze_16:7-63). Cuando el novio sea asesinado por quienes no soportan la alegría de su Buena Noticia, entonces podrán ayunar. El proyecto de Jesús que busca transformar la conciencia del pueblo a partir del amor, no encaja en el modelo religioso y político dominante en Israel.
Marcos 2,23-28Jesús y el sábado. La ley permitía calmar el hambre cortando espigas al pasar por un sembrado, excepto en día sábado (Éxo_34:21; Deu_23:26). Los discípulos que han aprendido de Jesús la libertad frente a la ley son ahora acusados por los fariseos de violar la observancia del sábado. Jesús, al mejor estilo de los letrados, responde a los fariseos acudiendo a la Escritura (1Sa_21:1-7), para discernir cuándo una ley es liberadora u opresora. El criterio es el ser humano. Ninguna ley, palabra o acción que oprima, margine o excluya al ser humano puede tener el respaldo de Dios.